domingo, diciembre 31, 2006

El cuerpo se te va a quebrar


Yo he estado en ese parque. Nace en Uruguay y pocos seres lo conquistan cuando atardece. Hablo de un lago con tonos de esmeralda turbia. Como si hubieses dejado crecer un sueño sin prestarle ninguna atención. Y estas en lo cierto, es fácil hacerse un silencio con sus comprensivas sombras. Inicio desenfrenado de la búsqueda quieta del desencanto. Algo que te impide dejarte llevar pero a cambio alienta tu facilidad para drogarte con la indeferencia. Hasta que tú los has encontrado. ¿Dónde viven tus ancianas anhelantes? ¿Hacia dónde inclinan sus cuerpos tus divertidas adolescentes? ¿Por qué todos esos tipos asedian el lago con su normalidad de parloteo? Interiorizando algunas de tus frases descubro una herida interior (y me refiero también a la chica). ¿Cuánto dices cuesta la amnesia? La chica con todo a su favor. Valiosa protectora de secretos. La inercia de las nenas con duende. La favorita para las escenas de miedo y fantasía. Y sin saber cómo, Ana se ha enjaulado por dentro. Se le han quemado las palabras y renuncia a las miserias que nos mantienen encendidos. Con la inconfundible seducción de las hadas, se recoge el pelo y fragmenta sus anhelos sobre una piscina desgajada por el viento. A través de tus palabras aprendo a pensar con imágenes. Nadie nunca te supo decir muy bien por qué, pero no puedes dejar de mirarla. Recorrerla hasta el aturdimiento. La música escoge sus gestos cuando Ana tumba sus manos a orillas del pantano. Ana sufriendo con toda inexpresividad. Ana tarareando una canción. Ana haciéndose invisible por dentro. Y lo que no puedes controlar. Imaginarla como para ponerla en movimiento. Esa sensación de hazme especial. A mi también me sale solo el miedo; declama ella. Y ni cuando algo exagerado te pone de rodillas a los pies del oleaje acuático, puedes declinar las indecisiones. Algo sugerente y desgarrado como un sueño inexplorado desde hace largo tiempo.

viernes, diciembre 29, 2006

Menos luz, por favor

Recuérdalo. No más de treinta. Y la gente te celebra como nadie nunca encontrará. ¿Dónde? New York quizá. Un policía negro sonríe, preludio de un largo (y qué largo) mejora cambio contigo como emblema. El amigo con talento quiere acercarse inspirado por tanta rendición. ¿No podríamos no pelearnos por esta noche? Revistas. Uniformadas periodistas intentando traspasarte. Whisky. Luz y noche. Humo para desmayarse. Y más y mejores y más mujeres. Cuanto lujo tapizando las canciones. Amor. Controversia. Melancolía. Himno favorable. Inaugurando la rebeldía. La primera generación de la rabia lenta para decir no. No. No a la cultura de la violencia y la determinación de siglos de inmovilismo hogar. Y sí. Tengamos el sí a punto. El pop pegadizo de los chicos que divierten a la primera. El desencanto de quien explora hasta el borde. El gancho de quien llega y llena. La despedida de la siesta como aplazo de un infierno que a veces merece eléctrica combustión de dios primigenio. Serán escarabajos de Liverpool.

jueves, diciembre 28, 2006

Recién liberada


Miércoles por la noche. La navidad del XXI es una chica de ojos grandes bebiendo despaciosa. Cerveza. Fundida con una sesión de jazz, donde la improvisación tiene como ventana un pescador cubano a punto de caerse (libremente) por el océano. Le saluda como si esta noche todavía todo. Su amiga le informa de que está confundible. Pero no esta noche. Algunos peces de sal más tarde, navegas por aguas romanas, allí donde las mujeres te desatan con insinuaciones y bromas. Aquí como te pases, te crucifican, declama Andrea. No hay razón para no creerla. Los tipos te retan con su cuerpo y picaresca, eres uno de los nuestros, bambino, tienes la elegancia y el humor y sobre todo el mal genio necesario, lo tienes, eh, lo tienes. Me gusta seas tan educado y esa mirada de niño. No quiero que cambie nada. Hasta que cambie. ¿Vale? Y esta noche la he encontrado jugando. Por el camino un chico afincado en el insomnio pinta las paredes con la imagen de la chica dejando caer la ropa. ¿Vendrás a la fiesta?

miércoles, diciembre 27, 2006

No lo puedo contar


Los dolores en la cabeza de cuando cualquier sonido es un nuevo problema. El frío interior dejando en absurdo al de afuera. La intuición de una ternura formándose. Las convenciones grabando sus expectativas sobre una sonrisa de chica secretamente entristecida. Un poco de calor. Esa oscilación entre la música de Miles Davis y el pánico concretado en la ecuación del carro, las rabietas sin consuelo y este blanco regalo interior. El empuje de tu hundimiento y el éxito para las sonrisas de la recién llegada. Lenta armonía que choca contra tus desplantes. El rigor de la indefinición de esos sueños a medio hacer. Algunas noches, una lejanía de adolescente me tizna el vientre de miedo y locura. ¿Movimientos de no pares? Prueba otra ironía. Pero existen nacientes manitas, rincones de sol donde su carita me inventa algo muy parecido a la alegría. Me aferro a esos momentos, momentos donde olvido sentirme oscura.

jueves, diciembre 21, 2006

Cinco segundos


Un par de rayos de sol despuntan en la ventana. En una de esas esquinas mencionan los cinco segundos de Sergio Rodríguez en la liga más celebrada del planeta. Sergio es un muchacho de 20 años que juega como casi nadie al baloncesto. Durante los últimos meses le caen ostias como panes por haberse atrevido a cumplir su sueño. Ya saben. Demasiado joven. Demasiado impulsivo. Demasiada genialidad en cada jugada. Ya nos gustaría a la mayoría que nos echaran en cara, noche sí noche también, el talento. Lo mejor que se me ocurre para definir al base chicharrero es que convierte el baloncesto en una diversión. Una sorpresa. Algo hipnótico, donde una sola jugada concilia atrevimiento y maravilla. Pierde algunos balones puede. Pero sus jugadas no son fáciles de olvidar. Un caño consecutivo a dos jugadores. El contraataque como pase de espaldas sin mirar el retrovisor. Una asistencia lanzada un metro por encima del aro para que Rodolfo Fernández perfeccione su facilidad para colgarse del aro. Detalles de ese estilo.
Los más cachondos apuntarán a mis orígenes tinerfeños para explicar ésta preferencia. Una anécdota haber nacido en un paraíso tropical. De las mejores. Pero una anécdota. La verdad es que sólo he visto a tres tíos hacer arte con una bola de baloncesto. Los otros dos eran Petrovic y Sabonis. Por eso hoy que la calle se ha llenado de nieve, alguien tiene que dejarlo escrito. Cinco segundos le sobran a este tío para anotar un triple que vale un Mundial. Si Pepu lo vio, el universo acabará también por ofrecerle su prestigio. Entretanto, nos quedaremos con la habilidad del chacho para hacer más brillantes a sus compañeros. Imaginen ese don para la vida cotidiana.

lunes, diciembre 18, 2006

La velocidad de tu cuerpo


Lo he intentado. Pero es difícil dejar de imaginarte; olvidar el modo en que inclinaste el cuerpo cuando nos cruzamos en el avión. Esa mirada detendrá tu perfume sobre mi espalda. Tus hombros parecen el mejor atajo hacia una batalla de espuma en la piscina. Deja de mirarme. Tu boca me mira. Tus ojos me invitan. Y lo intento. Pruebo a disimular las ganas de probar la lenta velocidad de tu cuerpo incinerando estrellas. Nice to meet you. Me too. A través de esa sonrisa veneciana consumo el veneno de la piel horas y horas delante del firmamento.

viernes, diciembre 08, 2006

Tu jaula es mi jaula

Hasta hoy no me había dado cuenta.
No del todo.

Cada día me alejo un poco peor.

Los fantasmas se pelean en tu cara
y ese trozo de jamón es una cinta aislante
sobre la que el cuerpo sigue encerrándose.

No me pidas eso,
claro existen
claro mañanas contigo
eran fueron existían.

Cosas que jamás quisiera preguntar.

Las ganas que tenías de fabricarte el mundo.
Fabricarnos una invención
para llenarla de lluvia,
zapatos llenos de caramelos
y tu risa, la infinita facilidad
de tus bromas provistas de duda, miedo
y una amable inteligencia
que disolvía los límites de nuestros limites.

la ternura de tus viernes enfado
o los proyectos de mamá salvavidas
en una emboscada de Nicaragua

(Y nada puede salir del recuerdo).

El alejamiento solo sirve
para enjaularme mejor.

¿eso te parece una liberación?

contigo

Ya se
no podemos
pero no te puedas

los recuerdos se me estallan
en un cuerpo que sólo me convoca al lado de

tu lado.
Al lado.

esa autoexigencia yo tampoco se como
venciendo no sigas al cuerpo.

una niña rota
claro perdono
fíjate si te perdono que me perdono

tu jaula es mi jaula
perdido en este duermo
te prometo
sólo promesa
si aguantas
tus manos al cielo
promesa si aguantas
el cielo empezará por empezarte.

Otra risa. Otro sueño.

martes, diciembre 05, 2006

Elogio del perdedor


Tres luces desmintiéndose en la tiniebla. La angustia aprieta sus brazos deformes sobre tu garganta. Toda la vida conteniendo la arrogancia del predestinado para terminar postrado en una soledad cósmica, esclavizado a las estrellas del huerto hebreo. Un pintor italiano sin vida para la posteridad te busca en la derrota. Has sido bastante más impredecible de que lo que aventuraban los visionarios. Cómplice con los autodestructivos. También poeta con los ofrecimientos naturaleza. Y la lucidez te abrasa las manos cuando apenas cala tu simpatía en nuestra torpe conciencia. Como ya no quedan lagrimas, la sangre mana como la respiración de una ballena, en dos o tres regiones olvidadas de la espalda. En el día señalado, cuando el miedo impondrá para siempre su magisterio, ninguno de tus amigos o amantes puede acercarse. Ni seguirte. Si quiera esperarte. Por eso invocas la calidez nuca concedida de la luna. Quién nos metería tanta imaginación en el alma. Nunca nadie a partir de ti ignorará (ya es seguro) el sufrimiento de determinadas cavernas. La caída y sus azules vacíos nos transmiten cada noche más el terror de estar solos. Pero no solo de perdida está hecha la narración. Por eso su mirada ha viajado a lomos de varios siglos. Porque él descubre la calidez interna de una generosidad todavía hoy intacta. El enigma de la gente en construcción.

lunes, diciembre 04, 2006

Enigma y desahucio


(South India (I), es una nueva vértebra del proyecto Geografías Humanas, un intento de aproximación a la naturaleza del ser humano protagonizado por el fotógrafo, animador cultural y escritor Juan Yuste (Madrid, 1970). Sus imágenes y su impacto, su sugerencia, están disponibles hasta el 23 de diciembre en el getafense Fender Club).

En el corazón de Getafe, bastante cerca de la Catedral, funciona por la noche algo así como un templo nocturno, un lugar donde se confunde el humo con la insinuación de unas fotos, la creatividad de unas copas con la belleza de una confesión imposible.
En ese marco, cuelgan estos días una treintena de instantáneas que retratan la realidad del sur de la India. Un rincón del planeta donde la gente vive con absoluta naturalidad en la privación. Bastantes de ellos pasa días enteros sin probar bocado. Otros, visten con la misma túnica desarrapada durante años. La vida no es fácil de imaginar para un occidental.
“Son pobres, pero no míseros. Viven con una alegría contagiosa. Aquí por ejemplo si alguien nos pide algo le tratamos como a una rata, pero allí se ayudan entre sí con total naturalidad”. La impresión pertenece a Juan Yuste, a quien le gustaría ser “un hombre del renacimiento”. A su favor tiene su vitalidad y una curiosidad casi infinita que le ha llevado a frecuentar diversos puntos de América Latina y Asia. Tampoco le falta autoexigencia “pero para ser honestos, tengo que reconocer que soy demasiado disperso. No acabo de centrarme en ninguna de mis aficiones”.
Quizá. Pero nadie puede discutir su destreza para capturar momentos. Las paredes del Fender dan fe de ello. Por encima de todas, hipnotiza la mirada de un sabio hindú, unos ojos cubiertos de tristeza; a través de la intensidad de su silencio se advierten horas de meditación sobre el sentido de la existencia y el sufrimiento. ¿Tan melancólico fue ese encuentro? “Joder no. No se por qué tío, no lo entiendo; es verdad que hay tristeza en esa cara, pero pasé un rato muy agradable junto a él. Casi no hablamos, nos sentamos juntos y meditamos un rato en armonía. Si algo te transmitía era alegría”.
El enigma de la India sigue inspirando a los occidentales. En sí mismo el país es un continente (más de 1000 millones de personas). Un lugar donde conviven ciertos despuntes de tecnología con una diversidad religiosa apabullante. “Para mi, la India es una invitación a la esperanza. En ningún otro lugar he visto convivir tan civilizadamente a tantas religiones. No sólo se respetan, sino que se veneran entre ellos. Es un ejemplo para combatir los fanatismos”.
La vida cruda inflama el sentimiento religioso. Pero también la vitalidad. No es fácil explicar su dicha o la profundidad de sus ojos. Un misterio por descifrar cuando la gente vive en la calle, poco menos que desahuciada, alejada por completo de una vida convencional de clase media en éste mundo. “Tal vez todo ese entusiasmo nazca del hecho de que no conocen otra cosa. Lo justo es que ellos pudieran elegir...No se, yo soy un pijo, paso allí cinco semanas y me fascino con su talento para vivir pero voy con un billete en la mano. Y luego disfruto aquí del vaso de agua, de mi casa, todas esas comodidades”. Ni de lejos es un pijo, pero la expresividad le puede. Más bien es un tipo con conciencia.
En sus palabras, las imágenes sirven para “cerciorarnos, otra vez, de que empatizamos y reconocemos como a un hermano a esa persona, con indiferencia de su credo, su edad, su raza o su sexo”.

viernes, diciembre 01, 2006

Sucedió una noche (segundo intento)


Cuando la era adolescencia era eterna
surgían noches-miedo sin descanso;
piensa en noches como alegría abierta,
sitios donde bailar lento descalzo.

El firmamento desciende de esos miedos
y ellas, dulces lentas como promesa,
anuncian queremos algo más de cielo;
difícil no mezclar risa y cerveza.

Mueren timideces como reclamo
surgen complicidades como besos
y, seductora, liberas la mano.

No, nadie nunca te creerá muchacho
pero ellas ella se acerca sin miedo.
Y, rabia, no cede tu desencanto.

jueves, noviembre 30, 2006

Profundidad de cómplice (Para Juan Yuste, cazador de momentos perfectos)

El relato de un par de personas te sobrevuela
(las venas)
y aterrizas en un río atestado de cuerpos

y concordia.

Apenas si chapurreas un poco de indie,
lo suficiente para comer un bocata
junto a ellos en una destartalada tarde de otoño.
Esta gente está muerta de risa, también de hambre,
pero nadie dirá que carecen de eso

tu llamas encanto.

Imposible memorizar su profundidad
un destello les cubre de
risa por cualquier gesto cómplice.

¿Cuánta tristeza es capaz de registrar la cara?
Me pregunta el fotógrafo que nunca ha salido de

su laberinto.

No me importa eso
por esta tarde
estoy por encima de mis miedos.

La invención del recuerdo habla
de un sabio hindú con
los ojos tristeza.

Miedo y la infinita tristeza.

Pierdes conciencia del tiempo
reconociendo buena parte
del sufrimiento
y espanto.

Y sin embargo
si hubieras estado
sabrías
el tipo sonríe como un reflejo
como si el desconcierto se le hubiese
reventado
en alguna parte del cerebro y ya solo supiera
celebrarlo.

Celebrar el cansancio
como ensayo dulce de muerte.

Celebrar el deseo
como arañazo triunfal
a través del que prolongar nuestras oportunidades.

Sí, algo así, como tambalearnos de placer.

Celebrar la conciencia de
estar vivo y limitado
esclavizado a la determinación cósmica
donde
(no te preocupes)
también es posible escaparse.


No tienes desperdicio
no tienes estrellas que incinerar
ahora mismo
con alguna parte de cuerpo.

Y así
con unas bromas silenciosas
aprendes a no precipitar el momento

¿para qué esconderse?

¿para qué desmentirse?

El río se retuerce sobre su exceso
y aquel sabio indio sigue ofreciéndote
su lejanía cercana mientras aspira
la calma propia de quien sabe que
estamos a tiempo.

Dicen la clave es no tener elección.

Poco importa
porque este tipo sabe como acompasarte
una inspiración.

Ya sabes,
inspirarse es ponerse cómodo por dentro.

miércoles, noviembre 29, 2006

Dubrovnik


Alguien dijo una vez, no te escondas y las excursiones marítimas (un decir) se hicieron prometedoras. Algunos veranos después, miles de noches más tarde, aquel talentoso jugador de instituto, y eso era lo de menos, seguía botando la pelota. Había escogido la ironía y nadie podía reprochárselo. Tampoco su afición a las mujeres bellas y urgentes. Debe ser difícil sentirte especial, dominar las palabras con la fiebre de la gente fanática del juego. Pero él lo consigue. Por eso aquel verano quedó halagado por la insinuación del Meditaraneo a orillas de un país virgen, lleno de canchas de baloncesto y ruinas en equilibrio. Por segunda vez en el viaje dejó de buscar la risa fácil y se dedicó a memorizar el océano. Algo medieval surgió con el encanto de la gente en apertura que sabe lo que vale una convivencia. Se supone no debería hacer nada, pero ella le buscó con los ojos. Y no era nada fácil esconderse. Es sólo todo tiene su ritmo. Ha merecido la pena sonreírte le dijo con la mirada cuando llevaban un par de bromas. Hablas en inglés y es una lástima que los misterios de tu piel guarden su propio ritmo. Conforme discurra el hechizo, ella le prometerá una visita a la capital mundial de la juerga, pero nunca llegará a partir. Es melancólico imaginarlo. Pero de vez en cuando alguien olvida el hielo y en algún descuido el príncipe de la radio cae rendido ante una sirena croata.

martes, noviembre 28, 2006

Deshecho


Al sur de Madrid existe un lugar donde pintar en las paredes es un síntoma de buen gusto. Un viejo bohemio camina por sus calles y se encuentra esto. Está lleno de rabia, natural. Pero también de insinuación. Y terror. Dicen es un homenaje al Guernica, plasmación inmortal del horror, mayor legado de Picasso. El veterano coleccionista de belleza se detiene, contiene el escalofrío. Difícil control. Una mano de sangre (no hace falta inventar) está a punto de sepultarlo. No encogerse no puede con tantas caras deshechas. El coleccionista es ahora un coleccionista de muertes. Quizá no se hayan extinguido. Su cuerpo aúlla. Pero casi todas las fibras emocionales han estallado. No les pidas empuje. Hay algo roto creciendo en el ambiente. El surtidor de gasolina sigue inyectando sangre en el bebé. ¿Dónde está la luz? Sangre nos sobra. Caretas para olvidar también. Pero en el centro del mar hay una mujer. Está flotando. El cuerpo tensado y los labios sellados. Busca el cielo porque sus ojos buscan al bebé. Si aguanta, tendremos una oportunidad. Pero quién aguanta sin vida. Tiene lagrimas. Dignidad. Un misterio invencible que funciona desde milenios. Y emerge, emerge de la sangre, su grito es el nuestro. Y, nadie sabe como, pero habrá oportunidad. Nadie sabe como pero el color se filtra en alguna avenida de Leganés, a través del tubo de luz de Suso 33.

viernes, noviembre 24, 2006

Un Bardem para Goya (for the next time, I hope)


Algunos directores disfrutan del privilegio de representar por sí solos una marca que remite a una idea de cine de calidad, intransferible. Algunas veces, esa marca crea películas memorables, momentos que sirven de inspiración para toda una vida. Otras, sin embargo, la marca se limita a regalar algunos destellos llenos de promesas, sin el merecido desarrollo. Milos Forman pertenece a esa estirpe de creadores. No es precisamente prolífico. Pero le ha regalado a la historia del cine dos piezas singulares: Amadeus y Alguien voló sobre el nido del cuco. Hace siete años cinceló la desigual pero de alguna forma conmovedora Man on the moon. Y acaba de volver a primera plana con Los fantasmas de Goya. Una cinta que arranca muy bien, repleta de sugerencia, con unos personajes fascinantes: densos y turbadores. Interpretados con clase por Stellan Skarsgard (Goya) y Natalie Portman (Inés y Alicia). Lo de Javier Bardem está en otra categoría. Crea una piel para el personaje y le compone una historia y un acento. Estremece en pantalla. En la versión original se aprecia con más nitidez su lograda dicción inglesa; el personaje del Padre Lorenzo, dueño de historia y escena, está lleno de ambición, dobleces, sentido estético y magnetismo. Por sí solo valida el coste de la entrada. La fotografía también es sobresaliente, mérito que corresponde al también español Aguirresarobe. Y qué comentar de la genialidad de los lienzos de Goya, intercalados con sabiduría a lo largo de la narración.Pero la historia sufre varios lastres. Alterna momentos de brillantes escenográfica y ambiental (como el preludio a la tortura del Padre Lorenzo, donde José Luis Gómez incendia la pantalla) con discutibles hitos argumentales y problemas para manejar la elipsis narrativa. La banda sonora resulta bastante pobre. Sobre todo por el contraste con la belleza de las imágenes. Las licencias históricas y argumentales que se toman Forman y Jean-Claude Carrière (guionistas) acaban cayendo en el tópico (España como gran prostíbulo, vivero del fanatismo religioso occidental) y restan verosimilitud al desarrollo de los personajes. Aún así, surgen algunos momentos de liberación espiritual y actoral.
Pero, siendo honesto, lo que de verdad uno espera es un yankee con talento para acceder a las entrañas del genio aragonés: visionario, contradictorio, arraebatado y, por qué no decirlo, un poco afrancesado. El sueño es tuyo Javide.

Y además es imposible


En algún rincón del futuro, las imágenes
te aceleran y aceleran

(por dentro).

No sabes muy bien donde estás,
pero aparece en la video pantalla una cara amiga.
Sonríe
(y no necesita más ceremonia)

para hacerte sentir en casa.

Por eso el cerebro consigue que los cuerpos
viajen solo con un chasquido

(de manos, espero).

Nadie como ella


sus ojos profundos y asustados
permanecen intactos

pero es la risa lo que nunca falla

(tu risa es una ducha en el infierno).

Acosado por los uranianos,
seres melancólicos y agresivos,
no se me ocurre

reconocerte

ya sabes
idéntico desconcierto.

Me gusta verte
agarrar tus manos
mientras el viento solar
aguarda su momento para extinguirme.

este momento.





Sigues convocando la potencia de las olas
con cada timidez de tus manos.
y no se por qué
te beso


te beso

No hay peor cárcel que
alejarte

como única guía
para sobrevivirme.

Entonces lloras
algo te anima a acercarme
y algo aún más irremisible
te empuja a volverte

Y lloras

(24 imágenes de tristeza por segundo).

Y me sigues pareciendo dulce

dulce entre las imprecisas

con una imposible propensión a la melancolía
que me pone
melancólico.

Qué raro cuando
tu tristeza es el único lugar donde puedo sentirme.

Lejano, alegre

y torpe como un pegaso que reniega de su velocidad.


Por eso,
porque no recordaré todo esto
me besas
se nos caen los besos

te beso.

miércoles, noviembre 22, 2006

Sucedió una noche (primer intento)

Cuando la era adolescencia era eterna
surgían noches-miedo sin descanso;
piensa en noches como alegría abierta,
sitios donde bailar lento descalzo.

El firmamento desciende de estos miedos
y ellas, dulces rotundas como promesa,
anuncian queremos algo más que el cielo;
difícil no mezclar sonrisa y cerveza.

No, nadie nunca te creerá muchacho
pero ellas ella se acerca sin miedo.
Y, rabia, no cede tu desencanto.

lunes, noviembre 20, 2006

Punk lento

“Estar centrado. Ésa es la clave. El mundo está lleno de poetas ágrafos, gente con ingenio, brillantes, que parece que pueden con todo a través de las palabras. Los encuentras en las barras del bar. Pero lo difícil es vencer la apatía y plasmarlo. Esto vale también para la música o para la pintura. No basta con tener una facilidad, hay que trabajarla”. Reflexiones de este estilo son habituales en Ezequías Blanco (Paladinos del Valle, Zamora, 1952), un poeta nacido para pulverizar algunos estereotipos mientras consume la vida a dentelladas.
Un rato de charla con Blanco es algo muy parecido a una conferencia distendida de lírica. Quizá le pueda su otra vocación (es profesor de Lengua y Literatura española en el IES Matemático Puig Adam de Getafe). Sea como fuere, se agradece. De una tacada entremezcla poemas y anécdotas de algunos de los más grandes. Gente como José Hierro. Y cuando te quieres dar cuenta, anota (un decir) en la servilleta: Aníbal Núñez. “Un poeta maldito del que se hablará mucho. Ya es conocido pero lo será mucho más. Escribe rabiosamente bien”.

Desdén hacia el sistema
Ezequías tiene casi todo el pelo de nieve, sí. Pero gasta unos ojos quemados de cerveza y humo que revelan su verdadera condición: la de un adolescente que ríe con facilidad y que se maneja con acierto en el desdén hacia buena parte del sistema. “No hay estética sin ética”. Por eso rechaza contratos que le obligan a promocionar sus libros y por motivos parecidos se niega a entrar en el juego de los premios preasignados. O rechaza cortesmente participar en programas como el de Sánchez Dragó.
“Con la libertad no se juega. Quiero formar parte de cosas con las que me sienta a gusto, donde pueda expresarme libremente, sin pontificar ni ser pontificado”. Cincuenta y cuatro con actitud punk. A veces, parece que se enfada. Harto como está de zarandajas. De la maquinaria de promoción de bodrios. “La mayoría de los escritores costumbristas de aquí y ahora escriben lastimosamente mal. Pero tienen detrás los imperios mediáticos. Así no vamos a ninguna parte”.
Le pides ejemplos y no se corta. “Rosa Montero tiene problemas con la sintaxis. Javier Marías suple su falta de biografía con lecciones pseudofilosóficas que cansan. Antonio Múñoz de Molina crea símiles sin sentido, irreales y absurdos, carentes de profundidad”. Y así podría continuar.
Pero no sólo habla Ezequías el desencantado. Al menor descuido, surge el chico de provincias, fascinado por cada centímetro de la piel nocturna. “La noche está muy bien, en Getafe y casi en cualquier sitio. Su magia te permite conectar con gente con la que de otro modo nunca hablarías. Algunas veces te sientes cómodo y puedes liberar ideas y bromas, con las que lo pasas realmente bien. Y, bueno, ya sabes, por la noche puede pasar casi cualquier cosa”.

Zumos de cebada
Imposible negar la evidencia. Revitalizado como está por los zumos de cebada en uno de esos bares donde le saludan por el nombre. Así pues no extraña demasiado su combinación perfecta para un poema: “mitad frescura, mitad técnica. Cuando eres joven, derrochas espontaneidad. Conforme pasan los años, dominas la técnica y te refugias un poco en ella. La clave está en conseguir un equilibrio”.
Queda la duda de si hoy día la gente ya no se expone cuando escribe y por eso igual ya no hay la misma conexión que antes. “Puede ser. Pero eso de poner las tripas no lo es todo. Vale para muchas cosas. Y también ayuda a la poesía, pero volvemos a lo de antes, a la idea del trabajo y el talento, si no hay técnica, si no hay sugerencia, exponerte no sirve de nada”.
También juegan un papel capital las lecturas. Blanco cita de corrido nombres de toda condición, un baratillo de sensibilidades donde conviven “Gil de Biedma, Rimbaud o San Juan de la Cruz”. Pero siempre con una reverencia especial para los clásicos del siglo de oro: “Quevedo, Garcilaso y Fray Luis de León son esenciales”. Su montaña de adoración tiene aromas clásicos: “La generación del 27, Bécquer, que sé yo, los grandes de la historia”.
La charla se enciende cuando Blanco diserta sobre su labor como director de Cuadernos de Matemático, una de las revistas más singulares del ámbito literario. Un lugar donde confluyen “escritores consagrados y chicos que están empezando”.
En un rapto de honestidad, reconoce que si por el fuera “no publicaría un número considerable de colaboraciones. Pero la idea es que esto sea un espacio de encuentro, no una colección de afines. La ventaja de esta publicación es que no es esclava de una editorial o de unas directrices. Es multidireccional”.
De nuevo surge la determinación de no subyugarse al gran negocio en el que parece haberse convertido la literatura. “He recibido ofertas para mejorar y amplificar la distribución. Pero a cambio de que nos esclavicemos a las exigencias de la editorial de marras y reseñemos sus libros”.

Matemáticas poéticas
Cuadernos de Matemático representa algo así como la encarnación del espíritu autogestionario. Una publicación donde los miembros del consejo de redacción nunca se reúnen y trabajan de manera autónoma, coordinando sus talentos a través de la figura unificadora de Blanco. Se tiran 2.000 ejemplares y ha convocado a “prebostes como Ángel González , José Ángel Valente o Seamus Heaney”. Una caterva de ilustres a la que ahora se suma el hispanista Ian Gibson, que es entrevistado en el último número, a punto de ser publicado.
El milagro es posible gracias a la diversificación de gastos. Con el apoyo central del Instituto Matemático Puig Adam y suscripciones de pequeños comercios y amigos, Y algún que otro canal convencional de distribución.

Aventuras pendientes
En el plano personal, Blanco está a punto de publicar el poemario Otras tribus urbanas y mantiene inédita su última novela, Islandia 2004. Su aventura no cesa. Casi al final de la noche, sentencia: “La literatura es la verdad de las mentiras”, una sugerencia contemporánea de otra de Ángel González: “Escribir un poema, marcar la piel del agua”, que sirve para incitar a la seducción de las palabras en desconcierto.

viernes, noviembre 10, 2006

Caos futurista y verosímil


Hijos de los hombres, la nueva película de Alfonso Cuarón
(Y tu mamá también) es una fábula futurista que será vista dentro de diez o quince años como un clásico del cine de ciencia ficción. Y como sucede con la mayoría de las historias del género, el arranque está repleto de sugerencia. El director mejicano dibuja un mundo irreal pero verosímil, donde los odios, miserias, discriminaciones, guerras y nacionalismos se han desarrollado hasta tal punto que la humanidad se ha colapsado; desde hace poco más de dieciocho años no ha nacido ningún niño.
El protagonista (Clive Owen) es un tipo que a duras penas se agarra a la rutina del trabajo. No permanece ajeno a la miseria moral y física que le rodea, pero ha decidido entregarse al whisky y la apatía como tablas de salvación. Por suerte, cuenta con la comprensión y el estímulo de un extravagante sabio (Michael Caine) que vive escondido en el bosque, entregado a brillantes sentencias cósmicas y el alivio de la música mezclada con hierbas de sabor a fresa...Un respiro de humor y optimismo en medio de tanta tiniebla.
La acción pues se desarrolla en un escenario planetario convertido en una distopía integral: los refugiados y los inmigrantes ilegales han aumentado exponencialmente, y ya no hay guetos, ni gobiernos, ni esperanzas que puedan detener el instinto de autodestrucción de la raza humana. Hay también fugitivos, denominados solidariamente fugis por los menos sobornables. Entre ellos destaca una chica.
Esa chica cuenta con la protección de la ex-novia, o puede que ex mujer, del protagonista (Jualiane Moore). Pero todo empieza a salir mal. De esa forma en la que vida te demuestra que las cosas siempre pueden ir un poco peor.
Y durante ese descenso, la película cobra su dimensión metafórica más estremecedora. El espectador muta en refugiado, caminando hacia ninguna parte, con la gasolina de la desesperación como única forma de no extinción. Más drama bélico. Lástima no haber desarrollado un escenario y unos personajes más sugerentes que la media. Pero ha habido espacio para fascinarse con la mirada de Clive Owen y los encuadres y diálogos, tan sutiles como envolventes.

sábado, noviembre 04, 2006

¿A qué te refieres exactamente?


La gente dice que soy una chica guapa

Y no voy a negar que me gusta mirarme en el espejo
hasta siento placer cuando no necesitas palabras
y me encuentras

la piel se me subleva y...

No
no te equivoques
esta conciencia no se me nota

Entre ellos, dicen que soy una tía enrollada

Lo soy, soy
una chica
una niña quizá
enrollada en mi sufrimiento

Y sí, lo he intentado
pero no se,
no me sale detenerlo

mi angustia por agradar
detener el instinto de
salir corriendo la mitad de las tardes que

me quedo sola con las amigas


Y sonrío para que no me noten

(las ruinas)

no
no es un problema siempre

Es sólo a veces
me aburro
y hasta me cansan
y no soporto

Porque otras
reímos sin querer
es tan fácil
basta mirarnos
como si para nosotras sentir lo mismo
fuese un acto reflejo como el boqueo del pez en

río abierto.





me noto cambiante
y a veces me sorprendo
mirando la techumbre vacía del cielo
buscándote

Necesitas una jarra de estrellas
me dijo Eli el otro día
y nos reímos
nos salvamos con esa facilidad
con la que ella me pinta los labios

Y sí ya se lo que estas sintiendo

pero no es eso

porque cuando nos olvidamos
verdad no necesitamos nada
no nazca aquí dentro

Nada que no sean nuestras explosiones de ternura
donde modificamos universos

Lástima estemos tan lejos del Atlántico
y la barcaza se hunda cuando
las palabras
se nos caen

porque no sabemos
nombrar el susto

no todo lo que podría siento podría acercarme.


Tan lejos, tan sueño.


Quizá sólo tendría que relajarme



me parece
que tengo estas manos

y la música suave
de cuando nadie puede entrar en palacio

y los labios que dejan de llevar miedo.

Y lo digo esta noche
porque
papá parece un poco más alegre

y por la calle he cruzado mis caras favoritas con los nanos
y cuando me he querido
dar cuenta
se me ha olvidado que tengo que estudiarte


No, no me preguntes eso
tan sólo quería
perder conciencia


Ahora que los diecisiete me decoran
con un traje
pensado para la pelea

Y no, no es arrogancia,
es el miedo
aunque creo que con las bromas
y el calor de tus invitaciones
ya no necesitaré las alas esta noche.

martes, octubre 31, 2006

Retratarse retratando


“Soy alcohólico. Soy drogadicto. Soy homosexual. Soy un genio.” Desde luego, Truman Capote (1924-1984) no conocía la contención cuando se trataba de hablar de sí mismo, una honestidad y una brillantez que tampoco le faltaban cuando miraba por la ventana del papel en blanco y vertía sus testimonios sobre la vida que discurría ahí afuera.
En su momento, a Capote se le estudiaba como uno de los referentes del nuevo periodismo, esa escritura donde convergía la verosimilitud de los reporteros y el arte de los creadores. Ahora se intenta explorar su personaje con películas notables donde queda de relieve su hambre de reconocimiento y la entrega con la que se abandonaba a la literatura y los excesos.
Pero sí de verdad quieres conocer al ser humano, a ese escritor que rebosaba frescura y acierto a la hora de filtrar sucesos y conciencias con las palabras, leelo. Visita por ejemplo Música para camaleones, un muestrario de cuentos, rarezas, reportajes y autoconfesión que conmueven e inspiran casi sin descanso.
Surgirá algún pero, claro. El exceso de localismos o algunas pegajosas obsesiones: los asesinos y sus motivaciones o el envanecimiento personal. Pero apenas si se nota, porque lo importante discurre durante una lectura donde te puedes sentir más inteligente, más sensible, más desolado también, más lúcido y consciente en suma. Y el mérito corresponde, claro, a esa implacable retratista del mundo real, el señor Capote, el tipo que crea relatos fantásticos y sugerentes solo con ejercitar la memoria y su talento para la puntuación y los diálogos.
El libro contiene vida y desgarro en cantidades industriales, pero hay dos piezas que conmocionan por encima del resto: Día de trabajo y Hola desconocido. En la primera, acompaña a una mujer de la limpieza durante su jornada. Lejos del aburrimiento, Capote compone un fresco lleno de sugerencia (por los sitios que visitan) y ternura (por la latina mujer que se confiesa). La segunda, rezuma inquietud y poesía con una rara conexión personal entre un cuarentañero y una quinceañera.

domingo, octubre 29, 2006

Entra frío


Algunas veces
algunas noches

la memoria me inventa días felices

instantes donde reíamos por todo lo que no sucedía

lunes eternos

donde nos caían cervezas
como latigazos de luz,

mientras nos abandonábamos
a la rotunda relajación de un secreto
o el sabor de unas bravas.

Tres amigos, unas pocas notas de rock
y la sensación de que todo debería ser así de despacio.

Esos momentos.
Cuando se escapan un par de alegrías,
el calor de tu piel detenida en unos ojos profundos y tristes.

También las bromas del escritor con mejores ambientes
alguien con quien explorar salvajes princesas

noches en las que me quedaba mirando pared
confiando en que los dibujos detuvieran su movimiento

mientras estos miedos
me seguía desenjaulando

todos.

No digo que no me estuviese haciendo daño
ya sabes
por dentro.

Pero nos bastaba con la luz del parque
en
cualquier duda de Aluche.

Las ventajas del cartón de vino y
la certeza de que nuestros cuerpos no podrían
soportar tantas incertidumbres.


No eran los mejores tiempos
pero sirven para venerarlos
porque eran los nuestros.

La risa de cuando disparatas,
sus despistes cargados de genialidad
o el modo en que ignorábamos las tormentas.

Poco aire

parecida tristeza

y la rabia de
cuando nos hemos
ignorado con tanta tarde esta cordialidad.

Tarde que ya no puede ser noche.

Supongo
no era para tanto.

aunque a veces

siga entrando frío.

lunes, octubre 23, 2006

Niños llave


Los niños caminan lentos
lentos
como si el mundo se hubiera televisado sin descanso.

Toda la prohibición
surge sin condiciones
basta la electricidad
de un pensamiento.

El reflejo movimiento de una curiosidad


(antipoderes del ordenador)


¿De dónde vienen esos adultos prematuros?

Una mujer joven y madura
los protege con su

tristeza de lunes reciente.


Pero no es fácil
despertarse con la voz metalizada de una
rock celebridad.
Sigue siendo un despertador.

El problema de cuando
la radio
habla por los que no conoces.

Meditabundo como
un adelantado.

Sólo.

Mareado por una responsabilidad con la calle

Y continúa

sin hermanos tampoco.

Esta gente con la llave anclada en el pecho.


En fin que nueve años es
demasiado rápido
demasiado rápido para entristecerse sólo.

Vacío


Ya no cuentan los años. Ni siquiera la expansión de las decepciones. Mirando esta agua irreal que arañaste de la realidad puedo descansar. Descanar del mundo. Descansar de mi. Cuarenta años y un hijo y un par de novelas. Pero no puedo librarme de tu recuerdo. De tu tacto. Por eso esta noche me pienso refugiar en el calor de esta botella. Y no, no te creas tan importante. Es sólo que las ruinas están aquí dentro.

sábado, octubre 14, 2006

Animal sagrado


La mirada de la Mujer de Agua explora la belleza de otros cuerpos. Mujeres con la piel tersa y el cerebro hecho de laberintos. Arquitectura de infinitas invenciones que cuando baila parece un mito en movimiento. Y esta ejecutiva intocada también es infiel con la mirada. Y por dentro. Con convulsiones de deseo. Dos mujeres distanciadas en el espacio se recorren esta noche con el despacioso tacto de las bailarinas en ascensión. Y algo te impide dejar de escucharlas.

Algo parecido a la felicidad

Aplastada en las rutinas de la familia
y la moral miseria de
una industria en declive
sonríe con miradas tristeza
una chica con alma cristal
de Bohemia.

Desde el principio,
casi desde cuando no acierto a recordar
el niño la mira con
secreta fascinación como
quien divisa una promesa
en medio del océano

allí donde ella le pide que siga el juego.

El chico es bueno
muy bueno
pero tiene agallas
y una de esas miserias
que acaban no importando.

Su manera de inclinar la espalda
como si todo le sobrepasase
le consume en un orgasmo de ascensor.

El chico bueno
con la melancólica mirada que
inventa los monstruos más interesantes
para el nuevo y mejor día de los
peques desamparados.

Y puede que nada salga como en las
leyendas

quizá porque esta es una leyenda
tan sutil

que lloras por dentro.

Y lo haces porque estas
con esa expectante silencio
de los instantes en que sientes
liberación




Y más contento
trabajas duro para impulsar una
Granja
mientras te lías un porro
y la chica que deseas
la chica que te incendia
se enamora de cada detalle

Y afirma con la mirada
y niega con las palabras.

Cómo no vas a ensoñarte
de esos azules
con los que ella no detiene la fascinación
mientras cubre de ternura
el sueño de los enanos.

Hay tanta incertidumbre
y una de esas borracheras
esclavizando te acaba

En el piso de sesentañeros
se extinguen sin descanso

Pero la historia de Monika
sin treinta todavía
te libera,
esa manera en la que mueve las manos
me ha permitido fotografiarla
esta noche
en un breve resplandor.

La leyenda lo insinúa

Y cuánto vale una insinuación

con tu insinuación sobra para todo
para mi al menos
será que no tengo no me importa una checa corona
será que mi corazón sigue sin llenarse
o que no puedo parar de celebrarte
y tu me lo notas

más que mis carencias
notas
el increíble cambio
esa manera en la que podemos hacernos

esa manera en la que nos contagiamos la risa



A veces hace falta eso
unos cuantos momentos
unas manos te santifiquen la espalda
y la sola insinuación de ese tren que has cogido
Un tren que vale por lo que hubo

y todo lo que habrá

jueves, octubre 05, 2006

La niña de las preguntas imposibles


Cuando su padre se descuida, ella trepa por su pierna como si fuera el único rascacielos que la puede proteger del jabón que le está picando en los ojos. Natalia sonríe al verla así, hecha un guruño que no deja de trastear mientras le pasa nuevos playmobiles a su hermano Javi. Cuando se quedan juntos, no necesitan más de un par minutos para vivir una historia con el barco que les regalaron los reyes el año pasado. Con el mismo final de siempre: la barcaza hundida y los muñecos por los aires mientras compiten por ver quien es el que se pone antes el pijama. La pequeña Natalia sale corriendo a la cocina y mira como hipnotizada a su madre. Cuando cree que está suficiente ensimismada, le pregunta. ¿Mamá por qué no puedo casarme con el primo cuando sea mayor? Una mezcla de sorpresa y ternura la recorre. ¿Te gusta? Sí, mucho. Natalia se conmueve. Recuerda como cuando pequeña le pasó algo parecido. Pero nunca se hubiera atrevido a decirlo. Así que decide actuar justo de la manera en la que seguro no lo hubiera hecho su madre. Primero la sonríe, luego le acaricia el pelo y enseguida le explica que no se puede casar con él porque si no sale de casa nunca podrá encontrar al chico con el que mejor se lo pasará en toda su vida. Complacida, la pequeña Natalia le suelta un beso y le dice, casi sin pensarlo, sabes mamá, a veces tengo miedo que se me rompa el corazón, porque os quiero tanto a ti y a papá, bueno y también a Javi que no se…Mira, mira, tócamelo, a que parece va a estallar? Con los ojos bañados, Natalia la levanta muy alto y sonríe y…Pero qué personaje que estas hecha y empieza a morderla..Ay no, mamá para, para, mientras ríe con esa magia con la que deben estar hechas las fibras de los movimientos más afortunados del universo.

martes, octubre 03, 2006

Fuera de ti


Si miro las inscripciones de tu piel, debo pensar en ti como una mujer elegante. Inconclusa por elección. Vives en Nueva York porque todos necesitamos alguien enigmático y atormentado que sacuda la rutina de nuestras tristes mañanas de triste. Hasta alguien americano como Hopper. Y sí, te conozco. Bella como para provocar diferencias. Inteligente como para asustarte por todo lo que no sientes. También desgarrada como para temblar dentro. Dentro. Aquí, tal vez. Una sola vez. Apretando los labios traes momentos. La risa y el escándalo serán nuestra única salida. No dejo de mirar esos pies desnudos. Puede que notes enseguida mi impostado acento, pero ahora sé que no puedo indiferenciarme ante tus expectativas enjauladas. Simplemente no saber donde estas. El anhelo que te electrifica los pulmones. Mientras imaginas. Unos instantes. Ya no lo intentas. Tan sólo te sabes. Tus emociones y tu esclavitud. Con suerte, no seremos mucho más que eso: esclavos cardiacos de las estrellas. Pero ya no podré rescatarte de aquel cine saqueado, en el que la energía de tu silencio sugiere un lleno de vacío y placer. El alma de una coleccionista de detalles. Detalles para reír más, lástima ese cazador de angustias haya atrapado también el placer de tu cerebro. Ninguno conocerá ya tu sala de cine. Esa en la que a veces no puedes aguantar la historias porque liberan tu cuerpo y con él la tristeza de todos los momentos prohibidos. Esa en la que a veces yo también pruebo a refugiarme olvidando todo lo que podría haber sido.

viernes, septiembre 29, 2006

No lo pienses, hazlo


Superado el vértigo, vive en Barcelona y gana una cantidad de dinero algo más que razonable. Ha conseguido dejar de lado la angustia. Angustia por todo lo que jamás será capaz de alcanzar. Angustia para paralizarse por las cosas cotidianas: afeitarse, comprar todo lo necesario del super, enfadarse. Le gusta esta ciudad. Con esas avenidas donde mujeres elegantes beben con descuido la luz de los sábados. A media tarde. Las risas con los amigos recientes. Gente con la que las bromas ofrecen un juego continuo. Ya por la noche, transportado por una serenidad apenas inaugurada. Sentado. Como si de repente se hubiese apaciguado el brillo del lobo. Hambriento. Vitalista también. Sucede entonces, la música se desmorona y las conversaciones fragmentarias marean. Al salir del baño. La reconoce. Parpadea y sonríe con esa extrañeza que inspira a la gente que vive de madrugada. Le hace gracia que él se dedique a la publicidad. Pero no sé inventar un eslogan para que la gente sonría sin pensarlo. Miente. Ella lo sabe. Declinan los bares y alguien interrumpe. Parece que lo está pasando bien. A punto de quedar sin sangre. Casi toda atragantada en su sonrisa. La mira. Se miran. Demasiada luz. No te vayas. Intenta no detenerse. Las sombras interiores. Se acerca. Ella parece un hermoso ciervo. Ya no sonríe. No averigua nada. Despacio. Noche en los ojos. Sangre fluyendo. Quiero llevarte a un sitio. Y ella no necesita palabras. Ninguno las necesita ya.

viernes, septiembre 22, 2006

City of blinding lights




Algunos días resulta divertido ser estrella del rock. Esas canciones con las que puedes hablar de ti mismo con algo de distancia y alegría. Un ciclo que encuentra la cima en esos encuentros con el público. Momentos en los que te entra frío y una desconocida te sonríe como si te conociera de antes. Intentas entonces, sí lo intentas, entrecerrar el horizonte con todo lo que podría cambiar y bailas con una energía invencible. Te cubre el cielo de Berlín. En ese instante te recuestas en la butaca y te enamoras de la equilibrista, cómo detener el estremecimiento de esa bella criatura recostándose sobre la cama. Melancólica cuando se alegra, una niña cuando ríe. Princesa cuando apura la copa de vino frente a un desconocido. Es extraño. Nunca imaginaste fascinarte con un cineasta yankee enfermado con la poesía visual de los europeos. Win Wenders. Y en alguna fracción de segundo te parece que sus imágenes y tu cultura de los resplandores diarios encajan. Arrodillado, con una ciudad hambrienta y legendaria, la encuentras mirándose en el espejo. Viene del futuro. Y cuando te sonríe otra vez decides hacer todo lo posible para hacerte el encontrandizo. Aunque sea a costa de quebrarte las costillas en tu descenso desde el cielo.

jueves, septiembre 21, 2006

El desplazamiento de los dioses


Alguien algún día te prometió el gobierno de los días. Una situación en la que las tardes se inclinaban sobre tus rodillas, mientras despachabas casi sin pereza a las princesas que requerían tus favores. Una mezcla de pasado y promesas incumplidas. Hasta que una noche te levantas impulsado por un malestar incurable. El universo ha decidido que el único vehículo para tu progreso será el sufrimiento. El sufrimiento hasta límites incontenibles, cuando te acercas a la barra y ya no te llega la borrachera. En el olimpo ya no te reservan el palco para conmoverte con la insistencia de los humanos por destrozar sus límites y sus cuerpos. De repente, se te agotan los sueños. Descubres por ejemplo que esa sirena no gastaba sonrisas tan especiales y que ni siquiera era capaz de hacerte estremecer cuando os abandonabáis en las ruinas de la espuma. Ha sido un largo viaje. Momentos donde la conciencia no inventaba palabras, ni cuerpos, ni emociones. Los ojos impedidos para pintar nuevos estados del alma. Instantes en las que sentiste que la desolación sería definitiva, como esa foto que William Blake te tomó en mitad del XVIII. Y, sin embargo, esta noche la has encontrado envuelta entre las sombras. Inesperada. Vulnerable. Fascinante. Una humana que no te confunde con un dios. Una cómplice, al fin.

lunes, septiembre 18, 2006

Liberación concéntrica (II)


Sí, hay turbación en esas habitaciones. Mujeres que se replantean el sentido de sus existencias lejos de casa. La desesperación y algunas de las historias más interesantes surgen con la placidez del descanso o la abundancia. Por el camino, intuimos algo de las gentes de México. Su habilidad para sentirse cómodos y taciturnos en el silencio. La naturalidad con la que celebran las pequeñas alegría y destierran la ansiedad porque las cosas no salgan bien (casi siempre). El misterio de unos ojos profundos. La desinhibición de unas aldeanas que como sus numerosas familias han aprendido a conciliar con naturalidad religión y pobreza, incertidumbre y armonía, sexo y supervivencia.
Para relatar estos contrastes la autora prescinde de barroquismos, pero no se rinde al lugar común. Y con esa voz propia articula una sucesión de narraciones, donde se entremezcla la mirada de la exitosa madre de familia, la mujer invisible de puro convencional, la chica americana ingenua o la brillante y autodestructiva intelectual enganchada al alcohol. Pero no cae en la trampa de los arquetipos, explora a fondo los sueños y logros (además de las insatisfacciones) de unas mujeres en permanente repentina búsqueda. Hermanadas al fin por una unión prohibida, que crea a su alrededor una onda concéntrica de liberación mental y física. Para emprender un nuevo rumbo que puede conducirlas a la extinción, la duda sistemática y la esperanza. Un viaje que inquieta y emociona.
(Por cierto: El único tío con el que hay un poco más de implicación, podría convertirse en un referente muchachesco. Escéptico, reflexivo, hedonista y divertido. En apariencia, un poco apocado y algo perro. Pero con buena mano para encontrar su sitio en el trópico, con noches fermentadas en el sexo y la placidez de las cervezas que vive junto a sus chicas, un conjunto de mujeres con el sí a punto con las que el mundo se vuelve en un lugar sólo con presente, donde el placer y el abandono nos envuelven mejorando el precedente de aquella cuna donde te pasabas comiendo y durmiendo todo el día).

Liberación concéntrica (I)


Al otro lado del océano existe un universo paralelo donde la gente también se enfada y celebra en castellano. Con la diferencia de que allí hay mucha más gente y energía, con ese impulso propio de las naciones adolescentes, de reciente civilización occidental, con infinitas posibilidades derivadas de sus no demasiado explotados recursos naturales.
En ese ambiente, se estiran países como Méjico, el lugar donde surge el amor y engaños de esta historia. En algún lugar de esa tierra, allí donde hay riqueza natural y no muchas comodidades, una empresa establece una colonia de sus trabajadores para que desarrollen una presa que suministre agua a la región.
El modus vivendi de los habitantes, en su mayoría españoles, depende de si son o no parte activa de la empresa. Dicho en plata: ahí los que trabajan son los hombres, que se pasan toda la semana laborando en la presa. Entretanto, durante cinco días plácidos y aburridos, las esposas tejen una red de contactos sociales tan convencionales como para que una recién llegada traductora de textos, esposa de uno de los ingenieros, sea expuesta a la insaciable curiosidad de la mayoría.
La encargada de concebir el drama y aventura (el libro se llama 'Días de amor y engaños') en esa situación es Alicia Giménez Barlett, la misma que ha creado la exitosa saga de Petra Delicado, la detective más famosa de la novela negra española. Así pues he de confesar que, fiel a mi trabajada ignorancia, la única referencia con la que contaba de esta autora era la cara de Ana Belén poniendo escepticismo y sugerencia a Petra (compañera en el santoral) en una serie de corto recorrido que emitió Telecinco 5. (La semana pasada conocí a Giménez Barlett gracias al periódico y me ha parecido una señora -aunque ronde la cincuentena, transmite jovialidad- agradable, cercana, con lo que se redondea la buena impresión sobre el libro).
Pronto se disipó la nebulosa; la novela está notablemente escrita. Sin artificios. Con una precisión que maravilla, sobre todo a la hora de reproducir con palabras los estados mentales de las mujeres protagonistas; más densas, complejas y turbadoras que sus esposos. Y engancha. Hasta el punto de que cuando te quieres dar cuenta no eres tu el que buscas la lectura, es la historia la que te encuentra. Es muy raro que te ventiles un tocho de casi cuatrocientas páginas en apenas tres noches.
El motivo de esa voracidad es que Giménez Barlett conoce con bastante detalle las frustraciones del alma humana. Así como las facultades de nuestro deseo, con esa facilidad de la piel por sublevarse, que cambia las inhibiciones de la mente por una sobredosis de vitalidad. Algo que acaba causando estragos en una sociedad donde (y apenas reparamos en ello) parece estar consensuado un solo camino para moldear las inquietudes de decenas de miles de individuos.

jueves, septiembre 07, 2006

Alma de lobo (2)


Hay muchos lobos con talento. Fuertes. Valientes. Potentes. Grandes. Y también los hay un poco demasiado pequeños para la supervivencia. A esos, Pepu les dijo: si somos más pequeños, tendremos que ser más rápidos. Y España reventó a Grecia. De todos ellos, Gasol ha recibido con merecimiento el MVP. Por sus números y por su inspiración. Ha estado en sus estadísticas NBA, pero ha jugado con una determinación y corazón que emocionan. Como si a Fernando Martín le hubiesen sumado diez centímetros. Con la gracia que tiene ver a un tipo a medio camino entre vagabundo y grunchero atender con amabilidad a todo bicho viviente. Navarro se ha confirmado como una versión amable de Drazen Petrovic; hay jugadas, hay momentos en los que parece que sus canastas y sus movimientos no son mejorables. Garbajosa lo hace todo bien menos jugar de pívot (de espaldas al aro). Ni falta que le hace: ningún pívot actual tira y pasa como él. Calderón nunca se podrá reprochar nada cuando llegue a viejo: pule al detalle cada acción. El problema es que a veces compite con demasiada ansiedad; lo malo de gastar tanta autoexigencia. Pero hacía tiempo que no veíamos a un base con tan buena lectura del juego y ese don para dejar bandejas. Jiménez: el señor de los intangibles: rebañando rechaces, generando espacios, leyendo pases y apurando en defensa. Del resto, no es fácil ser rápido. Rudy nos hace dudar de la existencia de atmósfera; un proyecto de Kobe a la europea. Berni: anima una jartaá y cuando sale lo hace casi todo bien. Cabezas: se pone nervioso con la roja, pero con confianza no hay dios que detenga su entrada a canasta y aplicación defensiva (verdad Mister Papadoukas?). Mumbrú: Chicho Sibilio en blanco, un buen exponente del suavemente me matas, el único de este grupo que tuvo el buen gusto de nacer en el 79. Marc Gasol: si no se duerme, seguirá cerrando muchas bocas. Felipe Reyes: ardor guerrero, su canasta tras rebote luego de tiro libro fallado define su carrera. El triunfo del instinto. Y he dejado para el postre el jugador que más me ha impresionado en este negocio: Sergio Rodríguez, la genialidad hecha baloncesto. El tipo que crea pases para el deslumbramiento donde otros solo ven laberintos.
Entretanto, Pepu a duras penas lograba contener la emoción en sus ya de por sí brillantes ojos. Lo había logrado, había pulverizado el miedo, había hecho realidad el sueño. Ampliando las rotaciones, haciendo sentir importantes a cada uno de sus hombres. Doce años de Estu, una Copa del Rey y un subcampeonato de Liga y de ULEB después había llegado a la cima de la satisfacción. Y del prestigio. Pero la calma ya no estaba ahí. Recordó entonces, cuando de pequeño, su padre le llevaba al Bernabeu. Y evocó también como cuando se puso la pintura de los dementes, escogió bailar el ritmo loco y desorganizado de los indios. Se hizo del Atlético. Pero esa era lo de menos. Como hermano mayor que había sido, lo que ya no podía sacudirse de la memoria eran los buenos momentos que había pasado junto a él. Así es la vida. Nunca hay emociones puras. Al menos nos queda el recuerdo de esa persona que un día nos enseñó a reír, a mejorar anécdotas o a no defraudar demasiadas promesas mientras compartía nuestro asombro por estar aquí.

Alma de lobo


Cada uno ama, siente un equipo por un motivo diferente. En los años ochenta, cuando los seis o siete años, empecé a fascinarme con el Real Madrid y sus triunfos (Liga, Copa de la UEFA…) y casi más con su mítica. Recuerdo preguntarle a mi padre acerca del imperio de las cinco copas de Europa. Y los de la Quinta siempre perdían en la comparación, quizá eso me ayudó a entender mejor las tres semifinales continentales que al poco tiró a la basura esa generación. Hubo incluso un tiempo en el que quise cambiarme de equipo, ser del Atlético y tal y tal, con el deslumbre de sus fichajes. Pero como no ganaban, el atrevimiento me duró un par de semanas. Por eso soy del Madrid: ya hay demasiadas derrotas en la vida como para seguir sufriendo con el fútbol. Y eso que últimamente los de blanco sólo nos dan disgustos. Pero ya es tarde para mí.
Como lo es para Pepu. Sí, el seleccionador nacional de baloncesto. Ese tipo que se ponía la mano en el pecho, ahí arriba en el podium de Japón, para que no se le reventara el corazón. Su padre había muerto la noche anterior y el tío estaba aún más emocionado por la tristeza que por la gloria. Una nueva demostración de que su alma es la de un muchacho. A veces, también la de un lobo. Una de esas criaturas que progresan porque su honestidad, su hambre de gloria, su humanidad es salvaje. Al contrario que otros entrenadores de élite, este tío te parece íntegro, de una pieza, capaz de atender con el mismo respeto y atención a un periodista de la SER que a uno de una emisora confinada en el sur de Madrid.
Al contrario que a la mayoría de la gente con poder, a Pepu no le ha entrado el miedo a ganar. Ese vértigo que hermana a pusilánimes y brillantes a la hora de escoger una táctica ganadora, gestionar un problema en casa o seducir a una desconocida. Pepu ha sido fiel a sí mismo. Ha analizado a sus lobos, les ha recordado el placer de cuando el corazón bombea la sangre conforme te acercas a la presa y les ha dicho: sé tú mismo, por eso te escogí para la manada. Por eso, España ha arrasado.
La selección ha ganado todos los partidos del mundial y la preparación (18). Y menos en el partido de Argentina, donde por fin nos tocó la suerte de los ganadores, lo ha hecho con diferencias favorables por encima de los diez puntos. Encima, ha jugado bonito, abarrotando los partidos con mates, tapones, contraataques plásticos y triples en desequilibrio (cortesía del señor Navarro). Son talentosos y encima estaban hambrientos. Consecuencia: han jugado como los genios balcánicos, pero sin su marrullería y mal ganar, añadiéndole al asunto un toque insaciable a lo Carpanta (nunca nos habíamos zampado una de oro) o a lo Merckx (yo no soy culpable de tu incapacidad para zafarte de mi cuerpo a cuerpo).

(Continuará)

martes, septiembre 05, 2006

Promesas y melancolía


Casi sin darse cuenta, mucha gente funciona con las vacaciones como eje vital. El verano como fuente de descubrimientos, recuerdos casi perfectos y la expectativa de noches eternas. O el descanso que bordea el tedio. Sobre todo al principio. Por ejemplo, al principio de la juventud de los tres hermanos protagonistas de esta historia (23, 26 y 28 años). Boris (Óscar Jaenada), Carlos (Javier Ríos) y Álex (Javier Pereira) veranean siempre en un pueblo (suave belleza la de Ferrol, donde se rodó la historia). Allí disfrutan de la compañía de amigos y amigas, sobre todo amigas, con las que se divierten, enamoran y también llenan de incertidumbre. Ocurre entonces que tu vida cambia en una fracción de segundo. Y casi sin pensar, tienes que seguir adelante.
A veces, una tragedia, como aquí. Otras, una presión demasiado razonable. Cuando los tres hermanos se reencuentran, siete años después, sus horizontes vitales y laborales se han teñido de melancolía. Demasiado mayores para seguir abandonándose a la música y los licores, demasiado jóvenes para convertirse en unos resignados.
Por eso engancha esta historia, porque narra con verosimilitud las dificultades que implica la conquista de una madurez. La idealización de verano y la despreocupación. Y también, la fraternidad y tensiones de los vínculos entre hermanos. La narrativa es fluida y los diálogos tienen algunos golpes logrados de ingenio y humor. También hay demasiados arquetípicos en el dibujo de los personajes (el rebelde, el indeciso o el romántico) y la historia resulta previsible por momentos. Pero por encima de todo, se impone la sensación de encanto propia de las historias cargadas de promesas, donde las cosas no discurren exactamente cómo esperabas, pero donde siempre quedan espacio para la risa, la ternura y, por qué no, las segundas oportunidades. Es la vida, quizá. Es el cine, seguro. Y nadie más promisorio y melancólico que Iván Ferreiro (ex líder de los Piratas) para poner letra y melodía a ese sentimiento con una canción (Días Azules, el nombre de la película) que ofrece continuidad y magia a este viaje de iniciación. ¿Una musa? Ella se llama Celia Freixeiro.

jueves, agosto 31, 2006

Furia y esperanza


Las uvas de la ira. 1940. Una película donde se entrecruza la precisión narrativa del John Steinbeck (Premio Nobel de Literatura) y el talento fílmico de John Ford (4 Oscars al Mejor Director). Su humanismo y excelencia impulsan la desolación y lírica que conforman el alma de estos fotogramas. La irrepetible mirada de Tom Joad (Henry Fonda), ese destello de furia y esperanza. Una mirada que no se acostumbra a la miseria en la que ha quedado recluida su familia y sus semejantes, condenados a vagar a la deriva en la búsqueda de supervivencia. Y el alegato final de Tom, un canto para inspirar y reconfortar a los desheredados; a los que llegan ahora a nuestro lado.

sábado, agosto 26, 2006

Señora (nuestra) de los Buenos Aires


Avenidas espaciosas como para prescindir de árboles. Una inventiva no conoceremos coronando de reclamos los edificios congelados en el tiempo. La prometedora apariencia de las fachadas parisinas. Y los carteles y la histeria y la vida. La energía de Nueva York tamizada por el acento canción italiano. La verba lúcida de los taxistas o el fanatismo de los hinchas consagrándose a una religión donde cada destello de clase es venerado como una prueba de no hace tanto ellos tenían, experimentaban, celebraban. El mejor. Las carencias espíritu de quien siente cercana la genialidad pero no encuentra inercia adelante para salir adelante. Esa naturalidad sí surge para agasajar a un sajón o desparramar simpatía en una llamada de teléfono mientras convierten cada adversidad en una broma. Buenos míseros desesperados interrogan a la basura en la férrea lucha cotidiana contra el robo del algunos otros no se sustraen. Los artistas se sobrevuelan en San Telmo o la insinuación de un paseo por la moderna y hambrienta Puerto Madero. Bellas mujeres te ignoran con absoluta delicadeza. Frenéticas, concentradas en algún punto imposible del horizonte. Cálidas minas te miran inventando tu deseo. Respiración como nadie nunca casi. Descubrimientos nunca te abandonarán la piel.

miércoles, agosto 23, 2006

Mr. Z (Sin permiso)


Podía haber nacido en cualquier parte; su patria son los libros, donde encuentra su hogar…
Tengo un amigo que persigue a la vida continuamente. De mirada distraída recorre las calles haciéndolas suyas y pensando que este mundo tiene una velocidad más que él, se distrae con cualquiera, se enamora de un detalle y se encarcela con un gesto que le regale ternura.
No tiene miedo a soñar, posiblemente por que no tiene miedo a que la brutal realidad le despierte, prefiere pensar que el ensueño vivido fue maravilloso… Unos podrán pensar que lo que no sabe es medir las consecuencias de la caída, él piensa que la subida mereció la pena y que si hubiese medido la altura, jamás se hubiese dejado volar.

Allá afuera donde la vida pasa demasiado rápido, él es un ajeno, no entiende de formalismo, de relojes, ni casi de obligaciones. Pero cuando entra en una librería y recorre con la mirada todas esas estanterías llenas de letras, se siente en casa! Escrutina con la mirada cada rincón y selecciona de un vistazo un montón de librillos apilados en un cajón. (Ahora es la vida la que se ha detenido y el tiempo allá dentro no corre para él) Recorre con los dedos los lomos de los pequeños ejemplares de bolsillo, piezas incompletas, relatos seleccionados, versos escogidos? “Me los llevo todos” y acaba saliendo cargado de aventuras que devorará en un par de noches en vela.

Es por esa forma tan distinta de vivir, de ser, que siempre pienso de él que no tiene mesura, ni remedio, ni perdón… en realidad no se sabe lo que tiene pero seguro, tiene un Don.

Gracias crack. Y perdona el allanamiento de tu blog…
Debí pedir permiso (también para hacer la foto) pero no hubiese sido lo mismo ;)

Señor Boggi

lunes, agosto 21, 2006

¿La pasaron bien, chicos?


Ha sido un aventura inlovidable, sí. Gracias a todos por animarse a compartir nuestra emoción a través de estas filmcaiones de la memoria. Argentina es un lugar donde sentirse en casa. Desgarrándose con su miseria y algunas de sus varias desilusiones. Pero sobre todo fascinándose con la inventiva y la iniciativa de su gente. Hablan como nadie el castellano, con un deje lírico que nunca te deja de inspirar y divertir. La gente está cargada de sueños, y sí es cierto: acá puedes hablar en altos vuelos (por su parte, claro) de literatura o política con los taxistas, mientras que las mujeres son bellas como en ningín sitio y el fútbol es una religión que ni podemos imaginar en nuestro país, porque ellos lo viven como una fiesta suprema y como un refugio donde afianzar la identidad. Hay tanto por contar, quizá caigan un par de poemas sobre este viaje de iniciación. Y gratitud especial al señor Boggi por su generosidad, buen humor y complidad.

Brasiloche

Cumbres heladas que se confunden con lagos de agua virgen. Así es Bariloche, la tierra de promisión invernal para cientos de porteños y casi se podría decir que miles de brasileños. A pesar de su colosal extensión, Brasil no cuenta con cordilleras que les permitan conocer la nieve y los deportes que esta ofrece. De forma que muchos bajan a San Carlos de Bariloche, fundada a principios del XX, para disfrutar de sus fastuosas pistas. Su nieve fascinación es tal que acá hasta puedes aprender alguna palabra en portugués. No paran de falarlo, hasta el punto de que la recepcionista del hotel nos recibió con un “por fin alguien que habla español”.
De cualquier manera, estos sileiros nos han caído simpáticos, tan frioleros como nosotros, pero mucho más despistados, aunque tengan 60 tacos miran los forros de nieve con los ojos de un inadaptado. Y siempre tienen la broma y la risa a mano.
Escribo esta crónica cuando todo está a punto de expirar. Ha sido un viaje fascinante, cargado de anécdotas y una sensación parecida a la del enamoramiento por este país. Tanto Rulo como yo, cada uno por motivos diferentes, no diré más, hemos sufrido pequeños contratiempos intestinales que nos han robado una tarde y una mañana respectivamente. El día que caí, el Señor Boggi confirmó que es una fuente de apodos. Viajó varios kilómetros en ómnibus (bus o guagua, como prefieran) y montó en una silla voladora (teleférico) para ver una vista alucinante desde uno de los cerros. Lagos inmensos mezclados con una sucesión de montañas blancas como para fotografiar mentalmente hasta el deleite. Allí jugueteo con un gato, con varias fotos que atestiguan que el simpático felino se encaprichó de su cámara y casi la tira al vacío. No era su primera complicidad con los faunos. Por la mañana, habíamos estado en la playa de Bariloche, con el agua helada y unas vistas irrepetibles. Allí nos pusimos a conversar con un inquieto can que se puso a ladrar para que en vez de piedras le lanzásemos una viruta de comida o un palo. Lástima no tener ninguno de los dos a mano, pero el señor can posó como una prima donna fundido con las piedras y el agua descendida del cielo que nos rodeaba. Sin duda, la vida desde edades tempranas en su pueblo (Moradillo, Burgos) ha contribuido a que el señor Wolf desarrolle una habilidad especial con los animales domésticos y a veces hasta con los no domésticos...
Por suerte, tuvimos un par de excursiones para confirmar la singularidad de este sitio. Incluida la visita a Isla Virginia. Un paraje donde los pinos impiden a los pájaros anidar de forma que se convierte en una suerte de isla misterio. Abarrotado de especies arboreas de todo el planeta (el 95 % de su extensión fue reforestada, luego de una colosal tala de árboles, con algunas de las especies más bellas de lugares tan dispares como Japón, Estados Unidos, Alemania o España por citar solo algunos ejemplos). Las huellas de los chachos (jabalíes), los pinos escuálidos (con más de cincuenta metros) o unas fastuosas secuoyas son sólo algunos de sus atractivos. Por cierto, el viaje en Barco no se hizo nada pasado y las explicaciones corrieron a cargo de una pesimista vocaional y un tipo a medio camino entre Valdano y Rodríguez de la Fuente.
Lo de la noche no nos dejó indiferentes. En la primera, experimentamos otra regresión. Afeitados como bebes, y contra nuestra voluntad, dimos con nuestros huesos en un pachá para diechiochoeñeros con las consiguientes risas. Antes, disfrutamos de una buena cervecería. A la siguiente, el asunto mejoró en otro bar de cervezas donde una bella yankee lucía una camiseta que demuestra la existencia de caballos Ralph Lauren gigantes en su país. La pasamos bien, con varias pintas y algunos videos para la inspiración como uno de Michael Jckson y Slash o una pieza de arqueología, con Bono y compañía cuando venteañeros incendiando Dublín de idealismo. La culminación llegó el viernes, cuando conocemos a una pareja de simpáticos porteños, el Tano y Marcela, que nos hicieron pasar un buen rato. Esta tierra tiene encanto y hasta para los que tenemos un trauma con lo del esquí resulta interesante.

sábado, agosto 19, 2006

Chicas con rock (o sobre el carácter cálido de las argentas)


Una caída de agua violeta en el centro de tu piso. Sonríes ante la posibilidad de trasladarte una cuando te sorprende. Arrastra las palabras y diría que sus labios son creativos y están fruncidos. Nos acabámos de conocer y ha decidido que con apenas cinco centímetros podré imaginarla mejor. No deja de escucharme y me resulta fácil bromear con ella. La mina es porteña pero vive recluida en plena nostalgia en la esquina de al lado de las cataratas. Pregunto una cosa y ella le da dos vueltas. Sus manos están llenas de calor. Ya no puedo dejar de imaginarla. Acércate. Lástima son mis últimos segundos en el paraíso. Y gracias a ella casi nos quedamos atrapados en el trópico.
Después de horas inconclusas y vibrantes en la capital de la histeria, apuramos la plata para hacer un poco felices a lo nuestros. Un poco. Viejos recuerdos de cuando niño. De cuando jugabas en el Bernabeu y anotabas goles en las segunda parte. Entonces tenía que haberme dado cuenta. Pero no supe. Pronto nos hizo sentir cómodos. Detalles en la narración y un modo de manejar las manos que valía por varias noches. Ella noestaba ahí por el negocio. Probamos varias remeras. Y cuando me quise dar cuenta estaba estallada de risa ante nuestras ocurrencias. Un poco disparatadas, cierto. Fue entonces cuando me metí en la camiseta y ella dijo algo así como probátela rápido que si no esto se me va a llenar de minas. Y reí como quien no sabe como no ponerse tímido. El señor Wolf dijo:menuda tirada de trastos. Y yo recé, lo se, absurdo, recé para que ella no entendiera lo que acaba de decir. No es fácil explicar como una chica que no hacumplido todavía los 20 años te puede sugerir tanto. Pero nos sentó al lado de la lumbre. Y hasta se tomó la molestia de llenarnos una hoja con sugerencias para el papeo. Nos hizo casa.
Y vuelve. Simplemente creo que estaban aburridas. Nos explicaron cómo jugar a los bolos. Aquí la vida tiene otro ritmo. Descubres cosas tan obvias como el modo en que se jugaba a los bolos hace quince, veinte años. Con tipos por detrás de los “pinos” que los recogen cuando te alías con la puntería. Y con hojas arellenar con bolígrafos donde finalmente aprendes lo que es un strike y un semipleno. Nos costó, sí. Primero fue la chica de los ojos verdes que no dejaba de mirarte cuando te explicaba algo. Ella tampoco tenía mucha idea así que la duda estaba servida. Después aterrizó la mina morena de cuerpo inconfesable. Ella sí sabía lo que quería y nos lo explicó fácil y rápido. Entretanto, mientras derribas algún pino el señor Boggi te hace saber que ellas están mirando. Te giras y es cierto. Pero borren ese absurdo fanfarroneo. Lo que de verdad importa es que te preguntan y repreguntan, se ríen con el perdedor y son capaces de coronarte con una bufanda olvidada en mitad de la calle. Ya se. Es hablar de la nada. Pero es emocionante dejarse imaginar.

jueves, agosto 17, 2006

El señor Boggi estaba ahí


Estos días, noches quizá, la suave melancolía sobrevino a uno de los expedicionarios. Cuando eso sucede, sientes que debes comunicarte como los nativos originarios de Norteamérica. Y eso en el código alfa de este cuaderno de bitácora significa poemas. Trazos donde quede pintado el estado del alma tal vez, algún momento quizá.
Otras veces, en cambio, te gustaría poder relatar como el señor Conrad cuando descubrió la belleza de África y el horror de algunos de sus conquistadores. Un deseo, no más. Durante esta semana hemos pulverizado más de un record de pateo mientras el ingenio nos regalaba nuevos apodos. Raúl se lleva la palma: Rulo, Ra, Señor White (Blanco White, como ese tío del romanticismo cuyo nombre debías mencionar en el examen) Señor Wolf …Tucancito Raúl y, el rey de apodos, Señor Boggi (le quitamos la y del poema porque Rulo dice que en yankee suena a gay).
Este nombre surgió viéndole caminar envuelto en la niebla charrúa (uruguaya). La verdad es que el tío es un clásico vistiendo, y así, con su el cuello de su polo y de la gabardina apuntando hacia el cielo, daba toda la pinta de estar a punto de volar hacia París, como cuando Bogart en Casablanca. La intuición me la confirmó el propio Boggi cuando me explicó que tiene un gorro como los que se estilaban en el primer tercio del XX y que de cuando en cuando se lo pone para ir al trabajo (donde ya les insinuamos que tiene que bregar con tiburones financieros).
Hay más paralelismos, claro: como Bogart (al que sus amigos llamaban en confianza Boggie) el señor Wolf es capaz de ingerir grandes cantidades de alcohol sin perder la compostura, si acaso se le agudiza el sentido del humor. Y como el rey de África, es frío y calculador en las situaciones más adversas (cuando te pierdes en BA o hay que salir vivos de un antro recién colapsado por una de tus borracheras en Madrid). Pero todo eso son anécdotas. El tío Boggi recibe ese nombre porque es un tipo que llena la pantalla; con el carisma de los que conquistan a su chica sin grandes aspavientos. Por eso le dedico el sueño de Puerto Madero a él y a su bien amada Tam (gracias por el comentario) para que lo hagan pronto realidad.

martes, agosto 15, 2006

Sueño de Puerto Madero


Te levantas con la luz tibia del invierno y te cuesta contener las lagrimas. Al lado, tu chica se despereza lentamente, mientras te cubre de besos dulces y lentos. Abres la ventana del departamento y la plata del río se remansa en la espera previa a tu paseo de media tarde, allí donde pierdes conciencia de la ansiedad mientras te encaramas al puente o te diviertes inventando cuentos para que tus nenas aprendan el valor de un regalo, venga de donde venga.

Relajación


Hemos comprado
fotografiado
comprado
decenas de postales.

Instantes de perfume
para embellecer el
atrevimiento.
Pero al final
las mejores postales
surgen de
las palabras que escoge
la memoria
para marcar indelebles las
sensaciones
de un sitio, un momento.

Lo incierto es que el océano desparramó
una parte significativa
de su
relajación
en Montevideo.

Podría glosar sus movimientos calmos,
olvidarme en la melancolía que se inventa
en el lago del parque o
desmayarme en su playa de permanentes
indecisiones.

Qué se yo.
La alegre derrota
que se vive en sus calles
o el tropical movimiento
de sus negros al aspirar mate.

Pero para mi
Montevideo es, fue,
será
una chica que te inventa
mientras envuelve unas
historias
con sus lujosas uñas azules color rebeldía serena.

Es su manera de decorar silencios
con sonrisas,
de reirle los
escepticismos
al compañero lo que
ya no podré sacar de mi sonrisa.

Cristal de noche


Le das la vuelta al
planeta y te
descubres
ingresando
en una discoteca
con forma de
bombón.

Estas un poco intimidado,
con esa
vulnerabilidad
propia del aislado
o del
recién llegado.

Por suerte,
las bromas del Señor Boggy
convierten otra
vez
el sueño en confiable.

Aterrizas
entonces
en un
mundo
de breves resplandores
donde las chicas son bellas
como no recuerdas,
donde las bellas
buscan en tu mirada
un espejo insaciableque les
devuelva
el temblor de su piel sublevada.

Confuso,
te fascinas con esa arrogancia
con la que inclinan hacia atrás
su cuerpo y sus labios
para confundirlos entre las luces.

Lástima,
más tarde
inevitable
un par de torceduras
idiomáticas
y el alimento envenenado de
la música globalizada
te intensifiquen
el aislamiento.

Comunicativo
incomunicativo
se deshiela en un vacío perfecto.

Y el cambio de planeta
constata como también acá
algunas de las argentas más bellas
concluyen el carnaval con un
soledad parecida
a tu melancólico
distanciamiento de la porteña
noche porteña.

sábado, agosto 12, 2006

La poesía de los murales


En el corazón de Buenos Aires, en medio del barrio, surge la pintura como forma de celebración de lo cotidiano. El lugar es muy recomendado por los amigos de la bohemia. Se llama San Telmo y es una de las mejores representaciones de la vida de barrio que a uno se le ocurren. Al contrario que en el microcentro o donde el obelisco, las calles son más bien estrechas, cuajadas de cafeterías donde por ejemplo una chica mira hacia ninguna parte mientras apura el café en la búsqueda de esas tres palabras donde cifrar el color de la melancolía. Pizzerías, tascas, breves tiendas de alimentación. El gusto por lo concreto gana por la rama familiar y te recuerda lo mejor de donde vives. Al tiempo, una de las plazas está colonizada por un mercadillo donde encuentras objetos parecidos a los del rastro pero con un toque especial.
El señor Wolf encuentra una chimenea en la que su hermana pueda carburar el incienso y, entretanto, el señor Z aprende de una entregada pintora la técnica de la dactilografía. La chica, cercana en su timidez y embadurnada de pintura, compone una pequeña maravilla en apenas diez minutos. A cambio de un poco de plata, viajarán a Madrid unas baldosas donde el unicornio insinúa la mayor parte de su belleza e irrealidad. O la abstracción de una cueva donde los destellos verdes te llenan de expectativas y ciencia ficción. Por lo demás, los tenderos te confían su visión sencilla de la vida y cuando te quieres dar cuenta estas caminando por una de esas calles amplias, ebrias de luz invernal, donde varios murales se mejoran en una cercana caligrafía del atrevimiento. En la misma escena comparten bromas los chicos del barrio, las minas que bailan, Maradona y los acogedores tejados porteños. Todo batido a la velocidad lenta y agradable de un día cualquiera en el que te olvidas de todo tocando la guitarra con tus amigos del parque.

Tristeza de acá



Al principio de todo, allá por finales del XIX, los emigrantes italianos, españoles, algún gaucho y algún indígena se citaban en los cabarets bonaerenses. De algún modo, todos ellos estaban desplazados, cubiertos de tristeza por la lejanía de los sueños y los seres queridos. Para combatir esa desesperación y buena parte del cansancio, se inflaban a licores. No tardaban en sentir un chispazo de bienestar y, entonces, súbitamente resucitados, agarraban a algunas de las mujeres que se dejaban caer por el local. Y con una contenida forma de violencia, de amargura pero también de deseo, la encaraban por toda la pista. El baile resultaba trágico pero también emocionante. El tipo cabeceaba, había mucha brusquedad en sus movimientos, pero ella se dejaba hacer, disfrutaba con esa energía donde confluían notas de la música italiana, española y algún toque de los ritmos africanos. Por aquel entonces, el tango tenía muy mala prensa. Pero salvó la vida a aquellos hombres y mejoró la de aquellas mujeres.
Ha pasado algún tiempo, y la tristeza vuelve a cubrir las calles. Cuando cae la noche, decenas, cientos de chicos, hombres, muchas veces niños rebuscan entre las bolsas de basura a la búsqueda de algún alimento, o algún material con la que ir tirando. Desarrollan la búsqueda con determinación, también con mimo, cualquier desperdicio puede valer, y no importa que al lado resten todavía siete bolsas. La gente, a su lado, camina con toda naturalidad. Se han acostumbrado y han decidido que la vida solo puede encontrarse cuando conviertes en invisible la desesperación del de al lado. Pasas la hora del paseo deshauciado. Temblando. Pero pasan las noches y la ceguera también te encuentra a ti. La calle está hecha una porquería pero quizá la verdadera porquería está dentro de un mundo donde esta pobreza es sólo la parte de arriba de la miseria. Mientras, perfeccionas tu impulso de mirar hacia otro lado. Y ni siquiera existe una música singular, un baile con el que el forastero pueda combatir la soledad del recién llegado y su conciencia del derrumbe.

Iguazú blues


Con el aterrizaje de la luna, sobrevino la mejor noche a los pies de las cataratas. Rulo se pidió una caipirinha (suvamente me matas) y Peter un daiquiri de fresa, cuya ingestión tiene mérito dado su estómago en construcción. Estos licores actuaron lento para provoar un rato de risas, absurdos (vimos al nieto de Bob Marley bailar desclazo en mitad de la carretera) y embelesamiento.
El motivo de este fue Pacific Blue Girl, la camarera del antro, una simpática lugareña con razonable parecido con la prota de aquella serie de policías playeros, que nos sirvió los mejores dardos nocturnos. Entretanto, un pequeño vendabal azotó la avenida. Ese azote casi le cuesta la costilla a Señor White (una sombrilla salió disparada rozando su costado) y un ojo a Señor Z que no pudo evitar que las servilletas salieran volando. Aunque suene masoquista, nos gustó sentirnos un poco desamparados, a expensas de los caprichos de la naturaleza. Será que nos estamos curando de nuestra adicción a la ciudad. Como culminación, bailamos los ritmos latinos de la disco de moda que, para nuestra desilusión, son prácticamente los mismos que en España.

La segunda jornada en Iguazú nos lleva a Brasil donde practicamos el arte del o’brigado (gracias) y el de la filmación que dicen por acá. Porque al contrario que en el lado argentino, apenas andamos (poco más de un kilómetro) y aprovechamos la belleza de las vistas para hacer toda clase de artistticas fotografías. Señor Wolf haciendo el salto del ángel, señor Z bebiendo agua en una gruta al aire libre...En esas estábamos cuando un par de simpáticas chicas barcelonesas, Esther y Nuria, nos preguntaron por la excusrón del día anterior que valientemente prometimos hacer. Aclarada nuestra deserción (mucho cansancio, mucha prisa) nos dedicamos a charlar tranquilamente con ellas. Resultado: buen rollo, un mail, el teléfono y una promesa de intercambio cultural...Lusito, subiremos a Barcelona de nuevo.
Durante la comida, la pasamos bárbara riendo y hablando con las chicas de Barna y varios lugareños. Enfrente, una pareja de Mendoza (tierra de los mejores vinos argentos) que nos llenó la cabeza de buenas ideas (la chica nos dijo que para seducir a una mina le pusiesemos algo de Ricardo Argenta), risas y mucho análisis (sobre sus problemas políticos, educativos e identitarios). También había una porteña que hacía bueno el tópico, tan parlanchina como lúcida. Y otras minas más reservadas. De ese rato, sacamos en claro que Borges, Sábato y Cortazar son los dioses de la litetartura. En música, Charly García y Gardel. Y qué lo mejor de España para ellos es Sabina.
La porteña se quejaba de que cada vez la gente sentía menos Argetina, pero en España no hay ni un diez por ciento de sus banderas y orgullo patrótico. Y nos soltó un buen rollo sobre la educación de los nuevos nenes, que báscicamente coincide con la de los de aquí: poco tiempo con el papá, menos de disciplina, mucho de internet y bolsas de ignorancia. Lo mejor, el ambiente de camaradería y el buen humor de la mesa.

jueves, agosto 10, 2006

Tres fronteras


Mala cosa cuando lees demasiado sobre la excepcionalidad de un lugar. Acudimos a los pies de las Cataratas del Iguazu con la vana expectativa de asistir a la octava maravilla del mundo. Y el experimento no salió del todo mal si tenemos en cuenta que el río está bajo mínimos. Pero no escuchamos ni vimos la caída de agua más fascinante del planeta. Aún así, disfrutamos de una jungla densa en la que el señor White se empeñó en camuflarse para pegar un susto a algún incauto coatí (un mapache típico de la zona). Al otro expedicionario (señor Z, por su afición a intercambiar miradas con las musas del sueño) se le ocurrió poner en solfa la existencia de jaguares. Nada atestigua su presencia y la excusa improvisada por la guía (es que viven por la noche) no contribuyó a mejorar la impresión.
En serio, el paraje es incomparable. Cuando te quieres dar cuenta, adviertes que has caminado cinco kilómetros sin grandes problemas. Las cataratas te dejan extasiado por la exhuberancia de su sonido, la belleza de sus colores y profundidad del río que las prolonga. El día estuvo lleno de toques surrealistas. Le petit Pet se sentó al lado de su doble alemán, con lo que la novia de éste (una mujer de grandes pechos entre los que el señor W hubiese cabido perfectamente) no le quitó ojo durante un rato. Entretanto, Rulos Burgalian (el chico es de Burgos por la rama materna) se acercó a por mate con la ventaja de su afición por el té. Y no quedó defraudado. Ni por el sabor del mate (sabe a té verde) ni por la lujosa colección de mujeres que explicaban sus propiedades y el singular ritual. En un momento de debilidad perfectamente comprensible, uno de los dos expedicionarios lamentó no haber fotografiado a la guapa rubia de foto que nos deseó suerte para el resto del viaje. Otro, por su parte, lamentó no haber averiguado si una ambición nórdica que se divisaba en el horizonte se daba o no el filetazo con su partenaire morena con la que, arrumacada, miraba en el césped fotos y más fotos.