sábado, agosto 19, 2006

Chicas con rock (o sobre el carácter cálido de las argentas)


Una caída de agua violeta en el centro de tu piso. Sonríes ante la posibilidad de trasladarte una cuando te sorprende. Arrastra las palabras y diría que sus labios son creativos y están fruncidos. Nos acabámos de conocer y ha decidido que con apenas cinco centímetros podré imaginarla mejor. No deja de escucharme y me resulta fácil bromear con ella. La mina es porteña pero vive recluida en plena nostalgia en la esquina de al lado de las cataratas. Pregunto una cosa y ella le da dos vueltas. Sus manos están llenas de calor. Ya no puedo dejar de imaginarla. Acércate. Lástima son mis últimos segundos en el paraíso. Y gracias a ella casi nos quedamos atrapados en el trópico.
Después de horas inconclusas y vibrantes en la capital de la histeria, apuramos la plata para hacer un poco felices a lo nuestros. Un poco. Viejos recuerdos de cuando niño. De cuando jugabas en el Bernabeu y anotabas goles en las segunda parte. Entonces tenía que haberme dado cuenta. Pero no supe. Pronto nos hizo sentir cómodos. Detalles en la narración y un modo de manejar las manos que valía por varias noches. Ella noestaba ahí por el negocio. Probamos varias remeras. Y cuando me quise dar cuenta estaba estallada de risa ante nuestras ocurrencias. Un poco disparatadas, cierto. Fue entonces cuando me metí en la camiseta y ella dijo algo así como probátela rápido que si no esto se me va a llenar de minas. Y reí como quien no sabe como no ponerse tímido. El señor Wolf dijo:menuda tirada de trastos. Y yo recé, lo se, absurdo, recé para que ella no entendiera lo que acaba de decir. No es fácil explicar como una chica que no hacumplido todavía los 20 años te puede sugerir tanto. Pero nos sentó al lado de la lumbre. Y hasta se tomó la molestia de llenarnos una hoja con sugerencias para el papeo. Nos hizo casa.
Y vuelve. Simplemente creo que estaban aburridas. Nos explicaron cómo jugar a los bolos. Aquí la vida tiene otro ritmo. Descubres cosas tan obvias como el modo en que se jugaba a los bolos hace quince, veinte años. Con tipos por detrás de los “pinos” que los recogen cuando te alías con la puntería. Y con hojas arellenar con bolígrafos donde finalmente aprendes lo que es un strike y un semipleno. Nos costó, sí. Primero fue la chica de los ojos verdes que no dejaba de mirarte cuando te explicaba algo. Ella tampoco tenía mucha idea así que la duda estaba servida. Después aterrizó la mina morena de cuerpo inconfesable. Ella sí sabía lo que quería y nos lo explicó fácil y rápido. Entretanto, mientras derribas algún pino el señor Boggi te hace saber que ellas están mirando. Te giras y es cierto. Pero borren ese absurdo fanfarroneo. Lo que de verdad importa es que te preguntan y repreguntan, se ríen con el perdedor y son capaces de coronarte con una bufanda olvidada en mitad de la calle. Ya se. Es hablar de la nada. Pero es emocionante dejarse imaginar.

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