sábado, agosto 12, 2006

Iguazú blues


Con el aterrizaje de la luna, sobrevino la mejor noche a los pies de las cataratas. Rulo se pidió una caipirinha (suvamente me matas) y Peter un daiquiri de fresa, cuya ingestión tiene mérito dado su estómago en construcción. Estos licores actuaron lento para provoar un rato de risas, absurdos (vimos al nieto de Bob Marley bailar desclazo en mitad de la carretera) y embelesamiento.
El motivo de este fue Pacific Blue Girl, la camarera del antro, una simpática lugareña con razonable parecido con la prota de aquella serie de policías playeros, que nos sirvió los mejores dardos nocturnos. Entretanto, un pequeño vendabal azotó la avenida. Ese azote casi le cuesta la costilla a Señor White (una sombrilla salió disparada rozando su costado) y un ojo a Señor Z que no pudo evitar que las servilletas salieran volando. Aunque suene masoquista, nos gustó sentirnos un poco desamparados, a expensas de los caprichos de la naturaleza. Será que nos estamos curando de nuestra adicción a la ciudad. Como culminación, bailamos los ritmos latinos de la disco de moda que, para nuestra desilusión, son prácticamente los mismos que en España.

La segunda jornada en Iguazú nos lleva a Brasil donde practicamos el arte del o’brigado (gracias) y el de la filmación que dicen por acá. Porque al contrario que en el lado argentino, apenas andamos (poco más de un kilómetro) y aprovechamos la belleza de las vistas para hacer toda clase de artistticas fotografías. Señor Wolf haciendo el salto del ángel, señor Z bebiendo agua en una gruta al aire libre...En esas estábamos cuando un par de simpáticas chicas barcelonesas, Esther y Nuria, nos preguntaron por la excusrón del día anterior que valientemente prometimos hacer. Aclarada nuestra deserción (mucho cansancio, mucha prisa) nos dedicamos a charlar tranquilamente con ellas. Resultado: buen rollo, un mail, el teléfono y una promesa de intercambio cultural...Lusito, subiremos a Barcelona de nuevo.
Durante la comida, la pasamos bárbara riendo y hablando con las chicas de Barna y varios lugareños. Enfrente, una pareja de Mendoza (tierra de los mejores vinos argentos) que nos llenó la cabeza de buenas ideas (la chica nos dijo que para seducir a una mina le pusiesemos algo de Ricardo Argenta), risas y mucho análisis (sobre sus problemas políticos, educativos e identitarios). También había una porteña que hacía bueno el tópico, tan parlanchina como lúcida. Y otras minas más reservadas. De ese rato, sacamos en claro que Borges, Sábato y Cortazar son los dioses de la litetartura. En música, Charly García y Gardel. Y qué lo mejor de España para ellos es Sabina.
La porteña se quejaba de que cada vez la gente sentía menos Argetina, pero en España no hay ni un diez por ciento de sus banderas y orgullo patrótico. Y nos soltó un buen rollo sobre la educación de los nuevos nenes, que báscicamente coincide con la de los de aquí: poco tiempo con el papá, menos de disciplina, mucho de internet y bolsas de ignorancia. Lo mejor, el ambiente de camaradería y el buen humor de la mesa.

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