jueves, marzo 29, 2007

Confusión y energía


“No tengo miedo a perder, pero tampoco a ganar”. La frase, la convicción, pertenece a Cesc Fabregas, uno de los jóvenes más talentosos del fútbol español. Una sensación trasladable a los personajes de Atlas de la Geografía Humana, la nueva película de Azucena Rodríguez. La cinta narra las dudas y logros de Ana (Cuca Escribano), Rosa (Montse Germán), Marisa (María Bouzas) y Fran (Rosa Vila). Cuatro amigas (y compañeras de trabajo) que se encuentran en una situación de incertidumbre. Las casadas están asediadas por la monotonía y la infidelidad. Las solteras mueven su vida en un páramo sentimental del que no parece sencillo salir.
Sin embargo, casi sin darse cuenta, las cosas empiezan a cambiar. Aparentemente, es una suma de giros sexuales alumbrados por la suerte. En realidad son su ganas por tomar el rumbo de sus existencias. Ellas saben lo que es tener ganas de que pase algo. Y de un modo más o menos velado, salen de una larga tregua, esa en la que se confunden las memorables experiencias de juventud y la instalación definitiva de la madurez.
La historia se mira con interés, es entretenida y resulta sencillo identificarse con algunos de los sueños y temores de sus cuatro protagonistas. Es una buena adaptación del novelón (más de 600 páginas) de Almudena Grandes, una de las mejores escritoras españolas vivas. El ritmo en la gran pantalla a veces tiende demasiado a la corrección, pero esa sensación de planicie queda compensada por el acierto de algunas escenas.
Los personajes masculinos no tienen ni la mitad de empaque, pero por lo menos no sufren el maniqueísmo de buenos y malos del cine de Almodóvar. Las actrices bordan su papel. Y en el caso de Cuca Escribano, uno tiene la sensación de estar viendo a la chica que mejor ríe del cine español. A veces seductoras, otras contradictorias, muchas veces vulnerables, pero siempre vitales, estas mujeres llenan la cabeza de buenas ideas.
Aprenden a convivir con la frustración y también a superarla. ¿Les suena? No les extrañe, la historia está concebida para provocar la identificación. No es una peli de, por y para mujeres. Sino de seres humanos que se atreven a seguir creciendo, encarando los desafíos cotidianos, con el ímprobo trabajo de una cartografía mundial y sentimental como nexo de unión. Rodríguez consigue trenzar con maestría una historia entretenida, sin artificios. No es deslumbrante. Tampoco muy original. Pero conmueve y cubre de optimismo. Porque, a veces, cuesta creerlo, pero a veces las cosas cambian.

martes, marzo 27, 2007

Al sur del tiempo


Al sur del tiempo
los días tienen cara de sí.

Al sur del tiempo
el desorden guarda armonía.

Al sur del tiempo
los perros contagian tristeza.

Al sur del tiempo
caben noches de rock, rías ignotas y disfraces cayendo.

Al sur del tiempo
la cama está deshecha y se trata de ponerla frenética.

Al sur del tiempo surge la oscuridad más cálida.

martes, marzo 20, 2007

Donde no pasa nada


Escondido en un parque donde hace apenas dos siglos chicos escogidos por la fortuna impresionaban a las cortesanas con algunas bestias, un par de pequeños lagos y la altura de unos árboles entristecidos. No me gusta alardear de ello, pero hoy día esos dominios me pertenecen. Soy capaz de llenarlo de otoño en cualquier momento. Poco importa sea verano. Me basta con preguntarme por aquello que no funciona, es suficiente con la respirar, un sitio del que no he tenido que huir, un palacio donde cualquier seducción funciona. Payasos, universitarias emborrachándose, niños grabando su primer película. Si me dejan elegir, me quedo con el sonido de los europeos africanos convocando una danza multitudinaria. Me quedo con esta gruta a la vista de todos. Uno de esos sitios donde mezclas incertidumbre con romanticismo, tierra mojada y antiguos resplandores. El lugar donde no pasa nada porque es lo justo. Y lo exacto. Principio de principios.

jueves, marzo 15, 2007

La alfombra roja de Málaga


Primera película. En seguida te llenan la cabeza con recortes. Todo fluye. Y llegará el recibo. Amenazando. Y hablaremos. Sin embargo nadie puede negarte. Esos chicos. Admiración y risa. Desgastar vidas mientras algo especial dentro. Ellos no lo ven. Pero en tu cerebro, con insistencia, sí con insistencia, suena la mejor navegación de los Nada (surf), ese refresco con el que convocas la revolución de los pequeños placeres. Está bien verlos de cerca. Altos, apuestos. Fascinante. Y estúpidos. Alguno con una estupidez más interesante que otra. Y ellas... Y sin embargo, como flotando, dos cómplices. Algo para siempre. 21 años. Una cicatriz memorable. Y un abusivo pasado en la gimnasia. Separados. La elegancia de hace mucho tiempo. En permanente duda. Y ya no importa. Esta noche. Es bonito sentirse. Inmerecidamente. Reina. Por qué no. Te ríes por dentro. Tantas Laias por descubrir. Sólo una pequeña porción tuya y del mundo. No está mal este disfraz de chica dulce. Tantos solitarios por. Conmocionar.

miércoles, marzo 14, 2007

Atlántica


Descubriéndose
sobre estas madrugadas flotantes.

Abre las respiraciones del mundo

Atrás quedaron jaulas y momentos prohibidos

Su niña (a punto de llegar) apacigua la rabia del planeta

Smile woman se entristece en una taberna futurista

Simile mueve el cuerpo solo con mirarte

Smile está llena de zen


Nadie como ella envuelta de nieve

jueves, marzo 08, 2007

When the stars go blue


Un parado rebusca en el naufragio de sus recuerdos. Algunas bolsas de basura después, encuentra un manojo de entradas amarillentas. Una punzada de alegría. Temporada 86-87. La primera entrada. Evoca la imagen de su padre, divertido, con una gorra de la Unión Deportiva Las Palmas, él que era chicharrero pero por encima de todo insular, en el sentido más interesante. También recupera la emoción de saberse en el mismo lugar de los ídolos. Viendo la soledad del portero, casi en el medio del campo, esa soledad nunca ha interesado a la televisión. Los mismos jugadores a última de la temporada le harían llorar por la derrota ante esos mismos. Cómo olvidar la colección de insultos. A aquellas lejanas figuras de blanco se les podía llenar de escombros y celebración. Pero lo mejor no se ha despegado del tatuaje de la memoria. Cinco goles. Tres a dos. Emoción. Y sobre todo. Las bromas y la celebración. Aquella noche el padre festejó todos los goles. Y aguantó, divertido, el pique con su hijo, camino de casa, con la satisfacción de que a veces un acercamiento a las estrellas no resulta del todo decepcionante.

Inadaptados y brillantes


“Somos seres mentales. Somos memoria. Somos imaginación. Lo que realmente vale es lo irreal”. El autor de esta insinuación es Alfonso Quimera, el protagonista de Héroes Flacos, el segundo libro en castellano de Josep Pastells (Girona, 1966), redactor jefe de El Iceberg. Quimera es una suerte de Quijote de nuestro tiempo, a medio camino entre la genialidad y la esquizofrenia, entregado a la literatura como religión. Las cosas no le marchan demasiado bien. Tiene sexo pero ni un atisbo de paz interior. Posee la clarividencia de los elegidos pero es un marginado social. Está enfermo de literatura y celos, pero a cambio cuenta con una amistad plena, la de Peter Nijinski; ser analítico que se esfuerza a fondo para ganarse el cariño y respeto de su compañero de desvaríos.
Hace niebla en esa búsqueda, los dos quieren premios, pero sobre todo aspiran a seducir la vida. Mejorarla. Captar su esencia con una elucidación brillante. Y lo consiguen a través de una artesanía de sentencias que deja cautivado al lector, enganchado a un estilo adictivo, donde, simultáneamente, se entremezclan filosofía y turbiedad, literatura y revelación. Tal vez algunos monólogos suenen reiterativos pero por encima de todo se impone la sensación de proeza narrativa. La escritora Pilar Adón lo presenta el día 15, a las 21.30, en el Fender Club de Getafe, ahí donde se confunden arte, humo y licores.

miércoles, marzo 07, 2007

Las tres Gracias


Nadie sabe como, pero el amigo Peter Paul veía cosas de inicio del XXI a mediados de 1625. Veía por ejemplo a tres mujeres muy parecidas a las diosas, con la gran pega (o acierto) de que cada una de ellas estaba limitada por algún miedo que hacía más especial su resplandor. Hablo de un lugar muy cercano a Getafe. La diosa de la izquierda era la amante predilecta del escritor, su novia oficial. Con ella la vida parecía hasta sencilla: buen sexo, buena cabeza y la promesa de envejecer juntos. Sin embargo no se veía con ganas de resbalar junto (a de para) ella en la cima de la ola.

En medio, estaba la diosa del cielo platónico. Bella, arrebatada, inestable, furiosa en su manera de probar las sábanas. Rompiéndose hacia dos lados en una duda apenas soportable. En segundo plano, con la serenidad de la mística y una de las mejores risas del lejano océano, una rubia de ojos increíbles y conversaciones sedantes (en sugerente sentido).
La coherencia de este laberinto de deseos aguardaba en alguna esquina del escritor. Pasota profesional, padre carismático, periodista eficaz, amante sucesivo mismo tiempo casi espacio mismo. La solución al embrollo narrativo nace en algún descanso de su cerebro, pero quién quiere delimitarse cuando tres diosas hacen un completo. El señor Rubens lo anunciaba.
Y quizá las cosas no hayan cambiado tanto.

jueves, marzo 01, 2007

Sin agua mineral


Tiendo a la idealización de los ochenta. Ese tiempo donde todavía quedaba espacio para la rebelión y el misterio. Días donde surgían plantones injustificados y el temblor de las transgresiones todavía no estaba bajo sospecha.

Hasta que aterrizas en la República Democrática (cada vez soporto peor el sarcasmo) Alemana. Avenidas amplias llenas de un silencio como no recuerdo. El color tristeza del otoño y los coches artesanales. Algo familiar. Con la diferencia de que entonces la gente se aferraba allí a la inercia con demasiado tiempo para consumirse. El arrepentimiento. Un cielo plomizo dispuesto a pulverizar la angustia de los cráneos.

Y el imaginario de mitos que alguna vez tuvieron algún sentido en un puñado de hombres. Algunos de los mejores de su generación. Progresos comunitarios. Poesía. La perfección practicada hasta el enfriamiento. ¿Capaces sois de numerar toda mi existencia? La gente confinando sus vidas, con insistencia, en la geografía del miedo.

Aterra nuestra capacidad para hacer lo correcto. Un día es denunciar al viejo de al lado. Otro es la hipoteca en el murmullo ajeno. Mañana jóvenes, productivos y guapos. En ese mundo donde el estado es un dios miseria implacable. En ese mundo donde se paralizan las emociones. Una actriz guarda en su cuerpo las neuras, medicinas y adoración de su chico. Cachorro condecorado del régimen, poeta desde donde no llega la memoria, un hombre bueno, deshilachado y con suerte. Con talento para con sus manos convocar la tristeza de Beethoven, inmune a las balas entrando a pulmón.

También se puede, se puede, vivir (a veces respirar) con pequeñas muertes rodeando la cintura. No digo sea fácil. Pero espacio todavía queda. Rebelión y misterio.

Sexo en los ojos



Ya se. Esto no lo tendría escribir. Ella desfila con elegancia y condescendencia cuando la rutina quiebra la mayoría de los cuerpos. Podría (no puedo) hablar de sus civilizados bamboleos. Pero es la luz de su ojos entrecerrados lo que proyecta algo irresistible sobre mi barcaza de marinero anhelante. Algún día Helen nadaba con falda y una agitación apenas disimulada por las calles de una Inglaterra que estaba estrenando su decadencia.

No era la más guapa. Tampoco la más simple. Había algo en esos ojos. Una manera maliciosa de torcer las conversaciones que dejaba fascinado. Las ganas rebasaban los límites de su ya muy desarrollado entendimiento. Y empezó a practicar el placer de entristecerse con palabras de otros mundos. Lugares donde las chicas podían concentrarse en una sola prohibición. Algo sucede entre ti y todos esos desconocidos.

Cayó seguro el príncipe de Dinamarca. Tampoco se ahorraría el sufrimiento de los héroes de las viejas cavernas al sur de la isla. Ni la arrogancia de los que venía con el futuro mejorado. Pasaron decenios. Aquella chica cambiante dejó paso a una mirada llena de variaciones. En una misma tarde era la más chistosa y casi sin tiempo la más profunda. Su manera de entrecerrar en los ojos. En mi cabeza. Manos, vientre, here.

Tanto como para que me parecía ridículo una justificación por el dinero o un superpoder con desesperados en la primera película francesa (no podía ser de otra manera) crucé mis primeras miradas con ella. Ayer el día desaparecía con su imagen estampada en los periódicos. Estaba contenta. Pero no se traiciona a sí misma. Hay algo definitivamente provocador en la manera en la que reivindicó la gelidez de la reina. Hoy he dejado de creer en la falta de magnetismo de las chicas con el pelo nevado.