domingo, diciembre 31, 2006

El cuerpo se te va a quebrar


Yo he estado en ese parque. Nace en Uruguay y pocos seres lo conquistan cuando atardece. Hablo de un lago con tonos de esmeralda turbia. Como si hubieses dejado crecer un sueño sin prestarle ninguna atención. Y estas en lo cierto, es fácil hacerse un silencio con sus comprensivas sombras. Inicio desenfrenado de la búsqueda quieta del desencanto. Algo que te impide dejarte llevar pero a cambio alienta tu facilidad para drogarte con la indeferencia. Hasta que tú los has encontrado. ¿Dónde viven tus ancianas anhelantes? ¿Hacia dónde inclinan sus cuerpos tus divertidas adolescentes? ¿Por qué todos esos tipos asedian el lago con su normalidad de parloteo? Interiorizando algunas de tus frases descubro una herida interior (y me refiero también a la chica). ¿Cuánto dices cuesta la amnesia? La chica con todo a su favor. Valiosa protectora de secretos. La inercia de las nenas con duende. La favorita para las escenas de miedo y fantasía. Y sin saber cómo, Ana se ha enjaulado por dentro. Se le han quemado las palabras y renuncia a las miserias que nos mantienen encendidos. Con la inconfundible seducción de las hadas, se recoge el pelo y fragmenta sus anhelos sobre una piscina desgajada por el viento. A través de tus palabras aprendo a pensar con imágenes. Nadie nunca te supo decir muy bien por qué, pero no puedes dejar de mirarla. Recorrerla hasta el aturdimiento. La música escoge sus gestos cuando Ana tumba sus manos a orillas del pantano. Ana sufriendo con toda inexpresividad. Ana tarareando una canción. Ana haciéndose invisible por dentro. Y lo que no puedes controlar. Imaginarla como para ponerla en movimiento. Esa sensación de hazme especial. A mi también me sale solo el miedo; declama ella. Y ni cuando algo exagerado te pone de rodillas a los pies del oleaje acuático, puedes declinar las indecisiones. Algo sugerente y desgarrado como un sueño inexplorado desde hace largo tiempo.

viernes, diciembre 29, 2006

Menos luz, por favor

Recuérdalo. No más de treinta. Y la gente te celebra como nadie nunca encontrará. ¿Dónde? New York quizá. Un policía negro sonríe, preludio de un largo (y qué largo) mejora cambio contigo como emblema. El amigo con talento quiere acercarse inspirado por tanta rendición. ¿No podríamos no pelearnos por esta noche? Revistas. Uniformadas periodistas intentando traspasarte. Whisky. Luz y noche. Humo para desmayarse. Y más y mejores y más mujeres. Cuanto lujo tapizando las canciones. Amor. Controversia. Melancolía. Himno favorable. Inaugurando la rebeldía. La primera generación de la rabia lenta para decir no. No. No a la cultura de la violencia y la determinación de siglos de inmovilismo hogar. Y sí. Tengamos el sí a punto. El pop pegadizo de los chicos que divierten a la primera. El desencanto de quien explora hasta el borde. El gancho de quien llega y llena. La despedida de la siesta como aplazo de un infierno que a veces merece eléctrica combustión de dios primigenio. Serán escarabajos de Liverpool.

jueves, diciembre 28, 2006

Recién liberada


Miércoles por la noche. La navidad del XXI es una chica de ojos grandes bebiendo despaciosa. Cerveza. Fundida con una sesión de jazz, donde la improvisación tiene como ventana un pescador cubano a punto de caerse (libremente) por el océano. Le saluda como si esta noche todavía todo. Su amiga le informa de que está confundible. Pero no esta noche. Algunos peces de sal más tarde, navegas por aguas romanas, allí donde las mujeres te desatan con insinuaciones y bromas. Aquí como te pases, te crucifican, declama Andrea. No hay razón para no creerla. Los tipos te retan con su cuerpo y picaresca, eres uno de los nuestros, bambino, tienes la elegancia y el humor y sobre todo el mal genio necesario, lo tienes, eh, lo tienes. Me gusta seas tan educado y esa mirada de niño. No quiero que cambie nada. Hasta que cambie. ¿Vale? Y esta noche la he encontrado jugando. Por el camino un chico afincado en el insomnio pinta las paredes con la imagen de la chica dejando caer la ropa. ¿Vendrás a la fiesta?

miércoles, diciembre 27, 2006

No lo puedo contar


Los dolores en la cabeza de cuando cualquier sonido es un nuevo problema. El frío interior dejando en absurdo al de afuera. La intuición de una ternura formándose. Las convenciones grabando sus expectativas sobre una sonrisa de chica secretamente entristecida. Un poco de calor. Esa oscilación entre la música de Miles Davis y el pánico concretado en la ecuación del carro, las rabietas sin consuelo y este blanco regalo interior. El empuje de tu hundimiento y el éxito para las sonrisas de la recién llegada. Lenta armonía que choca contra tus desplantes. El rigor de la indefinición de esos sueños a medio hacer. Algunas noches, una lejanía de adolescente me tizna el vientre de miedo y locura. ¿Movimientos de no pares? Prueba otra ironía. Pero existen nacientes manitas, rincones de sol donde su carita me inventa algo muy parecido a la alegría. Me aferro a esos momentos, momentos donde olvido sentirme oscura.

jueves, diciembre 21, 2006

Cinco segundos


Un par de rayos de sol despuntan en la ventana. En una de esas esquinas mencionan los cinco segundos de Sergio Rodríguez en la liga más celebrada del planeta. Sergio es un muchacho de 20 años que juega como casi nadie al baloncesto. Durante los últimos meses le caen ostias como panes por haberse atrevido a cumplir su sueño. Ya saben. Demasiado joven. Demasiado impulsivo. Demasiada genialidad en cada jugada. Ya nos gustaría a la mayoría que nos echaran en cara, noche sí noche también, el talento. Lo mejor que se me ocurre para definir al base chicharrero es que convierte el baloncesto en una diversión. Una sorpresa. Algo hipnótico, donde una sola jugada concilia atrevimiento y maravilla. Pierde algunos balones puede. Pero sus jugadas no son fáciles de olvidar. Un caño consecutivo a dos jugadores. El contraataque como pase de espaldas sin mirar el retrovisor. Una asistencia lanzada un metro por encima del aro para que Rodolfo Fernández perfeccione su facilidad para colgarse del aro. Detalles de ese estilo.
Los más cachondos apuntarán a mis orígenes tinerfeños para explicar ésta preferencia. Una anécdota haber nacido en un paraíso tropical. De las mejores. Pero una anécdota. La verdad es que sólo he visto a tres tíos hacer arte con una bola de baloncesto. Los otros dos eran Petrovic y Sabonis. Por eso hoy que la calle se ha llenado de nieve, alguien tiene que dejarlo escrito. Cinco segundos le sobran a este tío para anotar un triple que vale un Mundial. Si Pepu lo vio, el universo acabará también por ofrecerle su prestigio. Entretanto, nos quedaremos con la habilidad del chacho para hacer más brillantes a sus compañeros. Imaginen ese don para la vida cotidiana.

lunes, diciembre 18, 2006

La velocidad de tu cuerpo


Lo he intentado. Pero es difícil dejar de imaginarte; olvidar el modo en que inclinaste el cuerpo cuando nos cruzamos en el avión. Esa mirada detendrá tu perfume sobre mi espalda. Tus hombros parecen el mejor atajo hacia una batalla de espuma en la piscina. Deja de mirarme. Tu boca me mira. Tus ojos me invitan. Y lo intento. Pruebo a disimular las ganas de probar la lenta velocidad de tu cuerpo incinerando estrellas. Nice to meet you. Me too. A través de esa sonrisa veneciana consumo el veneno de la piel horas y horas delante del firmamento.

viernes, diciembre 08, 2006

Tu jaula es mi jaula

Hasta hoy no me había dado cuenta.
No del todo.

Cada día me alejo un poco peor.

Los fantasmas se pelean en tu cara
y ese trozo de jamón es una cinta aislante
sobre la que el cuerpo sigue encerrándose.

No me pidas eso,
claro existen
claro mañanas contigo
eran fueron existían.

Cosas que jamás quisiera preguntar.

Las ganas que tenías de fabricarte el mundo.
Fabricarnos una invención
para llenarla de lluvia,
zapatos llenos de caramelos
y tu risa, la infinita facilidad
de tus bromas provistas de duda, miedo
y una amable inteligencia
que disolvía los límites de nuestros limites.

la ternura de tus viernes enfado
o los proyectos de mamá salvavidas
en una emboscada de Nicaragua

(Y nada puede salir del recuerdo).

El alejamiento solo sirve
para enjaularme mejor.

¿eso te parece una liberación?

contigo

Ya se
no podemos
pero no te puedas

los recuerdos se me estallan
en un cuerpo que sólo me convoca al lado de

tu lado.
Al lado.

esa autoexigencia yo tampoco se como
venciendo no sigas al cuerpo.

una niña rota
claro perdono
fíjate si te perdono que me perdono

tu jaula es mi jaula
perdido en este duermo
te prometo
sólo promesa
si aguantas
tus manos al cielo
promesa si aguantas
el cielo empezará por empezarte.

Otra risa. Otro sueño.

martes, diciembre 05, 2006

Elogio del perdedor


Tres luces desmintiéndose en la tiniebla. La angustia aprieta sus brazos deformes sobre tu garganta. Toda la vida conteniendo la arrogancia del predestinado para terminar postrado en una soledad cósmica, esclavizado a las estrellas del huerto hebreo. Un pintor italiano sin vida para la posteridad te busca en la derrota. Has sido bastante más impredecible de que lo que aventuraban los visionarios. Cómplice con los autodestructivos. También poeta con los ofrecimientos naturaleza. Y la lucidez te abrasa las manos cuando apenas cala tu simpatía en nuestra torpe conciencia. Como ya no quedan lagrimas, la sangre mana como la respiración de una ballena, en dos o tres regiones olvidadas de la espalda. En el día señalado, cuando el miedo impondrá para siempre su magisterio, ninguno de tus amigos o amantes puede acercarse. Ni seguirte. Si quiera esperarte. Por eso invocas la calidez nuca concedida de la luna. Quién nos metería tanta imaginación en el alma. Nunca nadie a partir de ti ignorará (ya es seguro) el sufrimiento de determinadas cavernas. La caída y sus azules vacíos nos transmiten cada noche más el terror de estar solos. Pero no solo de perdida está hecha la narración. Por eso su mirada ha viajado a lomos de varios siglos. Porque él descubre la calidez interna de una generosidad todavía hoy intacta. El enigma de la gente en construcción.

lunes, diciembre 04, 2006

Enigma y desahucio


(South India (I), es una nueva vértebra del proyecto Geografías Humanas, un intento de aproximación a la naturaleza del ser humano protagonizado por el fotógrafo, animador cultural y escritor Juan Yuste (Madrid, 1970). Sus imágenes y su impacto, su sugerencia, están disponibles hasta el 23 de diciembre en el getafense Fender Club).

En el corazón de Getafe, bastante cerca de la Catedral, funciona por la noche algo así como un templo nocturno, un lugar donde se confunde el humo con la insinuación de unas fotos, la creatividad de unas copas con la belleza de una confesión imposible.
En ese marco, cuelgan estos días una treintena de instantáneas que retratan la realidad del sur de la India. Un rincón del planeta donde la gente vive con absoluta naturalidad en la privación. Bastantes de ellos pasa días enteros sin probar bocado. Otros, visten con la misma túnica desarrapada durante años. La vida no es fácil de imaginar para un occidental.
“Son pobres, pero no míseros. Viven con una alegría contagiosa. Aquí por ejemplo si alguien nos pide algo le tratamos como a una rata, pero allí se ayudan entre sí con total naturalidad”. La impresión pertenece a Juan Yuste, a quien le gustaría ser “un hombre del renacimiento”. A su favor tiene su vitalidad y una curiosidad casi infinita que le ha llevado a frecuentar diversos puntos de América Latina y Asia. Tampoco le falta autoexigencia “pero para ser honestos, tengo que reconocer que soy demasiado disperso. No acabo de centrarme en ninguna de mis aficiones”.
Quizá. Pero nadie puede discutir su destreza para capturar momentos. Las paredes del Fender dan fe de ello. Por encima de todas, hipnotiza la mirada de un sabio hindú, unos ojos cubiertos de tristeza; a través de la intensidad de su silencio se advierten horas de meditación sobre el sentido de la existencia y el sufrimiento. ¿Tan melancólico fue ese encuentro? “Joder no. No se por qué tío, no lo entiendo; es verdad que hay tristeza en esa cara, pero pasé un rato muy agradable junto a él. Casi no hablamos, nos sentamos juntos y meditamos un rato en armonía. Si algo te transmitía era alegría”.
El enigma de la India sigue inspirando a los occidentales. En sí mismo el país es un continente (más de 1000 millones de personas). Un lugar donde conviven ciertos despuntes de tecnología con una diversidad religiosa apabullante. “Para mi, la India es una invitación a la esperanza. En ningún otro lugar he visto convivir tan civilizadamente a tantas religiones. No sólo se respetan, sino que se veneran entre ellos. Es un ejemplo para combatir los fanatismos”.
La vida cruda inflama el sentimiento religioso. Pero también la vitalidad. No es fácil explicar su dicha o la profundidad de sus ojos. Un misterio por descifrar cuando la gente vive en la calle, poco menos que desahuciada, alejada por completo de una vida convencional de clase media en éste mundo. “Tal vez todo ese entusiasmo nazca del hecho de que no conocen otra cosa. Lo justo es que ellos pudieran elegir...No se, yo soy un pijo, paso allí cinco semanas y me fascino con su talento para vivir pero voy con un billete en la mano. Y luego disfruto aquí del vaso de agua, de mi casa, todas esas comodidades”. Ni de lejos es un pijo, pero la expresividad le puede. Más bien es un tipo con conciencia.
En sus palabras, las imágenes sirven para “cerciorarnos, otra vez, de que empatizamos y reconocemos como a un hermano a esa persona, con indiferencia de su credo, su edad, su raza o su sexo”.

viernes, diciembre 01, 2006

Sucedió una noche (segundo intento)


Cuando la era adolescencia era eterna
surgían noches-miedo sin descanso;
piensa en noches como alegría abierta,
sitios donde bailar lento descalzo.

El firmamento desciende de esos miedos
y ellas, dulces lentas como promesa,
anuncian queremos algo más de cielo;
difícil no mezclar risa y cerveza.

Mueren timideces como reclamo
surgen complicidades como besos
y, seductora, liberas la mano.

No, nadie nunca te creerá muchacho
pero ellas ella se acerca sin miedo.
Y, rabia, no cede tu desencanto.