miércoles, junio 27, 2007

Hace once años


Hace un decenio, once veranos para ser exactos, un adolescente madrileño se pasaba la mano por la cara, invadido por el sol cuando hacía un par de horas que se había caído la noche.

La timidez estaba siendo de nuevo una tela de araña insaciable en sus atenciones.


Atenciones. Una chica irreverente con una brizna de viento solar en la nariz se acerca su amigo. La chica sonríe, con el ritmo despacioso de las actrices que engullen los focos. Cabecea.

Hubiera estado bien que sonara esta canción. Ceniceros de esperanza.

El niño, prematuramente lúcido, mira para todos lados. Y comprende que la maquinaria de la noche tiene su propio ritmo.

-¿Te lo estas pasando bien?

-Sí, muy bien, sonríe con una mezcla de timidez y belleza. (Tu amiga parece sacada de una revista).

Tantea también a la del anuncio de cosmética, pero algo de esa chica le dice sigue hablándome.

El niño, prematuramente asustado, se pierde en la brillantina de su cara y la calidez de su acento. Él no sabe que ella, su hermana y esa belleza de postal son unas transgresoras hirviendo de peligro. Y afincadas en firmamentos en forma de clandestinos apartamentos no muy lejanos de ahí.


-¿Alguna vez te has preguntado de donde vienen esos parpadeos de la techumbre?

El niño, prematuramente fascinado, improvisa una teoría sobre la gente buena que se va antes de tiempo y los seres de otros mundos aterrados ante la posibilidad de la incomprensión.


Tiene una cara limpia. Y los ojos asombro. Cuando parpadean se parecen a las luces de arriba. Y parece buena gente. Al principio me ha parecido que miraba con algo de condescendencia, pero se ha relajado y arrastra sus ideas de un modo inimitablemente ingenuo. Y sugerente.


El niño, prematuramente quemado, ya sabe que el baile no es lo suyo. Por eso prueba con poses conmovedoramente absurdas. Parecerse a Jhon Wayne.

Esa chica será la primera de una no demasiada extensa lista con la que conectará de verdad. Ella se ríe de un modo desmayado ante cualquier tontería que se le pasa por la cabeza.

Las guitarras encienden un escenario en forma de playa. Con un taxi emergiendo del océano para llevarse a las tres elegantes actrices isleñas.

-Espero que nos veamos pronto. Me ha encantado conocerte.

-A mi también. (Pero no creo vuelva a encontrarte).

Once veranos después, los niños siguen dudando. Y riendo. Hoy la chica es mamá de una bebita increíble llamada Nora. Sigue derrochando ternura y un humor absurdo y contagioso que contagia de buen rollo a cualquier desconocido. Es feliz junto a su chico, un simpático futbolista retirado antes de tiempo por la economía y los idiomas. Un chico de carisma con el que es fácil sentirse cómodo.

La nena es ésa que mira con asombro al viejo amigo que mira detrás las palabras.

miércoles, junio 20, 2007

Cielos con maquillaje japonés


Estas mañanas son como un video musical.

Me siento protagonista
y choco medio desnudo con mujeres decoradas de azul.

O de rosa. Ya no recuerdo.

Mis músculos son un pensamiento en fuga.

Al principio me cuesta
pero no tardo en resbalar sobre el movimiento.

Interpreto mi propio jadeo
y lo convierto en un signo de elevación.

Al poco
estrecho mi timidez
contra esa despaciosa,
la misma a la que el otro día casi ahogo.

Suenan desencantados británicos en mi cabeza.

La caja sentimental irradia futuro en cada en uno de
mis inaugurales músculos.

Ni siquiera tengo que girarme.

Belleza en movimiento.

Metido en esta rutina
me parece que el camino del agua
es el único momento del viaje
donde interiorizaré mi salvación.

Fluyendo con estos peces de titanio
se me olvida que tengo que preocuparme.

Puede que ni esté en el futuro.

Pero me buceo la conciencia
con el mismo éxito de cuando tumbaba olas de pequeño.

Y casi me ahogo de placer
con la espalda liberando tormentas.

Ojalá algún día yo también sepa cómo salvar a Kumiko.

sábado, junio 16, 2007

Carlos Boyero cabecea los jueves



En los peores momentos
leía a Mr Boyero


(uno de los sobrevivientes).

Ese tipo ha tragado cine para varias
generaciones

y de vez en cuando
proyecta algo
de esa luz
y su desgastada vida

en alguna frase innumerable
marcada por el ingenio, la inteligencia y
una desolación que ayuda y ayuda.

Todos los jueves
-ofrece esa voz desangelada-
es preguntado lo mismo cientos de veces
-así entrevistan ahora-

y responde

y confesa vicios que hace tiempo abandonó
por el gusto de jugar, recordar y quien sabe si reivindicar.

Reivindicar por ejemplo la tragedia de un crítico de cine
cansado del cine-casi todo-
pero cansado de la vida-casi toda-.

Y cansado como está,
sugiere mundos

sugiere mundos

lugares
donde
acercarse al
placer, la locura y los breves compases de completo delirio
-poco importa ya si sexual,
intelectual o al alcance de cualquiera-.

Lástima le pueda
a veces
la esclavitud
(el personaje)
y se pierda en fantasmas
o entre en absurdas provocaciones.

Poco importa,
estos jueves
una anónima tribu de inadaptados y
anhelantes
le preguntan
le preguntamos cómo

vivir.


(Para David)

lunes, junio 11, 2007

Cuando yo era negro


Cuando yo era negro
los taxis me ignoraban
no conseguía llegar al trabajo
tampoco encender mi rabia
y, sin darme cuenta,
una chica se estremecía.

Apaga la cámara
enciende la cámara te digo
trágate mi tristeza
porque a mi ya no me respira éste pegamento.

Eso es,
peces carnívoros
para vaciar mis lagos.

El firmamento promete extinción,
la jungla es una humana desgastada
y la locura unos ojos desiertos.

En este sitio no hacen faltas dudas.
El futuro es una perfecta negación.
Por eso, mi madre se está prostituyendo

y la barriga cada día se me hincha más

y todavía me acusas
porque
hoy me has visto
sonriendo.

De donde yo vengo
la televisión es el asombro
y el psicólogo un maestro melancólico.

Hablo de cuando
la noche significaba algo.
El mejor intercambiador de fuego,
cuando aprendíamos a soñarnos
camuflando nuestras memorias
con viejas leyendas afinadas por venerables.

Cuando yo era negro
me prohibían el acceso a las tiendas
y me enseñaban, lento pero lento,
la desconfianza con cara de normalidad.

El continente quedaba
a dos tres generaciones
casi tan lejos como esta cancha

donde la gente ahora me quiere

de rubias sedientas, piscinas y,
lo siento,
una vanidad con la que quiero relajarme quiero
después de tantas humillaciones.

Cuando yo era negro,
no tenía un pavo
pero maravillaba a algunos jóvenes
del Lavapiés o el Dos de Mayo.

Ya sabes, esa pelota de plástico
con la que estos días Josephine y yo mejoramos
el futuro de los nuestros.

Cuando yo era lejos,
sabía, no se como pero lo sabía,
que algún día pondría toda estas ganas de superficie sobre el cambio.

Un aullido.
Aullido humano.
El futuro de los nuestros.

miércoles, junio 06, 2007

Y el transgresor electrónico


¿Existe algo mejor que Paris celebrando tu talento? Algo así debe pensar estos días Javi Martín, el alma mater de Ultraviolet. No hace ni dos semanas decenas de franceses coreaban los estribillos de su segundo disco, Dos. Se acercaban medio intimidados a pedirle un autógrafo o una foto.Y quedaban alucinados con su simpatía. “No podía reaccionar de otra forma. Toda esa gente te hace sentir músico”. Y ya está de vuelta en casa. Este jueves, día14, actúa en La Sala, en la calle Nuestra Señora de Fátima 42 de Madrid (Metro Eugenio de Montijo, Línea 5).
Su estilo es rock electrónico, un género alumbrado en Inglaterra a mediados de los ochenta que hoy día arrasa en Europa central, sobre todo en Alemania. La música de Javi no entiende de barreras. Ha escogido el esperanto de nuestro tiempo, el inglés, para expresar con desgarro y un optimismo a prueba de lugares comunes su mundo íntimo. Ese lugar donde el amor tiene distintas velocidades. Una para cada estado de ánimo. Para eso sirven sus canciones. Para recuperar el tacto de una noche. Las bromas recientes. La melancolía de luego. O un lunes nuevo a estrenar con su chica. También hay acordes para blasfemias elegantes contra la violencia que ahoga al planeta. Y tantos interiores. En un tiempo donde reina el cinismo, él se dedica a componer odas cotidianas. Sencillas y emocionantes (gracias, en parte, a la expresividad de su voz). Con este segundo disco ha ganado madurez. Se nota en la música, con arreglos más sofisticados y originales. Se percibe en las letras. Canta a lo bueno que ya sucedió. Con sencillez y la sugerencia de una música electrónica que aquí es transgresión.