miércoles, junio 20, 2007

Cielos con maquillaje japonés


Estas mañanas son como un video musical.

Me siento protagonista
y choco medio desnudo con mujeres decoradas de azul.

O de rosa. Ya no recuerdo.

Mis músculos son un pensamiento en fuga.

Al principio me cuesta
pero no tardo en resbalar sobre el movimiento.

Interpreto mi propio jadeo
y lo convierto en un signo de elevación.

Al poco
estrecho mi timidez
contra esa despaciosa,
la misma a la que el otro día casi ahogo.

Suenan desencantados británicos en mi cabeza.

La caja sentimental irradia futuro en cada en uno de
mis inaugurales músculos.

Ni siquiera tengo que girarme.

Belleza en movimiento.

Metido en esta rutina
me parece que el camino del agua
es el único momento del viaje
donde interiorizaré mi salvación.

Fluyendo con estos peces de titanio
se me olvida que tengo que preocuparme.

Puede que ni esté en el futuro.

Pero me buceo la conciencia
con el mismo éxito de cuando tumbaba olas de pequeño.

Y casi me ahogo de placer
con la espalda liberando tormentas.

Ojalá algún día yo también sepa cómo salvar a Kumiko.

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