lunes, septiembre 18, 2006

Liberación concéntrica (II)


Sí, hay turbación en esas habitaciones. Mujeres que se replantean el sentido de sus existencias lejos de casa. La desesperación y algunas de las historias más interesantes surgen con la placidez del descanso o la abundancia. Por el camino, intuimos algo de las gentes de México. Su habilidad para sentirse cómodos y taciturnos en el silencio. La naturalidad con la que celebran las pequeñas alegría y destierran la ansiedad porque las cosas no salgan bien (casi siempre). El misterio de unos ojos profundos. La desinhibición de unas aldeanas que como sus numerosas familias han aprendido a conciliar con naturalidad religión y pobreza, incertidumbre y armonía, sexo y supervivencia.
Para relatar estos contrastes la autora prescinde de barroquismos, pero no se rinde al lugar común. Y con esa voz propia articula una sucesión de narraciones, donde se entremezcla la mirada de la exitosa madre de familia, la mujer invisible de puro convencional, la chica americana ingenua o la brillante y autodestructiva intelectual enganchada al alcohol. Pero no cae en la trampa de los arquetipos, explora a fondo los sueños y logros (además de las insatisfacciones) de unas mujeres en permanente repentina búsqueda. Hermanadas al fin por una unión prohibida, que crea a su alrededor una onda concéntrica de liberación mental y física. Para emprender un nuevo rumbo que puede conducirlas a la extinción, la duda sistemática y la esperanza. Un viaje que inquieta y emociona.
(Por cierto: El único tío con el que hay un poco más de implicación, podría convertirse en un referente muchachesco. Escéptico, reflexivo, hedonista y divertido. En apariencia, un poco apocado y algo perro. Pero con buena mano para encontrar su sitio en el trópico, con noches fermentadas en el sexo y la placidez de las cervezas que vive junto a sus chicas, un conjunto de mujeres con el sí a punto con las que el mundo se vuelve en un lugar sólo con presente, donde el placer y el abandono nos envuelven mejorando el precedente de aquella cuna donde te pasabas comiendo y durmiendo todo el día).

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