martes, septiembre 05, 2006

Promesas y melancolía


Casi sin darse cuenta, mucha gente funciona con las vacaciones como eje vital. El verano como fuente de descubrimientos, recuerdos casi perfectos y la expectativa de noches eternas. O el descanso que bordea el tedio. Sobre todo al principio. Por ejemplo, al principio de la juventud de los tres hermanos protagonistas de esta historia (23, 26 y 28 años). Boris (Óscar Jaenada), Carlos (Javier Ríos) y Álex (Javier Pereira) veranean siempre en un pueblo (suave belleza la de Ferrol, donde se rodó la historia). Allí disfrutan de la compañía de amigos y amigas, sobre todo amigas, con las que se divierten, enamoran y también llenan de incertidumbre. Ocurre entonces que tu vida cambia en una fracción de segundo. Y casi sin pensar, tienes que seguir adelante.
A veces, una tragedia, como aquí. Otras, una presión demasiado razonable. Cuando los tres hermanos se reencuentran, siete años después, sus horizontes vitales y laborales se han teñido de melancolía. Demasiado mayores para seguir abandonándose a la música y los licores, demasiado jóvenes para convertirse en unos resignados.
Por eso engancha esta historia, porque narra con verosimilitud las dificultades que implica la conquista de una madurez. La idealización de verano y la despreocupación. Y también, la fraternidad y tensiones de los vínculos entre hermanos. La narrativa es fluida y los diálogos tienen algunos golpes logrados de ingenio y humor. También hay demasiados arquetípicos en el dibujo de los personajes (el rebelde, el indeciso o el romántico) y la historia resulta previsible por momentos. Pero por encima de todo, se impone la sensación de encanto propia de las historias cargadas de promesas, donde las cosas no discurren exactamente cómo esperabas, pero donde siempre quedan espacio para la risa, la ternura y, por qué no, las segundas oportunidades. Es la vida, quizá. Es el cine, seguro. Y nadie más promisorio y melancólico que Iván Ferreiro (ex líder de los Piratas) para poner letra y melodía a ese sentimiento con una canción (Días Azules, el nombre de la película) que ofrece continuidad y magia a este viaje de iniciación. ¿Una musa? Ella se llama Celia Freixeiro.

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