lunes, septiembre 18, 2006

Liberación concéntrica (I)


Al otro lado del océano existe un universo paralelo donde la gente también se enfada y celebra en castellano. Con la diferencia de que allí hay mucha más gente y energía, con ese impulso propio de las naciones adolescentes, de reciente civilización occidental, con infinitas posibilidades derivadas de sus no demasiado explotados recursos naturales.
En ese ambiente, se estiran países como Méjico, el lugar donde surge el amor y engaños de esta historia. En algún lugar de esa tierra, allí donde hay riqueza natural y no muchas comodidades, una empresa establece una colonia de sus trabajadores para que desarrollen una presa que suministre agua a la región.
El modus vivendi de los habitantes, en su mayoría españoles, depende de si son o no parte activa de la empresa. Dicho en plata: ahí los que trabajan son los hombres, que se pasan toda la semana laborando en la presa. Entretanto, durante cinco días plácidos y aburridos, las esposas tejen una red de contactos sociales tan convencionales como para que una recién llegada traductora de textos, esposa de uno de los ingenieros, sea expuesta a la insaciable curiosidad de la mayoría.
La encargada de concebir el drama y aventura (el libro se llama 'Días de amor y engaños') en esa situación es Alicia Giménez Barlett, la misma que ha creado la exitosa saga de Petra Delicado, la detective más famosa de la novela negra española. Así pues he de confesar que, fiel a mi trabajada ignorancia, la única referencia con la que contaba de esta autora era la cara de Ana Belén poniendo escepticismo y sugerencia a Petra (compañera en el santoral) en una serie de corto recorrido que emitió Telecinco 5. (La semana pasada conocí a Giménez Barlett gracias al periódico y me ha parecido una señora -aunque ronde la cincuentena, transmite jovialidad- agradable, cercana, con lo que se redondea la buena impresión sobre el libro).
Pronto se disipó la nebulosa; la novela está notablemente escrita. Sin artificios. Con una precisión que maravilla, sobre todo a la hora de reproducir con palabras los estados mentales de las mujeres protagonistas; más densas, complejas y turbadoras que sus esposos. Y engancha. Hasta el punto de que cuando te quieres dar cuenta no eres tu el que buscas la lectura, es la historia la que te encuentra. Es muy raro que te ventiles un tocho de casi cuatrocientas páginas en apenas tres noches.
El motivo de esa voracidad es que Giménez Barlett conoce con bastante detalle las frustraciones del alma humana. Así como las facultades de nuestro deseo, con esa facilidad de la piel por sublevarse, que cambia las inhibiciones de la mente por una sobredosis de vitalidad. Algo que acaba causando estragos en una sociedad donde (y apenas reparamos en ello) parece estar consensuado un solo camino para moldear las inquietudes de decenas de miles de individuos.

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