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“Ni puedo ni quiero aguantarte”.
Dedicó su infancia y adolescencia a sobrevivir.
Dedicó en los oleajes de algodón.
Y se crío en un cigarrillo distinto cada día.
Una creación debe ser el humor y el misterio.
Aguantó tanto que se fundió con
las sombras en color.
Hizo el vago, se viajó y
masticó juergas sin numeración.
Edificó noches con vela.
Castigó sus pies
(sucedáneo del vuelo)
y frecuentó intelectuales y pijas.
Quiso en esquinas sedientas.
Hizo el salvaje, se viajó
y acarició sin pudor.
A veces pudo decidir.
Sentado al piano,
fue un verdadero acompañante.
“Me divido en dos
y fraseo en la excitación de
las teclas”.
Caminaba lento
y sonreía fácil.
Una creación debe ser el humor y el misterio.
No necesitaba las palabras.
Le bastaba con los gestos y el traje.
Como las mujeres que queman.
Como las mujeres que queman.
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