miércoles, marzo 23, 2011

El aperitivo


La casa
no estaba preparada para ninguna visita.
Como alguien que se muere de repente.

Un cuaderno escrito a mano (abierto),
un cuento impreso que leí
(imaginado con manos noruegas).
Como alguien que se muere de repente.

Al mediodía,
sin falta,
llegaba una rubia despampanante.
Como alguien que se muere de repente.

Besaba la terraza del apartamento y
se quitaba la ropa.
Como alguien que se muere de repente.

Aunque lo más misterioso
eran sus baños de sol,
con espuma de los mejores escritores franceses.
Como alguien que se muere de repente.

(Recipiente original de Héctor Abad Faciolince, mi gratitud para él)

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