viernes, marzo 18, 2011

Desierta y a oscuras


Andenes abarrotados de mujeres pacientes y teñidas.
También oficinistas que caminan nerviosos,
con el susto apagando la boca.

Por qué muchas trabajadores no pueblan su escapismo.

Al final no hubo
Oscuridad
en esta metrópolis.

La ciudad es una mujer herida y
sus calles, una película futurista.

En la tienda,
al lado del metro de Yurukacho,
las estanterías de bollos y alimentos frescos
te observan vacías.

Calles normalmente inundadas de
energía te
conmueven
por su dignificada búsqueda de latidos.

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