domingo, febrero 28, 2010

Valencia Trip


Brang sordecedor.
Generosidad Concha.
Cena cultural.

sábado, febrero 27, 2010

Volar a lomos de la tormenta perfecta


Completas luces.
Aeronave burbujea.
Eso es: lee tranquilo.

viernes, febrero 26, 2010

Arraigo


Futuro un nuevo recital poético.
El agua está recia, la arena da masajes,
risas y juego bajo las montañas azules.

Será el jueves día 4, a eso de las 20.30.
Tenerife, Valencia, Madrid;
la (buena) gente hace (frutable) un lugar.

El lugar es Los Diablos Azules
(Calle Apodaca 6, metro Tribunal).
Madrid, con quien quieras, cómo quieras.

Habrá una sorpresa.
Amigo a la guitarra, mito del punk,
lecturas con el corazón en alto.

Semana de fin espectacular.
Tres besos y dos abrazos.
En el sobre que quieras.

Balcón de mirada agua


Choza espaciosa.
Hospitalidad guanche.
Pasos destello.

Amiga cómplice.
Cercanía del alma.
Manos de espuma.

Principio dados.
Gente casa, es fácil.
Costa atenta.

Familia, gracias.
Lectura multiplica.
Miradas agua.

miércoles, febrero 24, 2010

Balada de los mochileros


Relámpago de conciencias
sobre la tierra mojada.

Búsqueda solitaria
de voces que hablen nuestra voz.

Encuentros fáciles con milagros elementales:
zumo, croassaint, un poco de luz

y mucho sueño.
Los sueños son el paraíso del pasaporte.

Paraíso, humor de esta isla cambiante.
Dulce mar, siempre mar.
Expectativa de mundos.

Aunque limes las esquinas solitarias
sin prisa y a tiempo,
lloverán los días ajenos,
lo mismo que hoy.

No estoy segura,
segura para defraudar expectativas.
Me quedan las ganas de nuevos mundos.

Estoy somnolienta de plegarias,
tal vez incluso aburrido
del desasosiego y las risas de
estaño.

Niña encanto,
somos viajeros desahuciados
de la exuberancia solar:
buscadores de límites.

No encuentro el límite,
no veo el límite
y la meta
prevalece
con todo lo atroz,
con lo todo lo encantador.

No lo olvides,
niño celeste.

(By Guaci García y Pedro Fernaud)

The African Queen


El río turbio.
Pueblo evangelizándose.
Rugidos África.

Rose reza bien.
Charlie bebe supremo.
Juntos, destino.

Almas salvajes.
Continente vastado.
El magnetismo.

Audible escaso.
Velocidad ideas.
Héroe cínico.

Mujer con carácter.
Realista de quimeras.
Descubre ahora.

Improbable amor.
Se admiran. Se adivinan.
Épica viaje.

lunes, febrero 22, 2010

Carnaval's wings


Un litro nocturno de nestea.
Hablamos de naranja.
Música
sonando
guapa
en la cabeza
(melosos convocan cansancio).

Obispo Rubio necesita una armadura.
El resto de la fiesta es un vacile:
arte de acercarse sonriendo.

El corredor de la muerte se demora para la sardina.
Suerte qué suerte cuando la tragedia es un montaje.

La Monja Moderna y el Padre Jevorro ofrecen
grandes interpretaciones a la noche.
Con confesiones al borde de Buñuel.

Entretanto, mientras tanto,
rigideces que respetan el rito,
bendiciones para el pecado
y miradas dedicadas en la jungla.

También amigos en la complicidad.
A un lado, padre parpadea
letras nunca memorizadas.
Al otro, monja se ríe de las
costuras de nuestras personalidades.

Siguiente estallido de oscuridad,
nos tiramos por el tobogán.
Cuando me quiero dar
ella está mordiendo la
bolsita del placer.

Me da timidez morderla
(bolsita)
pero lo hago.
Piel con piel.

Aunque no consigo disimular
(la cara de asustado)
y el muro de niebla jamaicana
me invita a que caiga despacio.

La gente nos pide fotos, bromas
y que bordeemos el río.

Imposible quedarse en el reino.
Y cuando me estaba sintiendo vasallo,
incita la música, latiendo con mejoras.

La nueva canción tiene colores invitados.
Y la sonrisa de una sureña que se distrae;
con las alas abiertas y las preguntas inocentes.

Estamos al lado del desierto de agua.
Encendemos los nervios.
La serenidad tiembla.
¿Por qué no hablamos como delfines?

Su sonrisa está de sal y también misterio.
Sus compañeras, manada, quieren navegación.
Pero me pasa sus señales,
sus señales
un código de plegarias
para volver al borde.

Volver a
(expectaciones).

Sonrisa sombras suave silbando seduciendo.
Sé sencillo sintiendo surcos acuáticos.
Silba si estás preparado.

domingo, febrero 21, 2010

Mascando expectativas


Hoy es el gran día.
Jugadas con futuro.
Basket es magia.

Buenos momentos.
Sí, anoche hacía luz.
Alumbramientos.

Llámalo basket.
Es pegamento vital.
Malabaristas.

Ricky es un genio.
Llull, trabajo y talento.
Ganador de islas.

Sabor leyenda.
Laureles para blancos.
Mi expectativa.

Carnaval


Incendio música.
Excusas para parlar.
Reservas risa.

Calle escenario.
Identidad secreta.
Vuela timidez.

Brindis amigos.
Fotos arte de broma.
Vídeos surreales.

Fugaz descontrol.
La tribu, hermanándose.
Enfermera bum.

(En honor a Auro&Rubén).

viernes, febrero 19, 2010

Embajadora de las mujeres que ordenan el mundo


Si la escritura sirve para algo, es para canalizar gratitudes. Bien lo sabe Guacimara García Hernández, Guaci para los amigos, que hoy presenta su segundo poemario: ‘Elemental’. Este libro es la viva constatación de que Guaci sigue transitando por el asombro y la búsqueda en el planeta cotidiano. Cada vez con más madurez y registros. ‘Elemental’ contiene una rara combinación de lucidez y fantasía, sencillez y profundidad. Sus piezas ofrecen una crónica de sugerencias que multiplican la importancia de las cosas invisibles al primer roce. Al tiempo, pone en su sitio a la gente que hace posible y también mejora este viaje: una madre, una hermana, una sobrina, un novio, unos amigos.

En esencia, ‘Elemental’ es un canto a los elementos primigenios. En la vida urbana que nos ha tocado vivir, lo esencial es una café tomado con la calma necesaria, un colacao enfrente del televisor que remite a la infancia o una mandarina imprevista, que llena de sabor y energía la media tarde. Guaci tiene esa sabiduría: la de reconocer esas pequeñas cosas que dan calidez a la existencia y la hacen más disfrutable.

La sencillez es el camino nos dice este poemario. No sólo porque así llegues a más gente. También porque de este modo puedes conceder a lo cotidiano la dignidad de lo desconocido, como en su momento expuso Novalis. Guaci lo ha conseguido. Sus poemas, con partitura música de sonidos, hacen más interesante la vida diaria y nos recuerdan la importancia de mantenerse alerta para poder vivir con toda intensidad, en lo bueno y en lo malo, las experiencias que configuran nuestra existencia.

Para los que no la conozcáis, Guaci es esa vecina amable y con una sonrisa en el momento apropiado. Pero que al tiempo sabe guardar la distancia, como si supiera de un modo más o menos inconsciente la importancia de preservar el misterio de la identidad. Leyendo estas partituras también os daréis cuenta de que la escritora ama la tranquilidad de las cosas bien hechas. Mejor si es en casa.

No todo el mundo puede sentirse en casa cuando descansa su alma, o cuando la explora. García Hernández sin embargo sí pertenece a esa estirpe. Con el valor añadido de quien obtiene belleza de la tristeza, con la que uno se reconcilia a través de su mirada. El mundo interior de esta autora nos desvela que las verdaderas heroínas no visten trajes de licra. Muchas veces no porque no puedan. Simplemente, porque no tienen tiempo.

Esas mujeres están ordenando el mundo, llenándolo de cariño y abundancia de complicidades, aún cuando por dentro a veces tengan averiada la cañería de las emociones. Guaci es la embajadora de tantas y tantas mujeres sin voz, cuya dignidad, amor y capacidad de sufrimiento mantiene en pie este tinglado que llamamos vida. Lean poemas como ‘Nosotras’, ‘Cuando sangran los domingos’ o ‘Las heroínas de hoy en día ya no usan trajes de licra’. Sólo por esa destreza para ser voz y sugerencia de las mujeres anónimas, ya merecería la pena acercarse a estos balcones.

Pero hay más. Mucho más. ¿Les gusta el rock? Si fantasean con la idea de ser adorado por una multitud, pero no saben muy bien cómo se sentirían, aquí tienen un puñado de viajes a esa conciencia. Tienen incluso un pasaje a lo que hubiera pasado si hubieran intimado más con las barras de los bares del barrio y menos con el tantas veces arbi-trario éxito.

Aún en los peores escenarios, la poeta tiene piedad y unos filtros de luz para sus criaturas que, no se asusten, en algún momento hemos sido o podemos ser nosotros. Guaci nos habla al centro mismo de la confianza.

Por el camino, también tiene tiempo para ser humana. Para cansarse de las trivialidades y de poner buena cara a las tormentas. Pero lo hace siempre con una elegante contención, que fotografía más interesantes los acantilados. Otra característica que maravilla de esta compositora de insinuaciones es su habilidad para fundirse con la naturaleza, para tutear al infinito con la familiaridad de quien sabe que la aceptación y la sencillez son claves para sacarle la miga al camino.

Guaci, comprende el sorprendido lector vecino, es una chica más interesante porque posee una autoconciencia que le lleva a explorar y explorarse con la delicadeza de quien conoce la importancia de la gratitud, el humor y el incendio para disfrutar de cada canción que nos toca entonar, bailar o escuchar.

El sentido lúdico de algunas composiciones también nos recuerda la sabiduría ancestral que portan sus palabras. Ya lo dijo en su momento el filósofo: “La vida cuando no es sufrimiento, es juego”. Una parte importante del juego de Guaci es la escritura, ese vehículo con el que se explica y explica el mundo con buenas dosis de ironía, melancolía y sobre todo encanto.

Encanto con el que mezcla su sentido del momento para decirle a su compañero: “quédate, don’t lie to me, no tenemos mañana. Tonight”. Diálogos, voces verosímiles como esa, brotan en este catálogo vital y expresivo. Palabras que nos hablan de otra cualidad indiscutible del poemario de la autora: Guaci se deja las palabras hechas jirones para darnos fe de que sus tripas están en cada verso que consumes, por eso merece la pena que la lean con reverencia y lealtad, es lo menos que podemos hacer para corresponder a su riesgo y generosidad.

Gracias Guaci por hacerme partícipe otra vez de tu fiesta. Ya sabes que para mi será siempre un lujo acompañarte en esta aventura de búsquedas.
Honor y fuerza para la poeta que esta isla algún día soñó en su vientre.

La Copa


Duelos al límite.
Suspense más carácter.
Sabor momento.

Excusa fiesta.
Memoria colectiva.
Cumbre del basket.

Pinchos en Bilbao.
El Madrid, rey de Copas.
Chispazos genios.

Nuevos Sabonis.
Dramatismo del bueno.
Factor sorpresa…

miércoles, febrero 17, 2010

El Hernán Cortés de la prosa


Ojos inquietos.
Humoradas a mares.
Alma de acero.

Cronista Geta.
Y rebelde con causas.
Pasión ondas.

Benidorm, su alma.
¿La familia? Primero.
Amigos vínculo.

Genio de tramas.
Es vividor viajante.
Lirismo cuento.

Eso es: hace el humor.
Aunque Marta es su faro.
Y su patria.

Tipo bromista.
Amigo de leyendas.
Príncipe frikis.

Corazón ancho.
¿Kriptonita? Desorden.
Pero no es mortal.

Talento vivir.
Talento para beber.
Prosa a descubrir.

(Para mi amigo Óscar, que siempre llega en hora a los partidos importantes de la vida)

martes, febrero 16, 2010

Búsquedas en la jaula, miedo disuelto en chistes metafísicos y una balada romántica del monstruo legendario


Siempre nos queda el cine. El cine busca esquinas improbables para mirarnos a la cara y hacernos pasar un buen-mal rato y devolver algo de lucidez para la vida cotidiana.

En lo alto del escenario vemos a una chica preciosa, con los ojos emitiendo algo parecido a las lagrimas, radiante. Se llama Marta Etura. Su discurso de premio combina con maestría la emoción y el agradecimiento. La gente de la academia ha reconocido su interpretación en la Celda 211, que al final de la noche se habrá convertido en un maremoto de éxito: ocho Goyas.

Celda 211 tiene un inicio impactante. Consigue imprimir misterio y desasosiego en el espectador. Y por encima de esas dos sensaciones, el interés. La historia gira a través de Mala Madre (insuperable Tosar), un tipo rapado con voz tabernaria pasada por la lija, cuyo efecto más perdurable es que tengas la impresión de que se está cagando en la madre de su interlocutor cada vez que habla con éste.

Celda nos recuerda la fortuna que tenemos de haber nacido dentro de una clase media, con una vida más o menos anodina y con unos factores vitales comunes que más o menos vamos poniendo a nuestro favor por el camino.

La película retrata con aspereza y un toque humorístico (en algún momento hasta tierno) la vida entre jaulas de un puñado de presos que un día deciden rebelarse, con tal casualidad que acaban poniendo a un tipo corriente en una situación límite, donde sólo su gélida sangre le dará una oportunidad. El inicio, ya lo hemos dicho, deslumbra.

Luego pierde algo de vuelo en el tramo medio. Y vuelve a crecer en su desaforado desenlace. Es una película sobre malos con carisma (ya sabemos por qué El Padrino es la cinta favorita de una generación) y gente que busca su sitio y que lo encuentra. Algunos a costa de poner a freír su integridad, otros siguiendo su instinto, los menos buscando un equilibrio entre supervivencia y moralidad.

En suma, un laberinto de emociones, tensiones y peripecias batidas a muy buena cadencia, que nos recuerda lo mucho que podría cambiar nuestra vida si empiezan a llover pedradas en ese territorio llamado suerte, que tanto se ladea cuando caminamos en su lomo durante este viaje.

El lunes, aprovechando que el Señor Fo libraba, nos acercamos a ver el hombre lobo del siglo XXI. En esta época, wolfman tiene la efigie de Benicio del Tiro, quien tiene un careto suficientemente salvaje como para dar el pego. La historia confirma esa sospecha, con el boricua haciendo un buen ejercicio de contención y tormenta. Los misterios de la película son bastante previsibles.

Pero aún así, la música y la fotografía, así como el desarrollo de la narración, remiten a la idea de viejas grandes películas. La cinta es barroca y está contada a lo grande, evoca al Drácula de Bram Stoker, por su ambición y romanticismo. Anthony Hopkins nos recuerda que es un mago del lado niebla y Emily Blunt que es una cara muy bonita y con una interesante manera de caer en el enamoramiento.

Lo más destacable de la película son la casi decena de buenos sustos que te llevas cuando ves la historia (ya saben, lobohombre siempre se esconde para ahorrarle sufrimientos innecesarios a sus víctimas, no así a sus visitantes).

Lo más rechazable, esa tendencia a enseñar las transformaciones lobunas (muy logradas, por otra parte). Al final, lo que más terror transfiere es lo que no se ve. Lo que se intuye, lo que se oye, lo que no se puede entender.

Como último lado de este triángulo cinéfilo señalaremos Shadows and Fog (2001), una de esas películas de Woody Allen semidesconocidas que regalan un puñado largo de buenos momentos gracias a la habilidad del neoyorkino para combinar tempos teatrales con impagables dosis de humor, lucidez y absurdo

Todo ello movido al ritmo de una de las neurosis más saludables que haya dado la especie, encerrados en 165 centímetros de pura incontinencia verbal, con diálogos imprevisibles y brillantes. Y es que el tío Woody ha hecho del cine su vida, hasta el punto de que su manera insurgente de abordar los torreones culturales y sociales de nuestra civilización le han convertido en un antihéroe con el que todo es más divertido y menos dramático, donde uno se siente menos torpe y más inteligente.

lunes, febrero 15, 2010

Junto a ti


Estoy hambriento. Hambriento.
Abajo, con el corazón a cuestas.
Hambriento como tantos otros.
Pero te tengo a ti. Nena. Mi razón.

Estoy hambriento. Como tantos tipos.
Pero te tengo a ti nena, tus besos.
Bésame azul, pinta el amor en mi.

Lenta luz, donde todo es bum.
Estoy hambriento. Donde duele.
Buscando una jodida razón.
Como tantos otros tipos. Pero en ti.

Nena, pianista eres de mi corazón.
Raro mundo, realmente te necesito nena.
Pones firme al amor dentro de mí.

Junto a ti. Junto a ti.
Puedo ser lo que me proponga.
Puedo ser lo que te propongas.

Junto a ti nena, junto a ti.
Todas esas cosas son sur.
Esperaba una revelación.
Ahora sé que es en ti.
Inside, bien adentro de ti.

Lenta lamo la luz.
Estoy hambriento.
Hambriento de ti.
Como tantos otros.

Estoy hambriento.
Te necesito nena.
Estoy bien nena.
Y sólo junto a ti.

Me ensayo. Ensayo.
Junto a ti, junto a ti.
Alrededor tuyo.
Fabrico el amor.

Dentro de ti.
Bandera mundo.
Todo lo que quiero,
todo, está en ti amor.

(Gracias al tío Iggy y su Beside you)

domingo, febrero 14, 2010

Quiniela privada de un disperso


1. Goya-Picasso 1
2. Zidane-Baggio 1
3. Capote –Bukowski 2
4. Magic-Bird X
5. Superman-Spiderman 2
6. Marilym-Scarlett X
7. Coppola-Scorsese X
8. King Kong-Tiranosaurio Rex 1
9. Mandela-Obama 1
10. Kant-Freud 2
11.Watts-Etura X
12. Verde-Turquesa 2
13. Davis-Parker 1
14. Los Planetas-Smashing Pumpkins X
15. Auster-Murakami X

sábado, febrero 13, 2010

Friki way of life


Pueblan un piso miniatura
con normas de sentido común:
no al lanzamiento de comida,
no demasiado (gritar).

30 castañas,
viste moderno,
habla moderno
y tiene un trabajo
(del siglo XV).

Cultiva los iconos:
“antes, jarrones en el salón;
ahora, figuritas de superhéroes”.

El sexto piso del 215 de Center Street


Sofás
cartas sin abrir
ropa.
Dos años con las puertas abiertas.

Jóvenes que funcionan como
una marca comercial.
Todavía vírgenes.

La gente entra
comparte el placer del
trabajo primario.

Estoy sentada delante,
suena la música
(The Clash, Rolling Stones).
Estoy sentada delante.

No saber de donde te llaman.
Aprender a aprender.
Aprender a charlar.
Buscan conversación.

Estoy delante (sentada).

viernes, febrero 12, 2010

Una cadena de actuaciones


Quiere le den una casa.
Lo dice sentado cerca de la tarde.
La demolición no fue legal.
Pero nadie les hizo caso.

Bajo los escombros,
nuestras cosas, nuestro dinero,
ropa y todas nuestras explicaciones.
Pero nadie les hizo caso.

Al otro lado,
no respeto,
no se pronuncia,
no se ha estudiado.

Viviendo la posibilidad
del arraigo.

jueves, febrero 11, 2010

Un par de bofetadas en la conciencia


Esta semana he tenido la suerte de ver un par de cintas que conmueven y, al tiempo, te crujen la conciencia: ‘Precious’ y ‘Camino’. El lunes me acerqué a los multicines del barrio en compañía de un buen amigo y dejamos que la Diosa Fortuna decidiera entre ‘Up in the air’ y ‘Precious’. Ya saben quien ganó. La diosa Fortuna es caprichosa pero tiene el irresistible encanto de las mujeres sabiamente intuitivas.

‘Precious’ cuenta la historia de una adolescente cuyo evidente sobrepeso es el último de los serios problemas que la envuelven. P vive en una casa donde su madre la humilla sistemáticamente y a su padre le da por violarla tarde sí, tarde también (a los cinco minutos de metraje quedan claras ambas situaciones). Con este caldo de cultivo, es un milagro que a nuestra protagonista no le de por ensayar el suicidio.

Antes al contrario, P se refugia en su portentosa imaginación para vivir en un mundo de flashes donde ella siempre es la protagonista. Ora acompañada de tíos buenos, ora adorada por el público, que la aguarda en la orilla de la alfombra roja. No cuesta cogerle cariño a P, esa chica enamoradiza que acepta la recomendación de su profesor de ‘mates’ para empezar a formarse de una manera individualizada.

En ese nuevo lugar de estudio, encontrará la complicidad de sus compañeras, con las que poco a poco irá tejiendo una prometedora amistad. Aunque lo mejor del nuevo centro es su profesora. Un bellezón con la cara de Alicia Kiss y el tacto de una apasionada por su trabajo, a la que además le gusta tratar a la gente.

La película es dura de seguir, pero el mal trago compensa por el aire de emoción y verosimilitud que rodea la historia. Por eso adoro el cine. Te saca de tu realidad y amplía con creces tu perspectiva de las situaciones. Vayan a ver Precious, un cuento emotivo sobre la superación y la necesidad de aferrarnos a nuestros buenos momentos (y sueños). Pero sobre todo una oda al corazón luz que dignifica a algunos miembros de esta especie. Verán a famosos ‘normalizados’ (también aparecen Lenny Krawitz y Mariah Carey), pero pronto se olvidarán de la anécdota y disfrutarán con navajazos en forma de diálogos y un gusto por los matices que hace más interesante la historia.

‘Camino’ coincide con la nominada a seis de los Oscar de este año en su halo trágico. Intensificado en su gusto por los límites. Esta cinta es aún más difícil de digerir. Pero posee la fotogenia y el carisma de Nerea Camcho, esa ‘goyizada’ niña y ya adolescente, que prestó la luz de sus ojos para componer una criatura adorable y quebradiza, que sólo cuenta con la fuerza de su fe y alegría interior para driblar el ensañamiento del destino.

La película funciona también como proyector de las prácticas plurales y saludables de la Obra (hablamos del Opus Dei). Pero ofrece el buen gusto de no ser enfática y permite al espectador que piense y sienta por sí mismo. El gusto de Javier Fresser por imprimir humanidad y realismo a sus protagonistas y el sentido del ritmo y la bordada composición de algunas escenas hacen el resto. Camino es una historia que hunde sus raíces en la humana capacidad de empatizar ante la desdicha ajena.

Más si estamos hablando de un diablo llamado dolor de alma, dolor de cuerpo. Está articulada como un logrado mecano narrativo, donde el sufrimiento funciona como linterna de nuestras almas cotidianas.

El mérito pues de ambas narraciones es que están muy bien relatadas. Con una depurada gramática visual y la honestidad de una voz que expone crudamente la realidad, pero que al tiempo filtra algunos soplos de esperanza en virtud de la habilidad que tienen algunas cámaras para retratar el terreno de la fantasía.

Después de todo, hay bofetadas dialécticas que pasadas las horas te ayudan a vivir con más profundidad y gratitud. A esa categoría pertenecen estos dos relatos de sombra y resistencia.

martes, febrero 09, 2010

Diluvio memorias


Te inflamas, noche.
Te nieblas con las zanjas de
la nostalgia.
La vida emite señales
en ese palacio de la noche.

Nos miramos de lejos.
Hacemos el tonto.
Hacemos el pato.
Efectos del simpático restaurante.

Mi amigo se mete en un charco.
Arriba, arañas de luces.
Involuntario (otro) homenaje al pato.
Alrededor, tipos largos como árboles.

Envías señales
(festejo no de tráfico)

a-t-e-n-c-i-o-n-e-s

noche
palacio
zanjas
charco
arañas
de
luces

lunes, febrero 08, 2010

Pensamientos


Dicen que los deportistas rinden menos cuando piensan más de la cuenta. Estúpidos teóricos. Es la clase de pensamientos que tengas. Yo los tengo de todas las texturas. Pero lo que de verdad importa es los pensamientos que repites. En mi piscina, en un sitio que conocerás como Baltimore, cuelga un pensamiento que me gusta sentir parte a parte: “No es cada cuatro años, es cada día”.
Masticarlo multiplicando posibilidades.

Encojo el frío, abro los músculos, dejo que la respiración me vitalice y recuerdo el mar. No me importa el oleaje. No me importan las expectativas que los demás tengan en mí. Trato de fundirme con el movimiento. Respiro mejor en el agua. Gracias a ese acero, mis músculos actúan y no necesito implorar cada respiración. Fluyo. Movimiento.

Disparo mi conciencia, dejo hacer al agua. Escojo algunas blasfemias. Me concentro en mi rabia. La dosifico brazada a brazada. Libero mis demonios y me permito salvarlos para que me guíen en la competición. El dolor te hará perder el control. El dolor te enseñará el camino. Persigo mis límites. Y disfruto con el reconocimiento de la gente.

La curiosidad es mi motor. El pasado, la gasolina. El futuro, mi pregunta. Esta vida. Y no necesito indulgencia. Pero mejor mucho mejor tu atención. La vuestra. Quizá por eso pongo en peligro mis branquias, por el sabor de entrar en una nueva conciencia. Saludo al público. Mejor con música. No sé que hay en el camino. Pero fluyo. Movimiento.

domingo, febrero 07, 2010

Invisibles


Desde la primera noche,
desde la fiesta,
para observarnos
con aquella intensidad.

Nos ocupamos de crearnos (un nuestro mundo).
Era una de las cosas más increíbles y mejores.
Si te gusta es que está bien, aseguraba ella.

Era una de las cosas más increíbles y mejores.
Pero tuvimos que dejarlo. Tenemos que dejarlo.

sábado, febrero 06, 2010

Fiesta (primer salón)


Casa completa.
Las papas, queso y bromas.
También whisky.

No faltó pizza.
Ni el tigre vallecano.
Ros come y juega.

La buena música.
Y regalos genuinos.
Hace calidez.

Pantera Rosa.
Campanilla y Peter Pan.
Cura oriental.

Una gángster seda.
Rastafari, curioso.
Desconocida.

Bum primigenio.
Conversas del futuro.
La gente, cómoda.

Hacer el tonto.
Bendición de viejos.
Mejora el viaje.

viernes, febrero 05, 2010

El orden especial de las cosas (Soneto cinéfilo V 1.0)


Federico Luppi (cumbre interpretación)
Grace Kelly (elegancia escénica)
Naomi Watts (elegancia escénica)
Javier Bardem (cumbre interpretación)

Meryl Streep (cumbre interpretación)
Cary Grant (elegancia escénica)
Sean Connery (elegancia escénica)
Jennifer Connelly (cumbre interpretación)

Billy Wilder (maestro hacedor)
Marta Etura (nuestro futuro)
John Ford (maestro hacedor)

Alfred Hitchcock (maestro hacedor)
Sánchez Arévalo (nuestro futuro)
Clint Eastwood (maestro hacedor)

jueves, febrero 04, 2010

The Sea Is A Good Place To Think Of The Future


Desgaste propio.
Tocar fondo y nacermos.
Buenas vendrán.

miércoles, febrero 03, 2010

Paloma reverencia



Sigue, sigue.
Dioooooos!!
Vamos a ponernos más juntos.
No tengas prisa.
Aguanta, espera el momento.

Muévete, no te quedes parado.
Vamos.
Vamos.
Eso es.
Sigue, joder, sigue.
Siiiií.
Qué grande eres.

Risas. Abrazos. También un beso.
Hasta una palmada por detrás.

Presidiendo el partido,
una paloma inclinada.
Los rayos de luz repartiendo
púrpura en el césped.

Son las cuatro de la tarde.
Es el futuro del barrio.
La paloma, descabezada.
Pero hay majestad
en su despedida presencia.

martes, febrero 02, 2010

La importancia de la belleza


Este fin de semana la España que adora el fútbol se inspiró. Situémonos: corría el minuto 40 del partido Deportivo de la Coruña-Real Madrid. Ganaban los blancos, cortesía de Granero, que puso por delante a los suyos gracias a un certero testarazo.

Pero no había nada claro. El Madrid llevaba una juventud (desde 1991) sin ganar al equipo gallego y el partido tenía voltaje en las dos orillas. En este ambiente, coge el balón Kaká, ese talento brasileño en tiempos de tribulación, y perfila el pase para Guti. El mediocampista blanco mete la directa y se planta delante de Aranzubía, junto al arquero, aguarda también un defensa blanquiazul. Todo está preparado para el impacto. Un disparo a esa distancia puede ser letal. Sólo la velocidad de reacción del portero vasco puede evitar el desastre.

Guti arma la pierna y…Pum. Qué elegante, dijo en el instante un buen amigo. Todo sucedió muy rápido. El tiro se convirtió en un pase imprevisible por obra y gracia de un treintañero enfadado con el mundo, que a última hora decidió pasar a su compañero, al que había visto con el rabillo del ojo. Lo hizo con un taconazo que surgió como un resplandor de belleza. Pura inspiración. Benzema entró en escena como un búfalo de mercancías, convencido de que ese balón iba a besar las mallas. Y lo hizo. Gol. El delantero francés, con pinta de boxeador de los años treinta, no se lo acaba de creer. Nosotros tampoco.

Imagino que ya habrán visto la jugada con una frecuencia cercana al infinito. Y, sin embargo, dudo que se hayan cansado de mirarla. Una genialidad de un tipo que no sabe vivir en el término medio. Y que gracias a dos o tres acciones así, ya tiene hueco en la memoria colectiva.

Para que nos vamos a engañar, a mi Guti no me cae especialmente bien. En muchas ocasiones, lo he detestado. Por su comportamiento, por la falta de él para ser exactos. La ausencia de actitud de este chico ha encendido a miles de aficionados blancos durante los dos últimos decenios. Tampoco se trata de convertir estas líneas en una diatriba contra él. Simplemente, Guti se dispersa. No es capaz de mantener la regularidad en un terreno de juego. Pero al tiempo, la mayoría, que tantas veces hemos abjurado de él, sentimos devoción por algunas facetas de su juego.

Guti (Madrid, 1976) es la elegancia hecha jugador. Coge la pelota en el centro del campo, cabeza erguida, ve el fútbol en tres dimensiones, y así, con elegancia y una facilidad desconocida, ajusta pases con la precisión de un relojero. El chico tiene pegada, en la temporada 2000-2001, sumó 14 goles, jugando como segunda punta, amparado en Del Bosque, que conoce bien a sus padres y al chico, a los que define como “luchadores”. Luchador de la noche, pensé al leer las declaraciones.

A Guti le gusta le fiesta. Y tiene alma de rockero. Entre sus amigos se cuentan los componentes de Pereza, Rubén y Leyva. Desde el principio, estuvo obsesionado con la imagen. Primero, cuando era un canterano lampiño, imitó la estética de Redondo. Luego, emuló los peinados imposibles de Beckham. Y ahora parece haber encontrado un estilo propio, con media melena y tatuajes parecidos a los del capitán de la selección inglesa, pero con la irreverencia en uno de los codos, una suerte de estrella insurgente.

La estrella improbable de un artista encerrado en un jugador de fútbol. Cuenta que la leyenda que cuando estaba desembarcando en el primer equipo, Guti se agarraba unas cogorzas de escándalo, hasta el punto de llegar a algún entrenamiento con los ojos inyectados en sangre y serias dificultades para atarse los cordones de las botas. Leyendas.

Pero está claro que la palabra indiferencia no existe en el diccionario de Guti. Un tipo que fue pieza clave en la conquista de la última liga conseguida por el Madrid (2007-2008), con Schuster como entrenador. Y que se ‘chinó’ en la celebración del título, porque a sus compañeros les dio por decir aquello de “Guti, Guti, maricón…”

Guti pide un respeto que no se ha sabido ganar en el terreno de juego: por su falta de continuidad en el rendimiento, por sus ‘idas de olla’ en partidos importantes, por su falta de disciplina en los entrenamientos y la relación con los entrenadores. Cuando éstos le ponían en apuros, a veces daba la sensación de borrarse. Cuando éstos le cuidaban y mimaban, acaba faltándoles al respeto. Verbigracia: los insultos que al parecer dedicó a Pellegrini el día del ‘alcorconazo’. Ni tampoco fuera de él, como cuando de cuando riega sus entrevistas o ruedas de prensa con alguna salida de tono.

Pero hay otro Guti con el que poder conectar. Simpatizo con algunos rasgos de su personalidad. Por ejemplo, cuando convierte su rebeldía en rebeldía con causa y defiende a un compañero postergado o injustamente machado. Admiro al Guti que escribió una vez en un periódico y analizaba los partidos con criterio y pasión por un ideario de juego ofensivo.

Cómo no simpatizar con el Guti solidario, que se implica con varias ONGs. El chico algo torpe en el terreno emocional, que simplemente quieren que le quieran. Al galvanizador del juego, que hace de la excelencia una exigencia y que tiene talento para jugar casi siempre al primer toque. Respeto para el deportista que después de todo no se ha descuidado tanto y que ahora está más fuerte que cuando empezó en este negocio.

El Guti que hace profeta del buen juego y regatea con un amago del cuerpo. El privilegiado de la invención de pases que no caben en la imaginación de la gente. Hasta que él lo inventa. Guti tiene treinta y tres años, está maduro, enrabietado con el mundo, pero también con la serenidad del que ha aprendido unas cuantas lecciones.

El chico tiene un don: provocar belleza en algo de vocación anodina. Por eso lleva cinco días copando páginas en los diarios. Porque hace soñar despierta a la gente. Lo más probable es que la vuelva a cargar dentro de cuatro o cinco partidos. Ese también es parte de su magnetismo. El héroe más poeta y más imperfecto.

Ojalá me equivoque. Ojalá, por una vez, la poesía llegue en primera persona al Mundial. Y deslumbre al planeta, aunque sea en la acción de un sólo partido. Aunque sea contra todo pronóstico en, por ejemplo, unas semifinales, con una acción que combine improvisación, elegancia y alegría instantánea en el momento más importante.

¿Por qué no pedirlo todo? Para eso juega José María Gutiérrez Hernández. Y, a estas alturas, también sabe que en el planeta fútbol hay espacio para conciliar belleza y resultados: el Barca de Guardiola. Lo consiga a o no, Guti Haz (así figura en su camiseta) ya sabe el aprecio por la belleza que siente la gente. En sus pies (y cabeza) está seguir inventando nuevas partituras de ejecución exquisita.

lunes, febrero 01, 2010

Invictus: ni la mitad de grandeza que el libro, pero entretenida


Se ha convertido ya en un lugar común inclinar la balanza a favor de un libro cuando éste se compara con su hija cinematográfica. Invictus, la nueva película de Clint Eastwood, no escapa a esa tendencia general, pero se deja ver y contiene la interpretación colosal de Morgan Freeman, que le coge prestada el alma a la persona (viva) que quizá ahora mismo sea más admirada en el planeta: Nelson Mandela.

Mandela permaneció encarcelado durante 27 años. ¿Su pecado? Protestar airadamente contra la segregación racial, que modelaba el sistema político, social y económico del país en el que le tocó nacer: Sudáfrica. En aquella primera época, Mandela escogió a veces el camino de la violencia. Pero ya entonces se podía vislumbrar que aquel simpático abogado emanaba un aura especial.

Con la sonrisa como primer argumento, el joven Mandela tenía porte para lucir elegantes trajes con los que buscaba inspirar a los suyos y cambiar las reglas de juego. Pero ese atrevimiento le costó caro: pasó casi tres decenios entre rejas. Ante una situación así, lo más normal hubiese sido abandonarse o llenar el depósito del odio. Pero Mandela hizo justo lo contrario: salía a correr todas las mañanas cuando el alba todavía no había despuntado y se puso a leer con vocación enciclopédica.

El principal objeto de sus lecturas pasó a ser la cultura de los afrikáners (esa minoría blanca de origen holandés que gobernaba su país y detentaba las ventajas de quien figura en lo alto de la pirámide social). Aprendió sus costumbres, su cultura y su lengua. Comprendió incluso la trascendencia que para ellos tenía el rugby.

En aquel tiempo, Mandela reinventó el fresco de su alma y concibió un plan hacia la reconciliación: buenas dosis de generosidad, inteligencia vital y perdón (la venganza más noble según el señor Cantona).

Una vez llegó a la presidencia del país (arrasó en las primeras elecciones en las que la población negra tuvo derecho al sufragio), concretó todas esas cualidades en una estrategia tan imprevisible como emocionante: hacer todo lo humana (e imaginativamente) posible para que su país se convirtiera en campeón de la Copa del Mundo de Rugby, que se celebró en territorio sudafricano en 1995. Y convertir esa epopeya en sinónimo de reconciliación (y unidad) nacional.

Sobre ese empeño, sobre el carisma de uno de los genuinos padres africanos, gira la película ‘Invictus’, que tiene ritmo, contiene secuencias épicas y cómicas, emocionantes y líricas, pero que tiende a la superficialidad. No digo que sea fácil plasmar la hondura de la complejidad del conflicto sudáfricano, pero ‘El Factor Humano’, libro de John Carlin en el que está inspirado la película, es bastante más interesante.

La película, no obstante, vale como videocilp de una historia que renovó el alma de su país. Merece la pena verla en V.O (qué cercano resulta el acento de nuestros primos del sur hablando la lengua del pirata Drake). La composición que Freeman hace de Mandela es una genialidad (su forma de moverse, de sonreír, de dudar) y Damon cumple con nota en su papel de capitán de la selección sudáfricana. A veces el relato peca de exceso de azúcar en el dibujo de los personajes y algunos momentos, pero acaba no muy lejos del notable por el humor que brota en algunos diálogos y situaciones, porque contiene la intensidad y aliento poético (música y malabarismos de cámara mediantes) de ese maestro artesano del cine que es Eastwood.

El libro lo devoras como si fuera un thriller, pero con el valor añadido que ofrece una lectura atractiva y desenfadada del que quizá sea país más occidental del continente africano. Carlin no cae (del todo) en la hagiografía de Mandela, nombra también sus carencias familiares y sus limitaciones como hombre, pero por encima de ese peaje construye un luminoso retrato sobre un tipo que fue capaz de tomar las riendas de su destino, con un coraje, determinación y generosidad que todavía hoy asombran a la gente.

Paralelamente, retrata los claroscuros de un país lleno de contrastes. De algunos personajes que tuvieron que dar lo mejor de sí para evitar la guerra civil. Como hilo conductor, traza la narración de una competición deportiva que puso de relieve el genio político de un hombre que guió a su nación hacia un futuro mejor, lo que no quiere decir que pudiese librarla de la delincuencia, así como de importantes capas de corrupción, retrasos sociales y pobreza que hoy día la asedian.

Pero al menos ‘El Factor Humano’ cumple su objetivo: relata una realidad (más o menos) ajena a nuestro país, divulga y conmueve. En cierto punto, inspira, igual que la película, pero convendramos que ese mérito pertenece al verdadero protagonista de la historia, un tal Nelson. El mismo que cuando estaba viendo la película, se giró hacia al viejo actor afroamericano y le dijo: “este tipo me suena…”.

A sus 92 años, el señor Mandela conserva la lucidez. Puede que ya no le respondan las piernas. Pero sí la cabeza y el corazón. Milagrosa longevidad. A veces la vida ofrece merecida gratitud a la gente que se atreve a inventar un mundo mejor.
Gracias Nelson.