lunes, febrero 22, 2010

Carnaval's wings


Un litro nocturno de nestea.
Hablamos de naranja.
Música
sonando
guapa
en la cabeza
(melosos convocan cansancio).

Obispo Rubio necesita una armadura.
El resto de la fiesta es un vacile:
arte de acercarse sonriendo.

El corredor de la muerte se demora para la sardina.
Suerte qué suerte cuando la tragedia es un montaje.

La Monja Moderna y el Padre Jevorro ofrecen
grandes interpretaciones a la noche.
Con confesiones al borde de Buñuel.

Entretanto, mientras tanto,
rigideces que respetan el rito,
bendiciones para el pecado
y miradas dedicadas en la jungla.

También amigos en la complicidad.
A un lado, padre parpadea
letras nunca memorizadas.
Al otro, monja se ríe de las
costuras de nuestras personalidades.

Siguiente estallido de oscuridad,
nos tiramos por el tobogán.
Cuando me quiero dar
ella está mordiendo la
bolsita del placer.

Me da timidez morderla
(bolsita)
pero lo hago.
Piel con piel.

Aunque no consigo disimular
(la cara de asustado)
y el muro de niebla jamaicana
me invita a que caiga despacio.

La gente nos pide fotos, bromas
y que bordeemos el río.

Imposible quedarse en el reino.
Y cuando me estaba sintiendo vasallo,
incita la música, latiendo con mejoras.

La nueva canción tiene colores invitados.
Y la sonrisa de una sureña que se distrae;
con las alas abiertas y las preguntas inocentes.

Estamos al lado del desierto de agua.
Encendemos los nervios.
La serenidad tiembla.
¿Por qué no hablamos como delfines?

Su sonrisa está de sal y también misterio.
Sus compañeras, manada, quieren navegación.
Pero me pasa sus señales,
sus señales
un código de plegarias
para volver al borde.

Volver a
(expectaciones).

Sonrisa sombras suave silbando seduciendo.
Sé sencillo sintiendo surcos acuáticos.
Silba si estás preparado.

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