lunes, septiembre 06, 2010

La presidenta


La presidenta conserva su joven estudiante, con propensión al perfeccionismo y con poca tolerancia a la injusticia. La presienta mira a los ojos detrás de una montura de cristal discretamente elegante. La presidenta tenía un padre que trabajaba con las manos y una madre ordenada y juiciosa. La presidenta ama la soledad de la media noche pero una energía más poderosa la mueve a aparcar para más adelante la lectura.

La presidenta tiene una risa lograda. Camina con un rastro felino y tiene facilidad para ser concreta. Pero se saca ese impulso animal con unas gotas de ironía que sabe administrar con el toque adecuado cuando las discusiones se enredan o los problemas se ponen faltones. La presidenta fue madre soltera y ha tenido un par de amantes que no puede arrinconar en la memoria. La presidente es divertida. Pero no da indicios.

La presidenta adora quedar con las amigas. El ideal dice que cada quince días. La realidad que apenas una vez al mes. A la presidenta le preocupa lo esencial: la comida, el tendido eléctrico y el agua, mejor si también puede ser caliente. Su índice de felicidad lo gestiona con una hora diaria de meditación. Las lenguas épicas dicen que a las seis de la mañana. También unos cuantos megavatios de empatía. Siempre con serenidad.

En caso de duda, serenidad. La presienta dejó atrás los excesos. Pero cuando el estómago ruge, bebe un gin tonic. El placer es un plato de pasta, velas tímidas y una película Mr Wilder. La presidenta quiere dar un rumbo a su comunidad. Estudia como un delirio y sabe escuchar. A veces le pueden los prejuicios. Pero los combate leyendo informes y cuentas de resultados. ¿Su logro? Centenares (miles) de nuevos clase media.

Mejor orientado mundo para Andrea y su nena.
Los secretos no tan secretos de su cultivada vocación de compañera faro.

No hay comentarios: