domingo, marzo 14, 2010

El país de las sombras


Lo primero que te sorprende cuando caminas las calles de la Habana es la convencida oscuridad que la envuelve. La ciudad tiene una belleza al borde del desplome, pero ya de noche se adivina su gastado esplendor como ciudad del pecado. En los años 40 y 50 la isla comía de la mano de Estados Unidos, un país que vio en el caimán caribeño (basta con que cojas un mapa de la isla para comprobar lo acertado de la asociación de José Martí) un filón para canalizar los negocios de sus chicos malos.

Dicen que en aquella época, La Habana era Las Vegas cuando Las Vegas apenas soñaba con serlo. La Habana es una ciudad de olores; la risa de su gente funciona como contrapunto adecuado a una rara mezcla de orina, perfume y mar. La ciudad se ha quedado varada en el tiempo, también el estatus de su gente, que han heredado casas y coches, con lo cual no tardas mucho en comprobar algunos de los monstruos que ha creado esa mentira llamada castrismo que gobierna la isla.

Cada viaje tiene nombres propios. En el caso de éste, conviene explicar que se montó como homenaje a Raúl y Raulón, dos buenos amigos que se casan (con sus chicas, se entiende) en apenas dos meses. Tres amigos nos animamos a acompañarles en esta increíble (experiencia): Dani, Javi y este empaquetador de oxígeno. Más allá de lo que se anotará en los próximos días, conviene decir una cosa: es muy fácil convivir con estos tíos, también pasarlo bien y fascinarnos con una isla que nos ha enseñado, también insinuado, un puñado importante de cosas. Gracias chicos.

Hasta hace poco, los cubanos vivían en un verano eterno. Pero los embates de la sublevación de planeta, llámalo cambio climático, han mandado al carajo esa confortabilidad climática y convirtieron estos días en una montaña rusa, donde ahora el sol te convence de que cierres los ojos tumbado en el malecón y luego, en el corazón de la madrugada, te estremeces con los escalofríos de una ventana que nunca fue pensada para incluir cristales.

Cuba es un estado de ánimo. Cuando las expectativas de que sucedan cosas en tu entorno son mínimas (puede que inexistentes) surge el contacto humano inflamado. Aquí la gente es cálida, también generosa, solidaria hasta extremos ejemplares si hablamos de la relación que mantienen entre sí los habitantes de la isla.

Cuba es una invitación al vacile. El optimismo y la broma son una manera de estar. Cuando todo lo demás se complica, siempre te queda el humor. Una vez, escuché relatar a un sobreviviente inglés de la segunda Guerra Mundial cómo, en mitad del estruendo y la destrucción de las bombas nazis, se puso a bromear con sus compañeros respecto a dónde caería la próxima y el destrozo que podría provocar. En mitad de ese caos, sólo un poco de distancia y chiste te hace conservar la salud mental. Los cubanos son profesionales de la broma. También del aquí y el ahora.

En ningún lugar he visto cruzar miradas como en esta isla. Algunas chicas te miran con dedicación y una pregunta que termina con un principio de sonrisa. También del aquí y el ahora. La gente busca la libertad con los cuerpos; una parte de sus cabezas está enjaulada, pero otra conserva la lucidez y el espíritu crítico. Y sus corazones son un semáforo en el que el tiempo del muñeco verde dobla al del rojo. Cuba está en mí; con vuestra ayuda, estos días intentaré repartir el vínculo. Buena vida al lenguaje secreto de una sonrisa.

4 comentarios:

Unknown dijo...

¡Bienvenido, Pedro!

Me alegra volver a leerte, en esa prosa tan elegante y poco afectada que nos regalas. Estoy deseando seguir la narración de tu experiencia caribeña, con la proximidad de que me da haberme asomado hace pocas semanas al mismo balcón que tú por los ojos de mi hijo. Sólo decirte que fue una lástima que te perdieras el enorme espectáculo que nos brindó la semana pasada Gonzalo en Oeste-Celeste... Pero la repetirá y la mejorará seguro... y lo volveremos a ver para celebrarlo. Muchos besos, Pedro.

Tam dijo...

Estoy deseando leer con tus palabras algunas de las cosas que ya me han contado!

Eres grande Peter

Chicharros Enlatados dijo...

Hombre Peter, ya por aquí!

pues sí, ya irás contando, aunque tendremos q quedar en alguna taberna porque una semana d misteriosas no creo que dé para contar una semana en cuba!

1 brazzo!

Pedro Fernaud Quintana dijo...

!Muchas gracias Fernando!

Es un lujo saber que cuento con tu lectura atenta. También que tengas el contrapunto del relato de la experiencia de tu hijo. Sí que me dio pena perderme el recital de Gonzalo, pero como bien señalas habrá más oportunidades y las celebraremos juntos. Cuídate mucho, maestro.

Un abrazo

Grazie mille Tama! Será un verdadero honor tenerte como lectora de estas experiencias.

Me encanta saber que cuento con tu amistad y complicidad en este camino...

Un besote

Rubens! Cuenta con ello, esta semana quedamos y te cuento con detalle la experiencia caribeña, aunque ten por seguro que intentaré contar el grueso de la misma en estas líneas, aunque me lleve un par de semanas :P

1 brazzo