Fuente de foto: Filmin
La acción de esta historia discurre en una población de Arizona, Estados Unidos, en los años 1880. En ese marco, la Liga por las buenas costumbres y la decencia decide expulsar del pueblo a Dallas, una prostituta (Claire Trevor), y a Josiah Boone (Thomas Mitchell), un médico enamorado de la botella. Ambos son obligados a subir al carromato que va a salir de la ciudad con destino a Lordsburg, Nuevo México. La Diligencia transporta también a la mujer de un militar, que viaja encinta (Louise Platt), un jugador que destila cierta dignidad y caballerosidad, un comerciante de licores y un banquero que no sabe disimular su misantropía. Un poco más adelante, los responsables de la diligencia recogerán también a un pistolero que acaba de salir de la cárcel (John Wayne). Todo este ecosistema de viajantes, gente en búsqueda, desarraigados e inadaptados deberán enfrentarse a la amenaza de un posible asalto de parte de los indígenas norteamericanos, que pondrá de relieve sus grandezas y miserias…
A partir de personajes aparentemente toscos, reconcentrados o atormentados, John Ford filtra su aliento poético en una manera digna de afrontar la vida y sus infinitas encrucijadas. El genio artesano irlandés compone una simpatía memorable hacia aquellas personas que son marginadas o esquilmadas por la sociedad. Las miradas y los diálogos entre la prostituta y el pistolero son un canto a la esperanza y las segundas oportunidades. Por el camino, deberán esquivar los recelos de una sociedad tan puritana como abyecta en su ansia de acumular capital (¿les suena?), personificada en un banquero que nunca incluyó la empatía en su brújula vital. La sutileza en los gestos que definen las relaciones entre hombres y mujeres, la amenaza de la extinción que aguarda en el salvaje oeste y la belleza incomparable de Monument Valley hacen el resto para convertir a esta historia en uno de los grandes clásicos del western.
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