lunes, enero 31, 2011

Nuevo mundo, viejo luchador


Guardarse penas.
Habitaré otra vez nuestros sueños.
Pero sin tanto temor.

Sangre, sudor y tiempo.
Gimnasia para la vieja conciencia.
Trabajo y tenacidad.

Recién liberado.
Camarada, adaptarse es la senda.
Vida, en estas calles.

La prosperidad es lucha con juego.
Ducha lenta, dedicado concierto.

Fernando San Emeterio


Canastas de neolítico.
Penetrar es una bella arte.
Trabajo y talento.

sábado, enero 29, 2011

Cumpleaños


Llamada vínculo.
Complicidad girando.
Paz acuática.

Es baloncesto.
Entrenar y celebrar.
En el camino.

Pasos de baile.
Ensanche de alegrías.
Gratitud mundo.

viernes, enero 28, 2011

De repente


Ritmo de acera.
Inspiración de los lunes.
Sonríen tímidos.

jueves, enero 27, 2011

Totalidad de las bestias


Veinte horas para el descanso. A la luz de la cegación. Cálida calma que precede a la supervivencia. Caricias para retozar en la sabana de la clarividencia. Contigo, colega, frotamos las cabezas. Contigo, dama, los músculos altivos. Empujar. Lamernos. Acercarnos. Contigo, dama, el juego. Pequeñas plácidas muertes.

La tensión es mi dominación natural. Ritmo de expectantes. Abro los ojos, aguzo los oídos, lo dice mi piel. El olfato para luego. Espero el ocaso. La noche es mi imperio. Camino dos horas diarias. Estoy activo cincuenta minutos. Apenas una hora para la admiración universal. Algo que encontramos con un consumo fuera de tu normalidad.

Toda esa comida se va a hacer la olvidadiza. Pero mi velocidad deja en ridículo a la tuya. Si no hay comida, iré a por ti. Te desbrozaré con mi instinto. Siguiendo el rastro de mi aceleración. Mido 2,30 pero camino a cuatro ilusiones para no intimidar más de la cuenta. Intensidad y calidad, por eso envidáis mi existencia. Podría dormir un decenio más en vuestras jaulas, pero para qué quiero una mudez fotografiada. Vivir es morder.

El pelo desorientado, mágico. Vuestras mentes están acostumbradas a sufrir. Esa certeza os ha garantizada la dominación. La mía, en retirada, fluye de placer. Vicios naturales. Respiración. Apología del hedonismo. Escribo muerte con mis garras. Primero, nosotros. Luego, ellas. Si acaso, vosotros, pequeños. Primera prueba de que merecéis sentir. La melena protege mi garganta, la melena guarda la temperatura de mi poesía.

Bebemos el agua en un descuido de la tierra. Hace no tanto, compartíamos guitarreos en la sombra de este planeta. Pero el temor os hizo dominantes. Y volvisteis loca vuestra ventaja evolutiva. He espantado a cada nube. Pero un dolor como este es un puente para la extinción. En tus jaulas, podría demostrar mi dignidad o mi coraje. Pero aquí solo valen los ocho kilómetros de intimidación de mi garganta. Ronroneo para ella. Adiós.

(Nuestra plenitud es vuestra necesidad secreta transportada durante siglos.
No tengas tanto miedo).

miércoles, enero 26, 2011

La crisis: debacle y oportunidad


(Este artículo fue redactado hace un mes y medio para un periódico humanista con el que colaboro. Acabo de leerlo y no parece que haya perdido mucha vigencia...)

La crisis económica se ha convertido en el lugar común número uno de de las conversaciones en nuestro país. Entre otras muchas lecturas, este tsunami de desempleo, recortes de sueldos y pesimismo en el ánimo colectivo nos ha dejado por lo menos tres aprendizajes relevantes. El primero, que algunos de los bancos más importantes del imperio capitalista han gestionado de manera temeraria el capital de sus clientes. No es precisamente inspirador saber que la gente a la que le confías tu dinero ha estado jugando al ‘enriquécete más rápido’ con tus ahorros.

La segunda, que los gobiernos que elegimos tienen rol de marionetas ante el poder económico. Es decir, aquí quien de verdad manda es el mercado. Algo más retorcido: quien tiene mando crucial en el destino de tu comunidad son los especuladores que, de acuerdo con lo expuesto un poco más arriba, son predadores que detectan debilidades en los países con los que comercian y a los que no les tiembla el pulso para poner en apuros a millones de personas si con ello pueden seguir engordando sus cuentas de beneficios. La tercera tiene una lectura particular, en clave española.

Nuestro sistema productivo tenía dos patas fundamentales: construcción de viviendas (negocio inmobiliario) y turismo. La primera de esas patas ha quebrado con estrépito. Llegados a este punto, queda claro que el país necesita articular nuevas patas que sostengan su economía. A corto plazo, no vamos a encontrar ninguna tan robusta como la del negocio inmobiliario. Pero sí podemos desarrollar patas ‘intermedias’ que den un soporte razonable al funcionamiento económico (y por ende social y político) del país.

A priori, parece que estamos bien situados en terrenos como el de las energías renovables, la gastronomía y el desarrollo de infraestructuras en países extranjeros, por poner tres ejemplos meridianos de nuestra potencial a corto y medio plazo. Para ampliar, profundizar y diversificar esa dinámica productiva, sería clave hacer una fuerte inversión en I+D (Investigación y desarrollo) y educación. Como ambas políticas no dan réditos a corto plazo, los lumbreras que nos gobiernan no están poniendo el acento en esos decisorios factores, que podrían ser nuestra verdadera tabla de viabilidad como nación y como individuos. Es una lástima. Quizá si entre todos nos movilizáramos-concienciáramos podríamos cambiar esa mirada cortoplacista de nuestros políticos.

Sea como fuere, no me gustaría hilvanar estas reflexiones sólo en clave macroeconómica. Al final, lo que nos espanta de esta crisis es su incidencia en nuestras vidas cotidianas. Mucha gante ha perdido el empleo. Hay cuatro millones largos de parados. Un número importante de esas personas no tienen la suerte de contar con un paraguas de protección social (apoyo familiar o de amigos, ayudas del Estado). Y ya estamos asistiendo a verdaderos dramas vitales, que llevan a muchas personas a pedir ayuda básica en asociaciones como Cáritas, también hijos cuarentañeros viviendo con sus ancianos padres, familias que de un día para otro se ven en la calle…

El panorama es de aúpa. Pero no caigamos tampoco en el catastrofismo. Si nuestros abuelos sobrevivieron a una guerra incivil y al hambre y la miseria de la posguerra, nosotros también saldremos adelante de este trance. Para empezar, todos hemos interiorizado una lección de sentido común que no siempre tuvimos presente: hay que vivir de acuerdo a las posibilidades de cada uno. Ser realistas y prudentes en la administración de nuestros recursos. También sabios y escépticos a la hora de calibrar la lógica implacable de un mercado en el que rige la ley de la jungla.

Esta crisis tiene mucho de material, pero también de valores. Es el momento para subrayar la importancia de la ética de trabajo, la constancia, la paciencia, la alegría interior y exterior…Intensificar lazos con la gente que nos quiere y a la que amamos. La gente que nos conecta con la vida: pareja, familia, amigos…También de recuperar e intensificar la cordialidad y generosidad con el conocido y el vecino.

No es tanto un rollo paternalista como la recuperación de nuestro sentido común como tribu. En la medida en que seamos honestos y cabales, tanto en nuestras relaciones personales como en el trabajo, estaremos cambiando el sistema y nos estaremos cargando de legitimidad para pedirle a la gente que nos gobierna para que cambien de rumbo. Eso por no hablar de la posibilidad de que nosotros mismos (o allegados) desempeñemos trabajos de gestión pública y social con los que mejorar las cosas.

Al final, estamos hablando de una cuestión de actitud. De valorar lo que tenemos (antes apenas lo hacíamos, eso en el mejor de los casos), sólo así podremos cambiar este mundo y los mundos de miseria y esclavitud que nos circundan, lugares donde nuestra crisis sería un motivo de esperanza. En nuestra mano está cambiar la situación…

¿Cuál es tu pasión?, ¿En qué eres bueno?, ¿Qué estas dispuesto a hacer con ello?

martes, enero 25, 2011

Boston


Beberás una Sam Adams,
una rubia, una roja.

Calentarás tu salón
con una Clam Chowder.

Pederás el sentido del tiempo
(y la decencia) con ‘Cualquier otro día’.

Vibrarás con los Red Sox
y aprenderás a perder con ‘Los Patriotas’.

Sentirás grandes cambios
en Tufts, Harward o Suffolk.

Eso es, hijo, vivirás venciendo vejanías.

lunes, enero 24, 2011

La oficina, en el agua


Divismos viento.
Resistencia interior.
Regalo paciencia.

Viaje


Cansancio amigo.
Cabezadas y lectura.
Bromas del tío Eze.

Imaginación.
Interior movimiento.
Camaradería.

sábado, enero 22, 2011

Dignidad


Paciencia, hombre.
Da lo mejor de ti mismo.
Piensa en lo bueno.

viernes, enero 21, 2011

Estado de juego


La esquina, siempre es la esquina.
Pelirroja baila con las esposas puestas.
El rock del contrabajo subleva a los desconocidos.

Es el sufragio del euro.

Los latidos de tu voz se mezclan con la crema.
Los forajidos recientes nos permiten oler el perfume.
También tus ojos auténticos.

Es el sufragio del dólar.

Cantante lobo jadea al son de luces tímidas.
Mientras, Simon hace el amor con su guitarra.
Hace el amor, hace el favor, hace el temblor.

Y el resto de hermanas imitan su blues.

Es el sufragio del arte.
Es el sufragio de la emoción.
Es el sufragio de nuestras manos.

Torre de ampliación


Desafiante cielo.
Icono popular pop.
Enciende vidas.

Subía las escaleras


Incendios grises.
La gabardina, segura.
Exactas medias.

China acuática


Gigante cambia.
¿Motor? Mejorar vidas.
Pasos misterio.

Tunecina


Hábitos de saqueo.
Tomas mujer las riendas.
Dentro: oxígeno.

jueves, enero 20, 2011

Expectativas


Cuerpo delante.
Labios inmensos piensan.
Amplia lectura.

Míster Doble-Doble


Héroe mestizo.
Potencia creativa.
Ganas de crecer.

(Blake Griffin)

Equipo


Correr sin pensar.
Progresar motivado.
Ajusta el pase.

miércoles, enero 19, 2011

Compasión


Sentir al otro.
Sufre y ríe a su lado.
Eso es: eres más amplio.

martes, enero 18, 2011

Confianza


Odio nevado.
El humor como habitual.
Manos creativas.

lunes, enero 17, 2011

Sueño de una noche de invierno


Algunas veces la realidad impresiona por lo mucho que se puede parecer a un sueño. Este domingo el Baloncesto Fuenlabrada (todavía sin patrocinador) tuteó al Real Madrid en un partido para el recuerdo colectivo de la ciudad (205.210 habitantes, según registro del INE en 2010) de la que toma el nombre. El equipo dirigido por Salva Maldonado cogió el mando del partido a través de una eficaz mezcla de intensidad en defensa y atrevimiento en ataque. El despegue del encuentro condujo a una ventaja máxima de 9 puntos (2-11) para los visitantes de la Caja Mágica (hasta ese momento, fortaleza inexpugnada en Europa y en España para los adversarios del equipo blanco). El equipo de Salva Maldonada ejecutaba con sincronía y acierto las acciones de dos para dos, en las que ‘Titán’ Ayón demostró ser un depurado ‘culminador’ gracias a su valentía y capacidades físicas.

Enfrente, el Madrid titubeaba. No acaba de creerse que un equipo tan esquilmado por las carencias económicas, y lastrado a consecuencias de éstas en el equilibrio de su juego, estuviera jugando tan rematadamente bien, con tanto orgullo y eficacia. Por suerte para los blancos, poseen a un jugador que es el hilo conductor con su historia de leyenda. Se llama Sergio Llull y juega al baloncesto con la velocidad de un avión.

El escolta menorquín achuchó sin piedad a los jugadores fuenlabreños en defensa y cuando tocaba elaborar en faenas ofensivas lo hacía con una velocidad supersónica, que invitaba a la solidaridad (ayudas de los hombres interiores) de los jugadores fuenlabreños, que de repente vieron cómo la mente maquinadora de un viejo general del ejército del baloncesto, Ettore Messina, todavía ofrece momentos plenos de lucidez, ya que al poco (apenas cuatro minutos) de apreciar la tendencia al fallo de Velickovic, dio entrada a Nikola Mirotic, que volvió a convertirse en el mejor jugador de su equipo (esta vez sólo en las facetas ofensivas, según subrayó su entrenador en la rueda de prensa posterior al encuentro, donde sumó 19 puntos y 20 de valoración). El técnico italiano echó de menos la prestancia defensiva que ‘Miro’ ofreció en Sevilla, neutralizando a un hasta entonces iluminado Paul Davis.

De todos modos, en el fragor de ese intercambio de golpes, donde el Madrid no tardó mucho en equilibrar la contienda -(25-25) en el ecuador del segundo acto-, el Fuenla (re)descubrió un muro con la ilusión de un joven guerrero africano. Responde al nombre de Bismack Biyombo y volvió a demostrar grandes dosis de personalidad y facilidad atlética para poner hasta tres gorros a los jugadores merengues (dos de ellos a Felipe Reyes, uno de ellos antológico, que hubiese hecho sonreír al mismo Serge Ibacka, el prodigio de los Oklahoma Thunder con el que los más atrevidos comparan al jugador fuenlabreño estos días). Biyombo también se reveló como la kriptonita más eficaz contra el juego de Mirotic, al que intimidó en dos o tres ocasiones.

En total, el chico que tuvo un pequeño conflicto fraternal con su padre para mantenerse firme en su decisión de dedicar su vida al baloncesto anotó 6 puntos (dos de ellos en forma de plásticos mates), puso 3 tapones y cogió 2 rebotes en los 13 minutos de acción que disfrutó. Algo más de protagonismo sí que mereció pero Salva Maldonado, el técnico fuenlabreño, se mantuvo firme en su ideario de respetar las jerarquías del equipo. Esta decisión, unida a la efervescencia del ataque blanco, donde Prigioni y Llull anotaban tiros largos con la delicadeza de unos violinistas de este deporte y Reyes y Mirotic exhibían los recursos de su buena mano, estiraron el marcador a favor de los blancos con un parcial que parecía la crónica de una muerte anunciada (55-43).

Pero en esos momentos en los que realidad parecía imponer su lógica implacable de presupuestos y supremacías físicas y técnicas, algo cambió en la mente y el corazón de los jugadores fuenlabreños. Leo Mainolidi se puso ese traje de héroe que ya se ha enfundado en dos o tres partidos de esta temporada y empezó a enchufar triples como si lo fuesen a prohibir.

Maldonado demostró los reflejos que le hacen uno de los técnicos más respetados de la ACB e instauró una defensa zonal (2-3) con la que preservar la zona naranja y de paso disuadir las acometidas de Tucker y Llull (que luego por la tarde pudieron presumir con sus colegas de que los fuenlabreños habían hecho también una defensa mixta –cajita zonal y defensa individual sobre uno de ellos, dependiendo del ataque-en honor a sus capacidades). Sea como fuere, quien mejor personificó el corazón fuenlabreño en defensa fue Ferrán Laviña, alias lobezno, que estuvo vibrante en su manera de defender, contagiando de este modo su rabia y orgullo a sus compañeros.

En ataque, el equipo naranja abrió su panoplia de recursos. Valters y Ayón volvieron a bordar el dos para dos, con el mejicano como estilete, hasta el punto de que completó su mejor partido como jugador ACB (23 puntos y 6 rebotes).Jon Cortaberría demostró por qué es el jugador más elegante (y acertado desde más allá de la línea de 6’75, donde promedia un 44 % de acierto) del equipo y anotó dos triples capitales para seguir remontando el curso adverso del río. Por un momento, la realidad se había convertido en el sueño de una mañana de invierno. Valters anotó un triple colosal para poner por delante de los suyos (71-73).

En una de las esquinas de la cancha, un narrador porteño confería una inolvidable emoción a su relato radiofónico. El Fuenla estaba dos centímetros por encima del cielo (que según el eminente teólogo alemán Hans Kung no es un espacio físico, sino una forma de ser).

Lo que sucedió después responde a un triple discurso. Por un lado, al de la infamia arbitral (no molestemos al poderoso en su casa señalando la verdad de lo que está sucediendo). Por otro, al de las erróneas decisiones del Fuenla; Valters se precipitó gastando -con un tiro triple fuera de toda sensatez cuando tu equipo gana por uno y restan 35 segundos de partido- la valiosa posesión que había obtenido al robar el balón a Carlos Suárez. Tampoco anduvieron finos los fuenlabreños al gastar su última falta de no bonus con cinco segundos por jugar. Sea como fuere, el factor decisivo para definir la suerte del partido estuvo en la clase y determinación ganadora de Sergio Llull, que, a falta de un segundo, se disfrazó de Chris Paul para anotar una canasta por elevación simplemente magistral, que permite conservar la imbatibilidad a los blancos en la Caja Mágica (nueve triunfos en nueve partidos en esta temporada ACB).

El sueño de invierno vino por la noche, cuando un hincha fuenlabreño soñó lo que pudo haber sido y no fue. Soñó por ejemplo que el árbitro principal, Xavier Amorós, dignifica su profesión y pitaba el flagrante agarrón que cometió Carlos Suárez sobre Kris Valters cuando éste –a escasos centímetros del trencilla-acababa de birlarle la pelota al alero ribereño e iniciaba la acción de ataque.

Soñó por ejemplo que Maldonado obviaba las leyes de la continuidad y apostaba por Biyombo para que el pívot congoleño preservara la zona de su equipo y, llegado el caso, colocara un tapón a Llull en su decisiva entrada a canasta, emulando así la gorra que había colocado a Reyes en la primera mitad. Soñó también que el trío arbitral se armaba de valor y lucidez y pitaba la postrera falta a la que fue sometido Leo Mainoldi en el último lance del partido, cuando Clay Tucker cometió infracción (palo decíamos cuando jugábamos en el patio del colegio) sobre el ala pívot argentino.

Soñó en suma que su equipo obtenía el merecido premio a su espléndida primera vuelta. En ese trance, cogía el tren de cercanías y luego el metro para ir hasta el Palacio de Deportes, escenario copero de este año, donde se hermanaba con las aficiones de otros equipos (sobre todo con las del Caja Laboral y el DKV, con las que la gente de su peña siempre tuvo una relación especial…). Pero mientras estaba en esa confraternización previa al primer partido copero, soñó el despertador y tocó vestirse con la dignidad de todos los días para ir a trabajar a Madrid, ataviado con una mezcla de orgullo y tristeza que no le abandonará en toda la semana.

Por el camino, el hincha, recordó aquello que decía Don Pedro Calderón de la Barca “…y los sueños, sueños son”. Lo que ya nadie podrá robar a este equipo es su dignidad. Su manera valiente y entregada de haber completado una primera vuelta de ensueño, con 9 victorias en su zurrón. El hincha intuye algo parecido a lo que expone Kung. Y piensa que el cielo debe ser un lugar donde siempre habrá hueco para el corazón competitivo de Laviña, la elegancia en progresión de Cortaberría, la creatividad en los pases de Colom, los supersónicos tiros de Valters, la valentía y acierto de Ayón, el desparpajo y los muelles de Biyombo, la determinación triplista de Mainoldi…

viernes, enero 14, 2011

Un lenguaje de asombros


Subes y bajas con tu ironía de terciopelo.
Me gusta cuando ladeas tu inteligencia,
enigmático pasadizo a la averiguación.

Te lo pasas bien, me lo paso bien.
Tu insurrección conoce la
profundidad de una broma.

Tu nombre es un advenimiento.
Tus palabras son las palabras de

las que imaginan.

Las que viven despeinadas
y rezan mejoras mejoradas.

El agua es tu colocación
y una azotea, tus despegues.

Tu amistad es una convocatoria
de momentos, coloreadas insurgencias.

Me gusta cuando lees porque
estás como cambiando.

Sospecha confirmada
con tu lengua de doble fondo de asombros.

(Para María, poeta de poetas)

jueves, enero 13, 2011

Terso roce, signos cenitales


Hablas un idioma distinto al mío. No vivimos en el mismo momento. Y te estás camuflando el cansancio. Tu dignidad es la dignidad de las mujeres que me trajeron aquí. La mente está rebosante de postración y no puedo dejar de admirarte. Casi me parece escuchar tu risa, de color difuminado. Tu vida no está hecha de sueños, más bien de metas. Una conformidad. Los niños. Una supervivencia.
El sabor de la pot-au-feu.

miércoles, enero 12, 2011

Nuestro nudo más estrecho


La rutina nos cubre de distancia. Aunque esta noche toca canción. Los labios hierven delante de la libertad. Este vestido es para ti, no lo idealices. La sugerencia de bailemos. Y la promesa de la demora. Improvisas cisnes con tu temblor. Sin cuidado esta vez. La belleza te da de comer todas las noches. Me gusta que me memorices. Pero más aún que te descubras. Sentirás confianza. Algún día tontearás con esa cafetera. Será tu suerte.

La suerte de quien cielo espejos.

martes, enero 11, 2011

Pero nos negamos tanto


El avión recorre a pie la miseria.
Este desierto está lleno de altura.
La multitud me da un sentido.
Es una convulsión que llevo dentro.

Nunca apenas he podido centrarme.
No he podido. Esa es la verdad.
Pero sigo moviendo la garganta.
Traslado la convulsión al escenario.

Los jinetes aguardan en mí.
Bienvenidos a la otra noche.
Mueve las posibilidades.
El ahora es una extrañeza.

Nena, enciende mi verdad.
Hacerte el amor es nuestra cumbre.

Soy el rey lagarto y cada uno de
tus sentidos, me llega amplificado.
Abramos las puertas de la insurrección.
Mis desvaríos son una liberación universal.

Un par de mujeres desnudas toman licor en el garaje.
Hagámoslo fácil, hazte cerca, agua salvaje, agua, fácil.
La única gimnasia posible viene con el asombro de la tribu.
Los ojos de plástico piden mi atención y les sonrío. Les sonrío.

El cansancio agota mis reservas de hombre granja.
Nuestra corriente de música es una inclusión para los no invitados.
Hacer el amor es la cumbre de nuestra especie. Pero nos negamos tanto.
Por eso os enseño mi llave de la felicidad. Vuestro miedo me confirma el acierto.

lunes, enero 10, 2011

La redención del memorialismo


Y del humor. Sus majestades cercanas tuvieron a bien dejarme el libro que Juanma Iturriaga ha escrito para la editorial Turpial: ‘Antes de que se me olvide’. El volumen es una compilación de recuerdos de este jugador que fue muchas cosas en el mundo del baloncesto profesional. Vistió por ejemplo en 90 ocasiones la camiseta de la selección nacional con la que, entre otros logros, obtuvo dos subcampeonatos: uno europeo (Nantes 83) y otro olímpico (Los Angeles 84). Con su principal equipo, el Real Madrid, jugó 12 temporadas. Con los blancos conquistó 1 Campeonato del mundo de clubes, 2 Copas de Europa, 1 Recopa, 1 Copa de Korac, 7 Ligas y 3 Copas del Rey.

La verdad es que el tipo no se puede quejar de cómo le trató la excelencia. Antes de retirarse, tuvo tiempo para jugar dos temporadas con el Caja Bilbao, donde demostró seguir siendo un anotador por encima de la media, con una habilidad especial para jugar de palomero, gracias a unas importantes dosis de velocidad y pillería. Itu colgó las botas a los 31 años, la misma edad del tipo que ahora mismo está escribiendo esto. Esa clase de detalles impresionan. Con 31 palos este señor había recorrido la peripecia profesional de su principal vocación profesional.

Estas 237 páginas confirman la impresión que ya tenía sobre el autor. El señor Iturriaga me cae bien. Puede que a veces se pase de listo. O de gracioso. Pero detrás de esa careta de payaso impredecible se esconde un buen tipo. Divertido. Inteligente. Irreverente. Fuera de la norma y bastantes veces también de la corrección. Pero lúcido como pocos, con voz propia a la hora de mirar la realidad del baloncesto (también de la vida, como demuestra en este libro).

El señor I gastó una buena porción de sus ratos libres en estudiar Ingeniería Industrial. Lo cual tiene mérito, porque por el camino tuvo que repartirse como jugador de élite de baloncesto y obrero de juergas en templos nocturnos como la discoteca pachá (su favorito, al juzgar por el número de veces que lo menciona en este libro). Al final, se quedó a cinco asignaturas de la cumbre de la licenciatura. Menciono el hecho porque el tipo tiene la suerte de tener una cabeza con doble compartimento, que le permite escribir jodidamente bien y hacer malabarismos con los números o abstracciones de ciencias si la realidad lo requiere. Un club de duplicidades en el que es complicado estar y en el que también incluyo con papel sobresaliente a mi hermano Javi y el tío Davide.

El libro se lee del tirón. La clave está en su estilo sencillo, directo y brillante. El humor es el eje de su éxito, tanto que es inevitable estallar en más de una carcajada mientras lo lees, situación pintiparada para provocar la desconfianza o intriga de tus, por ejemplo, compañeros de tren.

Te busca a ti y no al revés. Hacía tiempo que no tenía esa sensación. Probablemente, la última vez que me ocurrió algo parecido fue leyendo los Cien, esa (inédita) maravilla de la ciencia ficción creada por Carlos Cortina. Una de las cosas que más aprecio de este libro es la sinceridad del autor para exponer el lado gamberro de su singladura como jugador. Hay anécdotas memorables, como cuando Andrés Jiménez y Felipe González (sí, el ex presidente) se pusieron a, puro en mano, contar chistes en un lujoso restaurante parisino. También el relato de cómo Larry Spriggs encamaba a las desconocidas, con un método que convierte a las puertas frías de Chete en dramaturgias griegas.

Hasta aquí puedo leer. Si queréis conocer qué hay detrás de un personaje televisivo exitoso (porque el tipo tuvo la suerte de labrarse luego una carrera como conductor de programas, deportivos y ajenos a ese ámbito, como ese fenómeno social llamado Inocente, inocente) echad un ojo a ese libro.

Describiréis anécdotas propias de un tío con hambre vital. Al que la dispersión, un espíritu contestatario apenas refrenado y las ganas de pasarlo bien lastraron unas extraordinarias condiciones para el deporte de la canasta. Itu se pasa buena parte del libro lamentándose por no haber aprovechado mejor sus condiciones para el baloncesto, por no habérselo tomado más en serio, como el rígido y poco prometedor Epi, que a base de montañas de trabajo y rugosidad mental se convirtió en el mejor jugador español de su tiempo y uno de los mejores de Europa.

En cierto modo, dice haber escrito este libro para redimirse y abrirnos los ojos a como, con un poco de cabeza y un mucho de sentido común, ambición y constancia cada uno de nosotros puede desarrollar el potencial que tiene para hacer algo mejor que la media. Dicho esto, creo que el propio Itu sabe perfectamente que ese camino de perfección es una alegría interior, pero que tampoco está mal haber llevado una vida plena, buscando y privilegiando la diversión para conseguir esa resbaladizo estado de felicidad que en algunas fases del viaje puedes disfrutar. Por eso convencen estas memorias, porque están escritas con honestidad, incluido algún trance vital fastidiado que habla de un tipo lúcido y, menos apreciable en el personaje público, agradecido. Enhorabuena, barbado.

sábado, enero 08, 2011

Blonde woman


Desatender el tedio.
Miradas entregadas.
Todos sus sentidos en la imaginación.
Misterio en el barrio.

viernes, enero 07, 2011

También la dignidad


Una vez leí disertar a Carlos Boyero sobre su metodología para componer una crítica. El señor de los excesos afirmaba que prefería no leer ni escuchar las opiniones de sus colegas con anterioridad a escribir la valoración sobre una cinta. ¿El motivo? No quería que éstas le influenciaran o condicionaran. Todos estamos condicionados o influenciados, da igual la fuerza de tu personalidad.

Pero es cierto que tu actitud ante las cosas te puede llevar a elaborar un punto de vista más personal sobre la realidad que miras si te obligas a cometer tus propios errores y aciertos, siguiendo el hilo de tu intuición. Normalmente, me gusta leer diferentes críticas para obtener un caleidoscopio de valoraciones que hagan más completa la mirada. Pero de cuando en cuando me gusta trabajar a través del modus operandi expuesto por el libertario de El País y seguir el curso de mis propias impresiones, sin otra consulta que mis propias carencias y afinación.

Es más fácil hacerlo si acabo de digerir una película que me ha gustado. Decir entusiasmado sería emplear una palabra demasiado grande. ‘También la lluvia’ es una película que será visitada con admiración por los cineastas de finales de este siglo. Relata la historia de un equipo de rodaje en Bolivia. El equipo está liderado en lo artístico por un director mejicano (Gael García Bernal) y en lo operativo por un productor español (Luis García Tosar). El grupo humano tiene chicha y desde el principio apreciamos que van a rodar en un entorno inflamado.

La película discurre en el mismo sentido a través de la ficción y de la realidad. Estamos en el año 2.000 en Cochabamba, Bolivia. La ficción que el equipo pretende plasmar visualmente evoca la conquista de América a cargo de Colón y las huestes españolas. La realidad que envuelve dramáticamente al equipo es la América del siglo XXI, poblada por una multitud indígena harta de que los conquistadores de todos los tiempos esquilmen los recursos naturales de su tierra y, lo que es peor, su dignidad como pueblo.

La historia está llena de ritmo. No tardas mucho en darte cuenta de que no hay dos historias que confluyen. Más bien se trata de un viaje colectivo que tiende a repetirse indefinidamente, con pequeñas variaciones, entre conquistadores y oprimidos. Pero quedarnos en esa lectura de los conflictos sociales que expone la cinta sería simplificarla. Porque la película nos permite explorar los conflictos de los individuos con algunos rasgos admirables (y detestables, gente pues como nosotros, creíble, llena de claroscuros, compleja). Gente que ama su oficio. Gente que sufre. Gente que busca. Gente que sobrevive.

Juan Carlos Aduviri da vida a un trabajador indígena que se rebela contra la situación de saqueo a la que están siendo expuestos los pozos, la tierra de su poblado. Su personaje también interpreta al líder indio que fue incinerado por los españoles, cuando la salvaje imposición de nuestra cosmovisión que perpretamos al otro lado del charco. La mirada de este tipo (un pozo de tristeza y entereza del que es difícil apartar el asombro) y sus hombros ligeramente adelantados componen uno de los grandes hallazgos de este viaje.

Un tipo para resumir una dignidad, que no se puede comprar ni entender a la primera. Poco a poco, ése es el camino que recorre el cínico productor español. El señor Tosar es aquí un tipo aferrado al discurso de "¿cuánto nos va a costar?" Cuya existencia consiste en decir, “pues esto nos lo hemos ahorrado”. Un conseguidor en toda regla, que dirían nuestros primos cubanos. Un hombre resolutivo que eleva la moral de la tropa y que soluciona la vida de la gente que le rodea con un estilo claro, cínico y directo. Pero también solidario. Rugoso y poco refractario a las dificultades.

La pasta es importante, pero hay experiencias y vínculos que no tienen precio. Valor en todo caso. El valor del agua. Agua para fluir. Agua para el cambio. Cómo no identificarse con el instinto de juego del director mejicano (que sí señora, que ya sabemos que es muy guapo, pero deje de exclamarlo cada vez que aparece en pantalla), empeñado en edificar un firmamento lírico con el que explicar las atrocidades del pasado, cuando el del presente está poniendo en cuestión nuestra vida actual. Siempre es más complicado hacer ajustes al ahora.

Por eso seduce esta película. Porque está comprometida con la historia que relata y porque aprovecha las diversificaciones magia del cine dentro del cine. Porque no es maniqueista e hila un relato donde caben todas las miradas, aunque privilegie la que considera más profunda. Porque trata al espectador como un adulto. Porque es agua para el cambio, aunque sea en nuestras conciencias. Porque es un espectáculo para la vista, con una belleza paisajes y expresiones en unos actores en algo muy parecido al trance.

Tosar demuestra que tiene bien ganada su fama de actor del momento. Es un tipo que lo mismo parece que va a arrancar la cara de su mujer a hostia limpia que se transmuta en un músico callejero enamoradizo y sentimental, un tipo que igual puede ser un carismático-tabernario líder de revuelta carcelaria que un fraile amable y temeroso del poder establecido, un tipo que es bueno y malo en la misma secuencia, con un pentagrama de emociones entrecruzadas en una mirada que vale como abrevadero de emociones universales. Un malo bueno, un duro blando como en esta historia donde no va a cambiar el mundo pero quizá sí su manera de relacionarse con él.

La película es un logro de Iciar Bollaín, una tía inteligente que desprende sensualidad como actriz. Y que como directora hace películas raras y pegadizas. Está le ha salido universal. Apoyada en la solidez del guión construido por su marido Paul Laverty (guionista, entre otros, de Ken Loach), ha construido una película que promete varios mundos y teje secuencias para el asombro. En ese capítulo, hacemos una mención especial a Karra Elejalde, un actor de otra liga, un tipo que combustiona la pantalla cada vez que la puebla. Ora como Cristóbal Colón taimado y despiadado, seguro y visionario. Ora como actor en horas autodestructivas que raciona su enorme talento.

La cinta promete varios mundos pero declina en su tramo final. No sabría como explicarlo. Hay gente a la que con frecuencia le sobra la grandilocuencia (estoy pensando en el maestro Coppola). Y otros a las que le falta. Es el caso de esta película, después de todo lo apuntado en el primer tramo de la historia, a la peli le falta metraje para abundar en los conflictos sociales y de personajes que expone. Le falta meterse en las tripas de la historia. Y eso que tiene un final maduro y conmovedor, verosímil y abierto como la vida misma. Pero por el camino se ha dejado algunos costurones abiertos.

No importa demasiado. La película es lo suficientemente interesante como para incluirla en nuestro panteón de preferencias. Y a partir de ahora seguiremos con especial simpatía la carrera detrás de las cámaras de Bollaín. Gracias Icíar. Ahora toca la lluvia de premios. También el baño de dignidad para la gente a la que has retratado y la oportunidad para tomar conciencia para los que nos hemos asomado a esta historia.

jueves, enero 06, 2011

Noventa y seis castañas


La conciencia está como una nostalgia abarrotada. Cuadros, fotos, cerámicas, paredes, ternuras. Cuando habla, condecora la memoria con anécdotas de amistad y desencanto convertido en reconocimiento, cortesía de su tenacidad en el trabajo. El día está confuso. No sabe si ponerse a reír o conmoverse. Cada escalón en la conquista diaria merece naturalizarse, parece vivir. Josefa relata sus rutinas con gratitud de sabia.

Estoy bien, estoy bien. Los secretos cuelgan de esa luz indecisa del recuerdo. Josefa atravesó las mareas del tiempo dignificando su existencia. Muchas gracias. Se dice muchas veces. Tiene un mapa de la sencillez escrito en su conversación. Apenas oye. Apenas anda. Apenas se queja. Noventa y seis castaña y Doña Josefa, Pepi para la familia, venera la caja historias como una salvación. Mientras, bebe y come como una adolescente.

Hay algo irreverente y emocionante en su manera de entonar el final de la función.

martes, enero 04, 2011

Superación


Madrugar fríos.
Más fuerte, más. Más rápido.
Escala el dolor.

lunes, enero 03, 2011

Menorca


Tierra azul verde.
Personalidad climatizada.
Amable gente.