viernes, septiembre 16, 2011

Que la globalización nos perdone


Veinte años es una edad para el viento,

las flores y, por qué no, la alegría.


Celebración diversa y plazas abarrotadas
como las que ha convocado el acierto de Bo McCalebb,

ese base que adora los espaguetis de Siena y las

entradas a canasta como homenaje al triple salto.


Juega como si tu equipo casi no tuviera centímetros,
como si el contraataque y el orden fuesen una necesidad.

Así hasta componer un homenaje a al enigma,

a sitios que, la globalización nos perdone, muerden de


Enclaves como el Monte Korab, que es honrado por la fortaleza
interior

de Pero Antic.

Bosques poblados de espejos como el talento repartido de
Vlado Ilievski, director de una filarmónica llamada

inteligencia y acierto.

Qué decir de la intimidación de Samardziski,

cuyas 215 espinas están hechas con las mismas
células altivas y protectoras del bosque mezcla de

Los Montes Pindo.

Enigma, revelación y orgullo.
No es fácil enfrentarse a una tierra que arde.

El lugar donde Alejandro Magno modeló su leyenda.


Un sitio de mestizaje y únicos verdes.

El lugar donde su líder dice que nunca
nunca

habían vivido una alegría tan magna
(si hablamos de esa droga buena llamada deporte).


Este viernes, los predestinados ibéricos juegan
contra el despegue de una nación.

Será la épica de lo sagrado.

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