jueves, junio 02, 2011

Another world


El agitador de conciencias habla de un modo sereno, pero creciente. Ordenado pero impetuoso. Detrás de él, un fondo negro para evitar distracciones. Su indignación está poblada de ejemplos. Una manera sencilla de cartografiar las injusticias, donde el sistema, como perpetuación de aquella jungla, esquina a una masa de individuos.

Todavía tiene reciente la marca de su alcaldía en Córdoba y la portavocía y coordinación la sangre roja. En algunos lances, sus palabras flirtean con el absolutismo de las miradas tajantes, que él mismo dice repudiar. Pero otras veces, fluye la coherencia y el sentido común en su captación del sistema en el que nos toca vida.

Despliega algunos vuelos que merece la pena recrear. Que tu indignación y posicionamiento ante la injusticia sea algo más profundo que un grito, una manifestación o un gesto airado. Corre el año 99 y este hombre proyecta vuelos de largo aliento, la lucidez le abrasa el semblante, pero sus brazos reparten resistencia.

Cultura como guía para cultivarse y observar, viajar la existencia de un modo libre y crítico. Solidaridad con el que aguanta de mala gana al lado. Humildad para completar tu lienzo de mejoras. Igualdad para disfrutar de un mundo con tiempo también para el juego, para el amor físico, por qué no para el intercambio de ideas con los colegas.

En la plaza o el parque. Los abuelos lo llamaban ágora. Un mundo suficientemente evolucionado para darle calazas al colapso, donde el avance de nuestro bienestar no implique miseria para los recursos naturales del planeta o la extinción-degradación para un amplio catálogo de seres vivos que malviven por nuestra necedad.

Una manera de sentir que aparque odios y apegos en función de donde hayamos nacido, reconociéndonos en la unidad. Quizá, dice el maestro, todavía tenga que pasar mucho para llegar al siguiente estadio de nuestra conciencia. Pero, ya que todos vamos a morir, qué hermoso vivir conforme a nuestras ideas, con coherencia y aceptación.

Su discurso, cambios que fluyen, auque sólo sea en nuestro corazón cabeza, indaga también en valores. Valores como el compromiso de los que pueden (hay comida) y deben (muevo mi pensamiento) expresarse para cambiar la realidad que nos consume conforme nos postramos a la pirámide de poder y riqueza que nos desnaturaliza.

A veces, este carpintero de la oratoria se enreda en la trabazón de su racionalidad. Dibuja comunidades idealizadas, pero de repente se suaviza e incluye nuestra debilidad. En otras ocasiones fluye en la indignación y olvida dejar un hueco para el aplauso (estoy de acuerdo) o el humor (suaviza, desdramatiza, humaniza).

Pero son pequeñas naves en relación al aliento de sus construcciones. Camarada Anguita emplea un homenaje a un amigo para recordarnos herramientas esenciales. La austeridad, por ejemplo, ese sentido común largamente minusvalorado de vivir con sobriedad. Conforme a lo que uno tiene, haciendo cosas concretas, desarrollándonos.

Con la oportunidad de ganarnos con dignidad la vida. Poseyendo cosas y no permitiendo que éstas nos posean. Recuerda, muchacho, eres tu manera de conducirte en la vida, no lo que tienes. Tus emociones y tus vínculos son la ventana también a mundos mejores. Mientras llegan éstos, mientras los haces realidad, disfruta de la lucha.

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