Marco Banic viene de algún lugar preferente del talento. Si te lo cruzas en un parking, pone cara de amable y te indica el final de tu problema con su cara de policía neoyorkino.
Cordial y argonauta.
Así es este tipo, que hace del rebote una cuestión de leña. Es decir, acude a por los rechaces del aro como lo haría un leñador de Nebraska: concentrado y resolutivo.
Su trabajo paga buena parte de las facturas de la gloria en Bilbao. Croata de origen (habilidoso para el baloncesto) y vasco de elección (fuerte, noble y jovial) el tío Marko se supera en cada hito.
De eso saben un poco en Bilbao.
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