martes, marzo 27, 2012

Avestruces que muerden y ovejas con vocación de almohada


(Redacción coral compuesta a partir de los testimonios de los alumnos de Sexto de Primaria del Colegio Público de San Miguel -los textos entrecomillados son citas textuales de los chicos-. Buen provecho). 

“El avestruz es primo lejano de los dinosaurios”. Lo aprendimos en la granja escuela de El Álamo. Para aprovechar esta visita, “salimos del colegio muy temprano”. Por el camino, “cantamos, bailamos”, y más de uno “se mareó”. Nada que no se pudiese arreglar mientras tomábamos tierra firme y los primeros animales nos saludaban.

Luego, llegó el momento de “montar a los caballos”. Costó, pero “los chicos superamos el miedo y dimos un par de vueltas” instalados en sus mullidos lomos. Las chicas, más consideradas con los corceles, “optamos sólo por acariciarlos”.

Después, nos acercamos a un granero donde había “una jaula llena de gallinas y gallos”. Aquel derroche de color, sonidos y olor fue demasiado tentador como para no “intentar coger algunas de esas aves”. Para explicarnos cómo son y como viven, nos tocó en suerte un profesor “muy bueno y muy gracioso, llamado Sergio”. También tuvimos ocasión de “ir al bosque, donde normalmente hay jabalíes, águilas y búhos…No vimos ninguno, pero la experiencia fue muy buena”.

Claro que también tuvimos ocasión de interactuar con los animales. Por ejemplo, con los avestruces, cuyas “patas y movimiento” (echados para atrás cuando andan) definitivamente “recuerdan a los movimientos de algunos de sus primos dinosaurios”. Eso sí, estas aves no son el colmo de la amabilidad porque “si acercabas la mano a su pico, te mordían”. Aunque para animales amistosos, las ovejas, “que eran muy suaves”, tanto que “si ponías la cabeza entre ellas”, la sensación era como la de “reposar en una almohada”.

Los cerdos “también se dejaban tocar”, y las cabras, más solícitas, “se dejaron ordeñar tras cinco minutos de espera”. Eso sí, “no todas tenían leche”. “Luego fuimos a lavarnos las manos porque nos tocaba hacer mantequilla”. Durante el proceso, aprendimos que “las vacas tienen cuatro estómagos” e “hicimos el queso” y después “la mantequilla, que nos salió muy rica. Luego la comimos con pan”.

Después de esta intensa e instructiva jornada, tocaba emprender el camino de vuelta a casa. “Cuando nos íbamos, nuestro autocar chocó literalmente contra otro y le rompió las luces; el nuestro recibió un buen bollo”. Por suerte, la cosa quedó en una anécdota. Gajes de los aventureros…

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