jueves, octubre 20, 2011

Los pies aparcados en la niebla 2.0


Los labios frescos de una camarera
y los acordes de un deseo sin paradas.
Los amigos, la cara de circunstancias,
y las risas que  nunca se agotaban.

El destino se convirtió en una repetición.
Ramiro imitó a los maestros zen
y dedicó las horas a no sentir.

Siempre con la compañía de JB
y los ojos vidriosos como una pecera.

Ramiro y el hambre de los fantasmas,
con esa ceniza compuesta de corazón.

Muchacho, el infierno no tiene prisa,
dice ahora a quien tiene el humor
de ponerle una lona o escuchar su historia.

La huida tiene excesos de animal.

Mientras, aguarda desordenado en el arcén,
con unos pocos espejos de cartón
y sus pies aparcados en la niebla. 

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