domingo, junio 04, 2006

Luis y las Finlandesas


Tal y como en su momento le prometí, inauguramos la página con un tributo para Luis B, amigo indestructible, con quien todavía hoy se pueden vivir grandes (y esporádicas) aventuras nocturnas.

Luis y las finlandesas

Estas navidades anochecen diferentes.
Algo consistente y
desconocido surge de sus
luminosas piernas.

Por ejemplo el aterrizaje de mi amigo Luis en
tierras bebedoras.

El deportista y meditamundo
Luis ha gastado gran parte de uno de sus mejores
inviernos
en la exploración de
remotos y prometedores
hoteles de hielo.

Empieza corrigiéndome.
No, son cinco millones de finlandeses,
y sí, aquello está abundante en
lagos y rubias.

Después de una copiosa cena
regada en jugosas
y absurdas anécdotas,
aparece el tema de las saunas

rincones allí mixtos
donde te olvidas a
ochenta grados
centígrados
mientras bebes y bebes
jarras de cerveza.

Una sensación parecida
a un vacío diletante

y te llenas de suficiente
energía para asustar un poco
al mar y toda su concurrencia
mientras pierdes el control de tu cuerpo
y recuperas tus
agradables y dolorosas hemorragias mentales.


Louis calla con la misma elocuencia de siempre.
Bebe, sugiere y de vez en cuando
hasta te suelta una de sus depuradas bromas.


Gasta unos minis
divagando
sobre profesores que
transigen con los mentiras españolas,
casas sin televisión
y bellas finesas-o era finlandesas?-
que hablan
con estilo
de los derechos de la mujer.

Ya lo ha dicho y no se detiene.
Aquello es el futuro
advierte
con una mezcla de admiración y reparo
que nos intriga.

Bellas mujeres
que te ignoran con absoluta delicadeza.

Rubias estudiantes
que aparecen de improviso
en una parada de bus
para
besarte frenéticamente
y no volver a saludarte
si quiera unas horas después.

La respuesta quizá la ofrece el propio Luis:
no voy a prorrogar el año,
pero ya tengo ganas de volver allí.

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