lunes, octubre 20, 2008

Veterano en fuego (tempus fugit que es la leche)


Algunos no tienen masaje de
disfrutar ciertas compensaciones
y privilegios por el mucho equipaje
que han de abandonar, les han birlado
o quizá nunca hayan poseído.

Pero si uno se vuelve entereza,
optimismo injustificado
y cierto desdén siente
el deslizamiento sin angustia.

El viejo que reprime el impulso de
compartir traiciona su propia biografía.

Me reúno, entusiasmo,
con lo más animado de un banco
del Retiro, el barrio, la cafetería,
el bar, la taberna e incluso edad de terceros.

Apenas lugares donde se desestima
la tertulia, transmisión de ideas,
vivencias, fastos o fatigas.

Y cada cual vuelve a casa,
quizá enriquecido con el préstamo
de una cinta de vídeo.

Hay un cortocircuito entre los presentes.

Hippies de solidaridad atrapaban secretas sensaciones,
oposiciones de la vida y la necesidad de ganarse
(a sí mismos tal vez).

Los errores dan sentido a cosas inexplicables
(la experiencia no sirve para casi nada).

Profunda revolución de mujeres con su cabello,
me gusta tu cabello,
ya sabes, soy un caballero,
tu cabello
a medio atrevimiento entre el peinado afro
y la salida de la ducha.

Futuro es algo que bailotea
en el parabrisas de nuestra
máquina de movernos.

Vivimos en la ocurrencia de dar marcha atrás.
Épocas de mujeres altas y rubias,
o, qué menos,
de morenitas de la copla,
de ojos agarenos y piel canela.

En fin,
tempos fugit que es la leche.

(Con emoción, agradecimiento,
también admiración, sobre todo ad-miración
al maestro Eugenio Suárez, que me prestó,
me prestó, sus palabras, sus palabras).

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