sábado, octubre 11, 2008

Aumenta la conciencia, aumenta la alegría


Mis pensamientos surfean sobre (suaves) mis fibras
y de repente se me recompone el baile, locura, baile.

Todavía te tonteo
las caras pegadas como si estuviésemos fotografiando la alegría.
Y la fotografiábamos.
(Es tarde y ahí afuera espera la fiesta).

Pero este rato es sólo para ti.

Se supone que estoy sepultando mi poética.
Me llamarán ingenuo, simple o
cosas peores.

Qué más da.
Dame más.
Más das.

Tengo imaginación y ritmo
(me lo dijo con su cuerpo)
me lo contó con sus besos
y le plasmé mi entusiasmo
en el edredón de sus orejas.

Hijos de la noche.
Somos exiliados de nuestro dolor
y hace tráfico en tu vientre de mujer ilusionada.

Tus manos me reparten la gloria
(estar contigo)
y elevo la voz como un rockero que se prende en Budapest
(estar contigo)
y río como un futbolista que no sabe ser mejor sin la humildad
(surfear contigo).

Y movemos nuestras cabezas
y la discoteca nos ofrece lascivos centros.

Me dices que no te olvide
y no te preocupes, nena,
que no sé ni quiero.

¿Te puedo bailar? Pregunté con la ternura del recién llegado
y me caigo en la cuenta de que llevamos la semana acariciándonos.


Mi abuelo
necesitó unas canciones y una carta
para algún día poder algún día
regar las plantas.

Ahí afuera estar puedes desvastado
que si consigues un filtro
(conciencia de estar risa)
restauramos hasta los recuerdos.

¿Cómo lo hago ahora?

Me acuesto con una idea,
y te celebro,
concentrado,
en cada capricho
de tu piel.

Qué alegría cuando no necesito recordar nombres.
Todo cuando necesito es el tuyo.

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