lunes, enero 28, 2008

Los cielos del Cairo son ruidosos


Miro dentro de mis vísceras y emerge una ciudad llena de de faraonas semidesnudas. Esas chicas miran con extrañeza a las mujeres arena que apenas tienen ojos. Cabecean y sonríen con la relajación de los que han aprendido a resumir el mundo con respiraciones.

Dentro del salón, Emir se rasca la barriga y mira uno de sus tebeos preferidos. Dentro de media hora, empieza el partido del Barcelona, que para los egipcios de este futuro medieval es lo que para nosotros un día representaron los Boston Celtics. Héroes con tanto talento para jugar como atormentada relación con la gloria.

Entretanto, un poeta cántabro roba una lámpara del palacio chino y la mezcla con los cielos del Cairo, donde debajo de una superpoblación de antenas parabólicas se esconden unos pocos adoradores de estrellas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como lo prometido es deuda, he hecho una segunda lectura, y hasta una tercera, sigo pensando que el título engancha, lo mismo que el primer párrafo, me gusta también el final, pero a mí la parte de Emir me descoloca, tal vez porque tengo muy idealizado Egipto y esa imagen tan cotidiana me abre los ojos... Aunque lo que importa es la esencia, que veo tienes bien guardada en una botellita de esas con diseño oriental. G2H