miércoles, agosto 24, 2022

La voz a ti debida (1933), de Pedro Salinas

Gestos que graban.

Amor que nos escoge. 

Celebrar vida. 


Recobrar la fe. 

Manantial de disfrute. 

Aceptar límites. 

Fuente de imagen: Amazon 

Pocos bardos como Pedro Salinas han sabido interpretar mejor la fuerza purificadora del amor. Hablamos de una corriente subterránea de goce vital que irradia en cada mirada que el poeta vuelca en este poemario, que funciona como una rica y compleja oda al amor, en su más expansiva e instrospectiva vertiente. Esa paradoja tan especial se explica en la estructura del libro. Primero se celebra a la amada: su decisión, su sensualidad, su entrega y esa manera tan única de celebrar los detalles. Ahí queda claro el amor como canto a la vida. En la segunda parte, el rapsoda se repliega en sí mismo, en la nostalgia de lo que ya no puede ser. Y aprende a añorar a su amada, en un ejercicio de nostalgia no exento de futuro generacional (misterios de la comunicación poética).

El libro funciona en un in crescendo que imita a la relojería del espíritu: con versos blancos, de suaves simetrías, metáforas a contraluz y una narratividad en la que prima la altitud y el asombro. Una manera de celebrar el amor que acaba elevando la vida y el gusto por poblarla...recomiendo escucharlo en esta versión de audiolibro, con la voz de Tomás Galindo

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