martes, mayo 11, 2021

Qué representa ser humanista en el siglo XXI

 


Existe un conocimiento general sobre lo que representó ser humanista en su momento, cuando floreció el Renacimiento, allá por los siglos XV y XVI, y se ubicó al  ser humano en el centro del debate, como medida de proporción y como eje para articular las cosmovisiones. Lo que no está tan claro es el papel que puede jugar un nuevo humanismo en el tiempo actual.

Para elaborar esta reflexión, me he guiado por la charla que dio en su momento Mario Rodríguez, Silo, fundador del Nuevo Humanismo o Humanismo Universalista. La reflexión se titula Humanismo, data de 2008, y puedes encontrarla en la web silo.net. En ella Silo habla de un nuevo humanismo que pone el ser humano como valor central.

Las reflexiones que contiene esta transmisión mantienen intacta su vigencia. Por ejemplo, cuando se habla de que "el mundo está necesitado, más que en otros épocas, de humanismo, porque los acontecimientos están marcando un desborde de la violencia en todos los campos y un deterioro de toda referencia en los individuos y los pueblos".

Ante esa situación, "el Humanismo Universalista tiene la posibilidad de crear conciencia y acción no violenta y constituirse en referencia para amplias capas de la población mundial. El Humanismo para ser eficaz debe contar con un movimiento organizado, participativo y flexible, que de especial importancia a la difusión de sus ideas y acciones. Sin duda, la mejor difusión será aquella que se base en acciones ejemplares con las cuales dar participación a sectores amplios de la población".

Cuando pienso en este tipo de acciones ejemplares, evoco las experiencias significativas que tejemos, de manera mensual, en los talleres del fuego que desarrollamos en la Asociación Humanista Entrevecinxs de Tetuán.. Espacios de convivencia, aprendizaje y afecto que nos permiten conectar con la intención evolutiva que representaron el manejo de la arcilla, la cerámica, los moldes, el bronce, el hierro o el vidrio, entre otros. Son ámbitos donde prima la comunicación y el trabajo en equipo, en una atmósfera colaborativa, en la que cabe la riqueza de un conjunto humano hecho con distintos estratos sociales, culturales y generacionales.

La transmisión que articula este relato contiene otras miradas que también sorprenden por su actualidad y valor. Como cuando se comenta que "la aceleración del tempo histórico que terminó de liquidar hace no mucho tiempo los restos feudales y coloniales, ha seguido avanzando hacia las frágiles estructuras de los estados nacionales, y a su vez las regionalizaciones siguen avanzando, no sin tropiezos, ante los nacionalismos agonizantes. Crece el chovinismo: se glorifica la cultura propia y se demonizan las ajenas, articulando así revanchismos cada vez más violentos. Al creciente embate de los imperialismos que afirman sus propios intereses y con ello justifican la violencia de una cultura sobre otras, va correspondiendo el aumento de la violencia general de las culturas".



Frente a esa dinámica de fragmentación y nihilismo, "el Humanismo Universalista debe actuar en las distintas culturas, respetando las diferencias entre ellas, así como respetando los usos y costumbres de cada cual, al tiempo que niega toda discriminación y afirma la libertad del ser humano por encima de sus características culturales".

Este artículo lleva la promesa de esbozar unos trazos respecto a qué representa ser humanista en estos tiempos confusos y de invidualismo atroz, intensificados por la pandemia. El inicio del documento humanista fija unas coordenadas que dan referencia y esperanza a un tiempo "los humanistas son mujeres y hombres de esta época. Reconocen los antecedentes del humanismo histórico y se inspiran en los aportes de las distintas culturas. No solamente de aquellas que en este momento ocupan un lugar central. Son además hombres y mujeres que se proyectan a un nuevo mundo. Los humanistas sienten que su historia es muy larga y que su futuro es aún más extendido. Piensan en el porvenir, luchando por superar la crisis general del presente. Son optimistas. Creen en la libertad y en el progreso social. Los humanistas son internacionalistas. Aspiran a una nación humana universal. Comprenden globalmente al mundo en que viven y actúan en su medio inmediato" (en esta parte cobra especial realce la aplicación diaria de la regla de oro "trata al otro como quieres ser tratado", a través de buenas dosis de atención, comunicación y compasión. Cuando realizas esas acciones unitivas, sientes que algo crece en tu interior, también el deseo de repetir esa clase de conducta, integradora.

Prosigue el documento humanista con una serie de claves que ayudan a emplazarse en este momento histórico. "Los humanistas no desean un mundo uniforme sino múltiple. Múltiple en las etnias, lenguas y costumbres. Múltiple en las localidades, las regiones y las autonomías. Multiple en las ideas y aspiraciones. Multiple en las creencias, el ateísmo y la religiosidad. Multiple en el trabajo y la creatividad. Los humanistas no quieren amos. No quieren dirigentes ni jefes. Ni se sienten representantes ni jefes de nadie. Los humanistas no quieren un estado centralizado ni un para estado que lo reemplaze. Los humanistas no tienen ejércitos policíacos ni bandas armadas que los sustituyan. Pero entre las aspiraciones humanistas y las realidades del mundo de hoy se ha levantado un muro. Ha llegado el momento de derribarlo. Para ello es necesario la unión de todos los humanistas del mundo".

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