Fuente de foto: Al día News
En esta breve nota recomiendo tres películas por sus características singulares para recorrer el arco emocional. Volver a empezar (1982), de José Luis Garci, es una oda al clasicismo y la nostalgia, que enamora por su sabor a momentos auténticos, ya sea por su romanticismo o por su exaltación de la amistad y esas pasiones cotidianas que te vinculan a la vida. A Garci, que logró el primer Oscar a una película española con esta historia, a veces se le va la mano con el modo en que se recrea en gestos y planos, pero el tono general es notable.
Nomadland, la gran triunfadora de los Oscar de este año, retrata la odisea de una mujer que escoge el nomadismo como modo de vida tras perder a su marido. Es una película áspera, sin muchas concesiones y con bastantes tiempos muertos (que ponen la paciencia cinéfila a prueba). Por momentos cautiva por la belleza de su paisajismo y los silencios de autointrospección que despliega. Pero decepciona por su falta de profundidad para bucear en las causas de la marginalidad de sus protagonistas. Tampoco ayuda la cerrazón de la protagonista en abrirse al mundo, que complica empatizar con ella.
Por último, encontré el otro día una agradable sorpresa del cine español de este año. Se llama Loco por ella. Cuenta la historia de dos jóvenes que se enamoran en una noche delirante y magnética. El reto para ellos es afrontar la enfermedad mental de la protagonista. Una temática delicada que se aborda con tacto, verismo y buenas dosis de humor. Quizá a veces se recurra demasiado a la broma fácil en esta historia, y tampoco profundiza mucho en las complejidades de los protagonistas, pero te hace pasar un buen rato y deja un poso de esperanza.
Sobre estas tres pelis he hablado con más detalle y algo más de vuelo en la página web de Alas y Raíces.
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