miércoles, mayo 20, 2015

A cambio de nada: cuando las amistades de barrio construyen una identidad



De qué va

La ópera prima de Daniel Guzmán relata la amistad entre dos adolescentes. Y pone el foco sobre todo en cómo uno de ellos se enfrenta a los demonios de su familia (con unos padres que no se soportan) y los propios (en un momento en el que está buscando su sitio y casi nada acompaña).

Por suerte, le queda la incondicionalidad de su colega (un bromance, que diría Elisa); que funciona algo así como amigo-hermano-novio y la referencia de un buscavidas-sobreviviente-canalla, que le enseña un código de honor y de disfrute de la vida, aunque la existencia le esté comiendo los bordes de su dignidad personal. También la complicidad de una luchadora octogenaria, que saca lo mejor del chaval…

Por qué me gusta

Porque desprende autenticidad. Porque es dura y tierna a un tiempo, porque (casi) no hace concesiones y porque nos recuerda que hay un margen importante de elección y autonomía vital en todas sus vidas. Más cuando se está al comienzo del viaje.

La película también cautiva por su veracidad, sentido del ritmo, por su aliento de primeras veces y por su habilidad para dibujar personajes interesantes, con una mención de nota para el trabajo actoral del debutante Miguel Herran.

Qué le falta

Pocas cosas (quizá algo más de fuerza al final, tal vez un poco más de vida costumbrista de los chavales en su barrio, algo más de interacción social). Uno olfatea que ahí podría haber una interesante secuela…

La guinda

Hay varias. Me quedo por ejemplo en la continua lucha de superación en lo lúdico de los amigos para exprimir la velocidad de su moto o en la manera en la que tratan de trenzar un triángulo mágico femenino con algunas de las chicas y-o mujeres que se cruzan en su vida.

Cuándo verla

A las faldas de un fin de semana o de un puente se disfruta más. Mejor todavía si tienes la suerte de que tu acompañante ría con la musicalidad de las musas…

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