martes, diciembre 09, 2014

Las mudanzas de la camaradería y la mala hostia masculina


Elegancia. La elegancia fluye, ha fluido, en el trazo cotidiano de miles de historias de nuestra historia reciente, que es lo que se retrata en es este poema en movimiento.

Tipos de acero, subyugados por el destino, que conservan su poder y vibración mientras martillean. Una gigantesca ola de sonido y rabia que genera suficiente facilidad como para ir bosquejando armónicos deslizamientos sincronizados y gestos directos.

Una seguridad llena de locura y armonía gestual que ha estructurado las relaciones de trabajo (con su balsa de camaradería) y sobrevivencia, también dominación, durante decenios. Para eso está la danza contemporánea, para destilar esa belleza y fundir los músculos de la orquesta corporal con los del baile interior de los espectadores.

En los peores momentos, casi nos transferimos extinción.

En los mejores, más abundantes de lo que parece, hacemos de la risa, la atención y la persistencia un poema colectivo de proyectos definidos.

El sabor de las cosas bien movidas.


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