martes, noviembre 11, 2014

Interstellar: el viaje a los límites, la aventura de la continuidad


De qué va. En un futuro razonablemente cercano (por las referencias dadas en la historia y quién sabe si por el grado de compulsión consumista de recursos de nuestra civilización), la humanidad se encuentra bastante cerca de la extinción: las plagas son habituales, muchos terrenos ya no generan alimentos y la conciencia sobre las prioridades ha cambiado tanto que los ejércitos ya no existen y la mayoría de la población mundial es granjera.
En ese ambiente, Cooper, un antiguo ingeniero y piloto de la NASA, viudo y padre de dos hijos, lidia por sacar adelante a su familia y su destino en una granja en la que cuenta con la ayuda del padre de su fallecida mujer. Así hasta que algo cambia en sus vidas, una serie de misteriosas señales guían a su hija y a él hasta un lugar donde conocerán un desafío que cambiará para siempre su destino como familia y también el de nuestra especie.

Por qué me gusta. La idea que mejor pone de acuerdo lo que ha sentido mi cerebro límbico (el de las emociones) y el neocórtex (las ideas racionales) es el carácter sinfónico de esta historia, donde están armoniosamente entrelazadas la épica y el intimismo, la aventura espacial y las relaciones personales, las imágenes y la música, la contención y ciertas pinceladas de humor. Estamos ante una película que pone de acuerdo al cine de masas con el cine de autor.
La historia desprende magnificencia y también un toque de emoción y sentimiento que cautiva al humano medio de nuestro tiempo (un arte en el que Spielberg siempre ha sido el rey). El sentido del ritmo está manejado de una manera muy notable (por ejemplo, en la elipsis que ensambla la transición entre la despedida en coche y el comienzo del viaje espacial). Tiene mérito esa estructuración si pensamos que la historia bordea las tres horas.

Pasas la mayor parte de ese tiempo clavado a la butaca. Una parte sustancial de ese mérito corresponde a la monumental banda sonora que ha creado Hans Zimmer. ¿Por qué creo que funciona esta historia? Más allá del mérito de su director, Christopher Nolan, para dirigir y escribir (junto a su hermano, Jonathan) la historia con pulso y belleza narrativa, porque habla de temas universales: el amor entre padres e hijos, la búsqueda de un lugar en el cosmos, nuestra necesidad de construir un futuro viable como especie…
Como espectador y, por loque he escuchado al señor Matthew McConaughey, como actor, uno de los atractivos de esta película es que nos traslada a territorios desconocidos, donde lo mismo emergen olas con anatomía de Everest que transitamos planetas de belleza desolada, donde las nubes están tan congeladas como solían estarlo las alfombras de los osos polares.

Como espectador, esto significa que en parte te trasladas a lo desconocido, a nuevos territorios tan solo intuidos por la imaginación. Eso siempre es emocionante, más allá de que Nolan se ayude de referencias míticas, como ‘2001, una odisea en el espacio’, del maestroKubrick,  o ‘El Árbol de la vida’ del siempresingular Malick.
Para los actores, es intimidante y excitante a un tiempo, sentir que puedes componer nuevos gestos, nuevas miradas en un entorno inédito, tanto como el silencio sobrecogedor que inunda la nave durante el viaje (lo más parecido que conozco a ese silencio se encuentra en las faldas del Teide…). Por el camino, se tejen relaciones personales veraces, llenas de amor y protección, deseo y sutileza, también lucha de egos, bajezas humanas, y una genuina pulsión por salir hacia adelante que siempre ha distinguido a nuestra especie, desde que, por ejemplo, aquella explosión delVolcán de Sumatra, estuvo cerca de acabar con nuestra historia.   

Diría, en resumen, que la historia es bastante redonda, que tiene momentos de mucha belleza (el espacio quiere que pensemos en él como una posibilidad para decorar algún lugar de nuestra casa o, al menos, de nuestra conciencia), emoción, tensión y asombro. Que mezcla lo cercano (el amor como combustible de lo mejor que podemos dar) con lo audaz (exponiendo de manera mediamente digerible conceptos de la física cuántica http://es.wikipedia.org/wiki/Mec%C3%A1nica_cu%C3%A1nticao y otros menos conocidos como el del agujerogusano).
En el terreno de la interpretación, una mención especial para la economía gestual de Mathew McConaughey, la atractiva vulnerabilidad de  Anne Hathaway, el magnestismo de Jessica Chastain (la venus de Botticelli del siglo XXI) o la frescura convincente de Mackenzie Foy. Aunque quizá los que de verdad deberían ser entrevistados en People o Rolling Stone deberían ser los robots de esta historia, hechos con el material de HanSolo.

Cuando sales, la película ha puesto una alfombra invisible para que puedas hablar con los amigos sobre diversos ángulos de la historia, que mezcla géneros (ciencia ficción, épica, aventuras, drama, toques de comedia…) con el aroma de esas películas con las que disfrutas y aprendes, te intrigas y emocionas.
Las pegas. En algunos momentos, los diálogos de la cinta se estragan en una sobreabundancia de conceptos técnicos. Esa textura está bien (imagino) para legitimar el fundamento científico de la película, pero hace que a veces te sientas un tanto ajeno a la misma. Algo parecido sucede con algunos diálogos bastante explícitos (restando poder al gesto, a la mirada, a lo tácito…). También con algunas secuencias de acción, donde quizá si podría haber actuado más la Musa Elipsis. Es decir, a veces le sobran subrayados a la historia.
Esa merma por elevación nos remite a una crítica común en los detractores de Nolan: su exceso de grandilocuencia. Y sí, es cierto, a veces se le va la mano con el sentido de la trascendencia. Pero al menos es un cineasta reconocible y transparente. Con suficiente talento como para conectar su historia con el gran público y para hacerlo con un toque personal, brillante por momentos, audaz en su sentido de la estética y la épica en otros.

Cuándo verla.
Ya. Esta es una de esas películas de las que vas a oír hablar unas cuentas veces en los próximos años y siempre es mejor hacerse una idea propia sobre la misma, antes de que la oleada de expectativas te impida filtrarla por tu paladar de una manera más limpia y espontánea. Me gustará conocer tu opinión y que la materialices en un comentario aquí,  lo más probable es que aporte matices que este telescopio de barrio no ha sabido captar.  

Pd: El viaje a los límites porque esta es una epopeya que nos lleva a unos límites que un día fueron América o África, que ahora están en la conciencia, y mañana ahí afuera…
La aventura de la continuidad, porque como bastantes de vosotros ya estáis viviendo, es una batalla y un placer cuidar y guiar a los hijos para que esta historia disfrute de nuevos capítulos.

De propina, os dejo un poema de Dylan Thomas que funciona como mantra rítmico a la hora de situar la atmósfera emocional que impregna esta historia...

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