martes, julio 04, 2023

El tiempo que siempre se pidió


 En algunos lugares del poblachón manchego que un día se hizo capital, hace algún tiempo que vivían dos jóvenes cuyo destino estaba entrelazado en el lenguaje cifrado que dicen emplean las estrellas para entrecruzar las vidas. 

Ana tenía el pelo rizado, la mirada despierta, era expansiva y alegre y desde bien pequeña mostró una madurez fuera de lo común. Luis era reservado, corría como el viento y pedaleaba como un centauro, tanto que despuntaba como triatleta, además de ser un gran conversador, amigo confiable y el chico para los recados que hiciera falta en casa. 

Poco a poco, nuestros amigos fueron forjando su propio camino. Ana aprendió a llevar el ritmo del baile como muy pocas personas, mientras derrochaba inconformismo en las aulas de agrícolas y en noches repletas de irreverencia y sabor, visitando, poblando incluso, la legendaria Argentina. Entretanto, Luis apuraba los albariños a la vuelta de estancias imposibles en lugares tan remotos y sugerentes como Finlandia. Por el camino, ambos se fogueaban en el arte de amar pero…

Algo faltaba. Llámalo chispa, llámalo certeza, llámalo alguien que no te ponga pegas cuando quieres pegarte otro viajazo. Todo cambió en una de esas tardes noches con aroma a cultura y cultivo de la amistad. Desde el primer momento se sintieron atraídos el uno por el otro. Luis odiaba ser el centro de atención. En el arte del ligoteo, le daba vergüenza llegar ante la Dulcinea de turno y darse cuenta de que no tenía ningún piropo sencillo y creíble a mano…supo entonces que algo iba bien cuando se le caían los chascarrillos y los flirteos de los bolsillos al hablar con esa atractiva desconocida. De repente, !!Eureka!! Lo importante es sentir que tienes ganas de centrar tu atención en la chica que te gusta. Así se te bajan los dow Jones de la vergüenza.

 Dicen que pasan cosas así cuando encuentras a tu alma cómplice, la persona que te hace bailar, reír y hasta rockanrolear sin que sientas un átomo de pudor. Por lo menos en la intimidad de un garito sazonado con brebajes mágicos. 

La constelación de amigos pronto nos dimos cuenta de que esto iba en serio. Ana devolvió a la barista de la calle Melancolía todas las alhajas que un día le había aceptado para sobrellevar el dolor de la pérdida. Luis se transformó en la versión más dandi de un deportista poco dado a las sutilezas. De repente se le puso una cara de felicidad que sus amigos de la infancia no le conocíamos. 

Estar con ellos es una oda a la compañía más agradable: la mejor comida gracias a los buenos oficios de Ana Máster Chef Hogareña, buena música, conversaciones cinéfilas, culinarias y literarias así como un gusto por aprender y cuidar a los seres queridos y amigos que dejan huella. Ese universo se puso en modo Big Bang con la llegada de Juan primero, el pistolero más rápido y divertido del Salvaje Juego, y de Miguel después. Se llega incluso a tener un pellizco de envidia hacia esos pequeñuelos por los sabios consejos y guías que van a recibir, están recibiendo ya, de sus padres, polos a tierra de sentido común, compromiso y esperanza en lo cotidiano. 

No es del todo descabellado pensar que llegará un día en el que Miguel y Juan hablarán con sus padres a través de una tecnología parecida al cristal de la comunicación con el que Superman conversaba con su padre biológico. Cortesía de la Inteligencia Artificial del futuro, que para cuando nuestros dos pequeños protagonistas sean mayores hará más cercana la posibilidad de conversar con la esencia de nuestros seres queridos cuando estos hayan partido (esa tecnología ya existe, imaginemos cómo se habrá refinado en el futuro). Esas conversaciones hablarán sobre el valor de la rectitud a la hora de portarse bien con uno y los otros, tendrán mucho de sentido del humor y por supuesto buenas dosis de la mejor música, ya sea jazz, rock o flamenco, o del cine más alternativo y audaz, de ese que te sorprende en la soledad porque deja poso. 

Antes de que eso ocurra, es fácil imaginar a nuestros amigos encendiendo un fuego en la vejez. Luis por fin encontrará el tiempo que siempre pidió para dar un salto de calidad a su interpretación del clarinete y modelar su espalda al ritmo de la piscina del Canoe, haciendo honor así a la realidad de 'one club man' en su vertiente de barrio. Mientras que Ana será la anciana más jovial, una de esas ciborgs que rebosa vitalidad gracias a unas piernas de flexible titanio que le harán revivir viejas hazañas danzarinas en Senegal, mientras se pone el audio libro más reconfortante gracias a unos audífonos que dejan los oídos de Colmillo Blanco en pálidos aprendices…

Antes de que ese momento llegue, tenemos la suerte de disfrutar de un evento único y cercano, artesanal y cálido, como el corazón y la cabeza de estos contrayentes. Seguro que Elvira y Enrique sonríen complacidos allá donde estén, orgullosos de las personas en las que se han convertido sus hijos. Mientras que Carmen y Paco, junto a Quique y Alberto y sus familias, celebran esta y todas las noches que aguardan la unión sagrada de la bailarina ingeniera y el informático deportista…

Ya lo dijo el poeta Silo: "Nombrador de mil nombres, hacedor de sentido, transformador del mundo...tus padres y los padres de tus padres se continúan en tí. No eres un bólido que cae sino una brillante saeta que vuela hacia los cielos. Eres el sentido del mundo y cuando aclaras tu sentido iluminas la tierra".

!Qué el la Fuerza y el Sentido os acompañen, amigos! !!Feliz camino juntos!!



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