sábado, junio 21, 2014

Continuidad y cambio: lecciones que da el deporte y la vida

Todo empezó en el corazón de mayo, en Milán, esa ciudad donde il Duomo acapara su mayor cuota de belleza, las mujeres beben despaciosas en la medianoche a la vera del río y los hombres cuidan más su despeinado peinado  que las propias donas. En ese escenario, nos ilusionamos con la inyección de baloncesto que el Madrid le metió al Barça (37 puntos de ventaja en semifinales) y nos vinimos abajo (no tanto como para renunciar a una hamburguesa posterior)  con una final donde la cenicienta hebrea, ese clasicazo europeo llamado Maccabi,  nos mojó la oreja para levantar su sexta Copa de Europa tras ganarnos en la prórroga.  

Esa derrota dejó cicatrices que el Madrid todavía está curándose. Tras un play off bastante errático, el primer partido de la final de la Liga Endesa ha deparado un Barcelona más fluido, que viene de menos a más. La historia del deporte, como la de la vida, está llena de redenciones, de cantidad de micro-aprendizajes que de repente se plasman  en algunos logros llamativos. Los abonados del baloncesto merengue mantenemos la fe en el equipo, aunque los primeros indicios de esta saga no hayan sido muy alentadores.  En esa línea meto la décima Copa de Europa en la que el Madrid de fútbol ganó en Mayo, con una demostración del material del que están hechos los más grandes.

El Real compitió en aburrimiento contra el Atleti en una primera parte que no hizo honor a los momentos de brillante fútbol que ambos equipos han encadenado a lo largo de la temporada. La segunda parte fue otra historia. Isco y Marcelo pusieron la poesía y Ramos hizo una oda al orgullo competitivo con uno de esos cabezazos ganadores que se graban en la memoria colectiva. Mientras hay vida, hay oportunidad para la plenitud. Después, concretaron Bale, Marcelo y Cristiano (que dejó a Miley Cyrcus en una aprendiz de la provocación). Espacio y tiempo para un momento competente de serenidad, dominio y acierto personal y colectivo.

Ramos no tiene buena prensa. Al menos no entre buena parte de mis amigos, algunos de ellos miembros ilustres de la yihad merengue. Hacen chanza de su dispersión y sus meteduras de pata en las redes sociales. A mí sin embargo se me hace simpático. Es un tipo que va de cara. Es capaz de reírse de sí mismo y ha demostrado valentía en los momentos importantes de la selección y el Madrid. Valentía y decisión, un binomio que mezclado con trabajo, confianza y unas innegables condiciones físicas, técnicas y, por qué no, mentales (“el resentimiento es para los perdedores, las excusas son para los  que bajan los brazos”), le han llevado a ser considerado por muchos uno de los mejores centrales del mundo, si no el mejor.

Ya sabemos, no obstante, que ese maravilloso estado de forma no ha cuajado en el mundial, donde nuestra selección ha vivido una pesadilla que parece inversamente proporcional al trío de coronas del que veníamos. Así es la vida. Buen momento para tirar del manual de Carlo Ancelotti “cuando estoy contento, procuro vivirlo con serenidad, sin grandes euforias. Disfrutándolo pero tranquilo. Y cuando las cosas vienen mal dadas, busco no deprimirme demasiado”.  Llámalo equilibrio. Una tendencia que Davide y yo identificamos con nuestro libro de estilo particular con la ataraxia, que heredamos de los abuelos griegos y el tío Dean Martin: “un camino de equilibrio emocional, control de las pasiones y afirmación del ánimo”.

Respecto al batacazo de la selección, sirve para tener presente algunas ideas aplicables en la construcción de un proyecto vital, del tipo que sea, en el día a día. Necesitas dar continuidad a lo que tienes (lo que has elaborado, progresado, recibido, compartido, aprendido…Ese río de vivencias que hace que las cosas funcionen de una manera bastante fluida) y, al tiempo, tener presente que la vida (el deporte) es cambio. La vida es un deslizamiento suave que no debes apresar; si te agarras demasiado a ella (la nostalgia, el apego, los miedos, la ansiedad por lo que viene o te gustaría que viniera), antes o después te estancarás o te darás un batacazo.

La vida, como el proyecto de una selección, funciona cuando estás presente y agradecido, y la vives con confianza y serenidad. En el caso de la selección ha faltado (palabra de Xabi Alonso) intensidad y hambre. Limpieza mental. Algo inconsciente que es difícil cuidar cuando estás en la cima (pienso en el retiro de Jordan en plenitud tras ganar tres anillos o la apatía premundialista de Messi este año). La motivación necesita de líderes valientes, reflexivos e imaginativos (ya sea líderes exteriores o nuestro liderazgo interior).
Del Bosque, del que admiro tantas cosas, esta vez tampoco ha estado a la altura. Ha primado el amiguismo por encima de la meritocracia (Gabi, Carvajal, Isco, Llorente, Negredo y Navas o Delofeu nos habrían dado mucho más margen de reacción tras el batacazo contra Holanda). 

De todo se aprende. Ya sea él el que pilote el cambio generacional o un nuevo técnico. Sea como fuere, harán bien en tener presente esa idea de continuidad y cambio con la que hemos  ‘encapsulado’ esta reflexión. En esta selección todavía hay mucho jugador válido (incluidos varios veteranos que ahora mismo están en la picota, como Xabi Alonso o Iker Casillas).

Haremos bien en no apuntarnos al deporte nacional de la bipolaridad. Somos los mejores. Somos un desastre. La vida no está en los extremos, por eso espero que esta noche los aficionados al baloncesto viajantes recuperamos nuestra primera noche milanesa y volvamos a ver desplegada la magia del Chacho, la juventud crepuscular de Felipe o el instinto de acertar sin pensar de Rudy y Lllul.

Quién sabe, puede que hasta a Laso le haya sentado bien su rotura del talón de Aquiles y, entre la maleza de sus flamantes muletas, visualice un partido con mayor agresividad defensiva, mejor circulación de balón, más flexibilidad para dar continuidad a los que se lo merezcan (las rotaciones dejan de ser sagradas en las finales) y un repertorio estratégico más matizado cuando aterricen los finales ajustados.

Ya lo dijeron los clásicos, en la vida, como en deporte: continuidad y cambio J

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