(El Alta Gestión tuteó al Real Madrid en un emocionante partido, pero al final pesó más la consistencia de los jugadores merengues, liderados por un fantástico Bullock)
El Real Madrid de esta temporada es uno de los equipos más raros que se recuerdan en el baloncesto de elite. Sus partidos son una montaña rusa de rendimiento. Es capaz de remontar lo imposible y tiene momentos de sesteo donde parece dilapidar su prestigio. El inicio de su partido de este lunes con el Alta Gestión validó esta percepción. Empezó muy bien el Fuenla, endosando a los blancos un parcial de 8-0 y respondieron los merengues con un guarismo de 0-18 que dio a los visitantes el control del choque.
Con rachas anotadoras así, el cineasta Ed Word, maestro del esperpento cinematográfico, se hubiese puesto las botas en su momento, rodando escenas que de irreales acababan convirtiéndose en puro divertimento. Pero no, como bien señala el lugar común, si uno observa bien, la realidad acostumbra a superar a la ficción.
El partido estuvo condicionado por la baja de Felipe Reyes, el jugador más intenso de la liga bajo los aros. Su baja fue aprovechada por los naranja para gobernar los tableros (37 capturas por 29), gracias a buenas dosis de motivación y empeño. Pero no fue suficiente. Y eso que secundarios como Tskitisvihili (19 puntos y 6 rebotes) y Mainoldi (13 puntos y 5 rebotes) se pusieron el traje de gala.
El Fuenla probó un acierto espectacular desde la línea de triple (14 de 29), remó mucho e intercambió golpes de una manera emocionante. Contra la mayoría de los equipos eso hubiera bastado para salir victorioso. Pero las escuadras grandes suelen tener jugadores verdaderamente especiales. Y en esa categoría figura Louis Bullock, que dinamitó el encuentro con su particular muestrario de canastas en escorzo. El talento de Washington anotó desde todas las posiciones, imaginables o no, con una serie formidable: 7 de 7 en tiros de 2 y 3 de 6 en triples. Y encima tuvo arrestos para secar a Oleson, que completó su peor partido de la temporada (2 puntos y 3 balones perdidos).
El alaskeño parece una sombra del jugador que deslumbró a la liga. Sin confianza y propenso a cometer pasos de salida. Le falta swing, ese algo indescifrable que te lleva al éxito en una cancha de baloncesto o en las relaciones humanas. La buena noticia para él es que sabe que lo tiene. Ahora sólo le toca recuperarlo. Quizá pueda hacerlo elevando la carga de entrenamientos, ahora que por fin se ha curado de los dos esguinces que ha sufrido en las últimas semanas.
Eso sí, por un momento la victoria naranja pareció posible. Esa franja de partido tuvo nombre propio: Saúl Blanco, ese jugador maravilla capaz de rebotear, conducir un contraataque y anotarlo. Todo ello sin aparente esfuerzo. El ovetense suda clase y su partido fue casi portentoso: 19 puntos, 10 rebotes y 4 asistencias. El casi obedece a los dos tiros libres que erró en los momentos clave del partido.
Claro que Tskitisvihili, el otro hombre grande naranja del día, también pifió un par de bolas determinantes en los momentos calientes. Así las cosas, el Fuenla se tuvo que rendir al talento de Bulock y la fiereza de Massey y Hervelle en la pintura. Sólo restan cuatro partidos para finalizar la temporada regular. Y, con dos victorias reales de desventaja con el Ricoh, el Fuenla está obligado a ganar esos cuatro envites para alimentar sus opciones de disputar el título con la jet set de la liga.
El Real Madrid de esta temporada es uno de los equipos más raros que se recuerdan en el baloncesto de elite. Sus partidos son una montaña rusa de rendimiento. Es capaz de remontar lo imposible y tiene momentos de sesteo donde parece dilapidar su prestigio. El inicio de su partido de este lunes con el Alta Gestión validó esta percepción. Empezó muy bien el Fuenla, endosando a los blancos un parcial de 8-0 y respondieron los merengues con un guarismo de 0-18 que dio a los visitantes el control del choque.
Con rachas anotadoras así, el cineasta Ed Word, maestro del esperpento cinematográfico, se hubiese puesto las botas en su momento, rodando escenas que de irreales acababan convirtiéndose en puro divertimento. Pero no, como bien señala el lugar común, si uno observa bien, la realidad acostumbra a superar a la ficción.
El partido estuvo condicionado por la baja de Felipe Reyes, el jugador más intenso de la liga bajo los aros. Su baja fue aprovechada por los naranja para gobernar los tableros (37 capturas por 29), gracias a buenas dosis de motivación y empeño. Pero no fue suficiente. Y eso que secundarios como Tskitisvihili (19 puntos y 6 rebotes) y Mainoldi (13 puntos y 5 rebotes) se pusieron el traje de gala.
El Fuenla probó un acierto espectacular desde la línea de triple (14 de 29), remó mucho e intercambió golpes de una manera emocionante. Contra la mayoría de los equipos eso hubiera bastado para salir victorioso. Pero las escuadras grandes suelen tener jugadores verdaderamente especiales. Y en esa categoría figura Louis Bullock, que dinamitó el encuentro con su particular muestrario de canastas en escorzo. El talento de Washington anotó desde todas las posiciones, imaginables o no, con una serie formidable: 7 de 7 en tiros de 2 y 3 de 6 en triples. Y encima tuvo arrestos para secar a Oleson, que completó su peor partido de la temporada (2 puntos y 3 balones perdidos).
El alaskeño parece una sombra del jugador que deslumbró a la liga. Sin confianza y propenso a cometer pasos de salida. Le falta swing, ese algo indescifrable que te lleva al éxito en una cancha de baloncesto o en las relaciones humanas. La buena noticia para él es que sabe que lo tiene. Ahora sólo le toca recuperarlo. Quizá pueda hacerlo elevando la carga de entrenamientos, ahora que por fin se ha curado de los dos esguinces que ha sufrido en las últimas semanas.
Eso sí, por un momento la victoria naranja pareció posible. Esa franja de partido tuvo nombre propio: Saúl Blanco, ese jugador maravilla capaz de rebotear, conducir un contraataque y anotarlo. Todo ello sin aparente esfuerzo. El ovetense suda clase y su partido fue casi portentoso: 19 puntos, 10 rebotes y 4 asistencias. El casi obedece a los dos tiros libres que erró en los momentos clave del partido.
Claro que Tskitisvihili, el otro hombre grande naranja del día, también pifió un par de bolas determinantes en los momentos calientes. Así las cosas, el Fuenla se tuvo que rendir al talento de Bulock y la fiereza de Massey y Hervelle en la pintura. Sólo restan cuatro partidos para finalizar la temporada regular. Y, con dos victorias reales de desventaja con el Ricoh, el Fuenla está obligado a ganar esos cuatro envites para alimentar sus opciones de disputar el título con la jet set de la liga.
2 comentarios:
Sin duda tu crónica más ortodoxa e inspiradora. Me hace evocar las puestas de sol frente al muelle de la Bahía en mi Getxo natal.
Besos
La Chica de la Camiseta Naranja de la tercera fila del Fernando Martín.
Guauuu, gracias por el comentario. Sorprende como una crónica tan formal te ha evocado tanto. Pero no seré yo quien niegue un simil tan hermoso.
Besos
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