Estar centrado.
En un caudal de atento.
Cuando amas tu son.
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Haikus, liras, sonetos, submarinismo emocional...cine, series, baloncesto y algo de literatura; arrebatos y destellos para darle arraigo a la posibilidad. Lo mejor está por venir. A través de esa idea, vivo, disfruto y ordeno la realidad, que construimos juntos cada día :-). Un blog de Pedro Fernaud Quintana
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La decimoctava película de Fernando Truena, El olvido que seremos (inspirada en el libro del mismo nombre cincelado por el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince) es un canto al amor y la familia, también a la nostalgia y el valor de las primeras veces, al tiempo que representa también un retrato de primera mano de la violencia que azotó con especial virulencia a Colombia durante el siglo pasado.
La primera parte de la película se centra en la infancia de Abad Faciolince y su familia, con especial énfasis en la figura de su papá, Héctor Abad (interpretado magistralmente por Javier Cámara), un reputado médico y catedrático que hizo muchas iniciativas para mejorar la calidad de vida de sus vecinos y la comunidad en la que estaba arraigado. Esa primera parte es luminosa, divertida, tierna, emocionante...también con sus pinceladas de adversidad. Funciona así mismo como viaje iniciático del protagonista.
La segunda parte de este relato audiovisual resulta mucho más áspero e incisivo, explorando un desencanto personal y colectivo del que se pueden extraer valiosas elecciones.
Es una película que cumple una doble función. Por un lado, celebrar la vida y las infinitas posibilidades que ofrece cuando una persona se esmera en amar lo que hace. Por otro, arrojar algo de claridad y esperanza sobre la compleja realidad colombiana.
Por el camino, agradeces que todavía existan películas así: capaz de entremezclar en una misma historia comedia, costumbrismo, suspense y drama. Sin perder nunca de vista el aliento poético. Una joya. En este artículo de Alas y Raíces, explico con más detalle los motivos...
Fuego que cuida.
Descanso del guerrero.
Proyectar vida.