Cuida el propósito.
Y prioriza lo esencial.
Fortalecerse.
Haikus, liras, sonetos, submarinismo emocional...cine, series, baloncesto y algo de literatura; arrebatos y destellos para darle arraigo a la posibilidad. Lo mejor está por venir. A través de esa idea, vivo, disfruto y ordeno la realidad, que construimos juntos cada día :-). Un blog de Pedro Fernaud Quintana
lunes, septiembre 30, 2019
sábado, septiembre 28, 2019
viernes, septiembre 27, 2019
jueves, septiembre 26, 2019
miércoles, septiembre 25, 2019
domingo, septiembre 22, 2019
Gilda: el perfume de lo sugerente y unos diálogos para asombrarse
Fuente de foto: zeleb.es
Gilda es el símbolo por excelencia del glamour y la sofisticación. La historia, filmada en 1946 por Charles Vidor, narra la historia de un jugador compulsivo (Jhonny Farrell, al que da vida el magisterio actoral de Glenn Ford) redimido en director de un casino, del ricachón mafioso (Bulin Madson, encarnado por George Macready) que lo rescata y de una mujer tan bonita como agradable y jugona, Gilda (interpretada por Rita Hayworth), que ahora está casada con el ricachon pero que en su momento fue el amor incandescente de Jhonny, al que dejó hecho puré el corazón con sus variables apetencias...
Gilda es de esos animales hermosos para los que el flirteo con desconocidos es la brasa con la que alimenta el fuego de la atracción y el deseo con su amor imposible, hecho de contrastes y ambigüedades. Un idilio a medio rehacer durante la peli, resaltado por unos diálogos depurados hasta la genialidad, como esa escena en la que Gilda afea a Jhonny su proteccionismo (el bueno de Farrel intenta que la mujer de su jefe no se la lie parda con el primer desconocido guaperas y galante que se cruza en su camino) con estas palabras: "si yo fuera un rancho, mi nombre sería Tierra de Nadie..." ).
Gilda es también, durante la mayor parte del rato, una oda al cine negro y la psique torturada de esas parejas que juegan al gato y el ratón en el grueso del tiempo compartido.
Visualmente es hipnótica, con una puesta en escena teatral, y sobreabundancia de copas y fumeteo. En cuanto al contenido, resulta instructiva: muestra cómo las pequeñas venganzas sentimentales acaban tiñiendo de un clima emotivo atormentado a sus protagonistas. Y, a pesar de todo eso, es una película que engancha, por el carisma de sus personajes y la tensión que emanan sus escenas... Donde nada es exactamente lo que parece.
Fuente de foto: Wikipedia
Una historia adelantada varios decenios a su tiempo. Co-escrita (Marion Parsonet) y producida (Virginia Van Upp) por dos mujeres. Un canto a la liberación de las féminas (una insinuación al menos). Una protesta a la huelga de amor y de atención de algunos hombres hacia sus mujeres, en un tiempo en el que una parte significativa de las chicas eran exhibidas como objetos o trofeos de caza...
Gilda nos cae bien por su simpatía (memorables los diálogos con el tío Pío, una suerte de filósofo de ocasión entre bastidores del casino y Pepito Grillo también de Jhonny), su ansia de libertad, su belleza y su talento para la insinuación (la manera en la que se quita el guante mientras canta Put the Blame on Mame es una de las cumbres de la sugerencia y el erotismo del cine todos los tiempos).
Además de cine negro, esta camaleonica historia es también drama, comedia, aventura y... Romance, es lo que ocurre con las obras maestras, que adquieren una tonalidad nueva conforme las revisitas. Y celebras ese encanto que perdura.
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viernes, septiembre 20, 2019
jueves, septiembre 19, 2019
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domingo, septiembre 15, 2019
Oda a los campeones del mundo de baloncesto: cuando la rebelión a los determinismos se convierte en una inspiración
Fuente de foto: El Diario El Mundo
España ha ganado el campeonato mundial de baloncesto. Lo ha hecho por segunda vez, esta vez en China. La primera fue en 2006, en Japón.
Los amigos orientales y nuestro equipo nacional de basket tienen algunos rasgos en su comportamiento y su actitud ante la vida que describen por qué nos hemos entusiasmado con el juego de esta selección: el espíritu de superación, el trabajo en equipo y una determinación para hacer las cosas que despierta admiración y a veces se presta a la parodia. Es lo que nos sucede cuando nos encontramos ante personas y colectivos que inspiran por sus cualidades y que nos causan extrañeza con algunos rasgos y acciones ejemplares.
Seguramente, este es el triunfo que más he disfrutado desde que soy aficionado al baloncesto. España no partía entre las grandes favoritas. No tenía el talento despampanante de otras ocasiones. Pero cobijaba en su interior una virtud que marca diferencias, en la vida y el deporte: la fe en si misma y en sus posibilidades.
Claro que esa cualidad no sería gran cosa si no la adobara con dos igual de importantes: una inagotable capacidad de trabajo y, aún más importante, la atención y la sed necesarias para superarse en cada entrenamiento y cada choque.
El equipo ha gravitado en torno a la fluidez anotadora de Ricky Rubio, Marc Gasol y Sergio Llull, a los que, cuando la ocasión lo requería, se sumaban sin grandes dificultades Juancho, Rudy, Claver, Willy u Oriola. El resto de los jugadores han aportado cantidades industriales de defensa, entrega y unión en los ánimos desde el banquillo o los minutos con cuentagotas (gracias Colom, Beirán, Rabaseda y compañía por hacer posible todo esto con vuestro compromiso y rendimiento durante las ventanas FIBA, esas partidas de poker a cara de perro en la que quedaron descartados en el camino previo del mundial equipos tan ilustres como Eslovenia, vigente campeona de Europa). Ese espíritu de equipo ha marcado diferencias en los momentos más difíciles del campeonato.
Casi nos quedamos tirados en la cuneta contra equipos de la clase obrera de la élite mundial, como Irán o, en algún momento, Puerto Rico. Hubo otros partidos en los que parecía que el rival nos iba a avasallar (primer cuarto contra Serbia) o pintar la cara (la mayor parte del partido contra Australia). Sin embargo, en ninguna de esas situaciones bajamos los brazos. Mantuvieron (mantuvimos, si hacemos caso a la física cuántica y los experimentos que documentan cómo el espectador modifica la realidad con su mirada :p) la templanza y siguieron jugando con orden, vigor y ese algo más de valentía, lectura de juego y acierto que da campeonatos.
También ha jugado un papel muy relevante en este triunfo el seleccionador nacional, Sergio Scariolo y su cuerpo técnico (grande Luis Guil, el tipo que también hizo jugar, en su momento, al Baloncesto Fuenlabrada y las selecciones nacionales de formación como los angeles), que ha agregado al equipo un plus táctico en defensa y ataque, con algunos movimientos clave para neutralizar a los jugones de equipos como Serbia o Argentina.
Hoy ha sido la guinda contra la Argentina de mi amigo Ezequiel: desactivamos bastante de su arsenal de jugadores caviar (con Luis Scola y Facu Campazzo como principales damnificados) y repartimos la anotación en una nueva demostración coral, con los tres magníficos arriba celebrados partiendo la pana en ataque.
Ha sido emocionante. Y muy inspirador para la vida cotidiana. ¿Por qué? Porque te recuerda que no es tan importante el talento o lo que la genética te haya regalado. Ni siquieta no son tan importantes los fracasos que hayas cosechado. Ahí algo que va más allá de lastres del pasado, determinismos del presente o expectativas del futuro.
Algo que tiene que ver con la humildad y la cuidadosa búsqueda. Con los aprendizajes y la experiencia que cada uno de nosotros tejemos en nuestro recorrido vital. Con la fraternidad y la complicidad que da el compartir los veranos con los amigos desde hace muchos años, haciendo lo que más te gusta. Algo que habla de compromiso y de amar lo que haces, y con quien lo haces, cada día.
Fuente de foto: La Sexta
Para mí el mayor ejemplo de esta demostración de superación, de tirar por el sumidero las etiquetas o los prejuicios, ha sido Ricky Rubio. El chico del Masnou irrumpió como un prodigio en el baloncesto profesional. Parecía que se iba a comer el mundo con 17 años.
Personalmente, me maravillaba esa chispa con la que jugaba, ese atrevimiento para inventar pases imposibles o convertirse en míster elástico, atravesando montañas de músculos made in NBA gracias a su destreza para el bote. Después vino la meseta de jugar en el Barsa (nadie es perfecto) y cierto estancamiento, tanto con los blaugranas (sobre todo en el capítulo individual) como en los últimos años en Minnesota.
Sin embargo, todo eso ha cambiado en los últimos tiempos. Se ha consolidado como base titular en una de las 30 franquicias que integra el firmamento NBA. Y ha agregado bastante regularidad en su tiro de media y larga distancia, sin perder su destreza para entrar a canasta (a la que ha agregado un talento impar para anotar a tabla desde casi todos los ángulos), optimizando también su cualidad para defender (producto de su trabajo en el gimnasio).
Todos esos avances han quedado de relieve en este campeonato. Me alegro especialmente por él (más después de haber afrontado tan joven el drama de perder a su madre, hace tres años; esas perdidas tan tempranas traen también la contrapartida de apreciar lo esencial en la vida, unirte más a los seres queridos que se quedan y ganar en perspectiva).
Ya no hace falta que sea el nuevo Pete Maravich, le basta con ser un tipo que comienza a brillar a la altura de su potencial y que ha dejado atrás la sombra para jugar con con tanta versatilidad como acierto (con unas medias de 16,4 puntos, 6 asistencias, 4,6 rebotes de media, 1,5 robos y 17,5 de valoración durante todo el campeonato), tanto que ha sido designado MVP (jugador más valioso) del campeonato.
A su lado, ha sido un lujo contemplar el temple para responder en los momentos importantes y la armonía para pasar de Marc Gasol (el grandullón con más garbo para asistir desde Arvydas Sabonis), los triples de fe (tras una ristra de mandarinas) del Increíble Llull, que en este campeonato ha recobrado su mejor versión tras la lesión de rodilla, para demostrar que también puede brillar en modo on fire con la selección, o la versatilidad y valentía de Juancho, la fuerza de Willy o la defensa de Rudy o Ribas (los chicos más espabilados de la clase, con un 'chip' que les permite adivinar pases un segundo antes que el resto de los mortales).
He dejado para el final el caso de Claver. Que nos ha demostrado que nada está escrito. Que todos esos años jugando como secundario silencioso le permiten ahora ponerse el traje de Batman cuando la aventura requiere de intangibles, defensa o, por qué no, primeros planos anotadores.
Cuestión de madurez y carácter.
Prueba de evolución vital. Gracias muchachos, por vuestra obra de arte. Por recordarnos que los conjuntos mejoran a los individuos y que siempre hay tiempo para crecer y afinar detalles en la escuela de la vida.
viernes, septiembre 13, 2019
martes, septiembre 10, 2019
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