viernes, octubre 30, 2009

Prosa pop


Salón fantasmal.
Dispersión belleza.
Perfume, azul.

miércoles, octubre 28, 2009

¿Me das una galleta?


Es frío amable.
Hace cuerpo bonito.
Besa ya al hambre.

Hoy sábado es el cumple de Davide


Hoy sábado Davide cumple los treinta.
Hoy sábado me he caído en el amor.
Caídas cada día más fugaces,
me ha sonreído mi (más nueva) musa.

Musa nueva es musa porque me ha tocado.
Pasa de medidas, me ha dicho.
Pero no te olvides de dedicarme.

Mi nueva tiene los ojos de la corteza de un lago.
Pero más arrogantes y asustados.
Mi nueva nueva me ha pedido con su sonrisa:
camino seguro hacia la emoción.

Ha guiado a ese coleccionista de búsquedas.
Luego (sorpresa) el ciego se me ha hecho simpático.
Pero eso ya será otro sábado.

Hoy sábado arena gladiadores ha dicho poco peso.
Poco aire, poco carácter, poco talento.
Por suerte, princesa mini ha dicho poco yo.
Y ya no nos hemos preocupado tanto.

Hoy sábado un hombre naranja se ha cargado unas
leyendas (o los números que las protegían).

Today sábado es el cumpleaños de Davide,
un hombre salvaje y bueno
que pone a la vida
con la singularidad de sus negaciones.

Hoy sábado es el cumpleaños.
Y no pararemos hasta reír despiertos.

lunes, octubre 26, 2009

Los cien o el mejor libro que he leído en mi vida


Los cien cuenta la historia de Pablo, un chico tímido que está arañando su comienzo como universitario. Un niño hombre que ha hecho de la literatura su refugio, ese mundo paralelo donde emociones como el terror, la búsqueda o la complicidad sentimental vibran en una cabeza que proyecta historias que el corazón todavía ni se imagina.

Pablo tiene también sus momentos. Instantes donde la percepción se parece a una imagen televisiva mal sintonizada y el futuro se anticipa unos segundos. Es pues un tipo con un don. Pero en el mundo real los dones se pueden convertir en una tortura si no puedes compartirlos. Basta esa sensación: pánico de que la locura haya colonizado tu médula y tus pensamientos.

Hay más cosas, claro. Padres nómadas cuyo éxito profesional es inversamente proporcional a sus carencias afectivas. Un jardinero misterioso, con algo magnético, que irrumpe en la vida de nuestro casi adolescente protagonista. Y un amigo fanfarrón que hace de las bromas, el sexo y la música (casi) imposible el mejor túnel de luz para escapar de un destino prefabricado.

Y no cansarte de mirarla

Aunque lo mejor de este punto de partido es Irene. Irene tiene algo quebradizo y fascinante que hace que no te canses de mirarla. Irene mira con una dedicación que estremece. También gasta un genio que cartografía lo tolerable y lo injustificable, lo hermoso y lo cotidiano. Y las ganas de pasar una tarde en el jardín botánico con ella; sugerencias de un cuerpo cálido y unos besos despaciosos y creativos.

Hasta ahí puedo leer. Aguarda. Ten paciencia. Cultiva la fe. El mejor libro que he leído no está todavía en librerías. Se llama los Cien, pertenece al género de la ciencia ficción, y ha sido cincelado por un periodista llamado Carlos Cortina. Alguien con talento para competir en las grandes ligas, que sin embargo ha preferido dejarse llevar por el lado sabio de la existencia y centrar sus mejores energías en lo importante.

Momentos de duda que ni siquiera eres capaz de recordar


Lo importante es una compañera de viaje única, también adorable, llamada Patricia. Lo importante es un ñajo llamado Pablito, lleno de asombro y movimientos divertidos que da sentido a sufrimientos y momentos de duda que ahora ni siquiera eres capaz de recordar. O sí, porque hay días en los que la cabeza prueba sus propios viajes astrales. Existen vacíos que ni un jugador cósmico puede explicar en un su sentido hedonista y caprichoso de la eternidad.

Los cien está jodidamente bien escrito. Con sentido de la verosimilitud, algo ciertamente complicado cuando hablamos de la ciencia ficción. Y, aunque me tienta, no voy a hablar de comparaciones. De talentos como Bradbury, Lovecraft, Clarke…Aunque parece claro que algo de ese magistral aliento fluye en las venas de este relato; insólito en nuestra literatura.

Al final, la literatura de ciencia ficción sirve para comprender mejor lo que nos ocurre, como individuos y comunidad, tomando como referencia el eje de lo extraordinario. Ves más claro después de conocer algunas de las criaturas que pueblan los Cien.

Este mineral literario está tallado con dedicación y trabajo. Su estructura de la realidad es fiable porque está documentada en los detalles más pequeños. Además, la obra tiene ritmo, swing para los diálogos y un sentido de la personalidad para definir temperamentos (pienso en algunos de sus protagonistas) que evoca el mundo de los superhéroes, que tanto ha frecuentado (todos tenemos un pasado) el señor Cortina.

La saga de los hermanos Cortina: gente a tener en cuenta


El señor Cortina tiene además un hermano: Óscar, maestro en el relato breve, con el que mantiene una relación de rivalidad admiración, de bromas y camaradería que se remonta a siglos atrás (sin son tan amables, no divulguen la noticia, no queremos movilizar el instinto colérico de los Val Helsing de este mundo, pues estas criaturas tienen todavía que ofrecer un puñado de memorables a la humanidad).
Por lo menos a la gente de esta tribu.

Otra cosa que me gusta de este libro es su relación desinhibida con nuestro país. En estas líneas se nos presenta Hispania como el lugar del que sentirnos orgullosos en el siglo XXI (por lo menos del que no avergonzamos): con nuestro sentido del humor, tantas veces cercano al disparate. También con el gusto por la buena comida y el caos cotidiano. Un lugar en el que no tenemos grandes problemas en vivir con los ojos abiertos y reírnos de nosotros mismos.

Me cautiva Los cien por su sentido de la imagen, visual hasta decir película. Mal harían los hambrientos productores del cine yankee en dejar pasar esta bicoca narrativa. Pero la realidad es que este libro a día de hoy no tiene canal para fluir al público. No ha sido publicado ni está pendiente de ello. Triste como un ascensor sin vecinas que transportar.

Los cien o la fiebre de la lectura

Por suerte, estamos hablando del territorio de la ficción y sé que esta película acabará encontrando el cauce hacia las conciencias que merecen visitarla. ¿Por qué este título? ¿Todo vale para llamar la atención? He señalado este libro como el mejor que he leído porque así lo he vivido durante dos meses, cuando la lectura se ha saltado tiempos y lugares. A riesgo de robarle demasiadas horas a mi destartalado tiempo de descanso.

Seguro que alguna vez habéis sentido algo parecido. Ese libro que parece hablar al fondo mismo de tu conciencia, con una extraña mezcla de pasión, cotidianidad, lucidez y honestidad mientras ocurren cosas extraordinarias alrededor. Esa fiebre que te hace habitar el mundo que estás leyendo a deshoras e imaginar cómo pueblan esa vida sus protagonistas. Cómo son cuando no los miras.

Un retrato sin concesiones de la condición humana

Otra prueba de la calidad de este libro es que no hace concesiones a los mundos felices que nos ofrecen las marcas para soportar mejor el día a día. En el libro se retrata la condición humana sin concesiones: se señala lo mejor de ella sí pero también se pintan sus miedos, egoísmos, desorientación, caídas, desconcierto…
Y no se ponen paños místicos a la tragedia.

Hay un tren con mercancías de enfermedad y desesperación recorriendo la historia. Pero está travesía está contada sin estridencias. Con la elegancia de los resistentes. La materia rugosa de los soñadores que no se dejaron seducir por el desencanto.

Los Cien triunfan porque pertenece a un territorio único: el de la vida reinventándose para hacerse más interesante y misteriosa. Todo por la gracia de un novelista desconocido cuya única forma de oración conocida son las canciones de Dire Straits. Honor a las personas que honran su talento.

viernes, octubre 23, 2009

King of Shadow


Don para ganar.
Vulnerable y con clase.
No más tormentas.

jueves, octubre 22, 2009

Fire Hair Blues


Preciosa y nuda.
Dialéctica de espejos.
(Des)control creando.

miércoles, octubre 21, 2009

Luigi


El cascarrabias.
Entrañable y divertido.
Hermano luna.

martes, octubre 20, 2009

Ana


Gran anfitriona.
Humor lava, cómplice.
Hermana noche.

domingo, octubre 18, 2009

La vida puede ser melancólica


Se ha ido Andrés Montes, un hombre que hacía del exceso un arte. Mis primeros recuerdos sobre este inclasificable datan de la frontera entre la niñez y la adolescencia. Por aquel entonces escuchaba Antena 3, esa radio llena de talentos que un día desapareció porque el capital prefiere los monopolios.

Montes tenía una voz pegadiza, muy apropiada para la radio. Uno lo imaginaba como un seductor, apurando su whisky de malta, acodado a la barra del bar de uno de esos hoteles donde gastaba la existencia mientras seguía a algunos de nuestros equipos punteros de basket (o fútbol). A menudo con la broma debajo del brazo. Pero también con el sentido crítico afilado por encima de la media.

Algún tiempo después, pero todavía en Antena3, retransmitió el Eurobasket de Alemania 93. Lo hizo en compañía de Chechu Biriokov, un crack de la larga distancia, con su inconfundible mecánica de tiro (como si estuviese acariciando un melón) que le llevaba a anotar triples con notable frecuencia.

Europeo de Munich 93, tiempo de héroes

Eran tiempos duros para nuestra selección. Pero no faltaba el carácter. Ni las resurrecciones. Como la que protagonizó en ese campeonato Antonio Martín, que se dejó los huevos para llegar en forma al campeonato y ofreció un tratado de elegancia y eficacia para guiar a nuestra selección hasta el quinteto puesto (perra suerte, se nos cruzaron los anfitriones de Scrempf) y ser incluido en el quinteto ideal del campeonato.

Ya n aquella época, Montes era capaz de convertir una anécdota, humillante o anodina para otros, en un rato de buen humor. Por lo visto, su piel café con leche levantaba las suspicacias de algún germánico, todavía nostálgico de la vieja doctrina.

Pasó el tiempo y el tío Montes empezó a recibir los primeros chutes de esa droga llamada fama. Los mismos que le habían llevado a brazos del desempleo años atrás pensaron en él para que presentara la NBA, primero, y luego la ACB.

Calvo, bajito y con una elegancia extravagante

Por aquel entonces, me lo encontré en una mercería, en una callejuela cercana a Sol. No me preguntéis que hacía ahí porque no lo recuerdo (quiero pensar que acompañando a una piba con la que salía entonces). Lo que me sorprendió de Montes era lo bajito que era. De mi estatura. Y lo bien que le quedaba la calva. El cabrón tenía una cabeza esférica. Para mi sorpresa-alegría, el bueno de Andrés estaba comprándose una de esas pajaritas imposibles con las que compuso un personaje identificable a la primera.

Parecía serio. También me lo pareció en algunas de las entrevistas más ‘personales’ en las que le ví más adelante. La tensión propia de quien desconfía del acercamiento zoológico del gran público. Donde Montes se sentía feliz (se le notaba) era en la complicidad de un grupo de amigos o con el tacto de una mujer. Su mujer, por ejemplo.

Por uno de esos (caprichosos) milagros del capital, en casa decidimos abonarnos durante una época (breve) al plus. De lo mejorcito de esa apuesta eran los partidos de la NBA, con vuelos congelados en la estética de una danza gracias a las nuevas tecnologías y con la inconfundible dupla que formaban Daimiel y Montes.

Montes era expansivo. Te lo pasabas teta escuchándole. Poseía el alma de un adolescente dándole patadas a su traje de periodista. Era fácil compartir su adoración por los mates, la buena música, las estéticas pegadizas de los jugadores. O la pasión por los pases imposibles Sus narraciones tenían ritmo, sabor, irreverencia. Lo mismo te hablaba sobre un análisis de la China de Mao que se estaba leyendo, que se cargaba de sensibilidad para poner una pieza de Rithm Blues que dotaba de elegancia los resúmenes de los partidos que estaba relatando.

Aunque lo mejor eran sus motes. Esos relámpagos de ingenio en los que condesaba la esencia de un tipo a través de una frase, una palabra. Aunque quizá lo que más perdure en el tiempo sean sus lemas: máximas como la vida puede ser maravillosa, tiki, taka…O lo que es lo mismo: la búsqueda permanente de la belleza, en el juego como en la vida.

En el siglo XXI Sancho Panza se llama Daimiel y habla inglés


En esa época, Fran y Davide seguíamos con veneración al personaje y su Sancho Panza. En el siglo XXI Sancho Panza viste trajes de Louis Vutton, lee en inglés y habla con una erudición y buen gusto que para sí quisiera Erasmo. Ese Sancho, como en el original, se ha quedado solo.

Se llama Antoni, Antoni Daimiel y hace algunos años, en una aventura llamada American Basket, Frappy y yo tuvimos la inmensa suerte de entrevistar a uno de nuestros referentes de universidad, que como no podía ser otra manera hizo honor a su imagen: educado, atento y cordial. Cada vez que lo veamos a partir de ahora, nos acordaremos también del señor Montes.

Me jode esta pérdida porque con ella se va un buen tipo (ese dicen los que le conocían), un comunicador al que tenía una simpatía especial. Y porque en cierta manera siento que nos ha dejado huérfanos. Huérfano de sus disparates (toca defender: guau, guau, guau, jugóooooooon, jugooooooón, este tío pertenece al club de se dejaba llevar…).

‘Éxito deportivo’ con las mujeres

Disparates que acercaban a muchas mujeres al deporte (él que tantas veces hablaba del Calabazas Club, del que todos alguna vez hemos sido socios ilustres). Mujeres que se reían con la broma y la esperaban, chicas que encontraban en la sensibilidad de Montes un motivo para ver el enganche de esos tipos que corren en calzones con los que sus novios o maridos les martirizan la existencia.

En los tres últimos años y pico últimos en la Sexta, el personaje de Montes se convirtió en una película comercial. Arrasaba en audiencias y a veces devino en caricatura. Su estilo era desenfadado, pero también histrión y algunos no se lo perdonaron. Tampoco sus idas de olla.

Su tendencia a la dispersión y la desidia le llevaron a batir el récord de equivocaciones en las narraciones. Le costaba identificar a los jugadores. Sobre todo de fútbol, pero por encima de esa carencia triunfaba su talento para hacer más amena una narración, siempre con esa ocurrencia pegadiza en la punta de la lengua, con la consiguiente carcajada (juraría que ví hasta a Valdano sonreír en su compañía) del televidente o comentarista de turno.

Andrés, la vida puede ser maravillosa, sí, pero a veces también melancólica.

Descansa en paz jugón. No tengo dudas de que ahora vas camino del cielo de los periodistas, donde los hombres frágiles y especiales ya no tienen por qué llevar el traje de debilidad que nos toca llevar en esta tierra. Un abrazo.

viernes, octubre 16, 2009

Muna


Una entre un millón.
Vaya, aprende rápido.
Niña que sueña.

jueves, octubre 15, 2009

Mary Jane


Cuerpos arriba.
El traje pidiendo paz.
Ojos de lluvia.

miércoles, octubre 14, 2009

Málaga


Desierto de agua.
Copos de sol y música.
Chicas pintadas.

lunes, octubre 12, 2009

Boda de Blanca&Luisja


Luisja sabe ponerse nervioso: es el día donde
enfundarse el traje oficial de enamorado.

Él sabe que es un formalismo.
Pero las manos dicen “suda”.

¿La iglesia?
De una elegancia compacta,
como para fundir barrio y futuro.

La ceremonia evoca una charla familiar.
Oficia un padre entusiasta,
que olvida ceremonias en su vocación de
maestro.

Maestro es un hombre que se explica con sencillez, luz y humildad.
Nuestros protagonistas cocinan una ración de esas,
cuando pintan sonrisas a los amigos
en medio de ese paseo perfecto que
escenifican en una tarde continua,
llena de variaciones espléndidas.

Un paseo ameno, cálido y, sorpresa,
con vocación de deporte cómplice
(piensa en decenas de google calles maps).

Aterriza el banquete-momento
y nuestros protagonistas
sonríen con el aplomo de la estrella cine.

Blanca irradia una luz lunar.
Y atiende los requerimientos
con distinción, sin extraviar su risa
(el himno favorito de los viejos románticos del XIX).

Luisja abrillanta su elegancia de broma amable
con movimientos de elegido
y una naturalidad que tiñe la estancia.

Ambos declaman amabilidad y
conceden nuevos matices a la palabra cómplice.

El banquete es una oda a la comida exquisita
(y abundante, como si el galo bigotudo
hubiese metido mano en la confección del carta).

Y el baile bulle con simpáticos saltitos,
donde se disuelven los formalismos;
algunos padres vuelven baile.

Los invitados hacemos por parecernos;
parecernos a nuestras estrellas:
naturales, con ritmo, y alguna broma.
Claro que los brebajes tienen sus propios tempos.

Y los amigos se contagian.
El contagio de Blanca y Luisja.

Un contagio donde el firmamento
ofrece un ejemplo de pareja en
conjugación.

La clave, explica el bigotudo héroe,
al borde de la retirada,
es que estos chavales beben mi nueva pócima:
paciencia, belleza, alegría y normalidad.

Qué difícil mezclar tanto.
Felicidades chicos.
Que continúe el contagio.

miércoles, octubre 07, 2009

Nelson's hope is our hope


Inspiración.
Maestro de paciencias.
Tu complicidad.

martes, octubre 06, 2009

Gandía


El sol de octubre.
Feria diversión.
Playa y amigos.

viernes, octubre 02, 2009

Una ilusión (los haikus no admiten deseo...)


Javutu confía.
Es Bruselas y reza.
Oración olímpica.

jueves, octubre 01, 2009

We are beautiful, we are doomed


Por favor, agua.
Corazón ninguna parte.
Y con dignidad.