miércoles, diciembre 09, 2009

Luis Guil: hasta luego a un caballero del mundo del baloncesto


El Ayuda en Acción Fuenlabrada ha destituido esta mañana a Luis Guil, que ha sido su entrenador durante los últimos dieciocho meses. El pasado domingo el equipo cayó con estrépito ante el DKV Joventut (61-103) y dejó una imagen lamentable: con jugadores entregados al egoísmo y la ansiedad, sin mostrar el compromiso que ha hecho grande a ese club, cuyas andanzas he tenido el privilegio de relatar en los cinco últimos cursos.

La noticia me causa rabia y decepción a un tiempo. Rabia porque Luis Guil no merecía este desenlace. Hablamos de un tipo muy bien preparado, que la temporada pasada dinamizó al Fuenla con una propuesta atractiva: juego abierto en transiciones rápidas, apuesta por el extra pase como guía para el acierto y la confianza en el lado resolutivo de jugadores talentosos (Oleson, Blanco, Valters o Bueno), que ofrecieron su mejor rendimiento respaldados por un cuerpo técnico que supo potenciar sus virtudes y limitar sus carencias. Aunque lo mejor de esa propuesta es algo que no aparecía en estadísticas o vídeos; hablo de esa convicción de que el equipo podía competir en cualquier cancha.

Principal logro: darle boleto a la cultura del conformismo

La gran aportación de Luis Guil al Baloncesto Fuenlabrada ha sido su carpetazo a la cultura del victimismo que hasta hace no mucho era una seña de identidad del equipo: “somos un equipo con uno de los presupuestos más bajos de la competición, esta no es nuestra liga, hay que ser realistas y recordar quienes somos…”. Nadie niega que esas máximas puedan estar guiadas por la prudencia y el sentido común. Pero cuando se repiten como la excusa socorrida, acaban convirtiéndose en una coartada para la mediocridad.

Guil nunca ha entrado en esa definición en el tiempo en el que ha permanecido al frente de la nave fuenlabreña. Para empezar, me llamaba la atención su actitud en la cancha; similar a la de un portero de balonmano: torso firme, brazos extendidos y voces constantes para corregir pequeños detalles de la posición defensiva de sus jugadores. Siempre a uno o dos pasos del paroxismo, pero con una sutil diferencia: esa manera de vivir los partidos no era demagógica o fruto de la incapacidad; antes al contrario: era la imagen de un tipo que ha tenido la suerte de hacer de su pasión su profesión.

Coco privilegiado para leer los encuentros


Otra cualidad que llamaba la atención en este técnico sevillano era el modo en que leía los encuentros. Tenía el don de la clarividencia a la hora de hacer los cambios (detalle que cuidaba como un ajedrecista cuando los partidos entraban en las fases clave) y sus apuestas por las defensas zonales y mixtas solían dar el resultado apetecido: voltear una dinámica negativa en el encuentro o dar oxígeno a sus jugadores y subrayar el espíritu de entrega y solidaridad que necesitaba el equipo para hacerse fuerte en los partidos.

Hablo en pasado, pero sólo por vocación narrativa. Estoy convencido de que pronto Guil volverá a dar guerra, con el valor añadido que confiere haber aprendido de esos fracasos que antes o después toca asumir en la vida. Parte del acierto de este entrenador de última generación (37 años, el hombre por ejemplo que dirigió al combinado nacional junior durante tres años) ha sido también su generosidad. Cuando las cosas vinieron bien dadas, dio el mérito a sus jugadores y repartió el éxito con sus colaboradores; con Chus Mateo (gran estratega y segundo de Scariolo en la selección) a la cabeza.

Vena didáctica y elegancia que trasciende la cancha

El baloncesto es un deporte de equipo y Guil lo ha demostrado también en su modo de comportarse con los aficionados naranjas (siempre amable, a menudo sonriente) y con los periodistas, a quienes siempre nos ha dispensado un trato “cordial y profesional”, como el mismo se ha encargado acertadamente de remarcar en su carta de despedida.

Cuando los partidos finalizaban, Luis Guil comparecía a las ruedas de prensa con vocación didáctica. Al contrario de otros 'perros viejos' que han hecho grande este deporte, Guil no tenía necesidad de ponerse sarcástico o a la defensiva cuando valoraba lo ocurrido en la cancha. Su discurso era el de una locomotora humana, explicaba con velocidad ‘woodyalliana’ lo ocurrido en la pista, con una rara mezcla de honestidad, lucidez y templanza. Muchos hemos aprendido con sus disertaciones sobre un juego fascinante, que se hace más interesante cuando hay gente valiente y preparada que pone el mismo rigor por alcanzar la excelencia en las dos orillas del juego: ataque y defensa.

Cese injusto para un trabajador que merecía más confianza

La decepción me ha llegado con esta noticia porque creo que es un cese injusto. Tras un arranque fantástico (el Fuenla encadenó cuatro victorias en las cuatro primeras jornadas y llegó a viceliderar la liga con el Caja Laboral), el equipo ha entrada en barrena y acumula ya siete derrotas consecutivas. Los jugadores se bloquean en los partidos; de momento han demostrado que no saben sufrir. Es el peso del púrpura. Bien harían algunos talentosos (y desorientados) jugadores fuenlabreños en leer esa pieza maestra llamada If , en la que hace ya 114 años Kipling alertó sobre la necesidad de tratar al éxito como un impostor. [Digo esto porque en esas primera cuatro jornadas, hasta tres jugadores naranjas (Fitch,por partida doble, Batista y Thomas) obtuvieron la calificación de jugador más valioso de la competición gracias a sus números superlativos, distinción que Batista obtuvo otra vez en la novena jornada].

No se lo han dejado demostrar. Pero Guil tiene interiorizada desde hace tiempo la vibración de ese poema. Y podría haber revertido esta situación. Por de pronto, ha vuelto a demostrar la clase que le ha hecho tan querido en el mundillo del baloncesto con su carta de despedida. Ahora sólo toca desear que su ‘trabajo oficial’ como director de una sucursal de Caja Madrid le alejé el menor tiempo posible del baloncesto.

Por mi parte, como lo sucederá a él y a todos los hinchas fuenlabreños con los que me siento tan vinculado, sólo me queda desear que el equipo vuelva su mejor versión lo antes posible. Es verdad que el Fuenla figura penúltimo, pero no es menos cierto que acumula el mismo número de victorias que el Unicaja, noveno. Confío en que, cuando echemos la vista atrás, este último mes y pico sólo haya sido una pesadilla de esas con las que, de cuando en cuando, hay que aprender a convivir con la a veces desconcertante realidad.

2 comentarios:

  1. Muy buen artículo, pero me hubiera gustado profundizar un poco en las razones de su marcha. Para mí, que sigo más de lejos al Fuenla, es una decisión injustificada, como tú bien dices se puede decir que va penúltimo como que va noveno, y creo que una falta de conexión o desavenencias con el DD han provocado una decisión errónea, ojalá que no nos tengamos que acordar de esto al final, pero bueno. Al margen de que algunos jugadores le han hecho una cama como una casa. Un abrazo

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  2. Hola Víctor

    Muchas gracias por el comentario. Al final, este es un blog personal y preferí optar por el homenaje al recién defenestrado. Centrarme en la parte positiva de todo lo que ha aportado Guil al Fuenla con su trabajo.

    Al margen de esa vena emotiva, si hubiera abordado el asunto desde una óptica más rigurosa tendría que haber hablado de los motivos de su marcha.

    Hay elementos que apenas conozco o conozco menos de lo que me gustaría. Lo que sí puedo decir es que coincido contigo en que ha habido jugadores que le han hecho la cama, de manera más o menos consciente. Alguno incluso de que se 'desconectó' por decirlo suavemente en medio del partido del DKV Joventut.

    Creo que también ha quedado claro que no estoy conforme con la decisión de la junta directiva, con su presidente al frente, cuyo impulso y ambición creo que han favorecido al club, pero creo que en esta decisión se ha equivocado.

    Si escoges a alguien para que guíe tu proyecto y esta persona ya te ha respondido una temporada entera en cuanto a implicación, trabajo y preparación, lo suyo es que no lo cambies a las primeras de cambio.

    Entre otras cosas, porque si lo haces porque algún jugador le 'ha dado la espalda', creas una peligrosa dinámica en la que ellos ya saben el poder que tienen y estas situaciones acaban enviciando al equipo.

    En fin, ya sólo queda pasar página. Y desear lo mejor al equipo, enfocando el relato de sus peripecias desde una óptica positiva.

    Un abrazo

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