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martes, enero 28, 2025

Héctor (2004)

 Curar heridas. 

Sí, comprender lo oscuro. 

Trenzar afectos. 


Construir madurez. 

Reír y compartir, son. 

Aprender juntos. 


Cruzar valiente. 

Ordenar el futuro. 

Elegir limpio. 











Fuente de foto: FilmAffinity 

Azul y no tan rosa (2012)

 Diversa vida.

Tejer entendimiento. 

Superar dramas.


Combatir odio.

Hilvanar los afectos.

Lazos eternos. 











Fuente de foto: SensaCine 

domingo, mayo 19, 2024

Viaje al paraíso (2022)

 Amor que vuelve. 

La pillería y humor. 

Paisajes de diez.


Momentos lúcidos. 

Probar nuevos límites. 

Dejarse llevar. 








Fuente de foto: Espinof 

lunes, noviembre 13, 2023

Casablanca (1942)

 Dolor y amor. 

Arte de la entereza. 

Cuidar ideales. 







Fuente de foto: Siente Marruecos 

jueves, septiembre 14, 2023

Oppenheimer (2023)


 










Fuente de foto: Cine Capitol 

Valor contexto. 

Cultiva ambivalencias. 

Luces y sombras.


Lo sugerente. 

Lo desproporcionado.

Aprender coral. 


Espiral ciega. 

El horror más programado.

Comprender tarde. 


Justicia social. 

Vida con los matices.

¿Mejor entorno?



sábado, diciembre 25, 2021

La Diligencia (1939): oda a los marginados y las segundas oportunidades

 







Fuente de foto: Filmin 

La acción de esta historia discurre en una población de Arizona, Estados Unidos, en los años 1880. En ese marco, la Liga por las buenas costumbres y la decencia decide expulsar del pueblo a Dallas, una prostituta (Claire Trevor), y a Josiah Boone (Thomas Mitchell), un médico enamorado de la botella. Ambos son obligados a subir al carromato que va a salir de la ciudad con destino a Lordsburg, Nuevo México. La Diligencia transporta también a la mujer de un militar, que viaja encinta (Louise Platt), un jugador que destila cierta dignidad y caballerosidad, un comerciante de licores y un banquero que no sabe disimular su misantropía. Un poco más adelante, los responsables de la diligencia recogerán también a un pistolero que acaba de salir de la cárcel (John Wayne). Todo este ecosistema de viajantes, gente en búsqueda, desarraigados e inadaptados deberán enfrentarse a la amenaza de un posible asalto de parte de los indígenas norteamericanos, que pondrá de relieve sus grandezas y miserias…

A partir de personajes aparentemente toscos, reconcentrados o atormentados, John Ford filtra su aliento poético en una manera digna de afrontar la vida y sus infinitas encrucijadas. El genio artesano irlandés compone una simpatía memorable hacia aquellas personas que son marginadas o esquilmadas por la sociedad. Las miradas y los diálogos entre la prostituta y el pistolero son un canto a la esperanza y las segundas oportunidades. Por el camino, deberán esquivar los recelos de una sociedad tan puritana como abyecta en su ansia de acumular capital (¿les suena?), personificada en un banquero que nunca incluyó la empatía en su brújula vital. La sutileza en los gestos que definen las relaciones entre hombres y mujeres, la amenaza de la extinción que aguarda en el salvaje oeste y la belleza incomparable de Monument Valley hacen el resto para convertir a esta historia en uno de los grandes clásicos del western.  


miércoles, diciembre 22, 2021

Casablanca (1942): la película anfibia de las emociones

 







Fuente de foto: Wikipedia

Rick, un borracho profesional, además de agudo hombre de negocios, regenta uno de los bares de referencia de Casablanca, en Marruecos, en plena II Guerra Mundial, con pulso implacable y generosas comisiones a un corrupto mandamás francés (capitán Louis Renault). Una noche aparece Ilsa, una antigua amante, y toda la conducta de hielo de Rick se va al garete...

Película que funciona como un mecanismo de relojería de los claroscuros del alma humana. Hay sitio para la supervivencia, el horror, el heroísmo, la ambivalencia, el romanticismo y ciertas briznas de integridad. Funciona como comedia, drama, peli de suspense e historia de amor e incluso amistad. No es casualidad que muchos la consideren la obra maestra de las maravillas del séptimo arte. 


martes, diciembre 07, 2021

Casablanca

 Prohibido amor. 

Relojería maestra. 

Sutil probidad. 







Fuente de foto: Siente Marruecos 


lunes, abril 06, 2020

Nazarín: el altruista al que veneran las prostitutas y niegan casi todos sus semejantes



Fuente de foto: filimin.es

Nazarín es una de las obras maestras de Luis Buñuel, que por cierto está disponible estos días en la plataforma YouTube. La película está inspirada en la novela del mismo nombre elaborada por Benito Pérez Galdós. La historia relata la historia de Nazarín (interpretado magistralmente por Paco Rabal), un sacerdote de comportamiento íntegro que vela por todas las personas de su vecindario, aún a riesgo de su propio bienestar, lo que queda de relieve en que le roban prácticamente todo lo que tiene y encima tiene que terminar abandonando su hogar porque se lo queman...

Tanta compasión acaba generando escuela y el sacerdote, que vive en una aldea a medio camino entre lo fantástico y verosímil, que mezcla el folclore mejicano con algunos empecinamientos del genio español, acaba siendo seguidas por dos meretrices (Rita Macedo y Marga López)
a las que ha inspirado con sus actos coherentes, repletos de humanidad.
Por el camino, la mayoría de las acciones del protagonista encuentran incomprensión o burla. Claro que eso no es óbice para que sus descarriadas admiradoras vayan tejiendo una mayor fe en la vida gracias al quijotismo místico de su protagonista y la ayuda desinteresada que va brindando a sus prójimos.


Fuente de foto


En tiempos del coronavirus, conmueve comprobar (y conectar) con esos abuelos nuestros que se dejaron (o que se la jugaban temeriamente sin 'mascarillas escudo') la vida ante plagas como la peste negra, aferrados a una variable protección divina y movidos por una necesidad diaria de sobrevivencia, que nos hermana con 'los que resuelven' actualmente en cada latido diario en numerosos pueblos y ciudades de África, América Latina y hasta Asia.


Fuente de foto: cinema 22


La película se ve del tirón. Se disfruta y hay algo conmovedor en la manera en que su protagonista se empeña en tender puentes entre sus principios y las personas a las que auxilia. La cinta sirve también para poner el foco en las injusticias sociales y ese grosero resorte de violencia a través del que los hombres de aquel tiempo (la peli está ambientada en el Méjico de principios del XX) trataban a las mujeres como ganado.

Pocas damas lloran, suplican y se alegran con el entusiasmo de esas rameras aztecas que llenan de claroscuros una película en la que, más allá de la religión, brilla el deseo inconmovible de Buñuel de conectar con la trascendencia. ¿Qué pasaría si un hombre común se acercara a la verdad de los actos de Cristo? De esa posibilidad versa esta entretenida y conmovedora historia.

lunes, julio 30, 2012

El cine

Templo moderno.
Evasión íntima.
Viaje de mundos.


viernes, octubre 28, 2011

Cuando los dioses dosifican el misterio de su historia


Volvemos a hablar del guión en el cine, cortesía de Elisa Puerto y sus clases magistrales. Con el nuevo curso, toca refrescar algunos conceptos importantes y tamizarlos con el barniz de las horas de reflexión (y trabajo) de nuestra sherpa.

La clave para que un guión funcione estriba en cómo dosificamos la información de la trama y cómo se la decidimos dar al personaje, que muchas veces funciona como hilo conductor de la trama. Se trata de engarzar imagen, sonido y acción. La pregunta de la sugerencia se centra en qué contar y cuándo hacerlo, para hacer atractivo (y rítmico) ese mecano que llamamos narración.

En esa línea, también es interesante que en un momento dado ni siquiera la gente que está elaborando la película (excepto director y guionista, por razones obvias) sepa cuál va a ser el desarrollo de la historia: esto es, el guión que lee el equipo técnico se muestra ante el lector con los mismos secretos (misma información dosificada) que la película proyectada ante los futuros espectadores. De este modo, se genera una atmósfera de intriga y dedicación, que mantiene a los artesanos de nuestra historia en vilo, y que también incrementa el interés.

En esta sintonía, Woody Allen ha dosificado la información de sus guiones a sus actores en más de una película. Claro que me temo que estos caprichos de dios (¿acaso el de ahí arriba adelanta sus intenciones a alguien de aquí que no sea un profeta?) sólo te lo puedes permitir si has conseguido poner de acuerdo a espectadores, crítica y productores en unas cuantas ocasiones…Entre esos artesanos que mencionamos, figuran con anonimato singular (y trabajo esencial) tipos como el productor (el que pone y-o gestiona la pasta y los medios materiales), el sonidista (el que acopla el sonido para que todo suene mejor aún que en la epidermis de tu conciencia y le otorga toda la dimensión del sonido, trabajado, a la película) o el director de fotografía (el que filtra la luz para generar la atmósfera que requiere la historia). Elisa puso como ejemplo de estos factores admirablemente gestionados a dos guiones de películas: ‘Thelma y Louise’ y ‘En lista de espera’.

También es crucial escoger el momento vital del personaje (o de la historia colectiva, dependiendo de las intenciones de nuestra obra) en que queremos ubicar la historia. Por el camino, E bosquejó siete ingredientes de altura que no deberían faltar en un dossier que presente una narrativa visual bien facturada.

    1)  La escaleta debe ser sencilla, fácil de comprender y bien estructurada.

    2)  Siempre hay que dosificar la información relacionada con la trama y los personajes principales.

3  3) Cuando queramos contar una historia al productor (que nos la tiene que comprar, que está estresado, que tiene mil cosas en la cabeza y que quiere que vayamos al grano), debemos realizar una síntesis verídica de nuestro trabajo, escogiendo los momentos más emotivos y dramáticamente importantes. Se trata de ir a la esencia, al gancho de la historia.

4   4) Una buena película se aprecia en cómo está hilvanado el paso de una escena a otra.

5   5) Una escena de calidad no va de lo que va. Es decir, la esencia de una escena bien montada radica en el subtexto. Hablamos de sutileza, sugerencia y misterio. Por ejemplo, dos compañeros (chica-chico) de trabajo tienen conflictos cada dos por tres: en una escena llegan al insulto. Lo que realmente sucede es que debajo de tanta tensión habita una tensión sexual no resuelta desde hace tiempo, con un malentendido nocturno de por medio. Para ilustrar esta idea, E citó a Marguerite Duras: “Cuando no ocurre nada, están ocurriendo las cosas más importantes”.

6    6) El guionista es el sonidista de la película. Hemos sido amamantados, emocional y espiritualmente, en una cultura audiovisual. Pero a menudo obviamos el factor del sonido (audio), tanto o más sugerente e importante que la imagen. Por ello, el guionista debe cuidar con detalle el sonido en su narrativa. Como ejemplo de los logros que se pueden obtener con el sonido, E mencionó el accidente automovilístico del primer acto de “Azul” de Krystoff Kieslowski, en que a través del sonido se logra obviar un retrato quizá demasiado evidente de susodicho accidente, otorgándole más fuerza dramática, y ahorrándoles unos cuántos billetes a la gente de producción.

7    7) Este último punto nos conduce al lema “Menos es más”. Escondiendo algo, es decir, ahorrándolo, crece el misterio y-o el terror (depende del género en el que hayamos acondicionado nuestra historia). Dicho de un modo más prosaico: mejor el erotismo que la pornografía o, en según qué momentos (nos puede la vena poética), mejor una mujer vestida con lencería que desnuda.

E también aprovechó para descifrar uno de esos términos rebuscados que tanto fascinan a los culturetas de este mundo: analepsis, que significa flash back (salto hacia atrás en el tiempo). Si ese salto hacia atrás no es tan breve como un flashback, hablamos de racconto: en esa línea podríamos ubicar por ejemplo la memoria siciliana de Vito Corleone en el Padrino.

Por último, E nos recordó que una historia consta de:

1     1) Temática

       2)  Narrativa (cómo vamos a narrar la historia)

3     3) Poética (cómo se construye una idea desde la idea)

4     4) Estructura. La estructura consta de un orden, es decir, de una sintáctica –relación entre el sujeto (personaje) y el predicado (la trama) de la película-. La estructura también contiene un espacio (semántico), que le otorga significado al orden, y de un tiempo (ritmo específico, tiempo que le damos a la película).

Como guinda, la clase teórica echó el telón con dos citas de altura:

Una sugerente, de LC: “El personaje es una astucia dramática para contar un relato
Otra con humor negro, de Alfred Hitchcock: “Lo mejor que le puede pasar a un director es que, una vez que el guionista haya escrito el guión, el guionista se muera”. 

jueves, octubre 28, 2010

Ser guionista, ser sugerente; la importancia de inducir en una historia


La segunda clase a cargo de Elisa Puerto en La Piscifactoría tuvo como eje inicial la revisión del primer ejercicio que nos había propuesto. La idea era describir en cinco líneas un momento de indiscreción. Y relatarlo en primera persona. Primero en prosa de toda la vida y luego plasmar la situación en el terreno visual. Por el camino, encontré una vieja vía para disolver el bloqueo creativo: pedirle a una amiga que rebusque en su memoria y filmar con palabras su anécdota más divertida y comprometida.

No voy a aburriros con los pormenores de mi primer fracaso. Pero sí os contaré algunas de las cosas que aprendí. Primero, de mis compañeros. A dibujar las emociones a través de lo concreto: un objeto, una mirada. En el cine lo mejor es no interpretar. Basta con acotar la vida con sus expresiones y situaciones. Tan sencillo, tan complicado.

El mejor resumen de esta lección lo condensó Elisa: “si una escena parece que va de lo que va y va de lo que va, fallo gordo. Estamos tratando a los espectadores como estúpidos y más pronto que tarde, de un modo casi inconsciente, ellos se desconectarán de lo que les estamos contando”. Dicho de otra forma: “La clave para evaluar si una escena merece la pena es valorar el subtexto (lo que sucede debajo de lo que aparentemente está sucediendo, lo que no aparece en el diálogo). Si una escena aparenta ir en una dirección pero en realidad se está fraguando en otra, ahí empezamos a obtener un principio de éxito en nuestro propósito de atrapar el interés del espectador”.

Llegados a este punto, debo incidir en lo que ya os advertí el otro día. Esta prosa nunca llegará a las rodillas de la lucidez y encanto de las enseñanzas de Elisa. Pero un buen escribano ya sabe que sus palabras a duras penas captan el fulgor y desgarro de la vida. Y no por eso cesa en su intento de cartografiar el mundo…En línea con lo ya comentado, E nos explicó que un buen guionista nunca lo da todo masticado.

En esa dinámica, se inscribe el concepto de prop (objeto con carga dramática). En algún momento de la trama, introduciremos éste (acción conocida en el gremio como “planting”), y más adelante le conferiremos sentido, cerraremos el círculo (lo ‘retribuiremos’ en palabras de nuestra sherpa), lo que expresado en la jerga cinematográfica es un ‘pay off’. Explicado con un ejemplo rudimentario (corre de mi cuenta), en una película de asesinos en serie, contemplamos a la que parece una dulce ama de casa limpiando un cuchillo talla XXL (el cuchillo es el prop y la situación un planting).

Cuarenta y cinco minutos más adelante del metraje, cuando la historia ha entrado en una dinámica enloquecida, esa misma ama de casa se carga a una amiga (de manera que ‘cerramos el círculo’ del prop con un pay off’). Tu misión como guionista, amigo lector, consiste en plantear una pregunta tras otra, un conflicto tras otro para mantener encendido el interés del espectador. La idea es que “nunca tiene que haber un aspecto hueco en vuestro relato”.

Llegados a este punto, surge un viejo dilema metafísico en el arte de contar historias en una pantalla grande. ¿Hasta qué punto no debe mi historia contener ‘la vida real’? ¿Hasta qué punto no estás legitimado para imitar a la vida e introducir momentos de tedio en tu relato cinematográfico?

Si la pregunta la respondiese Jerry Bruckheimer (productor especializado en reventar las taquillas con productos como ‘Prince of Persia’, ‘Piratas del Caribe’, o la televisiva ‘CSI’ por mencionar sólo algunas de sus criaturas más sobresalientes) nos diría algo así como: “iros a tomar viento fresco. La gente no va al cine para que les contéis vuestras neuras o conflictos. Tampoco los de la gente que lo tiene peor. El público, simplemente, quiere pasar un buen rato en el cine. Quiere subirse en una montaña rusa de entretenimiento y aventura, mientras trepida con una acción que le deja hipnotizado y le aleja durante hora y media de las limitaciones de su mundo cotidiano”.

Por el contrario, si la respuesta procediera de algunos de los ‘popes’ de la Nouvelle Vague, gente como Truffaut, Godard o Rohmer, éstos apostarían porque de vez en cuando el arte imite a la vida, la deforme, la lentifique, la descuadre, la haga más interesante, la excite…

A fin de cuentas, uno piensa que un poco de imaginación siempre nos ayudará mirar con más perspectiva los tiempos muertos y el sentido que éstos pueden aportar a nuestra existencia. En ese sentido, funciona ‘Atrapado en el Tiempo’, esa odisea de la repetición que vale como comedia, drama y viaje iniciático. Difícil no estar de acuerdo con la valoración que sobre esta cinta ofrece
el señor Boyero: “espléndida, compleja y subvalorada”.

Por el camino de estas divagaciones, surgieron nuevos términos técnicos que precisaban de una aclaración; ‘zoom in’ equivale a cerrar el foco sobre uno de los actores, objetos, paisajes de una película. Es decir: enfocar. ¿’Zoom out’? Abrir el campo visual; el foco.

En el cine, como en la vida, hay gente que apuesta a fuego por la acción, el ritmo incesante del “hazlo”. En la vida, como en el cine, hay gente que prefiere una manera melodramática de sentir y explicar las cosas. Entre ambas corrientes, siempre emerge el impacto de las obras maestras, películas que triunfan en todas las latitudes del planeta.

Películas-saga como ‘El Padrino’. Quizá algún día me anime a escribir sobre ella. Entretanto, conviene consultar el pulso certero con el que la describe oráculo Davide. Al sacar la película a colación, E la definió como “sensación de cine noble”, de esos que provocan, o pueden provocar, una catarsis vital en la gente que se acerca a verlo. También nos habló un poco de Sir Francis Ford Coppola, uno de los creadores de la cubana escuela de cine donde ella adquirió parte de los conocimientos que hoy día imparte.

Mujer Sherpa habló de Coppola como ese personaje que ya intuimos: socarrón, divertido y alegre. Alguien también afectuoso a la italiana; encantado de repartir abrazos y cariñosas provocaciones.

Con el repaso del primer ejercicio, E también nos transmitió un sencillo esquema de trabajo que nos podría dar mucho orden en el futuro. “Escribe con párrafos esbeltos, son el ritmo de tu narración”. Al tiempo, estructuró el andamiaje de nuestras descripciones: estancia, personaje, acción. Espacios, ritmo…

También nos explicó que ha cambiado bastante el modus operandi en el que se mueve un guionista. En los años 30, las productoras compraban un guión o era el propio guionista el que se las vendía a ellas. Hoy las cosas funcionan de un modo mucho más ‘manufacturero’ y mediocre si pensamos en la ‘industria oficial’.

En opinión de E, la clave de éxito de una película se fragua en la coordinación y confluencia del trabajo entre sus tres principales hacedores: guionista, director y productor. En esa línea, considera que infinidad de imprevistos del rodaje quedarían mejor solventados si se llevara al guionista ‘ a pie de obra’; puesto que éste es el que conoce en profundidad el arco emocional de los personajes y el que puede dar una solución más apropiada a según qué escenas para que éstas guarden coherencia con la estructura del relato.

Hablamos también de la importancia que tiene el sonido en un relato audiovisual; una fuerza viva de lo que estamos contando. Más que en grandes alardes sonoros, estamos pensando en esos chasquidos que delatan actitudes y adelantan situaciones.

La siguiente parte de la clase la pasé en fuera de juego. Con la vergüenza que da estar out of game por dejadez. No había visto ‘El Gran Lebowski’. La idea consistía en que teníamos que haberla ‘visitado’ durante la semana para luego comentarla en clase. Es cierto que la había visto con algún chacho tiempo atrás. Pero tengo memoria de pez cuando se trata de recuperar detalles de la mayoría de las películas que ya he visto.

El Gran Lewboski dibuja un antihéroe con el que la mayoría de nuestra generación compartiría de buena gana unas cuantas bromas y cervezas. Un vago que viste algo parecido a un pijama. Que se droga. Pasota. Un hombre que simplemente quiere estar tranquilo. El novio perfecto para que una chica alegre el día a su hermano adolescente. El deseo de ‘El Nota’ (Jeff Bridges) es estar tranquilo. Su necesidad, recuperar su nombre (su vida) para poder volver a tomárselo con calma.

El deseo de su sancho panza de acción, John Goodman: volver a las intensidades de la guerra, que va buscando en cualquier conflicto que aparezca en su monótona vida. Su necesidad: dejar atrás el pasado. Lo que desea por un lado, lo que de verdad necesita como individuo en proceso de evolución, por otro. Todos tenemos una necesidad. También un deseo. Por lo menos. Y sobre esos ejes tenemos que edificar nuestras existencias. Quizá, si nos paramos a pensar en ello, podamos ‘interpretar’ mejor el papel que nos ha tocado en esta tragicomedia.

“Todo es un despropósito” es el mensaje que encubre este disparate de película, que parodia las historias del cine negro en las que Humprey Bogart era el rey. En cierto modo, recogiendo la lectura que hizo mi compañero Carlos, podríamos decir que la premisa temática de la película haría bueno el viejo adagio formulado por Guiseppe Tomasi, príncipe de Lampedussa: “Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”.

A partir de esta película, hubo pie para hablar de las claves del género de la comedia y de los rasgos generales que definen a un antihéroe. Las claves del humor, motor de toda comedia que se precie de serlo, descansan en estas características:

-Contradicción (lo que se dice, lo que se hace)
-Contraste (cuánto más acentuado, mejor, ejemplo: El gordo y el flaco).
-Corte brusco con lo esperado. Ruptura de la lógica (Aquella mítica frase del Señor Lobo tras el post lavado del ‘coche fiambre’ en Pulp Fiction: “Caballeros -tono educado, respetuoso-, no nos chupemos todavía las pollas" -tono soez, directo-. La mezcla de tonos crea un momento divertido y caracteriza el carisma del personaje, capaz de manejar diferentes códigos y capaz de hacerlo con retranca.
-Banalización de los hechos más importantes (‘La vida de Brian, de los Monthy Python, parodia de la vida de Jesucristo)
-Los equívocos (pensad en los enredos-malentendidos de las comedias del señor Allen)
- También se puede dar del contraste entre voces: lo que sabes tú, lo que sabe el tipo al que estás viendo…

Asimismo, se trazó un acercamiento al antihéroe. Un arquetipo escurridizo, con rasgos difíciles de perfilar. Por suerte, E arrojó algo de luz sobre el tema. Un antihéroe tiene la mochila cargada de cobardías. Somatiza sus miedos. Huye de las situaciones comprometidas de la vida por regla general. Es también un tipo inmaduro: un niño grande enjaulado en el cuerpo de un adulto, con presiones cotidianas que le superan.

El anti-héroe es incapaz de cambiar su suerte, de evolucionar como persona. En el mejor de los casos, no le interesa afrontar esta evolución.

El antihéroe no toma decisiones. No espabila a tiempo. Es alguien con conflictos internos que no acierta a solventar. También se puede definir a un antihéroe por lo que no es. No es por ejemplo alguien que sufre por un trauma. Alguien cuyo torpe o siniestro comportamiento se explique por un padecimiento. Alguien como ‘El Joker’ de Batman, que es el antagonista del héroe; algo así como un héroe del lado oscuro (tiene guasa la descripción si uno piensa que estamos hablando del antagonista de Batman, uno de los héroes más sombríos de la historia de la imaginación).

Cerramos este capítulo con una frase que induce. Una sugerencia que podría valer como título para un poema: “Postura de héroe”. Ante una circunstancia concreta y adversa, todos necesitamos una de esas posturas antes o después en nuestro recorrido vital.

La esencia de cualquier personaje es la de tomar decisiones.

miércoles, octubre 20, 2010

Aprendizajes para todos


Esta bitácora está pidiendo una evolución. Y no seré yo quien se la niegue. Uno de los alicientes de esta temporada es el taller de guión que estoy cursando en la Piscifactoría, un vivero de actividades creativas gestionadas por el maestro Escarpa. El taller corre a cargo de Elisa Puerto, guionista en trance, transportista de conocimientos y una profesora con un criterio propio con la que pronto intuyes que destripar las claves de un guión te puede desvelar algunas paradojas de tu propia existencia.

Inspirado por la futura máxima de leer y aprended todos de ella, a partir de esta semana plasmaré los conocimientos e información que vaya adquiriendo en los talleres de Elisa. La esencia de estas reflexiones se nutre del magisterio y lecturas de Puerto. Si aprendéis algo de mis balbuceos para traducir su conocimiento, deberéis mantener la correspondencia con ella, cartógrafa delicada de emociones visuales. Esta serie de artículos pues será una forma de reverenciar su método y ordenar las ideas que ella va depositando en nuestras cabecitas con cada nueva sesión.

Despegamos esta senda con el repaso de la primera clase. En toda primera lección que se precie, acaba surgiendo una interesante colección de sugerencias densas y (a menudo) pertinentes llamada bibliografía. El taller de Elisa no es una excepción. En la primera clase nos habló de los siguientes libros como manuales de obligada referencia:

-‘El Guión: sustancia, estructura, estilo y principios de la escritura de guiones de Robert McKee
-‘El Punto G del Guión Cinematográfico’ de Miguel Machalski.
-‘Creación de Personajes Cinematográficos’, de Raúl Serrano
- ‘La construcción de los diálogos y su función en la narrativa cinematográfica’.
Javier Rodríguez de Fonseca.
-‘El héroe de las mil caras’, de Joseph Campbell

La buena noticia de estar en un taller de guión es que no sólo trabaja el departamento abstracto e imaginativo de tu cerebro. Es decir, que también hay lugar para relajarse con una droga llamada cine, que nuestra mentora resumió en las siguientes películas, de obligada visión para los alumnos de su taller de Guión Avanzado (I):

-‘Azul’ de Krzysztof Kieslowski
-‘El piano’ de Jane Campion
-‘Deadringers’ de David Cronenberg.
-‘Deseando amar’ de Wong Kar-Wai
-‘Las diabólicas’ de Clouzot
-‘Match Point’ de Woody Allen
-‘El quimérico inquilino’ de Roman Polanski
-‘El Gran Lebowski’ de los Hermanos Cohen.

La idea de ‘El viaje del héroe’, formulada por Joseph Campbell, se convirtió en el eje de nuestra primera clase. Los más curiosos ya habréis clicado en los 12 puntos básicos que conforman este molde analítico que compendia la estructura narrativa de los grandes relatos orales, literarios y cinematográficos de la historia de nuestra especie. Al final, estamos hablando de la estructura de cualquier historia bien contada, en la que se plasma el tránsito de niño a adulto que debe afrontar el protagonista del relato.

Asimismo, en esta primera sesión abordamos varios conceptos que sospecho serán recurrentes en las próximas lecciones. Por ejemplo, la figura del aliado mayor del protagonista, que quiere y necesita lo mismo que éste. Y que se define por complementarle. Normalmente, el protagonista lleva la acción de la historia y su aliado lo completa con su conciencia. Nada nuevo bajo el sol. Estamos hablando de El Quijote y Sancho. Holmes y Watson. Batman y su mayordomo Alfred. En esa línea, Elisa nos explicó que los aliados funcionan también como mentores; el paradigma ya sabéis que es ese ‘Pepito Grillo’ que tantos tormentos y decencia sigue repartiendo por el mundo.

También hubo ocasión de abordar algunos arquetipos en la inmemorial tarea de fabricar historias para todos los públicos. Una labor en la que inevitablemente se han edificado infinidad de lugares comunes en los personajes. Uno de los más recurrentes es aquel que dibuja a la mujer rubia como princesa (objeto a rescatar) y como símbolo de pureza y virginidad. Afortunadamente, siempre ha habido rubias singulares, pienso en Marylim o Scarlett, que le han introducido al tópico las dosis suficientes de picante como para apreciar en las blonde woman de este mundo el reverso de experiencia y tentación que actualiza y pone interesante aquel ideal que anhelaban nuestros tatarabuelos.

Eso sí, si hablamos de personajes, existe un dualismo que mueve el alma de los actores de cualquier narración. Por un lado, el deseo, que es la búsqueda consciente del personaje. Por otro, la necesidad, que es la motivación interna inconsciente que guía sus acciones. Pongamos algunos ejemplos para comprender mejor este dualismo. El deseo de Rose, la protagonista de Titanic encarnada por Kate Winslet, es escapar. Su necesidad, encontrar su propio camino.

El deseo de Clarice Starling, la heroína de ‘El Silencio de los Corderos’ es atrapar al asesino en serie que galvaniza el primer caso que le toca resolver. Su necesidad: emprender ese viaje interior que le lleve a acallar los corderos de su infancia-adolescencia, es decir encontrar la llave de paso que resuelva el trauma que la inició en su carrera policial.

Al final, se trata de encontrar nuestra pasión; es decir, la esencia que nos hace estar vivos, que nos conecta con nuestra existencia. En esa dinámica, cada uno de nosotros tenemos nuestra madeja de obsesiones, que nos definen por su presencia o por su fantasma. Alguien habló del incesto como premisa recurrente de sus historias. Y lo explicó por su necesidad de encontrar un espejo vital. La necesidad de verse reflejado, explicado, descifrado en otra persona. ‘Temo’ que la mayoría de vosotros vais a veros identificados en esa búsqueda de espejo. Negaré haberlo escrito, pero el ‘transcriptor’ de estas líneas también forma parte del club. Obsesiones de humanos, que sin darse mucha conciencia fabrican historias para tratar de entender algo de la suya y encontrar así una intuición de hacia donde orientar sus pasos…

lunes, abril 05, 2010

Un cuarteto de películas sobre las que rotar en esta cartelera


Ahora que las productoras americanas amenazan con retirarse del ruedo ibérico, dada nuestra genética pasión por copiar lo que no está en la imaginación, merece la pena reivindicar la magia de encerrarte en una sala sombras para beber historias y sumergirte en ellas multiplicando así las sensaciones que contienen.

Últimamente he tenido bastante suerte en las visitas a lo más novedoso que se proyecta en nuestros cines. Haremos el repaso en sentido cronológico. La primera película que merece recomendación se llama ‘El mal ajeno’ y es la ópera prima de Óskar Santos, un director vasco que aparte de ser buen amigo de Amenábar (le produce la película), tiene su reputación como cortometrajista y aquí demuestra buena mano en la construcción de personajes y el manejo del tempo narrativo de la historia.

‘El mal ajeno’ cuenta la historia de un médico (Eduardo Noriega) que está de vuelta de todo. Realiza su trabajo del modo más eficiente posible que se le ocurre. Eso traducido a su universo implica guardar un muro emocional en relación a su trato con los pacientes. Su máxima se resume en curar a la gente con la mayor economía posible. Esto es: darles el diagnóstico más certero y asignarles el tratamiento más eficaz para su curación.

Empatizar con ellos no entra dentro de su escala de prioridades. No es mal tipo, pero está encerrado en su rutina. La inercia cotidiana de un trabajo muy exigente no le deja mucho tiempo para sintonizar con su hija adolescente ni para recomponer la relación que tenía con la madre de ésta. La suya parece una existencia bastante frecuente en este tiempo. Te aferras a lo único por lo que te van a pedir cuentas y las hojas caen con la velocidad implacable de un suero emocional, del que parece que no sabes salir, aún teniendo tantas cosas a tu favor para encontrar tus (buenos) momentos.

La historia ofrece un puñado de interpretaciones muy interesantes, con Eduardo Noriega a la cabeza. Y plantea dilemas universales a través de una premisa original que tira de la trama, manteniendo intrigado al espectador en todo momento. Es una buena cinta para que la gente que raja del cine español deje de dar la cantinela.

Bastante cerca de aquí, en Francia, se ha rodado ‘Un profeta’, que arrasó en los César (el equivalente francés a nuestros Goya). Esta cinta tiene mucha personalidad, a imagen y semejanza de su protagonista, un chaval argelino de 19 años que está enjaulado, sin perspectivas aparentes de cambiar una suerte que le ha llevado de centro de acogida en centro de acogida. Y ahora a la cárcel. Un tipo que se hace simpático por su transparencia y por los huevos que le hecha en una situación adversa.

Un joven inteligente pero lleno de carencias, que se saltará a fuerza de dedicación y ambición. Un hombre que comete atrocidades pero que construye una moral con la que te puedes sentir identificado. La cinta está muy bien tejida, llena de recovecos narrativos y con personajes que darían para poblar varias novelas. Es un drama carcelario que, al contrario de la también excelente Celda 211, pone el poco en la realidad y los efectos especiales que surgen al mirar en el alma de una persona en edificación.

Me quedan dos párrafos para hablar de dos películas de 7’5 (calificación subjetiva) que he visitado esta semana santa. La primera es ‘El escritor’, la última cinta del señor Polanski, que es un prodigio del cine de suspense. A partir de una interesante trama política, ¿qué pasaría si a un ex premiere como Tony Blair le diera por escribir sus memorias?, se articula esta historia que homenajea al maestro Hitchcock para rastrear en los vertederos y dobles espejos del poder. En tres palabras: entretenida, sexy y turbia.

El adjetivo de en medio es compartido también por una de las grandes nominadas a la edición de los Oscar de este año: An Educaction. La película narra las peripecias de una adolescente llena de talento y belleza, que lleva una vida tan exclusiva como aburrida, encaminando todos sus esfuerzos al noble arte del salto con pértiga para acceder a la universidad de Oxford. Pero en la vida pocos son los planes que salen tal cual los hemos programado y eso es lo que descubre esta joven, cuando a su alrededor empiezan a ocurrir cosas interesantes que le harán tener que decidir…Es una película muy recomendable para visitar si eres lectora de este blog o quieres ir al cine con compañía femenina. Una sofisticada relojería narrativa llena de sutileza, emoción y oxígeno.

Empleo un párrafo de propina para hablar de Manoteras, a la salud del tío Davide, con el que fui a ver esta última cinta. Manoteras es uno de esos sitios repletos de casas clones, que tanto jalonan la geografía madrileña. Manoteras es un templo al aburrimiento para un visitante ocasional. También un poblachón de acero donde trabajan, comen y sobreviven cientos de hormigas humanas, que se dejan las antenas cada día en sus acristaladas oficinas. Manoteras es la isla de nuestro tiempo. Hay algo generosamente triste en sus esquinas apagadas y, sin embargo, uno intuye que la vida también encuentra ahí sus guantes de lana y sus buenas furtivas historias.

miércoles, marzo 24, 2010

Un profeta


Sobrevive.
Vive sobre sí mismo.
Sobrevuela.

19 inviernos.
19 rasguños.
19 limitaciones.

Profeta da la espalda.
Simplemente, que te jodan.
Agujero negro no invisible.

Profeta ve tres escalones.
Así, de un golpe mental.
Agujero luz le encuentra.

Primero masajear mujeres.
Luego, paladas de dinero.
Pronto, castillos dignidad.

La vida te sodomizará, chico.
Tú decides si te dejas hacer.
O si agarras las riendas.

Riesgo rastrojo humano. De ser.
Riesgo rápida rendición. Sopla.
Riesgo versión ganadora. Vivir.

La tuya.
Tuya es.
Tuya.

Cojones.
Y un poco.
De poesía.

Sobrevive.
Vive sobre ti mismo.
Sobrevuela.

martes, febrero 16, 2010

Búsquedas en la jaula, miedo disuelto en chistes metafísicos y una balada romántica del monstruo legendario


Siempre nos queda el cine. El cine busca esquinas improbables para mirarnos a la cara y hacernos pasar un buen-mal rato y devolver algo de lucidez para la vida cotidiana.

En lo alto del escenario vemos a una chica preciosa, con los ojos emitiendo algo parecido a las lagrimas, radiante. Se llama Marta Etura. Su discurso de premio combina con maestría la emoción y el agradecimiento. La gente de la academia ha reconocido su interpretación en la Celda 211, que al final de la noche se habrá convertido en un maremoto de éxito: ocho Goyas.

Celda 211 tiene un inicio impactante. Consigue imprimir misterio y desasosiego en el espectador. Y por encima de esas dos sensaciones, el interés. La historia gira a través de Mala Madre (insuperable Tosar), un tipo rapado con voz tabernaria pasada por la lija, cuyo efecto más perdurable es que tengas la impresión de que se está cagando en la madre de su interlocutor cada vez que habla con éste.

Celda nos recuerda la fortuna que tenemos de haber nacido dentro de una clase media, con una vida más o menos anodina y con unos factores vitales comunes que más o menos vamos poniendo a nuestro favor por el camino.

La película retrata con aspereza y un toque humorístico (en algún momento hasta tierno) la vida entre jaulas de un puñado de presos que un día deciden rebelarse, con tal casualidad que acaban poniendo a un tipo corriente en una situación límite, donde sólo su gélida sangre le dará una oportunidad. El inicio, ya lo hemos dicho, deslumbra.

Luego pierde algo de vuelo en el tramo medio. Y vuelve a crecer en su desaforado desenlace. Es una película sobre malos con carisma (ya sabemos por qué El Padrino es la cinta favorita de una generación) y gente que busca su sitio y que lo encuentra. Algunos a costa de poner a freír su integridad, otros siguiendo su instinto, los menos buscando un equilibrio entre supervivencia y moralidad.

En suma, un laberinto de emociones, tensiones y peripecias batidas a muy buena cadencia, que nos recuerda lo mucho que podría cambiar nuestra vida si empiezan a llover pedradas en ese territorio llamado suerte, que tanto se ladea cuando caminamos en su lomo durante este viaje.

El lunes, aprovechando que el Señor Fo libraba, nos acercamos a ver el hombre lobo del siglo XXI. En esta época, wolfman tiene la efigie de Benicio del Tiro, quien tiene un careto suficientemente salvaje como para dar el pego. La historia confirma esa sospecha, con el boricua haciendo un buen ejercicio de contención y tormenta. Los misterios de la película son bastante previsibles.

Pero aún así, la música y la fotografía, así como el desarrollo de la narración, remiten a la idea de viejas grandes películas. La cinta es barroca y está contada a lo grande, evoca al Drácula de Bram Stoker, por su ambición y romanticismo. Anthony Hopkins nos recuerda que es un mago del lado niebla y Emily Blunt que es una cara muy bonita y con una interesante manera de caer en el enamoramiento.

Lo más destacable de la película son la casi decena de buenos sustos que te llevas cuando ves la historia (ya saben, lobohombre siempre se esconde para ahorrarle sufrimientos innecesarios a sus víctimas, no así a sus visitantes).

Lo más rechazable, esa tendencia a enseñar las transformaciones lobunas (muy logradas, por otra parte). Al final, lo que más terror transfiere es lo que no se ve. Lo que se intuye, lo que se oye, lo que no se puede entender.

Como último lado de este triángulo cinéfilo señalaremos Shadows and Fog (2001), una de esas películas de Woody Allen semidesconocidas que regalan un puñado largo de buenos momentos gracias a la habilidad del neoyorkino para combinar tempos teatrales con impagables dosis de humor, lucidez y absurdo

Todo ello movido al ritmo de una de las neurosis más saludables que haya dado la especie, encerrados en 165 centímetros de pura incontinencia verbal, con diálogos imprevisibles y brillantes. Y es que el tío Woody ha hecho del cine su vida, hasta el punto de que su manera insurgente de abordar los torreones culturales y sociales de nuestra civilización le han convertido en un antihéroe con el que todo es más divertido y menos dramático, donde uno se siente menos torpe y más inteligente.

viernes, diciembre 18, 2009

Looking for Eric


Consejo amiga.
Hombre diario en apuros.
Es terra barrial.

Genio francés.
Oda al poeta furioso.
Bolista masas.

¿Clave? Actitud.
Aprende a decir no. No.
Fe, en tu gente.

Bravo Sir Ken Loach.
El dios peso profundo,
humor yo mismo.

Se llama Lyly.
Amor en este instante.
Y flotas fluyes.

La lejanía.
Dadme mentiras blancas.
Tristeza muro.

Pánico diario.
Amor y borracheras.
La lejanía.

Habrá problemas.
También más opciones.
Riesgo. Y acierto.

¿Clave? Actitud.
¿Qué te hace diferente?
Premio, explóralo.

jueves, julio 16, 2009

The visitor

El visitante ha gastado su reserva de bromas por el camino. Arrastra los pies y aleja con un silencio que tiene las hélices de paseante taciturno.

El visitante no tiene casi paja en la cabeza, se la ha gastado sus pensamientos en la evocación de unas manos que han pasado al otro lado.

El visitante tiene corazón después de todo y dice las cosas despacio, como acreditando que su sonrisa funciona con una complicidad genuina.

El visitante se sienta gracias a ese amigo sirio. Permite a sus manos seguir el ritmo de los sentimientos. Ritmo, rabia, ruido, alegría, alejémonos, acerquémonos. Sentados, suaves, silbidos.

Pero, el visitante, vivirá las grietas más profundas y cambiará de caparazón. No todos tenemos la suerte de poder decirlo.

viernes, septiembre 26, 2008

Elegante y sucia


Con estas palabras, gastados y sugerentes, una tímida marinera del océano virtual califica la odisea de dos vaqueros que centran sus pensamientos y existencias en un ferrocarril. El tren sale a las 3.10 y marcha destino a Yuma.
Vamos a deshacer la memoria. Uno de ellos se podría llamar Jonatan. Es honesto y cabal. Tiene una esposa que se parece a una mujer que una vez, una sola (vez), encontré en la Fuente Labrada. Es rubia, serena y abnegada, con esa elegancia marchamo de las mujeres que han nacido para preservar este mundo. Jonatan es Cristian Bale un tipo que tiene un pacto con el lado sombrío y cuyos pómulos manejan un lenguaje propio.


Al otro lado de la charca, campa Dylan. Un forajido con un alto sentido del honor que no duda en ser piadoso con sus enemigos mientras pulveriza los sesos del primero de los suyos que comete una cagada. Dylan es Russel Crove, ese australino talentoso y violento que en su día lo dio todo por tirarse a la antigua adolescente de Alcobendas.


¿Por qué El tren de las tres y diez ha pasado a convertirse en la medalla de plata de mis preferencias en cine? Porque tiene ritmo, es divertida y original. Porque indaga sin correcciones en la ceniza del alma humana. Porque en ella malvive un bueno con el cuerpo y el alma tullida. Porque en ella surge un malo con el corazón doblado, escindido entre su instinto de supervivencia y un interesante muestrario de gestos honrosos hacia el género femenino y la gente con agallas.
Todos, en algún momento de nuestra existencia, nos hemos creído mejores de lo que éramos. Y todos también hemos terminado en alguna ocasión en ese desfiladero en el que nos pensábamos peores de lo que realmente éramos. Esa contradicción alimenta nuestro corazón de animales hambrientos de felicidad.


Por eso me gusta esta historia. Porque encuentras en ella metafísica de aguardiente. También aventura, un cierto toque de comedia y algo de sofisticación en algunos de sus diálogos. Y la mística del salvaje oeste sembrando de incertidumbre la vida de su gente. Dan (Cristian Bale) ha perdido la dignidad en algún momento del camino. ¿Les suena? Ni siquiera los cojones que le echó cuando quedó lisiado en la maldita guerra, le han valido para vivir decentemente de su granja. Y lo que es peor, ha perdido el respeto de su hijo adolescente, William, obsesionado con historias de legendarios forajidos. Por no hablar de cómo su compañera de viaje empieza a dudar de su capacidad resolutiva para sacar adelante a la familia.
Enfrente, Dylan saquea diligencias, ríe como una hiena y habla como un senador, mientras encama a la camarera más apetecible del pueblo. Pero en esta partida, como en tantas otras, no conviene bajar la guardia. Así pues, Dan (o Jonatan, as you prefer) y Dylan están amarrados a la puerta de una duna. Cantan, beben, se odian y admiran secretamente mientras el miedo hace su trabajo y les deja, cara a cara, enfrentados a su destino.


Esta película me gusta porque esté hecho de vértigo, tiros, confusión, absurdo y muerte. Pero me fascina porque ofrece honor, peligro, entereza y determinación. Una combinación que, de lograrla, algún día nos podría meter en un buen sueño.

lunes, mayo 26, 2008

Risa y sal gorda


En el barrio de los cines de versión original una chica y un chico mantienen una apacible discusión sobre qué clase de cine resulta más eficaz para desconectar y pasar un buen rato: una comedia o una de acción.
Tras deliberarlo al son de una ración de empanadillas, enfilan una comedia española llamada Fuera de carta. La película ha sido concebida por un grupeto de guionistas de series oficialmente divertidas como Aída o Siete vidas. El chico no las tiene consigo, pero las empanadillas han entrado sin sobresaltos y su amiga rivaliza con el en despistes y ensoñaciones, así que supone que la pantalla puede llevar sorpresas.
Por esta vez, nos e equivoca. Fuera de carta es divertida de un modo objetivo a la manera en la que se puede decir que Scarlett Johansson es una diosa de nuestro tiempo.
La cinta narra la historia de Maxi (brillante señor Cámara, cuyo talento siguen en progresión), un cocinero egocéntrico y habilidoso, al que la vida parece sonreír. Tiene a su servicio a una plantilla de currantes que hacen las veces de familia, conformada por algún bala perdida entrañable, suerte en la que sobresale el señor Tejero. Tampoco le anda a la zaga Lola Dueñas, que para la ocasión se pone el traje de tía buena atormentada, un traje bastante apropiado para una de las chicas más fluyentes de nuestro cine, capaz de sobresaltarnos con una sonrisa que no le cabe en el traje. Todo se complica para el señor Maxi cuando aparecen en escena sus hijos, que acaban de perder a su madre como consecuencia de un cáncer.
El caso es que la película no cae demasiado en el drama y se convierte en un continuo disparate. Apenas es verosímil, otra veces parece una caricatura pero por encima de esas impresiones se impone la risa o la sonrisa. Resulta complicado encontrar historias con tanta densidad de chistes o situaciones logradas. A veces este costumbrismo de antihéroes se hace predecible y agradable, a la manera en la que el trapecista consigue que su chica se ría con los mismos chistes de anteayer. En otras, la historia se parece a uno de los viejos cuentos de Disney, con cantidades generosas de moralina.
Es lo que ocurre con los directores noveles, que rebosan detalles brillantes y carecen de ese toque sutil del que ha castigado la barra del ver unas cuantas docenas de veces. No obstante, los amantes de toda la vida del cine español pueden estar contentos porque ese exceso de sal gorda se compensa con detalles estilosos como la aparición de secundarios tipo Luis Varela (recitador de los dos mejores chistes de la cinta) o Chus Lampreave, encasillada en un personaje de la movida que sigue fascinando por su toque de ingenuo y malicioso propio de la tía abuela del pueblo de toda la vida. El cine español también puede servir para eso. De hecho, va implícito en su ADN. Disparata aguas, crea un cuento y nos hace reírnos de las pequeñas miserias con un toque excesivo que nos reconcilia con el nuestro carácter mediterráneo, donde por el mismo viaje un tipo puede haber sido cocinero, putero, marido, muerdealmohadas (citas textuales del personaje) cabrón, buena persona, rey de la incorrección y desastroso entrañable. Al final, ya de vuelta a la pista de despegue del búho, el chico le reconoce a la chica su buen gusto, mientras la luna se hace la serena.