Mostrando entradas con la etiqueta fraternidad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta fraternidad. Mostrar todas las entradas

lunes, abril 06, 2020

Nazarín: el altruista al que veneran las prostitutas y niegan casi todos sus semejantes



Fuente de foto: filimin.es

Nazarín es una de las obras maestras de Luis Buñuel, que por cierto está disponible estos días en la plataforma YouTube. La película está inspirada en la novela del mismo nombre elaborada por Benito Pérez Galdós. La historia relata la historia de Nazarín (interpretado magistralmente por Paco Rabal), un sacerdote de comportamiento íntegro que vela por todas las personas de su vecindario, aún a riesgo de su propio bienestar, lo que queda de relieve en que le roban prácticamente todo lo que tiene y encima tiene que terminar abandonando su hogar porque se lo queman...

Tanta compasión acaba generando escuela y el sacerdote, que vive en una aldea a medio camino entre lo fantástico y verosímil, que mezcla el folclore mejicano con algunos empecinamientos del genio español, acaba siendo seguidas por dos meretrices (Rita Macedo y Marga López)
a las que ha inspirado con sus actos coherentes, repletos de humanidad.
Por el camino, la mayoría de las acciones del protagonista encuentran incomprensión o burla. Claro que eso no es óbice para que sus descarriadas admiradoras vayan tejiendo una mayor fe en la vida gracias al quijotismo místico de su protagonista y la ayuda desinteresada que va brindando a sus prójimos.


Fuente de foto


En tiempos del coronavirus, conmueve comprobar (y conectar) con esos abuelos nuestros que se dejaron (o que se la jugaban temeriamente sin 'mascarillas escudo') la vida ante plagas como la peste negra, aferrados a una variable protección divina y movidos por una necesidad diaria de sobrevivencia, que nos hermana con 'los que resuelven' actualmente en cada latido diario en numerosos pueblos y ciudades de África, América Latina y hasta Asia.


Fuente de foto: cinema 22


La película se ve del tirón. Se disfruta y hay algo conmovedor en la manera en que su protagonista se empeña en tender puentes entre sus principios y las personas a las que auxilia. La cinta sirve también para poner el foco en las injusticias sociales y ese grosero resorte de violencia a través del que los hombres de aquel tiempo (la peli está ambientada en el Méjico de principios del XX) trataban a las mujeres como ganado.

Pocas damas lloran, suplican y se alegran con el entusiasmo de esas rameras aztecas que llenan de claroscuros una película en la que, más allá de la religión, brilla el deseo inconmovible de Buñuel de conectar con la trascendencia. ¿Qué pasaría si un hombre común se acercara a la verdad de los actos de Cristo? De esa posibilidad versa esta entretenida y conmovedora historia.

sábado, enero 04, 2020

La Fuerza del cambio

Es saber incluir.
Marea que nos hermana.
Tratarnos muy bien.



domingo, abril 03, 2016

El mensaje de Cristo y a arquitectura de Foster: diseñar y producir mundos más inclusivos, elegantes y habitables



Seguimos a vueltas con la idea de belleza. De eso sabe un rato el arquitecto inglés Norman Foster. Recomiendo la visión del documental que recopila algunos de sus logros: ¿Cuánto pesa su edificio, Señor Foster’

En el mismo, queda de relieve la habilidad de este hombre para armonizar innovación, estética y redefinición de los estándares que definen la convivencia social, con una idea de progreso en la que se diluyen algunas diferencias sociales (como ha hecho en algún proyecto, como el desarrollo de una fábrica). También es relevante su preocupación por combinar belleza y ecología, sin perder de vista la funcionalidad de la luz natural, camino en el que funcionan obras como el Aeropuerto de Pekín.

Entre las notas más destacadas de su biografía, me quedo por su permanente búsqueda de evolución en su manera de imaginar y concretar los espacios urbanos, como el metro de Bilbao, o remodelar  edificios emblemáticos, como el Reichstag alemán. También es loable su perseverancia y su voluntad de adaptación al cambio; más allá de que el documental que os recomiendo tenga cierto aroma de hagiografía, es de ley poner en valor los logros de este inventor de espacios.


En categoría especial, con respeto y montañas de admiración, también queremos hacer una referencia al legado de Jesucristo, posiblemente la persona más conocida y quizá reverenciada de todos los tiempos. El motivo de esa pervivencia en el legado del inconsciente colectivo es su mensaje de amor fraternal y su valentía para dibujar mundo más inclusivos (donde los enfermos y los marginados sociales reciben el mayor cariño y comprensión, con una apuesta inequívoca por su normalización social); un mundo en el que la mujer (a la que Jesús prestó una consideración revolucionaria para su época) está llamada a desempeñar un papel más protagónico, por su habilidad para escuchar y hacer funcionar a familias y proyectos de una manera sutil y diversa.
Lo que más me impresiona de Jesús es su facilidad poética para transmitir esperanza con alegorías y parábolas que siguen funcionan con independencia del discurso del tiempo. En ese sentido, el sermón de las bienaventuranzas es una de las cimas de su predicación.
Lo gracioso (y decepcionante, por no emplear una palabra más gruesa) es que su mensaje no calara en la práctica a lo largo de los dos mil años y pico que han transcurrido desde su desaparición (tema aparte es el tema del dolor y la injusticia que padeció en vida, que nunca debería servir de coartada para justificar mundos terribles e injustos como los que se han vivido en este tiempo).

La buena noticia es que su ejemplo inspira a muchos corazones en el mundo y que su afán por cincelar belleza (con palabras, gestos y entrega cuidada) encuentra continuidad en la labor que muchas personas ejercen en diferentes lugares del planeta. También de nuestro país. En esa línea sitúo el trabajo que hace mi hermano Javi con las dos comunidades con las que está comprometido. No hay mejor testimonio que una vida encomendada a las mejores causas…

domingo, marzo 27, 2016

Cruyff y Luther King: cuando los ideales germinan en una realidad necesitada de belleza



Ha sido una buena semana santa. Entre sus días de placidez y descanso activo (con impagables visitas a los amigos con hijos), he tenido la suerte de ver una obra maestra del cine como Ben Hur, quizá de los mejores marketing que se puede hacer en estos días a la cristiandad, además de un viaje del héroe colmado de épica, fuerza narrativa y dosis abundantes de emoción.

En ese marco, he procurado acercarme a la figura de dos tipos que admiro desde hace tiempo. Jugando por la banda izquierda de la memoria colectiva, Johan Cruyff (uno de los cuatro magníficos de la historia del fútbol –junto a Di Stefano, Pelé y Maradona-hasta el advenimiento de Messi). Cruyff era un virguero del regate, que empleaba el balón como una prolongación de su centelleante pensamiento; cuando jugaba, el tiempo parecía reblandecerse y sus adversarios empezaban a flotar, víctimas de sus amagos y regates, que le dieron un nombre como mejor jugador europeo durante tres años (1971, 1973 y 1974), además de virrey en el Ajax, el Barcelona y la selección holandesa; esquadras con las que se hartó de crear belleza (también con pases al hueco y goles de bella factura, inmarcesibles al paso del tiempo).

Cruyff se convirtió luego (en la época entre el 88 y el 96) en el entrenador de un exitoso Barcelona, germen del actual Tyrannosaurus Barça; aquel Dream Team que destronó a la Quinta del Buitre mientras se calzaba cuatro títulos de liga y una Copa de Europa. Y, sobre todo, se erigió en el ideólogo del fútbol ofensivo y eficaz, poniendo de acuerdo belleza, talento y eficacia. Eso que tanto adoran algunos italianos: armonizar la estética con la ética. Una filosofía de juego, por cierto, con la que luego germinó España como campeona del Mundo; un sueño hecho realidad que tuvo doble confirmación en esas Eurocopas que siguen emocionando.

Por otro lado, jugando de medio centro, repartiendo juego (fraternidad y esperanza) he podido ver algunas de las mejores jugadas del reverendo Martin Luther King, quien compuso una oda a la convivencia pacífica con aquel célebre discurso que pronunció en Whasington en 1963.

En el caso de este reverendo bonachón y mujeriego, lo que más cautiva de su discurso es su habilidad para dibujar imágenes ilusionantes: o lo que es lo mismo, su templanza y bonhomía para describir los problemas que sacudían a su país (EEUU) y dibujar metáforas de esperanza en el tiempo (la frontera entre los 50 y los 60 del siglo pasado) en el que ejerció su labor. Esa habilidad para encontrar las palabras justas y sembrar la esperanza y la fraternidad en medio de la rabia y la injusticia. Un proceder en el que se condenaban los problemas, no las personas que lo expresaban.

Gracias a esas prácticas de no violencia activa, Luther King y el movimiento a favor de los derechos civiles lograron importantes reconocimientos como la Ley del Voto y la Ley de Derechos Civiles, en los que se recogían el derecho a votar de toda la población negra  o la no discriminación pública de las personas con ese color en la piel en los lugares públicos, entre otros logros; merecimientos que le valieron el Nobel de la Paz en  1964.

También su valentía y su claridad mental para asociar la triada pobreza, racismo y guerras como un todo entrelazado que explicaba los graves problemas de su país para prosperar en una comunidad donde se pudiera articular una convivencia en ciudades y estados presididos por la desconfianza, el odio y la telaraña de los prejuicios. Como explica uno de los hijos de King, todavía queda un largo sendero por recorrer en el sueño que una vez vislumbró su padre.

En un momento como este, en el que adversidades tan grandes como el paro, los desahucios, la incomunicación, las crisis de los refugiados, las desigualdades y las guerras empujan al desastre a la humanidad, necesitamos encontrar esa belleza (bondad, protección, cuidado y fraternidad en los gestos) que habiliten nuevas posibilidades de convivencia integral.

Nos va la vida y nuestro futuro en ello. Ahora más que nunca se hacen ciertas esas palabras del reverendo: “si no somos capaces de convivir en la tierra como hermanos, acabaremos envenenado la misma y destrozándonos como locos…”.

Necesitamos nuevas avenidas de libertad; una arquitectura de sencillez y belleza en el gesto para desatascar un campo sembrado de amarrateguis poco imaginativos que buscan el empate a 0, que en la práctica significará nuestra desaparición y también la extinción de lo mejor que llevamos dentro y que hasta ahora hemos expresado con cuenta gotas como especie…(Y me refiero a la construcción de sociedades más humanas, no a nuestros logros en campos como el arte o el deporte).

Lo que hermana a estos adelantados a su tiempo (y lo que nos inspira de ellos) es su imaginación, perserverancia en sus ideales y su sentido de la belleza (si te lo pasas bien, será mucho más fácil que se lo pasan bien todos los que comparten contigo un partido, decía Cruyff)...Necesitamos pues una buena dosis de su convicción y activismo para alumbrar senderos de cambio y no violencia en el camino de encrucijadas que nos toca transitar ahora mismo. 

Así pues, trabajemos juntos para darle minutos y capacidades de decisión a los Johan y los Martin de este momento, que pueden cambiar el resultado adverso que ahora mismo tenemos en el marcador…Es importante recordar que el cambio se activa fijándose en las actitudes y personas más inspiradores que tenemos a nuestro alrededor en el desarrollo del trazo cotidiano...