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lunes, noviembre 08, 2010

Serenidad y movimiento



A principios del mes de junio de este 2010 tuvo lugar la boda entre Raquel&Sergio. El enlace fue una dedicatoria a la elegancia y la emotividad. Una condensación de las mejores emociones tuvo lugar cuando tomó la palabra uno de los abuelos de Sergio. Su discurso, rimado y creciente, hablaba de conceptos como el respeto y la constancia. Invitaba a los novios a no emplear el orgullo como refugio vital y a vivir cada día como un regalo donde la conciencia, el trabajo y la alegría fueran los ejes. Contemplar su dignidad para transportar el antiguo cuerpo y percibir la emoción de sus depuradas palabras fue una inspiración cuya textura contagió la cena y el baile posterior.

La emotividad estaba cincelada conforme al carácter de la pareja homenajeada. Comenzaré hablando de Sergio, viejo amigo del instituto. Sergio ingresó en mi colegio cuando éste se había metamorfoseado en instituto (algunos tuvimos la suerte de trazar de forma continuada el recorrido de primero de EGB a COU por obra y gracia de la configuración de nuestro centro educativo). Desde el principio, S me pareció un tipo simpático. Excelente conversador y con esa cualidad que delata a los que viven con fiebre vital: mucha curiosidad y capacidad de asombro.

Recuerdo con cariño aquellas primeras conversaciones en las convivencias que teníamos la gente que estábamos emprendiendo el camino de la confirmación (como católicos pensaba entonces, como cristiano prefiero señalar ahora). Sergio quería un mapa del poder, también de la amistad y la belleza, con la que funcionaba nuestro curso. Rulo y yo le introducimos lo mejor que supimos; por el camino, empezamos a forjar una camaradería de roble.

Transcurrió el tiempo y compartimos algunos hitos importantes en nuestra biografía. S, dos o tres amigos más y este que consigna inauguramos nuestro viaje nocturno, con unos primeros vuelos rasantes en los Bajos de Arguelles. Nunca olvidaré el sabor incitante de un mini de kalimocho que se mezclaba de colores con las miradas huidizas de aquellas chicas con las que tanta timidez nos daba conversar miradas. Tampoco las bromas que compartíamos en el sentimiento pionero de robarle mediocridad a las semanas de estudio y tedio.

Hacíamos cosas que nos conectaban con la noche y nuestra alegría: partidos al futbolín, saltos que ponían a prueba la energía de los Offspring y fotografías mentales de guapas inaugurales que tenían la romántica costumbre de vestirse de blanco. Ya sabéis, inocencia, deslumbramiento, idealización. También la irreverencia de quien está empezando. Como cuando el tío Alex se inventó como portero de un garito y las bellas incautas le entregaron, una por una, su documento nacional de identidad, que nuestro creativo gamberro aprovechaba para escanear a las principiantes con una prometedora mezcla de complicidad y juego.

Hubo también primeros viajes de aprendizaje, nieve y noches. De esquí durante la jornada diurna (donde S se manejaba con notable pericia). De noches no autorizadas en las que a los dos nos gustaba aquella enigmática grunchera del curso anterior.

O como cuando Charlie y yo no podíamos evitar estallar de risa (perdona amigo) por las expresividades de nuestro entregado colega cuando jugaba al futbolín. O cuando veíamos el fútbol…Donde, por cierto, no había consenso. Pero así es mi colega, simpatizante de los momentos cumbre de la vida. Indio irredento. Consciente de las cantidades industriales de repetición en el vencimiento que contiene una existencia cualquiera.

Pero también romántico y sabio como para celebrar las esporádicas grandes alegrías de este viaje (de su equipo, prolongación orgullosa de la común de las existencias) con toda la entrega y diversión que merece el evento (Neptuno temió por la integridad de su barba cuando mi viejo camarada estaba encaramado en su lomo, celebrando esta primavera esa Europa Leage que el Atlético le ganó con justicia, 2-1, al Fulham).

Pasaron los años universitarios como quien vive en el trópico. Pero S y yo mantuvimos un hilo irrompible de amistad, que nos llevó por ejemplo a seguir emborrachándonos y disparatando cuando la fiesta nos hermanaba. Siempre me hizo la gracia la risa de Sergio.

El tío ve broma donde el resto ven curso inexcusable de naturaleza. La sonrisa de mi camarada, por ejemplo, de cuando nos encontramos un día en Alonso y yo estaba con una recién incauta me hizo darme cuenta de las posibilidades de un salón que entonces no conocía.

Así podríamos seguir numerando anécdotas. Pero lo importante es que por el camino S ha conservado su risa y su asombro y les ha agregado buenas dosis de conciencia y aguante. Conciencia de las cosas realmente importantes. Conciencia, por ejemplo, del valor sagrado de unos principios para conducirse por esta vida.

También aguante, llámalo fortaleza, para soportar las tentaciones del camino fácil en el trabajo y comportarse como un tipo íntegro. Estamos hablando de un dedicado industrial que, a base de gastar nuestras modernas luces de ya no petróleo conoce, maneja y mejora las mañanas como consultor; o lo que es lo mismo, que se ha convertido en un master de los secretos de la negociación y la eficiencia en los procesos de una empresa. Por el camino, punto crucial de esta historia, Sergio tuvo una revelación. Envuelta en la niebla de la discoteca palacio encontró a Raquel.

Raquel es una extraordinaria conversadora. Paciente, muy trabajadora y llena de sentido común. También divertida. Las veladas que hemos compartido me han transmitido una impresión de cabalidad y serenidad poco frecuente. Pasar un rato con ella y Sergio es envolverte en ‘lo agradable de vivir’. R ahora está trabajando duro en Barcelona para labrarse un porvenir próspero en Madrid junto a su marido…

Ya veréis como todo va a salir bien, chicos. Vuestra calidad personal, paciencia y esfuerzo lo merecen. Irradiáis alegría y templanza, algo así como serenidad y movimiento. Cualidades que componen este retrato que os tomaron en pleno corazón de la fiesta de vuestro enlace. Ahora que se cumplen los cinco meses del mismo, aquí va mi homenaje de celebración y agradecimiento del mismo.

Disfruten del viaje.

jueves, noviembre 04, 2010

Príncipe de las tormentas


Príncipe siempre intuyó que algo especial pasaba en torno a sí. Pero pasaba de darle muchas vueltas al asunto. Simplemente, peleaba por pasar un buen rato. Un día era jugando al fútbol. Otro, flirteando con sus compañeras de clase. Había tiempo también para balancear su cabeza expansiva en algunos pedazos afilados de literatura.

Sus momentos de complicidad, hablamos de adolescencia, lo conducían invariablemente a su grupo de amigos. Un grupo con el que pasarlo bien. Algo mejor, una manada con la que sentirse fuerte. Una camada con la que las mejores juergas podían aparecer en cualquier momento. Y, por encima de todo, una colección de cómplices con los que las risas, la confianza y la aventura estaban garantizadas.

Dice príncipe que la primera vez que nos conocimos le miraba con cara rara. Dando por bueno el diagnóstico, es seguro que esa cara de pocos amigos no se debía a su presencia. Por aquel tiempo, tenía demasiadas cosas en la cabeza. No digo que el problema se haya resuelto con el discurso de los años. Pero al menos ahora disimulo mejor.

Mi amistad con P se fraguó en innumerables viajes a Miraflores, una localidad del norte de Madrid en cuya radio cometieron la imprudencia de dar el mando de sus programas de deportes a un puñado de joveznos universitarios, comandados por el tío Charlie. P era compañero de CH en la Facultad de Periodismo CEU y desde el principio fue pintado por mi viejo amigo como un tipo fuera de lo ordinario.

Puestos a hacer guasa, podría afirmar que normal no era ni la cantidad de gomina que empleaba para domeñar su irreverente melena ni las bellas mujeres con las que le alternaba en las primeras noches de botellón que compartimos. Tampoco era muy normal su afición por las poses de tipo atormentado y pegadizo, una suerte de River Phoenix en versión amable de las calles madrileñas.

Ese personaje, tan cautivante como generador de envidias, le valió un día el apelativo de “grunchero de postal” de parte de un desconsolado compañero de facultad. Desconsolado porque no podía soportar la popularidad de nuestro retratado. Sea como fuere, el secreto de ese éxito social y ese aura de enigmático descansaba precisamente en que P pasaba de esa receta tan común en todas las edades de “ganas de caer bien”.

P era un buen tipo, pero pasaba de exhibir sus credenciales con un molde convencional. Ya desde muy joven, tenía conciencia de su singularidad y cultivaba su diferencia con cantidades demenciales de literatura, música, cine y…Viajes. Si algo le gustaba a P era jugar. Recuerdo un garito de los entonces espumosos Bajos de Arguelles donde nuestro protagonista se sentía feliz y motivado.

En aquel tugurio los minis de calimocho tenían un precio democrático. Sonaban con frecuencia Los Héroes del Silencio (después serían Los Planetas y a día de hoy grupos como Belle & Sebastian) y solían abrevar un par de dulcineas que personificaban la dualidad de gustos de este buscador. De un lado, una chica rubia, bella como una Christina Rosenvinge y etérea como una criatura de Dante. Que jugaba al sí pero no. De otro, una morena juguetona, que se dejaba querer con una fórmula de sí pero sí.


Al final, no pasó nada con ninguna de las dos. En el caso de la morena, mi amigo respetó que le molaba mucho a un colega suyo. En el de la rubia, me resulta difícil recordar qué pasó exactamente. Quizá ya tenía novio. Tal vez simplemente le gustaba otro muchacho.

Sea como fuere, esa atonía era la versión menos frecuente en la vida de este trepamuros nocturno. P también podría ser definido como Mister Feromonas. En mi vida he visto un imán semejante para atraer el interés de las mujeres: camareras que le invitaban a una copa, desconocidas escándalo que jugaban a tirarle la caña con la convicción de que el pez merecía ser pescado, criaturas misteriosas que se desnudaban sentimentalmente en la primera conversación…

Como buen epicúreo, P tiene algunas historias delirantes que recordar. Me precio de haber compartido unas cuantas con él. Si me preguntan el secreto de su éxito vital, no sólo mujeriego, diría lo mismo: cuestión de actitud. Pocas veces he conocido a alguien con una personalidad tan definida y con un abanico de intereses vitales tan diversos.

Pongo un ejemplo reciente para ilustrar de lo que hablo. Los dos últimos veranos, P ha viajado en compañía de su alma paraíso, Natalia, a Guatemala y Nepal para realizar voluntariado. De acuerdo, por el camino ha descubierto territorios y comunidades fascinantes. Pero por encima de esa inquietud de antropólogos espontáneos se ha impuesto la humanidad de mi amigo y su novia. Su enorme corazón.

En ambas experiencias han acompañado a chavales con muy pocos recursos. Han jugado con ellos a través del lenguaje universal de la broma. Han enriquecido y se han enriquecido con esa moneda de cambio tantas veces ignorada: desinterés afectivo. Un lujo que gente a la que se lo comento estos días envidian (nadie es perfecto) en voz alta.

Llegados a este punto, es justo y necesario hablar de Natalia. N es guapa como esa actriz recién llegada a millones de hogares una noche de lunes. Guapa y elegante. Es discreta, divertida y generosa. P encontró a N detrás de una barra. Y el flechazo fue instantáneo, con velocidad de ida y vuelta. Fue de este modo como la Gwyneth Paltrow de la acera de los gatos se colocó en el centro de la vida de nuestra protagonista.

El mejor resumen que puedo hacer de su irrupción en la existencia de mi amigo es que desde entonces Príncipe ha ido perdiendo sus tormentas. Sus ansiedades de hombre en traslación se han ido diluyendo en la serenidad que confiere haber encontrado tu lugar en el mundo.

Como dijo Juan Bonilla (uno de los primeros de autores de cabecera de P, cuyos cuentos-y algunos de sus poemas- son brillantes edificaciones), la patria es ese lugar en el que fundas tu alegría. Natalia es la patria de Paco. Y es una patria con la que es muy fácil simpatizar y sentirse cómodo. Así pues, viva la península Natap.

No le quedan muchas líneas a este pergamino. Así que iremos al turrón: Muchas felicidades Sir Paco. Felicidades por esas flamantes 32 castañas. Felicidades por tu trabajo de escribano cualificado en el Diario Marca, en el Plus, en el Mundo. Felicidades por los principios y la imaginación. Felicidades por esa familia que te contagió una manera recta y generosa de entender la existencia. Felicidades por tu alegría. También por esos gruñidos de hombre ajeno a lo ritual con los que la disimulas. Felicidades por esa unión con Natalia, siempre en perfecta reinvención de los días.

Tres imágenes de postre.

Un caserío en León. La generosidad de tus padres con el forastero. Contagio de lecturas. El olor de la bahía gallega. Un abundante plato de berberechos en Sansenxo. Las risas y el disparate. Los enfados por el sueño del poeta dormilón. Un millón de copas en la madrugada. Sentimentalismo de exploradores. La epifanía. Aquel bombón con acento.

Aquella chica rubia. El apartamento lleno de explosiones de luz.

La playa de Lanzada. Horas fuera de brújula. Una sensación de lentitud y posibilidades.

Y, por encima de todo, la amistad. Amistad es cuando tu amigo se lía a pegarle hostias a tus primeros escritos, criticando su vena fantasiosa y la falta de rigor o lecturas que arrastran. Y te jode y te picas y…Cambias de registros simplemente por llevarle la contraria. Amistad es cuando te regalan ‘Las Flores del Mal’ cuando todavía no tienes veinte. O cuando te invitan a un concierto de ‘La buena vida.’

Amistad es cuando no tienes un pavo y tu colega se lía a retirar copas como una prolongación de la noche. Siempre con elegancia y asombro por todo lo que está sucediendo o podría suceder alrededor.

Amistad es cuando tu colega te devuelve a casa en un buga más mamado de la cuenta. Amistad es cuando tu colega te da ideas para salir de tu atolladero profesional. Amistad es cuando P te cuenta experiencias y situaciones dolorosas pero que también conectan. Amistad es cuando, sin pretenderlo, Príncipe te enseña el arte del flirteo. Amistad es cuando tu viejo camarada te presenta a tu mujer musa y no se enfada (al menos no más de la chanza) cuando partes rumbo al palacio de ella.

Amistad es cuando cualquier camiseta se presta para montar la broma y ríes sin pensarlo. Amistad es cuando tienes a un colega con el que compartir el hambre vital. Amistad es ese amigo que te guía en nuevos gustos musicales. Amistad es cuando P fuerza el protocolo de libranzas para ver recitar a su viejo amigo. Amistad es la fidelidad de un colega que nuca falla a la fiesta de tu cumpleaños.

Gracias por todo, compañero. Ojalá tres veces 32 en el cómputo global de este viaje.
Por bromas, curiosidad y canciones no va a quedar.

jueves, octubre 28, 2010

Ser guionista, ser sugerente; la importancia de inducir en una historia


La segunda clase a cargo de Elisa Puerto en La Piscifactoría tuvo como eje inicial la revisión del primer ejercicio que nos había propuesto. La idea era describir en cinco líneas un momento de indiscreción. Y relatarlo en primera persona. Primero en prosa de toda la vida y luego plasmar la situación en el terreno visual. Por el camino, encontré una vieja vía para disolver el bloqueo creativo: pedirle a una amiga que rebusque en su memoria y filmar con palabras su anécdota más divertida y comprometida.

No voy a aburriros con los pormenores de mi primer fracaso. Pero sí os contaré algunas de las cosas que aprendí. Primero, de mis compañeros. A dibujar las emociones a través de lo concreto: un objeto, una mirada. En el cine lo mejor es no interpretar. Basta con acotar la vida con sus expresiones y situaciones. Tan sencillo, tan complicado.

El mejor resumen de esta lección lo condensó Elisa: “si una escena parece que va de lo que va y va de lo que va, fallo gordo. Estamos tratando a los espectadores como estúpidos y más pronto que tarde, de un modo casi inconsciente, ellos se desconectarán de lo que les estamos contando”. Dicho de otra forma: “La clave para evaluar si una escena merece la pena es valorar el subtexto (lo que sucede debajo de lo que aparentemente está sucediendo, lo que no aparece en el diálogo). Si una escena aparenta ir en una dirección pero en realidad se está fraguando en otra, ahí empezamos a obtener un principio de éxito en nuestro propósito de atrapar el interés del espectador”.

Llegados a este punto, debo incidir en lo que ya os advertí el otro día. Esta prosa nunca llegará a las rodillas de la lucidez y encanto de las enseñanzas de Elisa. Pero un buen escribano ya sabe que sus palabras a duras penas captan el fulgor y desgarro de la vida. Y no por eso cesa en su intento de cartografiar el mundo…En línea con lo ya comentado, E nos explicó que un buen guionista nunca lo da todo masticado.

En esa dinámica, se inscribe el concepto de prop (objeto con carga dramática). En algún momento de la trama, introduciremos éste (acción conocida en el gremio como “planting”), y más adelante le conferiremos sentido, cerraremos el círculo (lo ‘retribuiremos’ en palabras de nuestra sherpa), lo que expresado en la jerga cinematográfica es un ‘pay off’. Explicado con un ejemplo rudimentario (corre de mi cuenta), en una película de asesinos en serie, contemplamos a la que parece una dulce ama de casa limpiando un cuchillo talla XXL (el cuchillo es el prop y la situación un planting).

Cuarenta y cinco minutos más adelante del metraje, cuando la historia ha entrado en una dinámica enloquecida, esa misma ama de casa se carga a una amiga (de manera que ‘cerramos el círculo’ del prop con un pay off’). Tu misión como guionista, amigo lector, consiste en plantear una pregunta tras otra, un conflicto tras otro para mantener encendido el interés del espectador. La idea es que “nunca tiene que haber un aspecto hueco en vuestro relato”.

Llegados a este punto, surge un viejo dilema metafísico en el arte de contar historias en una pantalla grande. ¿Hasta qué punto no debe mi historia contener ‘la vida real’? ¿Hasta qué punto no estás legitimado para imitar a la vida e introducir momentos de tedio en tu relato cinematográfico?

Si la pregunta la respondiese Jerry Bruckheimer (productor especializado en reventar las taquillas con productos como ‘Prince of Persia’, ‘Piratas del Caribe’, o la televisiva ‘CSI’ por mencionar sólo algunas de sus criaturas más sobresalientes) nos diría algo así como: “iros a tomar viento fresco. La gente no va al cine para que les contéis vuestras neuras o conflictos. Tampoco los de la gente que lo tiene peor. El público, simplemente, quiere pasar un buen rato en el cine. Quiere subirse en una montaña rusa de entretenimiento y aventura, mientras trepida con una acción que le deja hipnotizado y le aleja durante hora y media de las limitaciones de su mundo cotidiano”.

Por el contrario, si la respuesta procediera de algunos de los ‘popes’ de la Nouvelle Vague, gente como Truffaut, Godard o Rohmer, éstos apostarían porque de vez en cuando el arte imite a la vida, la deforme, la lentifique, la descuadre, la haga más interesante, la excite…

A fin de cuentas, uno piensa que un poco de imaginación siempre nos ayudará mirar con más perspectiva los tiempos muertos y el sentido que éstos pueden aportar a nuestra existencia. En ese sentido, funciona ‘Atrapado en el Tiempo’, esa odisea de la repetición que vale como comedia, drama y viaje iniciático. Difícil no estar de acuerdo con la valoración que sobre esta cinta ofrece
el señor Boyero: “espléndida, compleja y subvalorada”.

Por el camino de estas divagaciones, surgieron nuevos términos técnicos que precisaban de una aclaración; ‘zoom in’ equivale a cerrar el foco sobre uno de los actores, objetos, paisajes de una película. Es decir: enfocar. ¿’Zoom out’? Abrir el campo visual; el foco.

En el cine, como en la vida, hay gente que apuesta a fuego por la acción, el ritmo incesante del “hazlo”. En la vida, como en el cine, hay gente que prefiere una manera melodramática de sentir y explicar las cosas. Entre ambas corrientes, siempre emerge el impacto de las obras maestras, películas que triunfan en todas las latitudes del planeta.

Películas-saga como ‘El Padrino’. Quizá algún día me anime a escribir sobre ella. Entretanto, conviene consultar el pulso certero con el que la describe oráculo Davide. Al sacar la película a colación, E la definió como “sensación de cine noble”, de esos que provocan, o pueden provocar, una catarsis vital en la gente que se acerca a verlo. También nos habló un poco de Sir Francis Ford Coppola, uno de los creadores de la cubana escuela de cine donde ella adquirió parte de los conocimientos que hoy día imparte.

Mujer Sherpa habló de Coppola como ese personaje que ya intuimos: socarrón, divertido y alegre. Alguien también afectuoso a la italiana; encantado de repartir abrazos y cariñosas provocaciones.

Con el repaso del primer ejercicio, E también nos transmitió un sencillo esquema de trabajo que nos podría dar mucho orden en el futuro. “Escribe con párrafos esbeltos, son el ritmo de tu narración”. Al tiempo, estructuró el andamiaje de nuestras descripciones: estancia, personaje, acción. Espacios, ritmo…

También nos explicó que ha cambiado bastante el modus operandi en el que se mueve un guionista. En los años 30, las productoras compraban un guión o era el propio guionista el que se las vendía a ellas. Hoy las cosas funcionan de un modo mucho más ‘manufacturero’ y mediocre si pensamos en la ‘industria oficial’.

En opinión de E, la clave de éxito de una película se fragua en la coordinación y confluencia del trabajo entre sus tres principales hacedores: guionista, director y productor. En esa línea, considera que infinidad de imprevistos del rodaje quedarían mejor solventados si se llevara al guionista ‘ a pie de obra’; puesto que éste es el que conoce en profundidad el arco emocional de los personajes y el que puede dar una solución más apropiada a según qué escenas para que éstas guarden coherencia con la estructura del relato.

Hablamos también de la importancia que tiene el sonido en un relato audiovisual; una fuerza viva de lo que estamos contando. Más que en grandes alardes sonoros, estamos pensando en esos chasquidos que delatan actitudes y adelantan situaciones.

La siguiente parte de la clase la pasé en fuera de juego. Con la vergüenza que da estar out of game por dejadez. No había visto ‘El Gran Lebowski’. La idea consistía en que teníamos que haberla ‘visitado’ durante la semana para luego comentarla en clase. Es cierto que la había visto con algún chacho tiempo atrás. Pero tengo memoria de pez cuando se trata de recuperar detalles de la mayoría de las películas que ya he visto.

El Gran Lewboski dibuja un antihéroe con el que la mayoría de nuestra generación compartiría de buena gana unas cuantas bromas y cervezas. Un vago que viste algo parecido a un pijama. Que se droga. Pasota. Un hombre que simplemente quiere estar tranquilo. El novio perfecto para que una chica alegre el día a su hermano adolescente. El deseo de ‘El Nota’ (Jeff Bridges) es estar tranquilo. Su necesidad, recuperar su nombre (su vida) para poder volver a tomárselo con calma.

El deseo de su sancho panza de acción, John Goodman: volver a las intensidades de la guerra, que va buscando en cualquier conflicto que aparezca en su monótona vida. Su necesidad: dejar atrás el pasado. Lo que desea por un lado, lo que de verdad necesita como individuo en proceso de evolución, por otro. Todos tenemos una necesidad. También un deseo. Por lo menos. Y sobre esos ejes tenemos que edificar nuestras existencias. Quizá, si nos paramos a pensar en ello, podamos ‘interpretar’ mejor el papel que nos ha tocado en esta tragicomedia.

“Todo es un despropósito” es el mensaje que encubre este disparate de película, que parodia las historias del cine negro en las que Humprey Bogart era el rey. En cierto modo, recogiendo la lectura que hizo mi compañero Carlos, podríamos decir que la premisa temática de la película haría bueno el viejo adagio formulado por Guiseppe Tomasi, príncipe de Lampedussa: “Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”.

A partir de esta película, hubo pie para hablar de las claves del género de la comedia y de los rasgos generales que definen a un antihéroe. Las claves del humor, motor de toda comedia que se precie de serlo, descansan en estas características:

-Contradicción (lo que se dice, lo que se hace)
-Contraste (cuánto más acentuado, mejor, ejemplo: El gordo y el flaco).
-Corte brusco con lo esperado. Ruptura de la lógica (Aquella mítica frase del Señor Lobo tras el post lavado del ‘coche fiambre’ en Pulp Fiction: “Caballeros -tono educado, respetuoso-, no nos chupemos todavía las pollas" -tono soez, directo-. La mezcla de tonos crea un momento divertido y caracteriza el carisma del personaje, capaz de manejar diferentes códigos y capaz de hacerlo con retranca.
-Banalización de los hechos más importantes (‘La vida de Brian, de los Monthy Python, parodia de la vida de Jesucristo)
-Los equívocos (pensad en los enredos-malentendidos de las comedias del señor Allen)
- También se puede dar del contraste entre voces: lo que sabes tú, lo que sabe el tipo al que estás viendo…

Asimismo, se trazó un acercamiento al antihéroe. Un arquetipo escurridizo, con rasgos difíciles de perfilar. Por suerte, E arrojó algo de luz sobre el tema. Un antihéroe tiene la mochila cargada de cobardías. Somatiza sus miedos. Huye de las situaciones comprometidas de la vida por regla general. Es también un tipo inmaduro: un niño grande enjaulado en el cuerpo de un adulto, con presiones cotidianas que le superan.

El anti-héroe es incapaz de cambiar su suerte, de evolucionar como persona. En el mejor de los casos, no le interesa afrontar esta evolución.

El antihéroe no toma decisiones. No espabila a tiempo. Es alguien con conflictos internos que no acierta a solventar. También se puede definir a un antihéroe por lo que no es. No es por ejemplo alguien que sufre por un trauma. Alguien cuyo torpe o siniestro comportamiento se explique por un padecimiento. Alguien como ‘El Joker’ de Batman, que es el antagonista del héroe; algo así como un héroe del lado oscuro (tiene guasa la descripción si uno piensa que estamos hablando del antagonista de Batman, uno de los héroes más sombríos de la historia de la imaginación).

Cerramos este capítulo con una frase que induce. Una sugerencia que podría valer como título para un poema: “Postura de héroe”. Ante una circunstancia concreta y adversa, todos necesitamos una de esas posturas antes o después en nuestro recorrido vital.

La esencia de cualquier personaje es la de tomar decisiones.

martes, octubre 26, 2010

Pau Gasol y la importancia de la evolución


Ha pasado ya más de medio año desde que mi colega Álex y yo pusiéramos en órbita una aventura llamada Fiebre Baloncesto. Por decirlo con nuestras propias palabras, se trata de una aventura que pivota sobre tres ejes: imaginación, humor y reflexión. Una cancha alternativa de análisis de baloncesto.

Tras unos meses de rodaje, estamos entrando en una nueva fase de impulso a la página. Dentro de ese marco, me animo a pediros que le echéis un ojo a la web. Si os gusta, podéis haceros fan de la misma en facebook. De ese modo, tendréis disponibles todas las actualizaciones que vayamos haciendo de la página.

El caso es que está a punto de despegar la temporada regular de la NBA y se me ha ocurrido que este artículo sobre Pau Gasol que os dejo un poco más abajo puede funcionar como puerta de entrada a Fiebre. Lo escribí cuando el hermano mayor de la saga conquistó su segundo anillo (título) de la NBA. No demasiada gente en su vida pone la energía y trabajo necesarios para experimentar varias evoluciones en su persona hasta lograr la conquista de unos sueños que años atrás parecían vida ficción. Por eso nos cae bien el señor Gasol. Porque corteja sus sueños.

Porque no se rinde a la primera. Porque siempre está buscando nuevos desafíos. Y los persigue con una rara mezcla de determinación, paciencia, sentido común…Y calidad humana.

Clica aquí para leer el artículo sobre Pau Gasol.

miércoles, octubre 20, 2010

Aprendizajes para todos


Esta bitácora está pidiendo una evolución. Y no seré yo quien se la niegue. Uno de los alicientes de esta temporada es el taller de guión que estoy cursando en la Piscifactoría, un vivero de actividades creativas gestionadas por el maestro Escarpa. El taller corre a cargo de Elisa Puerto, guionista en trance, transportista de conocimientos y una profesora con un criterio propio con la que pronto intuyes que destripar las claves de un guión te puede desvelar algunas paradojas de tu propia existencia.

Inspirado por la futura máxima de leer y aprended todos de ella, a partir de esta semana plasmaré los conocimientos e información que vaya adquiriendo en los talleres de Elisa. La esencia de estas reflexiones se nutre del magisterio y lecturas de Puerto. Si aprendéis algo de mis balbuceos para traducir su conocimiento, deberéis mantener la correspondencia con ella, cartógrafa delicada de emociones visuales. Esta serie de artículos pues será una forma de reverenciar su método y ordenar las ideas que ella va depositando en nuestras cabecitas con cada nueva sesión.

Despegamos esta senda con el repaso de la primera clase. En toda primera lección que se precie, acaba surgiendo una interesante colección de sugerencias densas y (a menudo) pertinentes llamada bibliografía. El taller de Elisa no es una excepción. En la primera clase nos habló de los siguientes libros como manuales de obligada referencia:

-‘El Guión: sustancia, estructura, estilo y principios de la escritura de guiones de Robert McKee
-‘El Punto G del Guión Cinematográfico’ de Miguel Machalski.
-‘Creación de Personajes Cinematográficos’, de Raúl Serrano
- ‘La construcción de los diálogos y su función en la narrativa cinematográfica’.
Javier Rodríguez de Fonseca.
-‘El héroe de las mil caras’, de Joseph Campbell

La buena noticia de estar en un taller de guión es que no sólo trabaja el departamento abstracto e imaginativo de tu cerebro. Es decir, que también hay lugar para relajarse con una droga llamada cine, que nuestra mentora resumió en las siguientes películas, de obligada visión para los alumnos de su taller de Guión Avanzado (I):

-‘Azul’ de Krzysztof Kieslowski
-‘El piano’ de Jane Campion
-‘Deadringers’ de David Cronenberg.
-‘Deseando amar’ de Wong Kar-Wai
-‘Las diabólicas’ de Clouzot
-‘Match Point’ de Woody Allen
-‘El quimérico inquilino’ de Roman Polanski
-‘El Gran Lebowski’ de los Hermanos Cohen.

La idea de ‘El viaje del héroe’, formulada por Joseph Campbell, se convirtió en el eje de nuestra primera clase. Los más curiosos ya habréis clicado en los 12 puntos básicos que conforman este molde analítico que compendia la estructura narrativa de los grandes relatos orales, literarios y cinematográficos de la historia de nuestra especie. Al final, estamos hablando de la estructura de cualquier historia bien contada, en la que se plasma el tránsito de niño a adulto que debe afrontar el protagonista del relato.

Asimismo, en esta primera sesión abordamos varios conceptos que sospecho serán recurrentes en las próximas lecciones. Por ejemplo, la figura del aliado mayor del protagonista, que quiere y necesita lo mismo que éste. Y que se define por complementarle. Normalmente, el protagonista lleva la acción de la historia y su aliado lo completa con su conciencia. Nada nuevo bajo el sol. Estamos hablando de El Quijote y Sancho. Holmes y Watson. Batman y su mayordomo Alfred. En esa línea, Elisa nos explicó que los aliados funcionan también como mentores; el paradigma ya sabéis que es ese ‘Pepito Grillo’ que tantos tormentos y decencia sigue repartiendo por el mundo.

También hubo ocasión de abordar algunos arquetipos en la inmemorial tarea de fabricar historias para todos los públicos. Una labor en la que inevitablemente se han edificado infinidad de lugares comunes en los personajes. Uno de los más recurrentes es aquel que dibuja a la mujer rubia como princesa (objeto a rescatar) y como símbolo de pureza y virginidad. Afortunadamente, siempre ha habido rubias singulares, pienso en Marylim o Scarlett, que le han introducido al tópico las dosis suficientes de picante como para apreciar en las blonde woman de este mundo el reverso de experiencia y tentación que actualiza y pone interesante aquel ideal que anhelaban nuestros tatarabuelos.

Eso sí, si hablamos de personajes, existe un dualismo que mueve el alma de los actores de cualquier narración. Por un lado, el deseo, que es la búsqueda consciente del personaje. Por otro, la necesidad, que es la motivación interna inconsciente que guía sus acciones. Pongamos algunos ejemplos para comprender mejor este dualismo. El deseo de Rose, la protagonista de Titanic encarnada por Kate Winslet, es escapar. Su necesidad, encontrar su propio camino.

El deseo de Clarice Starling, la heroína de ‘El Silencio de los Corderos’ es atrapar al asesino en serie que galvaniza el primer caso que le toca resolver. Su necesidad: emprender ese viaje interior que le lleve a acallar los corderos de su infancia-adolescencia, es decir encontrar la llave de paso que resuelva el trauma que la inició en su carrera policial.

Al final, se trata de encontrar nuestra pasión; es decir, la esencia que nos hace estar vivos, que nos conecta con nuestra existencia. En esa dinámica, cada uno de nosotros tenemos nuestra madeja de obsesiones, que nos definen por su presencia o por su fantasma. Alguien habló del incesto como premisa recurrente de sus historias. Y lo explicó por su necesidad de encontrar un espejo vital. La necesidad de verse reflejado, explicado, descifrado en otra persona. ‘Temo’ que la mayoría de vosotros vais a veros identificados en esa búsqueda de espejo. Negaré haberlo escrito, pero el ‘transcriptor’ de estas líneas también forma parte del club. Obsesiones de humanos, que sin darse mucha conciencia fabrican historias para tratar de entender algo de la suya y encontrar así una intuición de hacia donde orientar sus pasos…

lunes, octubre 18, 2010

Dos amigos


A veces los días se ponen de inercia y quedan postergadas postales justas y necesarias. Víctimas de ese descarrilamiento, quedaron sin comentar en su momento las dos islas en las que tuve la suerte (buena) de pasar mis vacaciones este año.

Por suerte, esta semana vamos a reparar esa afrenta. En primer lugar, toca hablar de Tenerife, imán de paraísos y la tierra donde vive la mayor parte de mi familia. Hay un buen número de motivos por los que me gusta visitar la isla dos o tres veces al año. Uno es la hospitalidad y el cariño de mis tías. También la opción de compartir más experiencias y momentos con mi hermano Javi. Otro la amistad que me une a unas cuantas lugareñas (la isla de los perros es un matriarcado, no me pregunten por qué). Asimismo, merece la pena mencionar las posibilidades de un clima tan seductor que convierte el año en un verano sin ínfulas de castigador.

Cuando era adolescente, me atormentaba la imposibilidad de emular el acento de los insulares. Supongo que no me gustaba la etiqueta de godo. Ni el distanciamiento que a veces ese resumen podía suponer. Conforme discurrieron los años, me di cuenta de que esa singularidad era mi ventaja. “Qué acento más bonito”. O expresiones como “la gente de aquí no es tan culta como tú” pasaron a jugar a mi favor. No me engaño. Eran otra vez las arbitrarias miradas. Pero si esta vez contaban a mi favor y no dañaba a nadie con ellas no iba a ser yo quien desmontara el encanto.

Estas líneas me sirven de preludio para enmarcar este verano, que ha sido sencillamente espectacular. Por un lado, he tenido la suerte de pasar grandes momentos con la familia; también con el matriarcado de lugareñas: Guaci, Ana, Silvia, pequeña Nora, o Rosario. Por otro, he contado el privilegio de estar con dos amigos que llevan un año poblando la isla con su simpatía e instinto aventurero: Aurora y Rubén.

Hablar de Rubens y Auro es hablar de la pareja perfecta. Periodistas. Lúcidos. Amigos. Divertidos. Compañeros. Inconformistas. Gente que cree en la vida. Todo empezó hace un lustro cuando encontré al señor Rubens en la redacción de un modesto periódico del sur de Madrid: ‘El Iceberg’. Allí cultivamos una sólida amistad. El tío Rubens podía darte la matraca con su sentido del humor, punzante y juguetón, a trasvés de dos o tres bromas que sólo él sabía convertir en una buena carcajada. A veces te mareaba un poco. Pero por encima de esa expansividad, brillaba un tipo noble y brillante; capaz de convertir una noticia anodina en un pedazo de literatura.

Por aquella época, empezó también nuestra fiebre por las bitácoras cibernéticas. Rubens se abrió una en la que figuraba como ‘nuevos perros guardianes’, apodo por el que todavía le conocen un par de buenos amigos. El blog es el medio natural en el que nuestro protagonista puede expresar su depurada habilidad para desvelar la realidad, de un modo espontáneo y ameno.

Hay varios aspectos de la personalidad de este buscador de ‘sanse’ que brillan con vivencia propia. Pero si me tengo que quedar con uno, escojo dos: su sentido del humor y su energía con talla XXL. Una energía que lo mismo le sirve para currar como un cabrón en un bar, un súper o escribiendo artículos como si éstos fuesen piezas de manufactura en una fábrica de automóviles. Así es Rubens, que emplea esa misma energía para beber como un búfalo por la noche, dormir tres horas mal contadas y llevar su auto hasta el sur de la isla al día siguiente para acariciar así las olas de una playa indómita. Con el señor Rubens se puede hablar de cualquier cosa. Mantener amplias conversaciones en las que el mundo deja, por un rato, de ser un animal salvaje.

Contribuye a entender mejor las cosas. Y te ayuda a conservar intactas las ganas de revolucionar la mediocridad. Sin perder de vista el sentido común y, al tiempo, reconciliándote y haciéndote amigo de tus debilidades.

Hasta el día de hoy he tenido el privilegio de hilvanar un número importante de aventuras con el tío Rubens. Gracias a él aprendí a conducir un poquito mejor. También tuvo el detalle de transportarme del nido al trabajo y viceversa en los días de oro del reporterismo en el sur de Madrid. Otra vez fue un fin de semana disparatado e impredecible; ora en Málaga, ora en Asturias. Este año un carnaval en Tenerife. Hace dos la celebración del último título de liga del Madrid. Y así podríamos continuar.

Por el camino, tuve también la suerte de conocer a Aurora, Auro para los colegas. Este domingo ha sido el cumpleaños de nuestra amiga. Felicidades ‘venteañera’. Esta semana, además, tuve la suerte de presenciar una conferencia que impartió en la Asociación de la prensa de Madrid. La charla entremezclaba voluntariado y periodismo, dos actividades en las que nuestra protagonista es una fuera de serie. Es decir, alguien que se sale de la cultura de adocenamiento en la que ha crecido nuestra generación.

Con Aurora es muy fácil sentirse cómodo. Es divertida, inquieta y conoce la alquimia de la escucha y la comprensión. ‘Calidece’ a la gente. También posee la elocuencia de las inmortales contadoras de historias. Estas cualidades se concretan en empresas como su bitácora: ‘Por fin en África’, un prodigio de sensibilidad, conocimiento y ganas de buceo en la realidad africana. Una realidad que, gracias a sus palabras deja, por un rato, de ser una gran desconocida para la gente que nos asomamos a sus páginas.

‘El Mundo’, Sudáfrica, Tenerife…Esta mujer no para. Quiere conocer el mundo. Vivirlo. Comprenderlo. Vivirlo y detestarlo. Estrecharlo y amarlo. En sus venas borbotea la sangre de exploradores como el maestro Kapusinsky. Siempre con el depósito lleno de asombro y pasión por la diversidad. A veces extraviándose por su entrañable facilidad para el despiste. También con un saludable punto de escepticismo, que la fortifica contra el desencanto. Busca la vida inflamada.

Pero tiene la suerte de vivir en el amor. Junto a Rubens conforman el dueto con mejores proyecciones del mar canario, que se ha quedado fascinado con su afán por conocer las 7 emergencias de tierra conocidas como Islas Canarias. Iniciativa, complicidad, aventura y relatos. Difícil encontrar cuatro puntos vitales mejor cardinados.

Gracias chicos. Este verano Tenerife se ha puesto más guapa con vuestra alegría.

jueves, septiembre 16, 2010

La memoria del saber


Hace un par de semanas tuve el privilegio de visitar la Biblioteca Nacional con mi amiga Ana Paula. Ana es una mujer llena de inquietudes vitales. Y tiene la buena costumbre de contagiártelas. En algún lugar de mi imaginación pensaba en este edificio como un inmenso mausoleo, lleno de saberes inevitablemente arrumbados en la memoria colectiva. Cuando mi padre ganó un premio de ensayo, los tipos de su editorial depositaron un ejemplar del libro en esta piscina de páginas. Por lo visto, es un procedimiento que se sigue con todos los libros alumbrados en nuestro país.

Pensar en ello me da buenas vibraciones. Puede que tardemos millares de generaciones en aprender a convivir de un modo cívico. Pero al menos algunos de los nuestros tienen la suficiente conciencia como para preservar lo que se va escribiendo (a veces pensando, a veces también intuyendo). No niego que en los depósitos que se realizan cada año haya hojarascas de repeticiones. Pero, ya sabes, a veces para llegar a algún sitio tienes que gastar muchas agujas de un disco llamada aprendizaje.

Lo primero que me llamó la atención de la Biblioteca Nacional es el modo en que conjuga modernidad y tradición. Se erige en el Paseo de Recoletos (números 20 y 22, metros Colón y Serrano), muy cerca de la Plaza de Colón. Si os pica la curiosidad, podéis apuntaros a una visita guiada por teléfono. Ya os adelanto que la experiencia no os dejara indiferentes. Y lo mejor de todo es que es gratuita. A veces mola que funcione el concepto de papá estado.

Nos tocó en suerte una guía tan despistada como erudita. La primera parte de la visita discurrió por una serie de habitaciones subterráneas donde la luz está proscrita; asimismo, las estancias están adobadas con una temperatura proclive a la humedad, de tal forma que se crean unas condiciones óptimas de conservación para los manuscritos.

Cuando entras en esa galería de recuerdos, adquieres conciencia del estirón tecnológico que ha pegado la humanidad en poco más de un siglo. Antes de que se creara la imprenta, en el corazón del siglo XV, la humanidad preservaba su saber a través de pergaminos, papiros y hasta placenta de bebés humanos (sí, como lo leéis). Materiales todos ellos proclives a conservar el tacto indeleble del conocimiento, aunque por el camino dobleces inapropiados (ni se os ocurra hacer un pliego a la antigua usanza, como sucedía con los tratados astronómicos en el tiempo donde discurre la película Ágora o con los edictos de Ricardo Corazón de León) pusieran en peligro el contenido.

Desechada la idea de doblar los discursos en forma de cilindros, uno queda cautivado con algunas maravillas en forma de copia del Cantar de Mío Cid. En ese punto, nuestra cicerone pone el acento en la generosidad de la familia March, que es mallorquina pero se ha expandido a la capital con una fundación que promueve diferentes actos culturales. Es decir, dinero llama a sensibilidad y ésta convoca a conciencia del pasado (y medios para visitarlo, recrearlo y pensarlo).

Ahora nos parece irreal, pero durante la práctica totalidad de la historia de la humanidad que nos precede, la mayoría de la gente era analfabeta. Saber leer y escribir era un privilegio. Un distintivo de sabiduría a la manera de lo que hoy día pueden ser los recursos de un políglota. Una situación que se ha prolongado hasta hace bien poco. Para que os hagáis una idea, en 1877 sólo el 28% de la población española sabía leer.

Esta situación estaba más inflamada en épocas como el medievo, el renacimiento o la era moderna. Por aquel tiempo, ser príncipe implicaba tener una pasta, acceso a toda clase de conocimientos exclusivos y poder ligarte (que no comprometerte) a (casi) cualquier doncella de tu reino. Dicho así suena idílico, pero casi da más miedo, por enorme grado de arbitrariedad e injusticia de la situación (sí, aunque te tocara a ti, algo dentro de tu conciencia debía decirte que las piezas no encajaban).

Por no hablar del importante grado de capricho y estupidez (incentivada por el entorno) que debía fomentar la gente de la corte. No vamos a decir que esa clase de realidades hayan desaparecido (piensen en el señor Berlusconi), pero al menos ahora, en un cuarto de la población humana existe esa realidad que conocemos como clase media, un hombre común y relativamente abundante, relativamente instruido también, que nos da relativa esperanza de que nuestra especie no vaya irse al carajo más pronto que tarde.

En el recorrido había innumerables motivos para fascinarse. Por ejemplo, cautiva contemplar de cerca las filigranas que componían con su letra los monjes amanuenses, cuyas goyerías con el trazo escrito y su ilustración supusieron un precursor directo del arte renacentista que eclosionaría a la luz del antropocentrismo.

Más adelante, nos quedamos de piedra al ver los incunables. En este punto, la guía enfatizó que sólo puede darse tal denominación a los libros alumbrados por la imprenta en el siglo XV. Me perdí un poco con su explicación, pero creí entender que reciben este nombre porque en sus primeros años de vida las tiradas de libros suponían en sí mismas un acontecimiento singular, distinto por sí mismo. Así pues, no hay tantos incunables en este mundo como pensábamos. Exclusividades del bendito invento de Guttemberg, el tipo que más veces aparece en los apuntes de un estudiante de periodismo.

Sea como fuere, el recorrido triunfa porque establece una cronología clara y didáctica de cómo ha evolucionado el fenómeno de invención, asimilación y propagación del conocimiento (y entretenimiento ilustrado). Ana y yo nos asombrábamos, también reíamos, con las formas casi arqueológicas y recias de las máquinas de escribir, los primeros bolis o aquellos papeles para calcar que tanto empleamos en nuestra infancia para, por ejemplo copiar mapas, y que hoy días parecen artículos de coña.

También es interesante el modo en que el mundo literario se convirtió en mercado. Paralelo a la alfabetización de las masas, los más avezados vieron la oportunidad de hacer comercio. Por suerte, la mayoría de ellos también eran gente cultivada, con un afán de dar cauce a los escritos con más calidad de su época y precedentes. Negocio e instrucción colectiva. Según la interpretación de nuestra maestra (no seré yo quien le lleve la contraria), el segundo concepto que primaba antaño se ha sustituido por una redundancia del primero. Por eso hoy día vivimos en el imperio del best seller (un argumento más para recelar de ellos).

En sí, estos superventas no me parecen mal. Son entretenidos, están escritos con un tempo ágil y adictivo, y mantienen en la gimnasia lectora a millones de personas. El riesgo es que la adoración a esta clase de historias se convierta en un monocultivo, porque son la clase de libro que claramente genera un margen de beneficio más amplio. Y ya sabemos que la simplificación empobrece, más si se ignora a las mentes más apreciables de nuestra tribu.

La pasarela concluye con el advenimiento del libro electrónico, más conocido como e-book. Es portátil, sobrio, ligero. Y, al contrario de lo que pensábamos los más escépticos, se lee muy bien; no es como un ordenador. El grueso de sus palabras y la legibilidad de su pantalla lo hacen atractivo. Ahora mismo es bastante caro y por eso no está muy popularizado. Pero en breve se abarataran los precios del aparato. Y no hace falta ser un lumbreras para entender que comprar nuevos o viejos textos (algo así como un ‘pincho cualificado de información’) acabará siendo muy positivo, tanto para nuestros bolsillos como para la salud de los bosques del planeta.

Sea como fuere, siempre quedará algún hombre isla, sensible y extravagante, sabio y singular, que conserve libros de papel y olor, de recuerdos y tacto. Gente conectada con lo esencial de nuestra naturaleza que seguirá practicando la lectura como una perfecta fusión de lo estable y lo imaginado, lo mental y lo físico. Es decir, gente sabia que cultive nuestra naturaleza primordial: mente, corazón, deseo…

Tras ascender de las profundidades de la conservación, nos adentramos en una soberbia sala de lectura. Llena de luz, fichas y enjambres de estudiosos que se entregan a la lectura con una devoción que no es descabellado pensar podría obtener un gesto de aprobación de parte de aquellos monjes copistas.

Por el camino, habíamos ascendido unas escaleras serenas donde vimos a Menéndez Pelayo, relajado y vigilante, dar la venia a talentos como Sarmago, Dámaso Alonso o Vargas Llosa, escritores que, entre otros primeros espadas de nuestra literatura, han sido premiados con uno de los mejores reconocimientos: figurar en el salón de pompa y sabiduría de un lugar en el que se conservan cientos de saberes. Y, lo que es mejor: se explica cómo se gestaron, los formatos con los que han ido transmitiéndose en la noche de los tiempos y donde también se proyectan ideas sobre cómo evolucionaran en el futuro.

Hasta finales del siglo XIX se ignoraban estos métodos de conservación, algo que han padecido muchos volúmenes antiguos. Por suerte, ahora se han sistemzatizado su cuidado en el mundo occidental. Probablemnte, en sitios como este perdure la posibilidad futuro de nuestra especie. Quería escribirlo para expresar esa intuición y sobre todo para darle las gracias a Ana por incitarme a estos viajes.

Dado que corren tiempos duros para los periodistas, también quería aprovechar esta ocasión para informaros de que en breve incluiré publicidad en misteriosas. Consideradlo una oportunidad para mantener vivo y mejorado este cuaderno de aventuras. También como un incentivo para que clicéis en alguno de los anuncios que veáis si os motivan. Pensad que en cierta manera estáis contribuyendo a que esta aventura perdure.
Gracias, como siempre.

miércoles, septiembre 15, 2010

La magia de estar juntos


Este sábado se casan dos viejos colegas de la universidad: Sirún&Víctor. Son buenos amigos y he vivido con ellos algunas experiencias importantes en este viaje. Por eso me alegra especialmente que quieran dar un paso más en su compromiso y que vayamos a celebrarlo juntos, con esa fraternidad que se crea a veces con los amigos que haces de adulto.

Este es un momento apropiado para mirar por el retrovisor y evocar los primeros recuerdos que tengo de ambos. Recuerdo a Víctor como un tipo discretamente rebelde (hace años era un zarcillo en la oreja, ahora es un tatuaje en el antebrazo). Aunque en realidad me refiero a otra clase de rebeldía: la del que lucha por hacer realidad sus sueños aunque todo el mundo diga que es (casi) imposible.

Pienso en la cantidad de madrugones que se pegó cuando trabaja en la radio del Madrid, o la cantidad de marrones que tuvo que digerir cuando dirigía los deportes del periódico y la radio en los que tuve el privilegio de trabajar. También me refiero a la rebeldía de la gente que sabe ir a contracorriente: que no se acostumbra a las injusticias y lucha contra ellas en la medida de sus posibilidades. Al tiempo, al hombre que sabe apreciar las pequeñas cosas que merecen la pena: una cena preparada al detalle junto a su chica, los partidos semanales de fútbol con los colegas de toda la vida o el orgullo por los principios que le inculcaron sus padres.

Con el tiempo, conocí un poco a aquel rebelde altivo y guasón y me di cuenta de que era un tipo de fiar. Alguien con el que era fácil pasar un buen rato, ya fuese jugando un fútbol en el sur de Portugal, compartiendo bromas en una sociedad de debates!? o charlando tranquilamente mientras me acercaba a la casa de la que entonces era mi novia.

En el caso de Sirún, guardo la antigua impresión de que siempre me pareció una tía con mucha calidad humana. Reservada pero amable. Dispuesta a reír con ganas ante cualquier ocurrencia que mereciera la pena. Es curioso, pero mis primeros recuerdos de ella se remontan al intercambiador de Moncloa. Allí, Rafita (un tipo tan inclasificable como entrañable), Óscar y yo solíamos encontrárnosla en compañía de otra amiga, encendiendo la mecha de una fiesta que compuso una simpática estampa. De algunos meses para ella y de algunos años ya para estos zorros de la búsqueda nocturna.

Sea como fuere, mis colegas se gustaron en la universidad. La cosa cuajó en noviazgo y ha seguido creciendo hasta el día de hoy. En realidad, el casamiento es una formalidad, porque ya levan una pila de años viviendo juntos y porque hay sentimientos que no necesitan de un certificado. Viéndoles bromear, enfadarse y vivir compartiendo cosas te das cuanta de que a veces esta película funciona con los merecimientos adecuados. Siempre inspira saber que las cosas pueden salir bien y que puedes compartir las tormentas y las alegrías con alguien que te complementa y que mejora el aquí y ahora.

Supongo que es justo que también trace un retrato de cómo los veo ahora. Víllo se ha convertido en un tipo baqueteado, preparado para dar el máximo en el trabajo y la vida. Con su escala de prioridades bien asentada, algo no tan habitual entre la gente con 32 castañas, máxime en el mundo del periodismo. Durante estos años ha hecho de su pasión un modo de vida, avivando los sueños de miles de aficionados getafenses a través de narraciones intensas y divertidas, llenas del sabor del hincha y del colega del barrió sí, pero también del perfeccionista que siempre aporta un dato extra sobre los jugadores a los que relata, consecuencias de muchas horas de lectura.

Por el camino, ha bregado con asuntos de enjundia que no siempre le hubiese gustado afrontar. Pero así es la vida, te pegan duro y te fortaleces. También para reconocer a las cosas buenas cuando se plantan en tu camino. Como ahora, en la que después de meses cargados de incertidumbre, por fin vive momentos dulces. Enrolado en una aventura en el Plus donde todo apunta a que podrá demostrar su pericia impar como narrador de partidos. Antes o después, progresará hasta las primeras ligas…Al tiempo.

En el caso de Siri empezaremos por lo más evidente. Se ha convertido en una chica muy hermosa y elegante. En cierta manera, antes ya lo era. Pero hay cosas que sólo se adquieren (o se reflejan) con el encaje de las experiencias. Creo que es la consecuencia de su manera valiente, serena y decidida de afrontar las cosas. En un momento dado, también la tuve a ella como jefa en el periódico. Y me trato con una mezcla de cariño, comprensión y admiración que todavía llevo guardada.

Igual que en la amistad que hemos forjado. Hay varios motivos para sentirse cómodo con mi amiga. Pero quizá el principal sea su generosidad, esa manera atenta y delicada en la que hace sentirse cómoda a la gente que le importa. Y no sólo la gente. También es una ferviente defensora de los animales, máxime si éstos han sido maltratados o abandonados. No se pueden numerar la cantidad de perros o gatitos (propios y ajenos) cuya vida han mejorado gracias a sus atenciones.

Como periodista, Sirún es una de las profesionales más resolutivas y competentes que he conocido, cuyo aspecto y voz son garantía de seguimiento en tele y radio. Tiene un don para comunicar y el sentido común (tampoco tan habitual) para espigar la jerarquía esencial de las noticias. Unas cualidades que aprecian ahora en TVE, donde lleva varios meses desarrollando un master.

Además, ha tenido el buen gusto de conservar la música de su risa. Su risa es el alimento de los dioses. Estoy seguro de que Víctor hace mucho mucho tiempo que lo sabe. El caso es que el éxito de este enlace está garantizado, tiene detrás de sí el trabajo y la alegría de dos personas que representan lo mejor de la gente de toda la vida del barrio. Esa que sabe disfrutar con la compañía de los amigos, que adora la familia y que lo mismo valora un viaje a Cádiz que un fin de semana de relax en casa.

Lo llaman la magia de estar juntos. Enhorabuena chicos, nos vemos este sábado.

jueves, septiembre 02, 2010

Material para mejorar este rincón de la lucha


Algunas veces la gente me pregunta que para que sirve escribir. A fin de cuentas, hay cosas que sólo puedes cambiar con la acción de tus manos. Puede que en más de un caso tengan razón. Pero a veces las palabras funcionan como refuerzo de lo bueno y los buenos que te encuentras en el camino. Esta ventana va dedicada para Sonia&Raulón, una de esas parejas por las que merece la pena sentirse orgulloso de vivir en este rincón de la lucha.

Sonia es una de esas personas que te aportan confianza desde el primer momento en el que la conoces. Es divertida, curiosa y una excelente conversadora. Aunque lo mejor de su personalidad descansa en su calidad como ser humano. Tiene un corazón tan magno que le chispean los ojos. Con ella viviendo aquí todo parece más seguro y alegre.

Dedica su energía a mejorar la vida de gente que, por uno u otro motivo, lo tiene más difícil que nosotros. También podría hablar de su mirada, tan filtrada y hermosa que parece pensada para inspirar a los hombres lobo del romanticismo. Pero mejor no continuaremos por ese camino, porque su novio es lo más parecido que hay un jugador de rugby en la vida civil y queremos conservar los huesos y, por decirlo todo, la buena amistad que nos une a él.

Raulón es uno de esos tipos que hace que la vida funcione como un tren cadencioso, fiable y puntual. La metáfora proviene de su modo de vida, pero funciona en múltiples ámbitos: una aventura burgalesa, las avenidas valencianas, una fiesta con los colegas o un viaje de Cuba. Hombre irrompible lo llaman las hechiceras de la montaña oriental. Las manos de nuestro protagonista son poderosas y delicadas, de piedra y música. Si usted, señora, quiere un manitas en casa, éste es su hombre.

Lo mismo resuelve a un lavabo su osteoporosis, que pone guapa a una pared con el color que mejor le sienta o te instala el último mobiliario que más convence de IKEA. Rulo venera el boxeo porque sabe que en este viaje hay que fajarse y estar dispuesto a moverse para conseguir lo que se quiere, respirar cuando la situación se pone tensa y partirse la cara por las cosas y la gente que merecen la pena.

Es un lord inglés guardado en el cuerpo de un levantador de piedras vasco. Es amable, organizado y divertido; a veces incorrecto y a menudo con las ideas claras. Puede que no sea el delantero más sutil, pero cuando lo tienes en tu equipo sabes que la lucha y la dignidad nunca faltarán y que dejarás el partido con la cabeza bien alta.

Así es mi colega. El mismo que no duda un instante cuando se trata de ayudar a su amigo poeta para impulsar su quimera de publicar sus versos. Mucha dedicación, un cerro de hojas y unos cuantas viajes están ahí para demostrarlo. Algo parecido hubiese pasado con Sonia, que también se ofreció para alentar el sueño.

Aunque lo que más me cautiva de esta pareja de amigos es su generosidad. Un desprendimiento que se plasma en detalles como su tacto para invitarme a su fiesta. Puede que no hubiésemos compartido muchas horas de vuelo. Pero eso no fue problema para que me hicieran un hueco en su lumbre. Algunas complicidades son resistentes a la falta de tiempo.

La foto que ilustra este agradecimiento habla por sí sola. Los novios dibujando el beso perfecto y la gente completando el aura a su alrededor: relajada, divertida, entregada. Es lo que sucede cuando se juntan dos almas que merecen la aventura.

También la inspiración. Enhorabuena, chicos, por estos primeros meses de entrelazados. Seguro que en ese bloque que habéis domesticado con colegas y trabajo os sobreviene esa felicidad de la que hablaba el bebedor de mate uruguayo. Esa en la que un día te sientes en plenitud sin mover un músculo, abarrotado de gratificación sólo con sentir la calidez de la cabeza de la persona a la que amas escondida en tu vientre. Así, mientras bromeáis esa película cuya mediocridad queda redimida por vuestro sentido del humor.

miércoles, julio 28, 2010

Guacimara García y Pedro Fernaud presentan en ‘La Isla’ su mitología de lo cotidiano


Ambos poetas ofrecen este jueves día 29 un recital conjunto en la conocida librería (calle Imeldo Serís, 75)

La palabra mito desciende de dos conceptos que son pan diario en la vida de un poeta: historia y palabra. Por si fuera poco, un mito consagra la ambigüedad y la contradicción, ingredientes clave de la sugerencia, ese norte que un contador de historias persigue cuando relata momentos, sentimientos, confusiones. Ese gusto por el mito, por la reflexión y la reinvención de los días, es el pegamento que une la escritura de los poetas Guacimara García Hernández (La Orotava, 1979) y Pedro Fernaud Quintana (Madrid, 1979).

Ambos actuarán este jueves día 29 a las 19.30 horas en la tienda que la librería ‘La Isla’ tiene en la Calle Imeldo Serís 75, en Santa Cruz de Tenerife. Sin haber cumplido todavía los 31 años, Guacimara García ya tiene publicados dos poemarios: ‘En mi despertar de luna, amaneces’, editado por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de la Orotava, y ‘Elemental’, publicado por Ediciones Idea dentro de la Colección Vid.

La poesía de García discurre en un tono mestizo, donde confluyen coloquialidad y misterio, memoria y ficción, conciencia social e intimismo amoroso. El suyo es un existencialismo depurado con delicadeza y ráfagas de humor. Algunas de sus piezas son verdaderos himnos generacionales a favor de las mujeres este y todos los tiempos. Chicas devoradas por una rutina implacable que siempre tiene a mano alguna labor con la que dejar para luego un respiro.

La poeta orotavense se expresa con sencillez, contención y sugerencia. Una interesante mezcla que multiplica la interpretación de sus textos, a medio camino entre lo onírico y lo fieramente verosímil.

Por su parte, las composiciones de Fernaud se ven influidas por su trabajo como periodista. Sus poemas son historias fronterizas, demasiado líricas para ser prosa. Demasiado concretas para recibir la pegatina de un poema al uso. Su universo gravita en torno a una macedonia de personajes donde se confunden amigos, futbolistas, escritores o desconocidas. También queda espacio para el desencanto, odas a lo elemental y piezas amorosas, relatadas con algunos malabarismos lingüísticos y cierto deje humorístico.

Algunos de los poemas de Pedro Fernaud han aparecido publicados en la antología ‘El nombre de los peces’, editada por El Laboratorio de la Piscifactoría.

Ambas poéticas convergen en la necesidad de meterle un poco de rock al discurrir de los días. Será el primer recital poético que ambos creadores ofrezcan en tierras canarias.

(Moitas gracias a Luigi, que como otras veces ha puesto su arte al servicio de este evento en forma de cartel)

lunes, julio 12, 2010

El sufrimiento, la euforia, los amigos y el misterio


Algunas noches merecen ser tatuadas en la memoria. Este domingo Iniesta hizo realidad una porción importante de nuestros sueños y marcó el gol que nos hace campeones del mundo. Es difícil explicar la cantidad de recuerdos que me venían a la memoria mientras contemplábamos el partido en casa de María&Antonio.

Recordé por ejemplo el mundial de México 86, el primero del que guardo conciencia. Evoqué la ilusión con la que ví junto a mi padre aquellos partidos. Los nervios y la expectación. Recuerdo a un pequeño con gafas y mucha ilusión, enfundado en una roja de la época. La vibración con la que vivimos el primer encuentro contra Brasil. El gol fantasma de Michel y la decepción por aquel gol de Sócrates. Luego vinieron las victorias contra Irlanda del Norte (ay esa manía de tropezarte, Zubi) y Argelia (por qué hoy día Calderé nos parece tan ajeno a nuestro tiempo, con su bigote de maquinista y el pelo desmadejado).

Después, el éxtasis contra Dinamarca, con el Buitre disfrazado de Romario. Y la decepción tamaño agujero negro contra Bélgica en los malditos penales (un abrazo Eze). De aquella época recuerdo con intensidad el sabor del pulpo a la gallega, los paseos por la playa de Bueu y el ritual de ir a comprar los Don Balón a una librería de Pontevedra. Estampas asociadas todas con mi padre, que me guiaba en la afición al fútbol y me hablaba de la prehistoria, cuando los jugadores competían como soldados y un tal Telmo Zarra nos puso en el mapa con su inolvidable gol a Inglaterra.

Juraría incluso que en alguna ocasión evocaba (frisando la parodia) la narración de aquel tanto de Zarra en la voz de Matías Prats padre. Por aquel tiempo mi padre tenía 11 años y soñaba fútbol con una gigantesca radio colectiva. Cuando ganamos ayer me acordé de él y me pareció si cabe más emocionante la dedicatoria de Iniesta al prematuramente fallecido Daniel Jarque. Como dice el gran Luis Martín, las personas mueren dos veces; una cuando se les para el corazón y otra cuando perdemos su memoria. Quizá por eso me gusta el fútbol, por cómo me conecta con mi pasado. También con mi presente.

El partido fue tenso, brusco, trabado. Con las dosis justas de emoción, alternativa y dramatismo. La épica corrió a cargo de ‘repartidor de caramelos’ Iniesta. La jugada es un guiño al buen gusto. Por eso este mediodía veíamos a algún guiri celebrando el triunfo español en Trafalgar Square como si fuera su propia selección. Porque esta España es el equivalente a lo que para nosotros fue la Holanda del 88, para nuestros padres el Brasil del 70 o para nuestros abuelos la Hungría del 58: un emblema del buen gusto. El equipo de los cracks. El grupo de los jugones que administran con elegancia y grandeza las lujosas posibilidades de su juego. La selección que enamora.

Podíamos hablar de la incompetencia del árbitro o de la agresividad de los jugadores holandeses, pero esa opción sería concederles un protagonismo que nos e ganaron en el terreno de juego. Por eso prefiero fijarme en los que para mi fueron los verdaderos protagonistas de la noche.

En primer lugar, mencionaré a nuestra selección. Por la belleza de su estilo y el compromiso que han demostrado sus jugadores. Por el magnetismo de su juego y la calidad de sus relaciones humanas en un entorno laboral que rebosa presión. Por suerte, este grupo nunca ha perdido de perspectiva la verdadera naturaleza del fútbol: un juego.

Señalaré su función espejo social: esto sale mejor si nos asociamos y potenciamos las virtudes de cada uno, aparcando los egos, al menos mientras trabajemos. También su cualidad como modelo social, ya que sus actitudes y sus discursos entrelazan valores como compromiso, humildad, paciencia, serenidad, ética de trabajo, persistencia y confianza. Autoconfianza. Difícil no sentirse identificado con ese eje positivo.

También merece la pena poner la lupa en algunos nombres propios. A la cabeza de todos, Vicente del Bosque. El hijo del ferroviario republicano ha ofrecido una lección continua de sensatez, elegancia y serenidad. También de coherencia, virtud muy complicada de conjugar cuando tienes todos los focos fiscalizando tu trabajo. Aparte de por su liderazgo humano, Don Vicente merece admiración en este mundial por la buena lectura que ha hecho de los partidos. Por la elección del doble pivote, formado por Busquets y Xabi Alonso, que ha dado estructura, orden y equilibrio al equipo.

También acertó el día de Portugal con la inclusión de Llorente como referente ofensivo. Qué decir de la actuación de Pedrito en semifinales, la estrategia en el gol de Puyol contra los alemanes (casi le sale también ayer a Ramos) y el cambio a favor de Cesc en la final de ayer, cuando el chico de Arenys del Mar fue clave con su gran pase a Iniesta.

Si hablamos de jugadores, uno mencionaría los reflejos de superhéroe de Casillas, la consistencia de Puyol, la elegante salida de balón de Piqué y el afán indómito y aventurero de Ramos, si nos referimos a la retaguardia. En la medular, honor para el metrónomo Busquets, los cambios de orientación de juego de Xabi Alonso (¿quién se acuerda de Schuster?), el toque de Xavi y la clase de Inesta. Arriba, Villa ha afinado su puntería como pocas veces y cuando no le han salido las cosas ha demostrado que pertenece a una estirpe de mineros; incansable en la búsqueda de un halo de luz.

Me lo ha pasado teta viendo a esta selección. Ha habido gente crítica con el tono medio de nuestro juego. Pero son quejas de nuevos ricos. Viniendo de donde venimos, creo que podemos sentirnos muy orgullosos por la madurez competitiva de este grupo, con registros diversos para ser solventes en la mayor parte de las facetas del juego. El tanto de Iniesta, iniciado con un taconazo que seguramente despertó la nostalgia de Sócrates, fue una perfecta sincronía de velocidad, imaginación, talento y definición.

En casa de Chiki lo celebramos a lo grande (gracias por la generosidad, amigos), con abundancia de gritos y ‘bollos’ humanos. Aunque, para ser sincero, casi celebramos más el beso de Casillas a la señorita Carbonero. Grande Iker. Imagino que el maestro Montes se estaba deshuevando desde su cielo. “Jugoooooón”-, debió exclamar, “Damiel, Casillas pertenece al club de se dejaba llevar!” Así de predecibles somos los humanos. El juego siempre nos llama. Pero antes o después nos puede la vena sentimental.

Después, Luigi tuvo el detallazo de llevarme (con el estómago lleno de aquarius y medianoches, cortesía de mis generosos anfitriones) hasta las faldas de Alcalá. Allí me fundí en un gran abrazo con Javi Gayo primero y luego con Roy Keane, alias Davide, que ayer, una vez más, cantó las canciones alternatas a pleno pulmón, mientras besaba el escudo de la roja como si lo fueran a prohibir.

Ya dentro de una de las cuevas del lugar, nos asociamos con mis locos bajitos favoritos (Collan, alias ‘The Special One’ y Lerus) y la noche se convirtió en un espectáculo de copas, amistad, bromas y…Bailes con piel. Pero eso, amigos, ya lo contaremos otro día con la incitación que merece la aventura.

Viva España. Viva la madre que te parió. Estamos en el cielo. Riesgo y altura, gracias por poneros de nuestra parte esta vez. Os perdonamos las viejas afrentas del destino. Vamos carajo. Vivan las gargantas gastadas. Honor a la Hispania del XXI.

viernes, julio 02, 2010

‘The special one’ se hace mayor


Un día antes. Vamos a enviarle a special su regalo en la previa del día en el que le caen 31 castañas. Nadie lo diría. Al contrario que Mourinho, special no ha pedido que le llamemos así. Digamos que la vida ha decidido que ese es su apodo. Nuestro protagonista nació en Madrid, pero su corazón pertenece a Asturias, más en concreto a Salinas. En ese sitio, donde a finales del XIX la gente se ganaba el pan con la minería y la metalurgia, existe un club náutico que es trazo de incitación e intensidad para la gente que tiene la suerte de bañarse en sus piscinas durante los veranos.

Special posee el carisma de los divertidos. Parece sacado de una comedia gamberra de los años ochenta. Habla como una locomotora y es capaz de llevar al absurdo cualquier situación y pintar la sonrisa (cuando no provocar la carcajada) a las mujeres que se sientan a su lado. Por ejemplo en una boda. Así es especial. Una buena amiga dice que cada uno de nosotros tiene su público, con esta pegatina explica la clase de atracción que puedes tener con el sexo opuesto. En el caso de special, ese público es mayoritario.

Quizá tiene que ver con su aspecto. Es algo así como una versión actualizada de Michael J. Fox. Un eterno. Adolescente. Carpetas. Y caras simpáticas, a medio camino entre la apostura y la broma. Ese es otro de los secretos de special. No se toma demasiado en serio. Y le encanta bailar. Se lo pasa bien. Las chicas, alegres y con energía en el movimiento, adoran esa clase actitud: cómoda y creativa cuando se trata de interpretar la música con las extremidades.

La fiesta antes o después requiere un licor. Si está aburrida, special recuerda al maestro Buck: “Bebo para que sucedan cosas”. Si está interesante, special prueba el brebaje para facilitar el chasqueo de chistes. Si está divertida, special simplemente se desliza por un tobogán donde siempre pasa algo: una broma, un baile, unos besos.

Tampoco conviene maximizar esas facilidades. One prescinde sin problemas de los brebajes. Son acompañamiento. Nunca esencia. Su cualidad es un discurso. Su discurso, oleaje. Instintivo, impredecible, hilarante. Lo más parecido que te puedes encontrar a Woody Allen ensartado en la normalidad. Ese factor es otra de las grandezas de special. Teniéndolo todo para canalizar o acentuar su brillantez, se siente cómodo siendo uno más. Haciendo piña. Fortaleciendo almas.

De una manera como acompasada, hace lo correcto sin elevar el gesto. Es un maestro de la naturalidad. Lo mismo para besar en el cuello a esa incauta que para poner el acento en acompañar a un colega si éste se encuentra en un trance complicado. También el amigo que no tiene reparos en hacer el tonto para echar un cabale a dos colegas con su web. Así es especial. Un hombre con careta de jugón. Un fanfarrón amable. Bromista con interiores de sentimental.

El chico que se esfuerza por darle un orden y sentido a las buenas cosas del viaje. Cualidad que seguramente aprendió de su padre, ese hombre con el que se intuye tan cerca, un incondicional, un referente y también un cómplice cuando se trata de ganar (y mejorar) batallitas. La prudencia y el perfeccionismo, de su madre. Las ganas de sacarle el jugo a este viaje, de su hermana.

Cara con gancho. Un Jorge Sanz flaco y menos castigado. Algo así, como de ejército de acercamientos, siente esa rubia a la que nuestro protagonista dedicará esta noche. Estamos hace unos años. Special quiere saborear cada momento y asegurarse de que no le quedaba nada en el condicional. Lo ha cincelado. Ahora sigue buscando. Pero con un entorno que hace que las cosas funcionen. Se gana bien las habichuelas. Es jefecillo.

Habla el inglés mejor que el común ibérico. Se relaciona. Trabaja. Aprieta los dientes. Canaliza logros. Y, lo mejor, sigue disfrutando. Pocas cosas se rompen dentro de él. Suaviza sus conquistas. Tiene swing, ese indefinible para sacarle el éxito al fútbol o el tenis, venerar el basket y conocer mundos. También aventureras. Special lo tiene todo para triunfar. Es feliz. Moderado. Pálpito de quien sabe que lo mejor está por llegar.

Su apodo surgió en la despedida de soltero de un amigo. Special estaba cortejando a una embajadora de la belleza. Los dedos dibujando fuegos artificiales. Y ella riendo con su juguetón inglés. Francesa. Indecisa. Ruborizada. Divertida. Intrigada. Dos amigos invitamos, la invitamos como de inconsciente, con cántico de "Special One. Special. Special". Si habéis llegado hasta aquí, podréis sentir fácilmente qué es lo que pasó…

Su kriptonita, todos tenemos una, es su ansia por beber, besar, vibrar. Exceso de impaciencia. Abundancia de velocidad. Esquirlas que el viento barrerá. Dentro de cinco decenios, cuando special recupere ese retrato sonreirá con una entonación: finalmente todo lo bueno se siguió inventando cada día. Felicidades Collan. Bienvenido a los 31.

jueves, junio 24, 2010

Estelas cotidianas, mitología rock y palabras baile



(Este sábado tuve el lujo de presentar, aquí en Madrid, el segundo poemario de mi amiga Guaci, éste fue el texto que tapizó mi admiración por los versos de esta talentosa poeta chicharrera)

Hace tres meses tuve ocasión de presentar en Santa Cruz de Tenerife el segundo poemario de Guacimara García Hernández, que como algunos de vosotros sabéis se llama ‘Elemental’. Hoy tengo ocasión de repetir el privilegio aquí en Madrid, en una suerte de embajada cultural del archipiélago. Una amable expansión isleña que nos alegra el horizonte a los que guardamos un vínculo especial con las islas.

Guaci estrena hoy el alcance de sus poemas en la metrópoli. Es un sueño plasmado en realidad. El resultado de muchas horas de trabajo, lectura y vida. La poesía de nuestra protagonista posee aliento universal. Está admirablemente tejida, con una rara mezcla de experiencias a fuego y sencillez expresiva. Lo primero que cautiva de su mirada es su facilidad para trazar sugerencias del relato cotidiano.

A través de su sensibilidad, encontramos diálogos con el recuerdo por medio de cafés o entendemos como pequeños actos de heroísmo el cumplimiento de la rutina para con la gente que precisa de nuestra serenidad y alegría. Guaci es así, una mujer terriblemente considerada con los que le rodean e insondablemente libre cuando dialoga con la realidad diaria. El chocolate, la ironía y las palabras nunca alumbradas son sus materiales para conformar, por ejemplo, su foto rápida de una mudanza, como hace en ‘Mi vida en siete cajas’. A través de lo mundano, nos explora la conciencia.

Lo consigue por medio de un recorrido exigente con su biografía. La poeta que tengo a mi lado tiene nacionalidad inconformista. No se conforma con hacerle ajustes de fantasía a la realidad, como cuando invita al rockero a que reactive sus ilusiones junto a ella. También tiene buenas dosis de sentido común, que le lleva vivir pegada a la realidad. Quizá por esa misma clarividencia traza con tanto acierto la coreografía de una banda de rock y los inevitables excesos a los que se aferra su estrella solista.

Gracias también a esa lucidez, compone himnos generacionales a favor de la dignidad velada de cientos de mujeres. Piezas como ‘Nosotras’ o ‘Las heroínas de hoy ya no visten trajes de licra’ constituyen cantos de emoción y dignidad a favor de todas esas mujeres que trabajan con la alquimia de lo invisible para hacer funcionar esta vida.

En este continente en miniatura de sugerencias también queda espacio para el romanticismo. Primero, el deslumbramiento, los buenos momentos, los diálogos que nunca serán entonados en voz alta. Luego, inevitablemente, fatalmente, el desencanto. De nuevo, la poeta lo consigue. Conecta con el hilo de lo universal a través de su experiencia personal. Pero hasta cuando se lamenta, hasta cuando se despide, Guaci mantiene la entereza y un punto de autoexigencia.

Así es la poeta. Le pide cuantas a la vida. Se las reclama a su amante. Pero también a ella misma. Por momentos, parece reprocharse su fe en todo lo que acaba de desvanecerse. Pero es parte del proceso de desencanto. Todos lo hemos vivido. ¿Pero qué ocurriría si pudieses leer pasajes embellecidos de los diálogos de tu conciencia? Guaci hace esa valentía, ese arte, por nosotros. Y de nuevo conecta a escala mayoritaria con la esencia del desengaño sentimental, lo hace con piezas como ‘Farewell’, ‘Aprender a no esperar’, ‘Susurro’ o ‘Cobarde’.

Pero después de todo, el amor, la conexión íntima, vuelve a aparecer. Es inevitable. Es parte del cauce de los sentimientos. En esta crónica, al final, empiezan ya a amarillear las nostalgias y se sitúa en ruta de próximo despegue. Antes, la escritora nos relata el precio a pagar por el olvido: “plagiando besos, robando gestos, refugiada de silencio, errada de noches vespertinas”.

Aunque su catálogo de miradas no se detiene ahí. Fluye en permanente renovación. Es lo que ocurre con la gente con el corazón multiplicado: la empatía y también la cercanía son sus materiales para dialogar con lo elemental y rascarle versos a la belleza.

Merecen mención propia composiciones como ‘Recopilaciones’, un poema donde la narradora homenajea a todas esas mujeres esquinadas por la mentira. Un desahogo, enrabietado y contenido, poético y piadoso, contra esos hombres que hacen de la huida un pozo de anulación y placeres tóxicos. La pulsión de la vida, expresada en ‘Fuerzas centrífugas’, o el paso del tiempo, concretado en el deje onírico de ‘1979’, son otros de los ejes frecuentes de esta mujer en permanente estado de indagación emocional.

La embajadora de una realidad íntima de alegrías, pesares y búsquedas que bien merece que uno se asome a sus versos. ‘Elemental’ es sinónimo de aire y viaje. Nada menos que al centro mismo de nuestra actividad cotidiana. Supone la oportunidad de conectar con nosotros mismos. Ese viaje que siempre dejamos para otro día, persuadidos por una rutina que nunca se cansa de pedirnos evasión.

jueves, junio 17, 2010

Exceso de adjetivos


De las derrotas nunca apetece hablar. O casi nunca. Pero a veces conviene hacerlo para sacar cosas en limpio y aprender para la próxima. Ayer la selección naufragó ante Suiza en su estreno mundialista. El partido fue muy trabado y la selección salió con el pecho hinchado. Por muy equilibrado de coco que seas, si todo el mundo está diciéndote todo el día lo guapo que eres, acabaras creyéndotelo. Aunque, en puridad, no seas más que un chico de barrio que a veces tiene éxito con las chicas gracias a tu labia.

Algo parecido le pasó ayer a nuestro equipo. Los chavales son buenos. Tienen técnica y se asocian a la velocidad del relámpago. Producen fantasía a poco que la situación les sea propicia. Algunos tienen regate (Iniesta, Navas, Silva), otros pase (Xavi, Xabi Alonso, Ramos o Piqué). También los hay con gol en sus botas (Villa, Torres), aunque para explosionar esa dinamita es necesario bajar el voltaje de ansiedad con el que, por ejemplo, ayer jugó el niño, que por cierto ya es padre (motivo por el que ha entregado su melena rock a la peluquería).

Algunos elegidos, tienen de todo un poco en prometedoras cantidades. Pienso sobre todo en ‘Repartidor de Caramelos’ Iniesta. Pero aunque haya buen material competitivo, a este grupo le puede la arrogancia del recién llegado. A la cima del éxito, se entiende.

Nos falta macerar el lomo con los rigores de la presión del candidato, dentro de la alta competición. Los cachorros de Del Bosque jugaron ayer como unos diletantes. Pensando todo el rato en hacerlo bonito. El premio, pensaban, llegaría por sí solo, como el día de la goleada de Polonia.

No fue así. Importante lección. En una cita de esta enjundia tienes que salir con el cuchillo entre los dientes. Ser claro, directo y sencillo. Esta selección también puede hacerlo claro, simple y brillante. Pero para llegar a ese estado primero hay que llenar el depósito de confianza. Concretar al máximo. Poner el acento en los verbos. O lo que es lo mismo: en la acción. Hacer cosas que funcionen a la primera.

Cuando hayas garantizado con fluidez tu supervivencia (y un modo razonable de vida), tendrás ocasión de tener tus ataques de belleza. Sentarte en la silla y empezar a pintarle adjetivos (irreverentes, divertidos) a la playa. Hasta que ese momento llegue, no te enredes en tu arte. No abuses de los adjetivos. Los adjetivos en el mundo del fútbol son un requiebro inesperado, un túnel o un gol logrado de volea. Si lo quieres hacer todo deslumbrante todo el tiempo, caes en el barroquismo. Tus acciones dejan de tener el efecto deseado y, lo que es peor, el público que te mira acabara sospechando de la belleza.

Si eres concreto, si vives pegado a la realidad, esos adjetivos inesperados volverán a tu encuentro. Justo cuando tú (y el que te acompaña) menos lo espere. Entretanto, disfruta del viaje dando lo mejor de ti. Confía en tus posibilidades. Creo en esta selección. También en el carácter de sus jugadores y su preparador. Espero que el destino y el trabajo aplicado de nuestros futbolistas nos den ocasión de hablar estos días un rato más del deporte universal por excelencia. Ese en el que cabe todo. Al que cualquiera pueda jugar. Y en el que (casi) cualquier cosa es posible.

sábado, mayo 22, 2010

Muerte y baile


Hace un año y un día, hablamos de un 21 de mayo, un torero llamado Morante de la Puebla puso patas arriba un templo llamado Plaza de las Ventas. Lo hizo a través de un toreo pausado y terriblemente elegante, con esa cadencia de los movimientos que ponen de acuerdo armonía y espacio. Realizó su gesta a través del capote, esa sábana abrumada de sangre y excitación, por medio de la cual el torero engaña a la muerte mientras busca baile con esa bestia que está dispuesta a desfigurarle, pero que al tiempo es actor que no se negocia en la destilación de embrujo, silencio y emociones profundas.

Justo un año después de ese hito tuve el privilegio de asistir ‘in situ’ a la vuelta del héroe a su escenario de hazaña. Fue precisa la invitación de mi compadre Fran, que hizo posible que ayer contemplara la segunda corrida de toros de mi vida.

Ir a la lidia es hacer un viaje sentimental a la memoria colectiva de nuestra tribu. Infinidad de expresiones hechas, que empleamos de un modo instintivo, pertenecen a los ‘guerrilleros de toros’. Verbigracia: “echar un capote”, “atarse los machos”, “recibir a puerta gayola”, “estar al quite”, “entrar a matar”, “llevar media estocada pescuecera” (mi preferida, si queremos describir los desperfectos de una noche de copas…), etc.

Al final, estamos hablamos de valores universales: compañerismo, echarle un par de huevos (ovarios), ir a pecho descubierto a por las cosas que nos importan…He tenido la inmensa suerte de reconocer esos valores en mi amigo Fran, que lleva un decenio largo acompañándome en este viaje y que tiene la buena costumbre de echarme un capote cuando vienen duras y maduras. Por eso, agradecí que por esta vez nuestro acercamiento a la plaza transcurriese en forma de plácido paseo, durante el que hablamos apaciblemente de las buenas cosas de nuestras actuales vidas.

Madrid se muerde los labios en este 'primaverano', que tanto se ha hecho esperar. Conforme desciendes la cuesta de Manuel Becerra, intentas arrimarte a la sombra de esos árboles recién vestidos, que al menor descuido abrevaban a beberse unas cañas mientras las mujeres de apasionadas piernas les buscan las sombras.

Dentro de la plaza, nada como beberse un gin tonic o fumarse un puro para sintonizar con la parroquia. No obstante, si una muela salvaje limita tus movimientos siempre te queda el recurso de posar las alas en una confortable almohadilla, que en cierta manera compensa las apreturas de una masa expectante y, fortuna, sombreada en este costado.

Conforme Franako desvelaba algunas de las claves del embrujo, mi corazón comprendió que para sentir de verdad este arte hay que haberlo mamado desde pequeño. Como cuando un niño rubio y alegre asomaba sus primeras miradas al coso, hablamos de principios de los ochenta, sabiamente repartido entre su padre y abuelo.

El espectáculo me impactó. Quizá porque se parece mucho a la vida. Quizá porque es primo hermano del fútbol. En una corrida de toros hay mucho de liturgia, convención, rito y rato. Inevitablemente, acaba apareciendo el aburrimiento. Resulta muy complicado sintonizar bravura y nobleza en un toro, que todos los actores secundarios cumplan con eficacia y prestancia su cometido y, que, llegados a ese punto, un rayo de inspiración atraviese la armadura del burlador artista de la muerte (Morante: “El toreo es un rito: burlarse del toro, pero sin reírse de él”) y éste convierta el drama en baile.

Fran, los aficionados e incluso el recién llegado teníamos grandes expectativas depositadas en Morante de la Puebla. El torero artista. El que dicen es digno de heredero de la estirpe de los poetas toreros, gente como Curro Romero o Rafael de Paula. Los más entendidos, porque sabían que venía de armar alguna gorda en Sevilla. Los recién llegados porque teníamos noticias de su personalidad poliédrica.

Una máscara que lo mismo le lleva a posar como un Dalí de la lidia, con los pies aparcados en una encina de un amigo ganadero, que le impulsa a pintar, boxear, nadar o, por decirlo todo, servir copas en el bar que tiene en su pueblo, La Puebla del Río (Sevilla). La leyenda que acompaña a este perseguidor de ‘el momento’ habla también de un hombre que ha sufrido mucho.

Un compañero de nuestra generación (1979) que ha tenido que soportar unas cuantas veces la embestida de la enfermedad mental. Una adversidad que en su caso (hasta para eso es artista) se ha manifestado en una rareza llamada trastorno de despersonalización que, dicho en trazo grueso, le llevaba a desconectarse de sí mismo aún cuando estaba toreando, con el enorme peligro que esto entrañaba.

Por suerte, Morante lleva tres años de vuelta en lo más alto. Ha depurado su arte y está en el (casi) mejor escalafón de su oficio, compartiendo prebendas con el Juli, Ponce o Cayetano, justo por debajo de ese peldaño que únicamente ocupa ese fenómeno social llamado José Tomás. Sea como fuere, el poeta no tuvo el día. Los toros no le acompañaron. Y aún así ofreció momentos de clase.

Destellos de un arte singular que el público celebraba como se festejan los tragos exquisitos (“sólo por esos tres pases ya ha merecido venir hoy aquí”, llegó a exclamar uno de los parroquianos, cuando ligó algunas elegancias con su último de la tarde). Quizá sea la consecuencia de muchas horas de trabajo. De éxitos bien fraguados. Y de esa leyenda que se silba en los silencios. Pero el tipo irradia un aura intransferible, de quien se sabe especial y está dispuesto a demostrarlo en cada lance. Por eso, convendrá seguirle la pista en próximos tiempos.

La mejor faena de la tarde perteneció a El Cid. La gente estaba enfuruñada porque este torero, inspirado hace no tanto, venía a hacer una sustitución tras haber desperdiciado dos tardes en la feria (de San Isidro) de este año. Su comienzo fue para echarse a temblar. Con una cogida en uno de los muslos. Pero esa cornada alimentó su búsqueda. Y terminó deleitando al personal con una serie de pases muy notables a la muleta. ¿El premio? Una oreja, la tercera que se adjudica en todo lo que llevamos de feria, que arrancó el pasado 6 de mayo (todos los días se celebra un festejo).

He dejado para el final la actuación de Julio Aparicio. El diestro no tuvo mucho tiempo para exhibir su arte y, en uno de esos lances, resbaló, con la fatalidad de que el toro hundió uno de sus cuernos entre su cuello y cara. Espeluznante. Desde aquí le deseamos lo mejor y que pronto se reponga del grave estado en el que ahora se encuentra. Esto nos recuerda que la fiesta, como la vida, va muy en serio.

Por eso merece la pena fascinarse un rato con el modo en que estos guerreros atávicos exponen sus vísceras y alma en el noble intento de arrancarle una belleza a la lentitud. Controversias al margen, hay algo en este espectáculo que nos comunica con nuestra condición limitada y dramática, también con nuestra proyección artística y soñadora.