La película cuenta con desnudez sus contradicciones, su carácter ensimismado, su dificultad para construir relaciones humanas duraderas y al mismo tiempo la enorme afinidad que tuvo con su padre y su última pareja. (Reseñable trabajo interpretativo de Timothy Spall, aportando sus gruñidos y sutileza para expresar el enclaustramiento interior, la sensibilidad y el humor del personaje).
Por qué me gusta: por la belleza de sus paisajes y por la serena quietud que emana de ellos. La tranquilidad y matices que fluyen en las estampas que caracterizan a la película son un regalo para el alma. También resulta instructivo el retrato que se hace del mundo académico y de las volubilidades de los artistas que orbitaban (probablemente orbitan también ahora en la actualidad) a través de ellos.
También resulta entrañable comprender (sentir) la tranquilidad y realización que puede sentir un artista cuando se concentra en sus obras.
Las pegas: el
carácter ensimismado del artista, su falta de madurez para construir relaciones
más generosas, mejor hilvanadas emocionalmente, resulta descorazonador en
varios momentos de la historia.
Asimismo, el tono pausado de la historia remite a una introspección
en la que quizá no todo el mundo esté dispuesto a navegar…
Cuándo verla. En
la orilla de un fin de semana; con el ánimo cerca de la tranquilidad, para que
finalmente se apacigue en ese puerto J.
El toque. Llama
la atención el contraste entre el gusto de Turner por el movimiento y la
agitación en los paisajes (al menos, en varios de los más conocidos del artista)
y la calma y la serenidad que emana la visión de los paisajes en esta película.
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