Elegancia. La elegancia fluye, ha fluido, en el trazo
cotidiano de miles de historias de nuestra historia reciente, que es lo que se
retrata en es este poema en movimiento.
Tipos de acero, subyugados por el destino, que conservan su
poder y vibración mientras martillean. Una gigantesca ola de sonido y rabia que
genera suficiente facilidad como para ir bosquejando armónicos deslizamientos
sincronizados y gestos directos.
Una seguridad llena de locura y armonía gestual que ha
estructurado las relaciones de trabajo (con su balsa de camaradería) y
sobrevivencia, también dominación, durante decenios. Para eso está la danza
contemporánea, para destilar esa belleza y fundir los músculos de la orquesta
corporal con los del baile interior de los espectadores.
En los peores momentos, casi nos transferimos extinción.
En los mejores, más abundantes de lo que parece, hacemos de
la risa, la atención y la persistencia un poema colectivo de proyectos
definidos.
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