De qué va. Cuenta
la historia de un grupo de niños y adolescentes brasileños que sobreviven en un
poblado de favelas que linda con un vertedero, donde los chavales y toda una
comunidad de familias sobreviven día a día rescatando cosas de la basura. Así
hasta que uno de ellos descubrirá una cartera que cambiará para siempre el
curso de sus vidas.
Por qué me gusta.
Es dinámica, fresca e irreverente. Pone el foco en la denuncia social, pero no
se queda ahí. Agrega buenas dosis de acción, fantasía y ternura, sin escatimar
tampoco en raciones de humor y un ritmo bastante conseguido.
Además, es impagable ver falar portugués e inglés
alternativamente a Martin Sheen, que en esta película hace de sacerdote yankee
que funciona como referente moral de la comunidad.
Las pegas. Por
momentos, tiene toques de irrealidad (rollo Matrix, las balas se hacen las
erráticas con una milagrosa obstinación…). Da igual, lo pasas teta con el humor
y el mundo interior de los chavales y la delicadeza y valentía con la que se
protegen. Además, el director demuestra pulso para moverse entre lo mágico y lo
real para acabar construyendo un relato sólido, que tampoco esquiva ninguno de
los rincones sórdidos del mundo que retrata.
Cuándo verla. Muy
apropiado para los días en los que estás adormilado o de resaca. Te
revitaliza.
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