De qué va. Esta
película, a medio camino entre el documental y la ficción, retrata el alma y el
trazo cotidiano de Nick Cave, un músico australiano del que tenía alguna
noticia gracias a la prensa…
La cinta revela el paisaje vital de un tipo con una
sensibilidad fuera de lo común, que celebra sus 20.000 días en la tierra (57
palos para los no habituados a estas cuentas) con un rastro en el que se
entremezclan sus recuerdos de infancia (llena de aventuras y una oreja pegada a
los raíles del tren para anticipar el sonido de la locomotora) con anécdotas de
su vida como ídolo de masas y sobreviviente a los excesos con las drogas.
Por el camino, queda de relieve la piel absorbente de un tío
que estructura su vida a partir de la escritura de historias, su mujer, el
cuidado de sus hijos y el proceso integral de contar, cantar y deformar con
terciopelo esas historias.
Por qué me gusta. Porque es divertida, porque es irreverente
y porque el protagonista tiene carisma y se mueve con suficiente elegancia y
humor como para que su sombreado universo esté poblado de sorpresa y destellos
de esperanza.
Cave es suficientemente valiente como para abrir la gruta
emocional de una estrella del rock y por el camino quedan de relieve sus principales
motivaciones vitales, mientras charla con un psicoanalista (emocionante cuando
evoca la figura de su padre), sus músicos (y sin embargo, amigos), así como
antiguos compañeros de viaje, con la tremendérrima Kylie Minogue ocupando un
puesto muy especial.
Las pegas: Tanto
se retuercen las galaxias sobre las que gravita este trovador del XXI que a
veces te cansa, lo mismo que otras veces te hace gracia: el peligro de que tu
agujero negro (atención de estrella) conceda demasiados planos a tu ombligo…
Cuándo verla. Por
la noche. Envuelto en asombro y con buena compañía para luego saborear con
pausa los sofisticados disparates de este ‘bebedor’ de historias.
Las guindas:
Cuando explica (y cómo lo explica) el big bang
interior que sintió al conocer a su mujer.
El momento en que el ve Scarface junto a sus hijos.
La elegancia (el traje, los pasos, el humor
negro) de este rockero que viste trajes de caballero con sombra.
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