De qué va
La ópera prima de Daniel Guzmán relata la amistad entre dos adolescentes. Y pone
el foco sobre todo en cómo uno de ellos se enfrenta a los demonios de su
familia (con unos padres que no se soportan) y los propios (en un momento en el
que está buscando su sitio y casi nada acompaña).
Por suerte, le queda la incondicionalidad de su colega (un
bromance, que diría Elisa); que funciona algo así como amigo-hermano-novio y la
referencia de un buscavidas-sobreviviente-canalla, que le enseña un código de
honor y de disfrute de la vida, aunque la existencia le esté comiendo los
bordes de su dignidad personal. También la complicidad de una luchadora
octogenaria, que saca lo mejor del chaval…
Por qué me gusta
Porque desprende autenticidad. Porque es dura y tierna a un
tiempo, porque (casi) no hace concesiones y porque nos recuerda que hay un
margen importante de elección y autonomía vital en todas sus vidas. Más cuando
se está al comienzo del viaje.
La película también cautiva por su veracidad, sentido del
ritmo, por su aliento de primeras veces y por su habilidad para dibujar
personajes interesantes, con una mención de nota para el trabajo actoral del
debutante Miguel Herran.
Qué le falta
Pocas cosas (quizá algo más de fuerza al final, tal vez un
poco más de vida costumbrista de los chavales en su barrio, algo más de
interacción social). Uno olfatea que ahí podría haber una interesante secuela…
La guinda
Hay varias. Me quedo por ejemplo en la continua lucha de
superación en lo lúdico de los amigos para exprimir la velocidad de su moto o
en la manera en la que tratan de trenzar un triángulo mágico femenino con
algunas de las chicas y-o mujeres que se cruzan en su vida.
Cuándo verla
A las faldas de un fin de semana o de un puente se disfruta
más. Mejor todavía si tienes la suerte de que tu acompañante ría con la
musicalidad de las musas…
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