La gente me pregunta últimamente por mi móvil nuevo. Les
llama la atención. De largo mide algo menos que la palma de mi mano. De ancho,
ofrece espacio suficiente para cobijar mis cinco dedos; apiñados.Por fuera, tiene aspecto pintón, consecuencia de haber
comprado una funda azulada, que realza su toque marino (por lo visto, el azul
es sinónimo de comunicación en diferentes culturas).
Quien me lo iba a decir. 35 tacos y presumiendo de móvil.
Pero así es la vida, amigos. Seguro que mi padre me entendería. Este móvil es
algo más que un simple teléfono. Se me ocurre la metáfora de las chicas con las
que sales a lo largo de la vida.
En mi caso, por una u otra razón a todas las recuerdo con cariño (sé que
esa no suele ser la nota más habitual, así que estoy agradecido por ello). Todo
ese itinerario te parece bien, razonable... Hasta que encuentras a una mujer que marca un
antes y después en tu vida; que te hace ver y sentir las cosas de una manera
distinta, con más sabor.
Algo parecido ocurre con este móvil. Mis amigos me miraban
divertidos la última vez que quedamos, cuando no paraba de exhibir
sus cualidades. Me
gusta llamarlo pequeño paraíso ambulante. Gracias a este pequeño artilugio,
puedo ver a un león de la sábana africana alternando rugidos y cabezadas mientras
el metro se atardece atestado de gente.
Por no hablar de los delfines que ensayan coreografías en un
magma casi tan azulado como la funda que protege este teléfono; porque sí,
también merece ese nombre; manteniendo conversaciones de todos los colores…
Una de las cualidades que más aprecio de este móvil es su
faceta como antena de contenidos. No unos cualquiera. Las que se emiten en
Twitter, que es algo así como un gigantesco y diverso muestrario de opiniones
(que pueden ser bastante enriquecedoras si espigamos con criterio quién es el
autor de las mismas) e informaciones relevantes (profundizaremos en ello en próximos artículos).
Como este móvil, la famosa red social también merece sus sombras. Como diría un buen amigo,twitter puede reunir a una buena colección de soplapollas. También adoro a este móvil porque ahora
las conversaciones son mucho más
interesantes (un flujo de fotos y vídeos que no tenían ni la mitad de brillo e
interés con mi abnegada simulación de blackberry).
No es un detalle menor este de las fotos. Con el espacio
adecuado (hablamos de tangibles, también de intangibles), la vida tiene
más color. Como muestra el atardecer que ilustra mi pantalla de inicio,
cortesía del cielo siciliano, captado por mi amiga Auro unos minutos antes de que este se fuera a echar una buena cabezada.
Adoro también este móvil
porque es una pequeña televisión portátil. Esta función hubiera cautivado a mi
padre, que era un apasionado del vídeo arte y los documentales. Gracias a esta
posibilidad, ahora disfruto de la tele a la carta, más conocida comúnmente como
You Tube.
En este canal lo mismo puedes ver una recopilación de las
mejores jugadas de Jordan que de los goles de Ibrahimovic; otro día conoces la
singladura vital de Bob Marley o algunos detalles interesantes de Física
Cuántica. Bueno, y más cosas, digamos que los silencios, algunos silencios, son
la lencería del trazo cotidiano de las relaciones.
Creo que disfrutarías mucho
con este artilugio, papá. Cuídate mucho allá donde estés.
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